Devarim (Deuteronomio) 29:10 – 30:20
Haftara: Isaías 61:10-63:9
El tema principal de la parasha puede resumirse en dos palabras: Teshuvah (arrepentimiento) nacional. Como hemos mencionado en otros lugares, el arrepentimiento es uno de los temas principales de las escrituras, lo hallamos en la Torah de Moisés, virtualmente no existe un tan solo profeta que no contenga el tema de volverse a Hashem y arrepentirnos del mal hecho y empezar a caminar rectamente delante de él haciendo el bien.
La palabra “Teshuva” viene de “shub” que significa “volver”. La palabra implica cambio de mente, cambio de comportamiento y cambio total de la voluntad. Muchas veces es enseñado que la palabra para “arrepentimiento” en los escritos apostólicos es el griego “Metanae” que significa “Cambio de mente”. En algunas ocasiones se enseña que el arrepentimiento predicado por Yeshua y sus apóstoles, es cambiar de mente y perspectiva y creer en Yeshua como salvador y nada más. Dado que Nuestro maestro no habló griego, sabemos que palabra utilizó cuando en el principio de su ministerio dijo: “Arrepentíos porque el Reino de los cielos esta a las puertas”. El hablaba arameo y hebreo y en su mentalidad judía, el arrepentimiento es más que cambio de mente, incluye cambio de voluntad y de conducta.
El arrepentimiento es tan importante que es la base de la “buena nueva” del Reino predicada tanto por Juan el Bautista como por nuestro Maestro. En una frase el evangelio es: “Arrepentíos porque el Reino de los cielos se ha acercado”. Yeshua dijo que sus discípulos debían de predicar “arrepentimiento y perdón de pecados en su nombre en todas las naciones comenzando desde Jerusalén” (Lucas 24:47). El arrepentimiento es considerado por el escritor de la carta a los hebreos como el principio elemental más básico de la enseñanza del Mesías (Hebreos 6:1-2). ¡Ciertamente el arrepentimiento debe de ser importante al tener un lugar tan vasto en la escritura!
En el siglo primero, Yeshua predicó la necesidad del arrepentimiento en Israel, él sabía que si el pueblo se arrepentía nacionalmente hablando, es decir, con un número considerablemente alto de hijos de Israel, la era Mesiánica sería instaurada en breve. En pocas palabras, el intervalo entre su muerte y resurrección y su segunda venida sería consumado en esa generación. Si había arrepentimiento, los discípulos no acabarían de recorrer las ciudades de Israel cuando el hijo del hombre sería revelado con poder (Mateo 10:23). El lloró sobre Jerusalén diciendo que si hubiese habido arrepentimiento la reunión de los exiliados y la era Mesiánica habrían llegado pero la nación no quiso (Mateo 23:37-39).
Yeshua sabía que la final redención nacional de Israel debía de ser precedida por arrepentimiento nacional. Es por eso que su mensaje en un inicio no fue: “Crean en mi y tendrán vida eterna cuando mueran”, sino “arrepentíos porque el Reinado de los cielos esta a las puertas”. Ahora, sería bueno preguntarnos ¿De dónde sacaron Yeshua y Juan El Bautista, que la redención nacional debía de ser precedida del arrepentimiento nacional del pueblo judío? Muy probablemente de esta parasha puesto que es uno de los lugares más claros para sacar esa idea.
Los primeros seis versos del capítulo 30 de Deuteronomio, tienen una importancia vital para entender la redención final. Todos los sabios judíos están de acuerdo en que es una profecía sobre la redención final, la reunión de los exiliados, la regeneración y arrepentimiento nacional y la era Mesiánica ¡Vaya seis versos con tantos temas escatológicos juntos! No estamos exagerando cuando decimos que los demás profetas expanden el tema del exilio y redención final de estos 6 versos de la Torah.
