Levítico: 1:1-6:7
Haftara: Isaías 43:21-44:23
Los korbanot: Su clasificación y significado.
En esta parashá comenzamos a estudiar el interesante libro de Levítico, conocido en el judaísmo como “Vayikra”. Como hemos mencionado, el patrón para nombrar los libros en la Torá, es con la primera palabra del mismo; en este caso, nuestro libro se llama “Vayikra”, que traducido es “Y llamó”. El libro nos provee de leyes rituales, sacrificios, expansión de temas y obligaciones éticas de los hijos de Israel, y al final, las bendiciones y maldiciones del pacto entre Israel y El Eterno.
En esta parashá haremos una introducción a las interesantes leyes sobre los sacrificios y como pueden enseñarnos grandes verdades hasta el día de hoy. Contrario a la opinión de muchos, Levítico no es un libro llano y aburrido que no tiene nada que enseñarnos en este siglo. Levítico tiene una riqueza increíble tanto de teología como de ética y acción en este mundo.
Las cinco categorías principales de ofrendas son las siguientes:
- Olá (Ofrenda de ascensión): También conocida como “Holocausto” que significa “todo quemado”. Este tipo de ofrenda era completamente consumida por el fuego en el altar, las razones para traer este tipo de ofrendas no son especificadas y podía traerse como señal de reverencia a Dios, petición de algo, alabanza a Dios reconociendo su suprema autoridad y otras. Antes de la dadiva de la Torá por medio de Moisés, era la ofrenda por excelencia de los patriarcas y de los antiguos. Fue la ofrenda hecha por Noaj (Noé) al bajar del arca (ver Gn 8:20). El significado de quemar toda la ofrenda es “Todo mi ser está dedicado a ti. Asi como todo este animal es quemado y sube en ascensión a las alturas en el altar, yo entrego todo de mi para tu servicio”. Era considerada una ofrenda de gran honra puesto que el oferente no obtenía nada de la carne para sí, sino que todo era hecho como alabanza a Dios. Esta ofrenda no tiene que ver con pecados directamente.
- Minjá: Se ha traducido como “oblación” y también como “ofrenda vegetal”. La traducción más literal es “tributo”, como la ofrenda dada a un rey. Este tipo consiste de una ofrenda vegetal que puede ser de una cantidad de harina, tortas cocidas en horno, sartén o cazuela. Si se traía sola la harina, había que ponerle un poco de incienso (Levítico 2:1), si se traían tortas u hojaldres cocidos no era necesario. Ninguna levadura podía traerse en este tipo de ofrenda, la levadura es sinónimo de corrupción o decaimiento, esto debido a que el método antiguo de leudar, era mezclar la masa nueva con un residuo de masa que se había dejado agriar de días anteriores (Llamada en hebreo “Seor”). En el tabernáculo, la presencia de Dios podía experimentarse con intensidad muy fuerte, el Dios de la vida no puede estar en un lugar donde hay muerte o corrupción. El pecado y la muerte son las dos cosas que no son parte del ideal de Dios y que nos separan de él. En su tabernáculo no podía presentarse la muerte pues Él es la existencia y la vida misma.
La ofrenda de Minjá no tiene que ver con pecados en lo absoluto, nada de pecados es mencionado en todo el capítulo 2 de Levítico y cualquiera podía voluntariamente traer una ofrenda vegetal. Al ser la harina (o tortas cocidas) algo más económicamente alcanzable, para muchos la Minja era el holocausto de las personas de bajos recursos. Si alguien quería alabar a Dios y expresarlo con una ofrenda, pero no tenía para llevar un toro o un cordero, podía hacerlo con una ofrenda de Minja.
Esta ofrenda también tiene antecedentes previos a la entrega de la Torá a través de Moisés. Se nos informa en Génesis que Caín ofreció una ofrenda de Minja, pero no fue vista con buenos ojos por su actitud al hacerlo; lo contrario de su hermano Abel.
