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Ezequiel 37:15-28

La conciliación entre José y Judá en el comienzo de la Parashá, que nace de la preocupación del primero por el destino de su hermano, en última instancia prefigura la unidad. El mensaje de Ezequiel en la Haftará de esta semana anuncia la unidad entre las doce tribus que acontecerá en la Era Mesiánica.

Cuando consideramos los grandes acontecimientos de la historia de José, que provocaron el acercamiento entre este y sus hermanos, podemos comprender la naturaleza monumental de las expectativas de Ezequiel para la futura reconciliación de Israel.

En nuestro caso hemos decidido tomar la sección del profeta Zacarías, porque el comentario pasado fue del libro de los reyes (1Reyes 3:15-4:1) y ahora hemos decidido hacer justicia y poder contar con los dos comentarios, y posteriormente seguir indagando en ellos y obtener un conocimiento integro.

Este episodio presagia el conflicto entre el reino del norte, Israel, de quien José era el fundador simbólico, y el reino del sur de Judá. Para los profetas, este conflicto era una tremenda preocupación ya que los dos reinos no eran el ideal del Eterno. La historia de unidad de Yosef y Judá en la Torá, era quizás un bello recuerdo que hacía surgir el anhelo de la reunificación. Ezequiel considera este problema tan grave que vio la reconciliación entre las dos partes del pueblo de Israel, como algo a solucionarse en su totalidad en la restauración mesiánica de la nación.


“Y vino a mí la palabra del SEñOR, diciendo: Y tú, hijo de hombre, toma una vara y escribe en ella: “Para Judá y para los hijos de Israel, sus compañeros.” Toma luego otra vara y escribe en ella: “Para José, vara de Efraín, y para toda la casa de Israel, sus compañeros.” Júntalas la una con la otra en una sola vara para que sean una sola en tu mano.” (Ezequiel 37:15-17 LBLA)

Ezequiel (Yehezkel: “Al cual Dios fortalecerá” o “Dios prevalecerá”) es sin duda alguna uno de los grandes. Todo lo que sabemos acerca de él viene de evidencia que encontramos en su libro: Su padre era Buzi (1:3), Ezequiel era sacerdote (1:3) y fue llamado a ser profeta. Su trasfondo sacerdotal se muestra en su preocupación por la pureza ceremonial (4:14) y el énfasis sobre el templo (40-48). Estaba casado, pero su esposa murió durante el curso de su ministerio (24:15-18). Ezequiel fue llevado cautivo en la segunda envestida que Nabucodonosor rey de Babilonia, realizó a Jerusalén, (598 AEC).

Ezequiel era sacerdote; seguramente, de los descendientes de Sadoc que eran los sacerdotes que estaban en actividad en el templo de Jerusalén. Ezequiel, el profeta, residía en Babel, en el seno de los exiliados, en un lugar llamado Tel Aviv, (3:15) a orillas del río Quebar (Kebar). Ezequiel fue contemporáneo de Jeremías y Daniel, pero Jeremías había profetizado ya unos treinta años antes que Ezequiel, y continuó por seis o siete años más después de él. Las predicciones de Daniel, en su mayoría, son posteriores a las de Ezequiel, aunque es de aclarar que Daniel llegó a Babilonia antes de Ezequiel, pues el primero fue llevado cautivo en la primera envestida militar de los babilonios (606 AEC).

Ezequiel es uno de los profetas que junto a Daniel, vertieron sus oráculos en el seno mismo del imperio babilónico, los dos experimentaron la tragedia de ser llevados cautivos por los caldeos; sin embargo, fueron los encargados de exhortar al pueblo y de dar un mensaje de esperanza. Ambos vaticinaron el fin del exilio, la restauración del pueblo Judío, y sobre todo, la restauración completa de los hijos de Israel al final de los tiempos cuando el rey Mesías gobierne desde Jerusalem a todas las naciones.

El tema por excelencia de la porción que se ha tomado del profeta para esta Haftará es la unificación de las dos casas: Efraín y Judá.

El rey salomón tuvo el enorme privilegio de ser el hijo de la promesa mesiánica que El Eterno hizo a David, asimismo tuvo el privilegio de construir la casa del Eterno en la ciudad de David (Jerusalén); pero así como es de grande el privilegio, así también es de grande la responsabilidad. Para tragedia del monarca y del país, en el clímax de su reinado, el corazón del monarca se apartó del camino del Eterno y se fue tras dioses ajenos. Esto trajo como consecuencia que el reino de Israel se dividiera.

