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28 Oct, 2018

Haftará Vayetsé

Hoshea(Oseas) 11:7-13:5

“El propósito de Dios es bendecir al mundo, recuperar la raza humana de los efectos de la caída y llenar la tierra con su gloria… la bendición a nivel universal esta asegurada por aquel cuyo propósito no puede ser frustrado, de tal manera que las fuerzas conjuntas del mal, las cuales son permitidas por razones infinitamente sabias para retrasar la bendición, no pueden bajo ningún concepto tener éxito en su intento que así sea.”

“Esta misma certeza se aplica al canal y a la instrumentación para la difusión de esta bendición universal. De ahí la incondicional elección de Abram y de la nación que surgió de sus lomos.” (John Wilkinson, Israel mi Gloria, Pág. 17)

En esta Parashá estudiamos la continuación de la huida de Ya’akov de su hermano Esaú, y vemos como él llega hasta la casa de su suegro Laban; este hace algunas truhanerías y maltrata a su yerno, pero a pasar de todo, Ya’akov se mantiene íntegro y regresa a casa.

En esta Haftará estudiaremos como el antisemitismo se ha infiltrado y alojado en el corazón de muchas personas que quieren evitar que regresen a casa todos los hijos de Ya’akov o peor aún, quieren usurpar su identidad.

Así que en esta ocasión estudiaremos los primeros versos de la Haftará (11:7-10), y analizaremos dos temas de mucho interés en nuestro días: 1) El antisemitismo; y 2) la teoría del reemplazo.


Oseas (Hb. Hoshea: “El Salva”) es el primero de los libros conocimos popularmente como “Los profetas menores” y dentro del judaísmo como “Los doce”. A pesar de ser el primero en el orden canónico, no lo es en el cronológico.

Su ministerio inició cerca del año 784 A.M. (Antes del Mesías). Oseas, el contemporáneo de Isaías, Miqueas y Amós, parece haber entrado en su oficio profético en los últimos años de Jeroboam II, rey de Israel (no confundir con Jeroboam I hijo de Nabat, el primer rey del reino dividido). Su servicio al Eterno parece haber terminado en el principio del reinado de Ezequías, (rey de Judá) aproximadamente en el año 722 A.M, es decir cerca de 60 años en total, desde el año 784 hasta el 722.

El reino de Jeroboam II fue un tiempo de prosperidad, poder y paz. Las fronteras de Israel se extendieron desde Lebo-hamat hasta el mar de Arabá (2 Reyes 14:25). El mar de Arabá es el mismo mar Muerto que marcó la frontera con Judá en el sur. Hamat es un reino situado al norte de Aram (Damasco).

El período de su reinado es conocido por prosperidad, esplendor e idolatría. El trono pasaba sucesivamente a manos de usurpadores y aventureros, y el reinado se encaminaba hacia la desintegración religiosa, social y política.

Las tribus del norte imitaron la inmoralidad y el paganismo de sus vecinos y aliados. Mientras esto pasaba, el peligro se generaba en Mesopotamia, con el surgimiento del imperio de Asiria. En este periodo es donde se desarrolla el ministerio del profeta, cuyas palabras iban dirigidas a la nación del norte (Israel). Uno de los temas predilectos del profeta Oseas es la teshuvá, retorno a Dios, ya que ni las naciones ni la fuerza los salvarían.

La conexión entre la Parasha y la Haftará Vayetsé es la historia de Jacob y sus encuentros con Dios, desde el momento en que huyó de Esaú a Aram. Durante ese tiempo, el Eterno moldea y forma en él un hombre de Dios que conocía su voz y estaba dispuesto a seguirlo. Si los descendientes de Israel (Jacob) hubieran seguido sus pasos y prestado atención a su ejemplo, su historia hubiera sido diferente.