- Shelamim (Ofrendas de paz): Esta ofrenda se traía voluntariamente para expresar gratitud por algo recibido de Dios, por simplemente estar muy conforme sobre como la vida del oferente estaba marchando, como expresión de estar muy bien con su familia y con Dios. La ofrenda de paz no tiene que ver con pecados sino con regocijo y estar bien delante de Dios. De esta ofrenda, parte de la carne y las grasas eran quemadas sobre el altar, otra parte (la espaldilla) era del sacerdote y lo demás era para que el oferente y sus invitados comiesen delante de Dios, con la condición de estar ritualmente puros (Levítico 7:12-20). Este tipo de sacrificio podía ser ofrenda de agradecimiento (Korban Todá), ofrenda de votos u ofrenda voluntaria como se verá en la siguiente Parashá. Algunos rabinos consideraron a la ofrenda de agradecimiento, la mayor de todas haciendo referencia al salmo 50, donde se dice: “El que sacrifica Todá me honra” (Salmo 50:23). Ampliaremos más sobre los interesantes detalles de este tipo de sacrificio en la siguiente parashá.
La ofrenda de Shalom, es también pre-existente a la entrega de la Torá ya que se puede encontrar en Exodo 24:5, antes de que las regulaciones de los sacrificios fueran recibidas.
- Jatat (Ofrenda de purificación o “De pecado”): Esta ofrenda esta generalmente relacionada con pecados de yerro de una persona común, el sumo sacerdote, el sanedrín, o un Rey o príncipe de tribu. Sin embargo, también era ofrecida en ocasiones en donde no había pecado del oferente como el caso de la mujer parturienta (Ver Levítico 12:8) o el caso de aquel que hacía voto de Nazir (nazareo). Debido a esto y basado en textos hebreos, se le ha dado también el nombre de “ofrenda de purificación”. La sangre del sacrificio de Jatat era tomada por el sumo sacerdote y se rociaba hacia el velo que dividía al lugar santísimo; esto era hecho en el caso que el pecado de yerro hubiera sido cometido por el Sumo sacerdote o por el sanedrín.
En el caso de un pecado de una persona común o un príncipe, solo se aplicaba la sangre al altar del holocausto, que estaba afuera del tabernáculo (Levítico 4:22-30). La explicación dada a esta diferencia es clara: En el primer caso, el pecado se consideraba más grave y hacía una impurificación ritual más severa en el tabernáculo por tratarse de figuras públicas relacionadas con la fe y el culto del pueblo. El rey era más una figura política y no tanto religiosa y el Israelita común no tenía el nivel de responsabilidad de un Cohen gadol o un sanedrín (concilio). La parashá nos enseña aquí el principio que un pecado de un líder religioso tiene más impacto y consecuencia espiritual ¡Que El Eterno nos libre de ser piedra de tropiezo o causar daños a otros desde posiciones de liderazgo!
La expiación hecha al altar, al velo, a los cuernos del altar del incienso y del holocausto deben de ser entendidas en su contexto: Esta expiación era una purificación ritual del pecado, el pecado contamina ritualmente el lugar y debe de ser purificado con esta ofrenda para que la presencia de Dios no vaya tarde o temprano a abandonar el tabernáculo/templo. Como Jacob Milgrom notó: La palabra “Kiper” o “Kapar” tiene en su forma verbal llamada “Piel” siempre el significado de “purificación ritual”. Veremos más detalles de esta ofrenda en el comentario a la parashá Tazria.
- Asham: Llamado “sacrificio de culpa”, se ofrecía cuando se tenía que hacer restitución al haber causado un daño a un hermano israelita defraudándolo con bienes, haber hurtado o haberse metido con las cosas consagradas al Eterno. Esta ofrenda siempre está relacionada con pecados. Al haberse arrepentido, el hombre debe de resarcir completamente de lo que defraudó de cosas sagradas o su prójimo y añadir un quinto más.
La ofrenda de Asham enseña claramente que un pecado contra nuestro prójimo es también contra Dios. Expresa también que el verdadero arrepentimiento debe buscar resarcir el daño cuando es posible y dar muestras de no volver a hacerlo otra vez. Nuestro arrepentimiento para con Dios no anula nuestra necesidad de reparar el daño hecho si es necesario.