El profeta Ahías vaticinó la división del reino en el ocaso del gobierno de Salomón. “Entonces Ahías tomó el manto nuevo que llevaba sobre sí, lo rasgó en doce pedazos, y dijo a Jeroboam: Toma para ti diez pedazos; porque así dice el SEñOR, Dios de Israel: “He aquí, arrancaré el reino de la mano de Salomón y a ti te daré diez tribus” (1 Reyes 11:30-31 LBLA)

El reino se dividiría en el gobierno del heredero, Roboam hijo de Salomón, y esta sería su división geográfica y política: Jeroboam tomaría diez tribus conformando el reino del norte (Israel, Efraín), tal como lo profetizo Ahías; y Roboam hijo de Salomón, las dos tribus restantes que conformarían el reino del sur (Judá).

Esta división sucedió en el año 930 AEC (Aprox.) y desde entonces serian dos naciones soberanas e independientes. Trágicamente, sus caminos serian acortados por los imperios florecientes de sus respectivas caídas, y su vida como naciones independientes no fue de mucha duración. En el 722 AEC, el imperio asirio fue la vara de juicio que el Eterno usaría para poner fin al reino del norte. “Hasta que el SEñOR quitó a Israel de su presencia, como El había hablado por medio de todos sus siervos los profetas. E Israel fue llevado de su propia tierra al destierro, a Asiria, hasta hoy.” (2 Reyes 17:23 LBLA).

“El fin del reino del norte fue precipitado por la volubilidad de Oseas, su último rey. Este dejo de pagar los tributos a Asiria y conspiró para obtener el apoyo de los Egipcios contra sus conquistadores. Salmanasar, el nuevo monarca asirio, marchó contra Israel y puso sitio a Samaria en 724… La capital de Israel resistió el cerco asirio durante tres años, pero fue tomada por el general Sargón a principios del otoño 722. De acuerdo con la política de Asiria… (27,280 cautivos según los anales asirios) fueron trasladados a las provincias orientales del imperio. Los deportados nunca volvieron en masa del cautiverio, sino que desaparecieron para siempre de la historia.” (Pablo Hoff, Libros Históricos, Pág. 218)

Por estos acontecimientos es que, hasta el día de hoy a las tribus del reino del norte se les conoce como “las diez tribus perdidas de Israel”. También es cierto que desde ese trágico acontecimiento la esperanza de volver, y habitar en su tierra es parte fundamental del mensaje de los profetas y la tradición del pueblo Judío contiene discusiones sobre esta reunión de las doce tribus de Israel que vaticinó Ezequiel: “Así dice el Señor DIOS: He aquí, tomaré a los hijos de Israel de entre las naciones adonde han ido, los recogeré de todas partes y los traeré a su propia tierra. Y haré de ellos una nación en la tierra, en los montes de Israel; un solo rey será rey de todos ellos; nunca más serán dos naciones, y nunca más serán divididos en dos reinos. (37:21:22 LBLA)

El Talmud y los Midrashim por ejemplo, entienden y esperan que las diez tribus vuelvan a ser restauradas:

  • “Rabí Eliezer dijo: “Como este día”: Así como el día se oscurece e ilumina, también las diez tribus que están en las tinieblas volverán a iluminarse en el futuro.” (Sanedrín 110b)
  • “Tus ojos son palomas: Tal como la paloma vuelve a su casa, así es Israel. Tal como dice en Oseas 11:11: ‘Como una paloma de la tierra de Asiria’. ésas son las diez tribus. ‘Y les haré habitar en sus casas, palabra de Dios’.” (Shir Hashirim Rabá 4).
  • “Rabí Simeón, hijo de Menasiah dijo: Israel no va a ver una bendición hasta que regresen a buscar las tres cosas que ellos rechazaron. Como dice en Oseas: “Después volverán los hijos de Israel, y buscarán al Eterno su Dios, y a David su rey; y temerán al Eterno y a su bondad en los últimos días” (Oseas 3: 5). Esto significa: “Después volverán los hijos de Israel, y buscarán al Eterno su Dios”, este es el Reino de los Cielos. “Y a David su rey”; Este es el reino de la casa de David. “Y temerán al Eterno y a su bondad en los últimos días” Esta es la construcción del Tercer Templo.” (Midrash Shmuel 13, Yalkut Shemoní 2)

La reunificación de todas las tribus de Israel no es un evento futuro que es azaroso, ni esta fuera del contexto mesiánico; por el contrario, no podemos hablar de la restauración final, sin entender la unificación de las tribus de Israel. Donde antes había habido dos reinos, la era mesiánica verá una sola nación unificada, para nunca más ser dividido bajo el gobierno de un rey davídico. Esto es un componente indispensable de la proyección de Ezequiel de la era mesiánica.

Bajo las alas de Dios de Israel
Francisco Hidalgo

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