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Deuteronomio 11:26- 16:17

Haftara: Isaías 54:1-55:5

En un abrir y cerrar de ojos.

La parashá Re’e contiene la transición de la exhortación a la obediencia al Eterno hecha por Moisés, y la introducción a una serie de leyes de diversos tipos. En el capítulo 12, Devarim se torna legislativo y deja por un momento de ser el relato de las exhortaciones, amonestaciones y exclamaciones de Moisés.

En la parashá encontramos leyes sobre el lugar que El Eterno escogería para poner su nombre en la tierra de Kenaan, leyes sobre falsos profetas que anuncian al pueblo servir a otros dioses y dejar la Torá, una repetición de las leyes dietéticas, el año de la remisión y una repetición sobre las fiestas de peregrinaje, donde tres veces al año, cada varón judío debe de presentarse delante de El Eterno (Deuteronomio 16:16).

En esta ocasión hablaremos sobre el recuerdo de la Pesaj hecha por Moisés en el capítulo 16 de Devarim (Deuteronomio). Moisés repite las tres fiestas de peregrinaje en vista de que el pueblo está a punto de entrar a la tierra prometida, con el objetivo de recordar a los hijos de Israel, que tendrán que aparecer delante de El Eterno en el lugar que el escogiere. Cuando estaban en el desierto tenían que simplemente ir al tabernáculo de reunión; sin embargo, al entrar a la tierra, deberán ir a la tribu y a la ciudad escogida por El Eterno.

Hablando con respecto a la pesaj (pascua), leemos en la Torá lo siguiente:

“No comerás con ella pan con levadura; siete días comerás con ella pan sin levadura, pan de aflicción, porque aprisa saliste de tierra de Egipto; para que todos los días de tu vida te acuerdes del día en que saliste de la tierra de Egipto.” (Deuteronomio 16:3).

Moisés recuerda a los hijos de Israel no comer pan con levadura pues habían salido a prisa de Egipto. Debemos de recordar que una de las razones para comer pan sin levadura con la Pesaj, fue que la salida de Egipto fue tan rápida que no dejó tiempo ni para leudar la masa, tal como está escrito:

“Y cocieron tortas sin levadura de la masa que habían sacado de Egipto, pues no había leudado, porque al echarlos fuera los egipcios, no habían tenido tiempo ni para prepararse comida.” (Exodo 12:39)

La salida de Egipto fue a prisa, sin esperar ni un segundo más, cuando la hora de la redención llegó, nadie podía detenerlo. La salida nacional de Israel, corresponde a la salvación personal de cada discípulo de Yeshúa, somos sacados “a prisa” de la condenación del pecado, y del mundo y la cultura del pecado. Debemos de salir a prisa y no procurar volver nunca más.

Un curioso comentario en Mejilta (recopilación de Midrashim) provee una fuente excepcional de enseñanza. En Mejilta se dice que El Eterno adelantó la hora de la salida de Egipto debido a que cuando la redención llega él no la retarda ni tan siquiera “un abrir y cerrar de ojos”. La frase “un abrir y cerrar de ojos” significa que algo ocurre instantáneamente y es encontrada en otros lugares. Por ejemplo leemos que el arrepentimiento toma efecto “en un abrir y cerrar de ojos” (Pesikta Rabbati 163b).

Existe un acontecimiento que Yeshúa llamó “el nuevo nacimiento” en su encuentro con Nicodemo (Juan 3:1-15). El hablaba de una transformación radical de vida, un hecho que marca el rumbo espiritual de una persona para siempre, así como el arrepentimiento y la salida de Egipto fueron cuestiones de “un abrir y cerrar de ojos”, la regeneración espiritual de todos los creyentes en Yeshúa ocurre en el instante en donde rendimos nuestra vida al Eterno, nos arrepentimos de nuestros pecados y reconocemos a Yeshúa el ungido, como El Señor de nuestras vidas y la fuente de perdón de pecados en su sacrificio.

El nuevo nacimiento es un “acto” que sucede una vez en la vida y no un “proceso” que se tarda toda la vida. La regeneración que nos convierte en hijos de Elohim es un acto, la santificación y nuestro crecimiento espiritual es un proceso que dura toda la vida (Filipenses 1:6).

Lo que Yeshúa llamó nuevo nacimiento es la regeneración que sucede en cada creyente, es una transformación que brinda paz mental, seguridad espiritual y pureza moral; cada verdadero creyente en Yeshúa experimenta esto ocasionado por el espíritu santo prometido por El Eterno. Es una experiencia sobrenatural que es causada por El Eterno a todos aquellos que le rinden su vida. Rab Shaul escribe de esto cuando dice:

“Pero cuando se manifestó la bondad de Di-s nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Yeshúa El Mesías nuestro Salvador,” (Tito 3:4-6)

Los profetas anunciaron que en el reino mesiánico, Israel nacionalmente disfrutaría de perdón de pecados (Jeremías 31:34), se tendría la circuncisión de corazón (Deuteronomio 30:6) y una renovación espiritual pasaría, por obra del espíritu de Elohim en los corazones de los hijos de Israel (Ezequiel 36:26-28). Cada creyente en Yeshúa, judío y gentil por igual, disfruta de una experiencia personal y de un anticipo de la era Mesiánica. ¡Bendito sea El Eterno por su liberación!

La escritura de hecho habla de la liberación del pecado y sus efectos en etapas: en tiempo pasado, presente y futuro. De acuerdo a los escritos apostólicos, fuimos liberados (salvados) de la condenación del pecado (Romanos 8:1, 2 Corintios 5:21, Colosenses 2:14, Tito 3:5), somos salvados del poder del pecado por el espíritu de Elohim que mora en nosotros (2 Timoteo 1:7, Romanos 8:14), esto nos capacita para resistir la tentación y poder vencer al pecado por la fuerza que viene del cielo. Finalmente, también se nos habla que seremos salvados de la presencia del pecado, en la resurrección, la cual es la redención de nuestros cuerpos (Romanos 8:23, Romanos 5:9). La salvación del pecado y sus efectos es pasada, presente y futura.

Es importante diferenciar entre el nuevo nacimiento que acontece en cada hijo de Dios, en Yeshúa, y el “nuevo crecimiento”, el cual es un proceso de santificación y madurez espiritual que dura toda nuestra vida. El primero es un acto, el segundo es un proceso.

El Eterno ha derramado su gracia en Yeshúa nuestro Mesías, a todo aquel que viene a Él por medio del ungido, el Cohen Gadol celestial según el orden de Melquisedec, El Eterno ha prometido perdón de pecados y certeza de salvación en su nombre (Isaías 53:3-8, 59:20, Juan 3:16, 6:40, Romanos 10:9, Hechos 13:39). Para los sedientos de perdón y vida, las aguas de la salvación han sido derramadas a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén con arrepentimiento y perdón de pecados en su nombre (Lucas 24:46-47).

Así como el inicio de la redención de nuestra vida ocurre instantáneamente, “en una abrir y cerrar de ojos”, la resurrección ocurrirá también instantáneamente tal como se nos dice:

“He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.” (1 Corintios 15:51-52).

¡Que la redención final venga prontamente y en nuestros días!

¡Shabbat Shalom!

Isaac Bonilla

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