Leemos en la Torah:
“Sucederá que cuando hubieren venido sobre ti todas estas cosas, la bendición y la maldición que he puesto delante de ti, y te arrepintieres en medio de todas las naciones adonde te hubiere arrojado El Eterno tu Dios, y te convirtieres a El Eterno tu Dios, y obedecieres a su voz conforme a todo lo que yo te mando hoy, tú y tus hijos, con todo tu corazón y con toda tu alma, entonces El Eterno hará volver a tus cautivos, y tendrá misericordia de ti, y volverá a recogerte de entre todos los pueblos adonde te hubiere esparcido El Eterno tu Dios. Aun cuando tus desterrados estuvieren en las partes más lejanas que hay debajo del cielo, de allí te recogerá El Eterno tu Dios, y de allá te tomará; y te hará volver El Eterno tu Dios a la tierra que heredaron tus padres, y será tuya; y te hará bien, y te multiplicará más que a tus padres. Y circuncidará El Eterno tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a El Eterno tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas.” (Deuteronomio 30:1-6)
La redención nacional de Israel, la era Mesiánica, está claramente condicionada a una vuelta nacional al Eterno. Como efecto de este arrepentimiento en masa, El Eterno reúne a los hijos de Israel que aún quedan en las naciones, se compadece de Israel, causa una regeneración nacional nunca antes vista en Israel (circuncisión del corazón) y hace que todo Israel ande en los mandamientos del Eterno con todo su corazón y alma.
Maimonides considera tan importantes los versos del capítulo 30 que los usa como una de las máximas pruebas sobre la venida del Mesías en la Torah, él nos dice en su Mishne torah:
“Y el que no cree en él, o el que no espera su venida, niega no solamente los profetas, sino también la Torah y a Moisés nuestro Maestro. Ya que la Torah testifica sobre él [El Mesías] como está escrito [En Deuteronomio 30:3-5]: Entonces El Eterno hará volver a tus cautivos, y tendrá misericordia de ti, y volverá a recogerte de entre todos los pueblos adonde te hubiere esparcido El Eterno tu Dios. Aun cuando tus desterrados estuvieren en las partes más lejanas que hay debajo del cielo, de allí te recogerá El Eterno tu Dios, y de allá te tomará; y te hará volver El Eterno tu Dios a la tierra que heredaron tus padres, y será tuya; y te hará bien, y te multiplicará más que a tus padres.” (Mishne Torah, Hiljot Melajim 11:1)
Ezequiel amplia esto en su libro donde está escrito:
“Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país. Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.” (Ezequiel 36:24-27).
Las frase “os daré corazón nuevo, quitare el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne” es equivalente a la frase “Y circuncidará El Eterno tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia”, ambos textos hablan de un regeneración espiritual a nivel nacional nunca antes vista en Israel, en la era Mesiánica.
Tanto Juan como Yeshua, estaban bien versados en estas palabras y sabían que el arrepentimiento no era un accesorio teológico más, no era una opción, no era algo que jugaría un papel secundario en la redención final, el lugar principal le estaba asignado, y por ello, tuvo el lugar principal en su proclamación de las buenas nuevas del reino del Eterno.
El tema de la redención final, la era Mesiánica, la reunión del pueblo judío son temas tan extensos en los profetas, que es increíble el desconocimiento de estos temas entre muchos creyentes gentiles en Yeshua. Al reducir el evangelio a salvación-personal-y-nada-más esto es ignorado por muchos inconscientemente.
Las escrituras nos dicen que en la era Mesiánica, el pueblo judío alcanzará su potencial espiritual como nunca antes, el Mesías gobernará desde Jerusalén, una era de paz y prosperidad será impuesta, el lobo morará con el cordero, las naciones subirán al monte de Sión para aprender los caminos del Eterno, la tierra será llena del conocimiento del Eterno como las aguas cubren la mar (Isaías 11:5-10). Las buenas nuevas no son únicamente la noticia de nuestra salvación personal, son mucho más que eso, estamos hablando acerca de la redención y la reparación del mundo entero.
La Torah promete una circuncisión del corazón para todo Israel. ¿Qué es la circuncisión de corazón? En un sentido es tener un corazón sensible a la voluntad del Eterno, también puede implicar un poder sobrenatural para poder obedecer al Eterno y andar en sus mandamientos; además, en el sentido final y pleno, es la erradicación permanente del instinto al mal y el pecado en los seres humanos que se dará finalmente en el mundo venidero.