Oseas pretende recordar a Israel, que a pesar de que Jacob no fue perfecto en sus inicios, pero con el ir y venir de su vida y sobre todo por su encuentro con el Eterno, él aprendió a escuchar a Dios. En otras palabras, se trataba de un ejemplo que Oseas estaba poniendo ante su nación. Israel fue llamado a recordar los buenos años y el legado espiritual de su padre Jacob.

Las palabras del profeta no solo fueron para su tiempo y época, sus palabras siguen siendo de mucha bendición a todos aquellos que las leemos hoy en día, y en especial cuando el mundo entero ha enloquecido y dentro de su locura está el antisemitismo o modernamente el anti-Israelismo.

El inicio de la Haftará (según el rito sefardí) provee de una de las razones de este espíritu antisemita que se cierne sobre nuestro mundo y nuestro tiempo:

“Entre tanto, mi pueblo está adherido a la rebelión contra mí; aunque me llaman el Altísimo, ninguno absolutamente me quiere enaltecer.” (Oseas 11:7)

Este y otros textos han llevado a eruditos y estudiosos bíblicos a sacar conclusiones erradas que han abierto las puertas a la teología del reemplazo. Esto ha dado como resultado un antisemitismo aterrador, causando en primer lugar un daño irremisible a muchos creyentes sinceros, y en segundo lugar una persecución desenfrenada al pueblo elegido.

El antisemitismo

“De generación a generación, el mismo espíritu maligno ha asomado su cabeza, con el fin inquebrantable de: humillar, destruir, perseguir, y si fuera posible, exterminar al pueblo Judío. Este intento ha sido siempre el mismo; solo los métodos han cambiado.” (Ulf Ekman, Los Judíos el pueblo del futuro, Pág. 48)

El odio a Israel no es nada nuevo, a lo largo de su historia siempre hemos visto un ataque constante hacia el pueblo judío. Desde los albores de su historia, desde el comienzo mismo de los patriarcas (los patriarcas Abraham, Yitzjak y Ya’akov), pasando por la esclavitud de Egipto, luego la destrucción y expatriación del reino del norte por los ejércitos Asirios (722 A.M), siguiendo por la destrucción de la ciudad, el templo y el exilio Babilónico. Luego fueron los Persas, los griegos, los Romanos, después de estos grandes imperios, fueron perseguidos por la religión estatal “La iglesia católica”, con sus cruzadas, inquisición. En el siglo pasado fue la shóa (el holocausto) de los nazis hasta llegar a nuestros días, donde fanáticos terroristas entran a una sinagoga para asesinar vil y cobardemente a cuatro judíos devotos, los cuales fueron asesinados mientras oraban.

¿Cuál es el odio que el mundo siente por este pueblo que ha sido elegido para ser la luz a las naciones? ¿Por qué los imperios, las religiones y las fuerzas oscuras se aferran a la idea de destruir a Israel? ¿No deberían los cristianos amar y bendecir a Israel, pueblo del cual es originario Yeshua (Jesús) por medio del cual han obtenido la salvación, tal como lo describe el evangelio “la salvación viene de los judíos” (Jn. 4:22)? ¿No es Yeshua el más grande judío, que ha dado al mundo entero la salvación en su nombre?

El odio que se ha materializado con el paso de los años ha sido una treta del maligno para detener los planes divinos. Israel es el proyecto de salvación que el Eterno tiene para todo el mundo, desde la caída hasta los días de Abraham Avinu, Adonay había buscado un hombre de donde saliera una familia, y esta se convirtiera en una nación que tuviera una relación especial con el creador del universo. A través de esta nación, el mundo reconocería al único Dios verdadero.

Este proyecto divino se hizo realidad con Abraham y posteriormente con sus hijos, que al final se convirtieron en pueblo. A este pueblo escogió El Eterno para se convirtiera en una nación de reyes y sacerdotes, en luz para las naciones, y sobre todo, para que pudieran llevar a cabo los designios del creador de los cielos y la tierra.