Tanto la ofrenda de Asham como la de Jatat son innovaciones de la Torá, sin precedentes en la vida de los patriarcas o previo a ellos. Únicamente tienen sentido en la vida con un tabernáculo o templo en pie, esto debido a que su tarea principal es purificar ritualmente o cubrir ritualmente el altar y el mobiliario del templo de las impurezas y pecados de los hijos de Israel.
Como podemos ver al apreciar las descripciones de las categorías principales de sacrificios, la noción de que todos los sacrificios tienen que ver con perdón de pecados es falsa. Únicamente uno de ellos está siempre relacionado con ciertos pecados muy puntuales (Asham) y otro en la mayoría de las veces con pecados de yerro (Jatat) pero no siempre tiene dicha relación (caso de la parturienta por ejemplo).
En el caso de los sacrificios que hablan de expiación, ya hemos dicho que en este caso, la palabra expiación debe entenderse primariamente como cobertura de protección o purificación ritual del mobiliario del templo y del oferente para poder acceder al lugar de la presencia del Eterno. Ahora alguien podría preguntar ¿Cómo trabajaba este tipo de expiación? ¿Qué enseñaba la simbología a cada Israelita antiguamente y a nosotros el día de hoy? Veámoslo a continuación
Expiación ritual: Proceso, simbología y significado.
Como hemos mencionado en porciones anteriores, la trascendencia de Dios, su inmortalidad, pureza y santidad, hacen que estemos muy alejados de Él. Al haber un lugar con la presencia de Dios con una intensidad tan fuerte, ciertos procedimientos deben de realizarse para acceder a su presencia y para purificar las impurezas y pecados de los hijos de Israel.
El gran erudito judío, Jacob Milgrom, acertadamente apunta que la sangre nunca era aplicada a la persona sino al altar (pocas excepciones a esta regla como la ofrenda de consagraciones); esto debido a que el altar en las sociedades antiguas, era visto como un punto de contacto con la divinidad.
La Torá nos dirá que todo lo que el altar toque es santificado, lo que es ofrecido en el altar es elevado como ofrenda a Dios. En el holocausto por ejemplo, un hombre se acercaba (recordemos que la palabra “Korban” precisamente viene de la raíz para “acercarse”) a Dios en su lugar santo y al imponer su mano sobre el animal que iba a ofrendar, el se identificaba plenamente con él. A partir de la imposición de manos, simbólicamente ocurría una transferencia de identidad.
Paso siguiente, el cordero o toro era ofrecido en el altar y su sangre era esparcida en el altar. Simbólicamente se consideraba como si la sangre y la vida misma del que traía la ofrenda subía ante Dios “en olor grato”. En la Torá se nos dice claramente lo siguiente con respecto a la sangre:
“Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras personas; y la misma sangre hará expiación de la persona.” (Levítico 17:11)
La sangre en la Torá, es el vehículo de la vida de la persona o de un animal. Al ofrecer la sangre del animal y al haberse hecho una imposición de manos previamente, se consideraba como si la vida de la persona misma era ofrecida a Dios en el altar, como alabanza. Esta sangre proveía una “cobertura ritual” a la persona para estar delante de Dios, quien lo consideraba totalmente apto para estar en su presencia.
De esto leemos en la Torá, concerniente al holocausto:
“Si su ofrenda fuere holocausto vacuno, macho sin defecto lo ofrecerá; de su voluntad lo ofrecerá a la puerta del tabernáculo de reunión delante de El eterno. Y pondrá su mano sobre la cabeza del holocausto, y será aceptado para expiación suya.” (Levítico 1:3-4).