Najmanides comenta sobre la circuncisión del corazón que recibirá Israel diciendo:
“En la era Mesiánica, la inclinación natural del hombre será escoger el bien, y el corazón no codiciará lo que es inapropiado… y esto es a lo que se refiere la circuncisión de la cual se habla aquí, debido a que la codicia (y deseos materiales) son como el prepucio del corazón. La circuncisión del corazón es que el corazón no codicie ni desee [lo prohibido]… esto es a lo que se refiere la escritura en Jeremías 31:33 ‘pondré mi Torah en ellos y en sus corazones la escribiré’… Ezequiel dice similarmente: Les daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. El nuevo corazón se refiere a la nueva naturaleza” (Najmanides sobre Deuteronomio 30:6).
En los escritos apostólicos, Pablo menciona que mientras la regeneración nacional del pueblo judío se concreta, todo judío o gentil creyente en Yeshua puede disfrutar de un anticipo de la circuncisión del corazón. Pablo llama a esto “circuncisión del corazón”, “lavamiento”, “regeneración”. Nuestro Maestro lo llamó “Nuevo nacimiento”. Veamos algunos versos que hablan sobre esto:
“sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios.” (Romanos 2:29).
“En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión del Mesías” (Colosenses 2:11).
“nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo,” (Tito 3:5).
En Romanos 2:29 Pablo indica (Al igual que Moisés en Deuteronomio 10:16) que algo más que la circuncisión de la carne es requerida por Dios para todo judío: El Desea que no solamente su carne sea circuncidad como señal de pacto, sino que desea que su interior sea sensible a él y su espíritu. Esto no quiere decir que Pablo considere la circuncisión en la carne abolida, puesto que el circuncidó a Timoteo (Hechos 16:1-3) y demostró andar conforme a la Torah delante de todos en Jerusalén (Hechos 21:17-25). Lo que está hablando Pablo aquí, es que El Eterno desea en el caso de todo hijo de Israel circuncisión en la carne y también circuncisión de su corazón.
En colosenses y en Tito, Pablo escribe que en nuestra conversión, El Eterno hace algo extraordinario en nuestro interior: El echa el corazón pecaminoso y nos lava regenerándonos por su espíritu. Cuando alguien cree en El Eterno y que su Mesías ha pagado por sus pecados, se arrepiente de todo corazón y le entrega su vida al Eterno, pidiendo que entre en su vida y lo lave, Hashem no se hace esperar.
La biblia indica que un “nuevo nacimiento” ocurre en nosotros, ya no somos los mismos, un cambio interior sobrenatural se comienza a dar en nosotros indescriptiblemente. Todos los que hemos experimentado esto, no podemos alcanzar a definirlo con palabras, es algo más allá del lenguaje.
Cada discípulo de Yeshua, recibe por los meritos de él y por su sangre puesta por expiación y perdón de pecados, un nuevo corazón, una nueva vida, somos una nueva creación, tal como está escrito:
“De modo que si alguno está en el Mesías, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” (2 Corintios 5:17)
Desafortunadamente, desde el primer ciclo la mayoría de círculos cristianos han entendido la circuncisión del corazón como antagónica a la circuncisión de la carne. Nada está más lejos de la verdad, precisamente la intención de la circuncisión del corazón es que guardemos los mandamientos del Eterno, en el caso de todo hijo físico de Abraham, esto incluye la circuncisión literal en su cuerpo. Es una total contradicción decir que tenemos la circuncisión del corazón si no tenemos un deseo profundo de guardar los mandamientos de la Torah según Ezequiel 36.
Según la Torah y los profetas, nuestra nueva naturaleza debe de ser la razón que nos lleve a cumplir los mandamientos del Eterno, no a declararlos abolidos o irrelevantes. En el Mesías, tenemos fuerzas renovadas, una porción del espíritu que moraba en él, una ética trazada de cómo vivir la Torah espiritualmente y de contribuir con El Eterno en su plan para reparar el mundo.
Shabbat Shalom!
Isaac Bonilla Castellanos