Ser la nación elegida es un enorme privilegio pero también es una gran responsabilidad. Enemigos iban a surgir, ejércitos con una sola función en la vida: destruir a Israel. Esto pasó de ser una mera conquista territorial a un odio desenfrenado y esquizofrénico, como fueron los casos de Aman el persa, Antíoco IV Epífanes el griego y Adriano el romano.

Después se convirtió en algo religioso y desde los albores del cristianismo, comenzó una teología de reemplazo y un desdén hacia el pueblo judío.

Ignacio de Antioquia (98 EC.) dijo: “No os dejéis seducir por doctrinas extrañas ni por fabulas anticuadas que son sin provecho. Porque si incluso el día de hoy vivimos según la manera del judaísmo, confesamos que no hemos recibido la gracia.” (Magnesianos 8).

La teoría del reemplazo es una doctrina que ha ocasionado muchos daños en creyentes verdaderos que no han logrado alcanzar todo lo que el Eterno tiene para sus vidas por evadir cualquier contacto de Israel en su vida. Esto lo hacen sin darse cuenta que la biblia que tienen en sus manos es de manufactura judía.

Por ejemplo, en el primer concilio ecuménico realizado en Nicea en el año 325 D.M. (Después del Mesías) se estableció: “Nosotros no deseamos tener nada en común con este pueblo, tan aborrecible dado que el redentor ha marcado otro sendero para nosotros”

Este odio siguió creciendo a medida pasaban los siglos y entre los ataques más siniestros estuvieron homilías enteras, llenas de veneno antijudío de uno de los disertadores más grande del cristianismo de los primeros siglos. Tanta es su “elocuencia” que es conocido como “Boca de oro”. él es Juan Crisóstomo, quien dijo las palabras con más odio hacia Israel. El fue famoso por su título de “deicidas” (asesinos de Dios) para referirse al pueblo judío.

En una de sus homilías él dijo: “Su odioso asesinato de Cristo, para este deicidio no existe expiación posible, ni indulgencia, ni perdón, solo vergüenza que no tiene fin.”

En la edad media esto había crecido tanto, que incluso se llegó a creer que los judíos robaban las hostias consagradas para picarlas y así matar a Jesús. Por la doctrina de la transubstanciación, la iglesia católica cree que al consagrar la hostia, esta se convierte literalmente en el cuerpo de Jesús.

Poco después de esta definición dogmática, se comenzó a acusar a los judíos de robar hostias consagradas, con el propósito de profanarlas, para humillar a Cristo. Por difícil que nos resulte hoy imaginarnos a los judíos arriesgando sus vidas para sustraer hostias con el único fin de blasfemar contra Jesucristo, la patraña fue creída hasta el siglo XIX.

“La primera denuncia de profanación de la hostia ocurrió en la ciudad alemana de Belitz, en 1243. Como resultado, varios judíos murieron en la hoguera. Otros casos notables tuvieron lugar en parís (1290), Doggendorf (1337), Bruselas (1370) y Segovia (1415). Un incidente famoso ocurrió en 1510 en Alemania: treinta y ocho judíos fueron ejecutados y muchos fueron expulsados de la ciudad de Knoblauch, por supuestas profanaciones.” (Dr. Fernando D. Saravi, La esperanza de Israel, Pág. 269)

Y así podemos seguir escudriñando la historia hasta llagar a nuestros días y la historia no ha cambiado mucho, aún existe un odio por este pueblo tan amado por el Eterno. La persecución no ha sido el único rubro antisemita, las doctrinas dentro del pueblo protestante también han sido temas de mucha controversia, entre estas se encuentra uno de los temas más funestos: la teoría del reemplazo.

La teología del reemplazo

La historia de esta teoría comenzó en los albores de esta era, fueron precisamente los padres del cristianismo quienes comenzaron esta tesis. Tertuliano, Orígenes, Crisostomo, Agustin, Eusebio y muchos otros comenzaron a creer que el pueblo judío ha sido rechazado por Dios, que no disfruta de ninguna relación de pacto especial, y que las bendiciones prometidas a “Israel” se aplicaran a la iglesia. A esto se le conoce como “Teología del reemplazo” o “Supersesionismo”.