En el contexto del holocausto, cuando hablamos de expiación, debemos de entender que no estamos hablando de perdón de los pecados y propiciación de un Dios justo y su ira; no hay ninguna indicación de esto en Levítico 1. Numerosas teorías fueron esgrimidas antiguamente por los rabinos para explicar qué tipo de expiación proveía el sacrificio de Olá. Gracias a descubrimientos y erudición moderna, podemos entenderlo mejor en nuestros días. De lo que se trata es expiación o cobertura ritual para poder adorar a Dios en un santuario con una presencia tan intensa residiendo en él. La persona misma simbólicamente era elevada ante Dios y era esto, la disposición de la persona y su anhelo de estar delante de Dios, lo que era olor grato delante del Eterno.
Las ofrendas de Jatat y Asham por otro lado hablan de una expiación, en el sentido de purificación ritual de las impurezas y pecados de los hijos de Israel. En el sistema ritual y simbólico del tabernáculo y luego del templo, las impurezas físicas de los hijos de Israel y pecados graves cometidos por yerro o ciertos pecados voluntarios, impurifican el altar y el tabernáculo.
Es debido a esto, que la sangre se aplicaba al altar del holocausto (que estaba a la entrada del tabernáculo), y en caso de la ofrenda del sanedrín y el Cohen Gadol, que por ser mas graves causaban más impurificación, se aplicaban al altar del incienso (que estaba delante del lugar santísimo, únicamente separado por el velo) y al velo.
Derek Leman, lo expresa excepcionalmente cuando nos dice: “La noción de Levítico (Y Ezequiel) es que los pecados del pueblo (junto a su contacto literal y simbólico con muerte) contaminan el santuario, como smog que mancha el altar y el templo, y lo hace un lugar en donde Dios no quiere morar (Ver Lev. 15:31 y Núm. 19:20). La sangre de las ofrendas purifica el santuario de pecado y muerte. Si el altar y el santuario no son regularmente purificados, la presencia de Dios partirá. El pecador es perdonado por impurificar el altar y el santuario”. (Derek Leman, Daily Davar sobre Levítico 4).
Es debido a esto que la noción que indica que los sacrificios eran un mecanismo de vida eterna o de perdón eterno de pecados es un tanto anacrónica. Los sacrificios tienen que ver en su inmensa mayoría con adoración, alabanza, honor al Eterno y con purificación ritual o expiación para acceder óptimamente a su lugar de adoración.
La muerte de Yeshúa es una ofrenda superior, ofrecida en el tabernáculo celestial. Su muerte efectivamente es base legal de vida eterna y perdón de pecados para todo aquel que acepta el regalo de la salvación de Dios.
En un sentido, la muerte de Yeshúa cumple las sombras proféticas de los sacrificios de Levítico, sin anularlos: Por medio de él, como un holocausto, tenemos acceso a El Eterno con confianza tal como está escrito:
“Teniendo un sumo sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.” (Hebreos 10:21-22).
Él es la ofrenda sin pecado, el pan de vida que da vida Eterna. Tal como toda ofrenda de Minja es ofrecida sin levadura, Yeshúa es una ofrenda perfecta sin pecado, tal como se nos dice:
“Pues para esto fuisteis llamados; porque también el Mesías padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca;” (1 Pedro 2:21-22).
En él tenemos paz para con Elohim, tal como se nos dice:
“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Yeshúa El Mesías” (Romanos 5:1).
Además, Él cumple satisfactoriamente el papel de ofrenda de pecado (Jatat) y de reparación o culpa. En él, El Eterno cargó todas nuestras culpas, tal como se nos dice:
“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Corintios 5:21).
“Con todo eso, El Eterno quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida como ofrenda de culpa (hb. Asham)” (Isaías 53:10).
Yeshúa nuestro sacrificio eterno delante del Eterno, ya fue ofrecido por nosotros y estamos completos en Él. Entender más sobre los sacrificios nos ayuda a entender lo superior de la ofrenda de su vida, y además como cumplió aspectos de sombra profética de las ofrendas de Levítico. Su sangre está ahí para todo aquel que desea tener certeza de vida eterna ¿Qué esperas aun tu para venir a Él? ¿Qué esperamos los que ya lo hemos hecho para anunciarlo a otros?
שבת שלום
¡Shabbat Shalom!
Isaac Bonilla