La teología de las dispensaciones.

Las dispensaciones tuvieron su origen en Escocia (1,830 aprox.) en un movimiento escatológico basado en las visiones de Margaret McDonald de la iglesia de los hermanos de Plymouth. Según el “diccionario Bíblico conciso Holman”, Margaret McDonald dividió el regreso del Mesías en dos etapas:

  1. los creyentes serian arrebatados para encontrarse con Cristo en el aire, y esto sucedería antes del tiempo del anticristo.
  2. Habría una revelación final de Cristo en el fin de los tiempos.

J.N. Darby (1,800-1,882) pastor de Margaret, utilizo estos dos puntos para ampliar y desarrollar un estudio sistemático de siete periodos de tiempo, a los cuales llamo: “Dispensaciones.” C.I. Scofield popularizo el sistema de dispensaciones en su biblia de estudio de 1,909.

John Darby es reverenciado en los círculos protestantes como el moderno fundador de la teología de las “Dispensaciones” y del Rapto anterior a la tribulación; a pesar de que tomó la idea prestada de Margaret McDonald y es paralela a los libros (por ej. “La venida del mesías en gloria y majestad”) del jesuita Manuel Lacunza (1,731-1,801), mismo que usaría el pseudónimo de Juan Josafat Ibn Ezra.

Darby se dio cuenta de que durante los siete años de la semana final de Daniel (Daniel 9:27) se tendrán que hacer las ofrendas de la Torah (“La Ley”) en el Templo. Puesto que la Torah es claramente observada durante este periodo de siete años, Darby llegó a la conclusión de que el cumplimiento de la Torah se establecería de nuevo al comienzo de la Gran Tribulación.

Esta manera de pensar, hizo que Darby separara la historia bíblica y profética en épocas o compartimentos de tiempo (Dispensaciones). él explicó que la época de la Ley o Torah había finalizado en la cruz y había comenzado a partir de ese momento, la época de la gracia de la iglesia.

Actualmente hay dos escuelas de dispensacionalismo: las que indican siete dispensaciones y las que añaden una adicional, haciendo un total de ocho, como se muestra en el cuadro.

Las diferentes dispensaciones
1- Inocencia 1- inocencia
2- conciencia 2- conciencia
3- gobierno humano 3- gobierno humano
4- promesa 4- promesa
5- ley 5- ley
6- gracia 6- gracia
7- reino 7- tribulación
8- reino

Uno de los efectos nocivos de esta teología es la completa negación del rol que el pueglo judío tiene en el mundo hasta el día de hoy. Muchos dispensacionalistas conciben a Israel como un pie de pagina en el programa del Eterno, algo secundario y completamente diferente y distante del rol de la iglesia.

Uno de los textos más usados para la teología de reemplazo es el siguiente: “Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él.” (Mateo 21:43)

Marvyn Maxwell comenta este texto de la siguiente manera: “la nueva nación como veremos en seguida, estará constituida por la hermandad de los verdaderos cristianos procedentes de todas las razas”.

Y él no está solo en este pensar, Merril F. Unger, tiene una interpretación casi copiada: “Y demostró que el reino de Dios en el sentido amplio de luz espiritual y salvación sería quitado de Israel y dado a los gentiles”. (Nuevo manual bíblico de Unger, Pág. 375)

¿En realidad Yeshua estaba diciendo que Israel había sido desechado o que pronto seria desechado, y sustituido por una religión que albergaría una vasta cantidad de personas de diferentes nacionalidades?

Es mucho más probable pensar, que Yeshua les estaba diciendo que existiría un grupo de judíos, que tendrían autoridad similar a la de juan el bautista y la de él mismo (que no es una autoridad delegada de hombres, sino dada del cielo) y que darían muchos frutos. Este grupo que daría muchos frutos para el avance del Reino de Dios en la tierra, serían sus discípulos; esto es evidenciado por el libro de los Hechos y la historia de los primeros creyentes en su alteza Yeshua.

Podemos concluir diciendo, que extraer de este texto la doctrina del reemplazo, es una vara muy débil que no resiste una sencilla y coherente interpretación. Otros pasajes que aparentemente enseñan esta teología, deben entenderse en su contexto para evitar llegar a conclusiones equivocadas.

“La creencia que la iglesia ha reemplazado a Israel es incorrecta. Es una doctrina que ha causado y legitimado una gran parte del antisemitismo existente, y por eso tiene que ser extirpada de raíz. El pueblo judío es, y será, el pueblo escogido de Dios. Dios nunca ha cambiado de parecer.” (Ulk Ekman, Los Judíos el pueblo del futuro, Pág.61-62)

El profeta escribió: “Así dice Adonay: quien da el sol para luz del día, y el orden fijado a la luna y las estrella para luz de la noche… si se apartaran estas leyes de delante de mi… si pudieran ser medidos los cielos arriba, y pudieran ser explorados los cimientos de la tierra abajo, también yo desecharía a toda la descendencia de Israel” (Jeremías 31: 35:37)

Una pregunta ¿Aun ve la luz del sol, aun ve la luna y las estrellas por la noche? Si su respuesta es sí, entonces Israel, aun es el pueblo escogido por el Eterno, tal como se nos dice: “Israel, yo te hare mi esposa para siempre, mi esposa legitima, conforme a la ley, porque te amo entrañablemente.” (Oseas 2:19, versión Dios habla hoy)

Y estos últimos textos están en concordancia con la Haftará que estamos estudiando, en donde leemos:

¿Cómo podré abandonarte, oh Efraín? ¿Te entregaré yo, Israel? ¿Cómo podré yo hacerte como Adma, o ponerte como a Zeboim? Mi corazón se conmueve dentro de mí, se inflama toda mi compasión. No ejecutaré el ardor de mi ira, ni volveré para destruir a Efraín; porque Dios soy, y no hombre, el Santo en medio de ti; y no entraré en la ciudad. En pos de Adonay caminarán; él rugirá como león; rugirá, y los hijos vendrán temblando desde el occidente. (Oseas 11:8-10)

El Eterno tiene un plan y un propósito con el pueblo de Israel: el hizo un pacto incondicional con el padre del judaísmo (Abraham) y también un pacto en el monte Sinaí con el pueblo.

El pacto de Sinaí es un pacto condicional, pero este descansa en el pacto incondicional que hizo con Abraham Avinu y por estos pactos Israel nunca dejara de ser el pueblo de Dios, aun así ellos hayan sido rebeldes y desleales. HaShem no puede pasar por alto el acuerdo concertado con Abraham.

Por eso vemos en las escrituras las amonestaciones y los castigos para Israel; pero de igual manera siempre encontramos un mensaje de arrepentimiento y de restauración.

Y nosotros nos unimos al clamor del pueblo judío, para que la restauración final sea una realidad en nuestros días y el que tenga que venir que venga y tome el trono de David su padre e imponga su reino de paz y justicia. Yeshua HaMelej HaMashiaj reinando desde Jerusalén e imponiendo la teocracia en la tierra, tal como está escrito:

“Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Adonay como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Adonay, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la Torah, y de Jerusalén la palabra de Adonay.” (Yeshayahu [Isaías] 2:2-3)

Bajo las alas de Dios de Israel
Francisco Hidalgo

 

28 Oct, 2018

Haftará Jayei Sara

1 Reyes 1:1-31

Mientras su vida giraba alrededor de las ovejas de su padre, y su mundo se limitaba a unas cuantas colinas, él nunca se imaginó que su carácter se estaba formando, para ser uno de los hombres más grandes de la historia. De sus lomos nacerían dos de los reyes más grandes; uno de ellos el más sabio, y el otro un rey glorificado que reinaría durante mil años e impondría la teocracia en la tierra.

Sus luchas con animales salvajes, su celo por defender a su rebaño lo llevarían al clímax de su vida. No volvería a luchar contra un león o un oso, esta vez tendría frente de sus ojos a un gigante que insultó al rebaño de Dios, y él sería el encargado de reivindicar a su nación.p>

Años y años de sufrimiento le traerían esa proeza, pero al final después de todo ascendería al trono, sería el rey conforme al corazón de Dios, un reinado glorioso, pero hoy era el momento de heredar su corona, a su hijo Salomón.

Hoy saldrían de sus labios sus últimas palabras, hoy el matador de gigantes seria reunido con sus padres y dormiría, hasta que su hijo lo levantara del sueño y reclamara su trono para convertirse en el Mashiaj ben David, en el rey de reyes que gobernara al mundo desde Jerusalén.


Probablemente este capítulo haya sido seleccionado por los sabios, para ser leído como Haftará de la Parashá Jayei Sará, por guardar una cierta analogía lingüística, antes que temática. Así veremos la similitud de las situaciones entre la vida de Abraham y la de David solamente en cuanto a la ancianidad se refiere. Y también vemos una pequeña analogía entre el hijo que heredaría: en el caso de Abraham avinu, el heredero de la bendición y de continuidad en la sucesión de la promesa, seria Yitzjak; por el otro lado, en la Haftará vemos a David confirmando el reino a su hijo Salomón.

En ambos casos vemos algo muy parecido, no es el mismo escenario, pero parecen haber los mismos actores, en ambos casos vemos:

  1. Un padre anciano: Así lo dice la Parashá de Abraham Avinu y la Haftará de David.
  2. Varios hijos que podrían reclamar su legado (en el caso de David Adonías lo reclamó).
  3. La muerte de los dos padres: en la Parashá se describe la muerte de Abraham Avinu y en la Haftará se narra la muerte de David.

En el resto del relato, en la Haftará, las diferencias con Abraham son notables y hablan por sí solas Por otra parte con este primer capítulo del libro de Reyes comienza la historia del rey Salomón que será constructor del Bet HaMikdash (El Templo de Jerusalén); y en la Parashá se vislumbra la narración de la vida de Yitzjak Y Rivka.

El libro de Reyes, de acuerdo a la tradición talmúdica, fue escrito por el profeta Jeremías. Antes de narrar la historia de Salomón rey de Israel, el autor hace pasar ante nuestros ojos los últimos momentos de la vida del rey David.

Monarca que dejo una estela atrás de sí. Su vida es una hazaña y una lección para todos aquellos que queremos llegar al lugar donde el Eterno quiere que estemos. David dejó de ser un joven pastor, para convertirse en el rey conforme al corazón de Dios.

David el rey conforme al corazón de Dios
“Adonay se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Adonay ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Adonay te mandó.”(1 Samuel 13:14)

Después que el Eterno desechó a Saúl como rey de Israel, iniciaría la historia del “dulce cantor de Israel”, el hombre conforme al corazón de Dios. El rey más grande que el pueblo pudo tener, no solo por sus hazañas en el campo de batalla, sino también porque unió a todas las tribus y fueron una nación unificada, y de su linaje se levantarían dos reyes sin igual: Salomón el más sabio de todos los reyes, y Yeshua El Mesías, el rey que gobernara en el milenio (era mesiánica).

“Era David de treinta años cuando comenzó a reinar, y reinó cuarenta años. En Hebrón reinó sobre Judá siete años y seis meses, y en Jerusalén reinó treinta y tres años sobre todo Israel y Judá.”(2 Samuel 5:4-5)

Sin ninguna duda, David es uno de los personajes dentro de la historia bíblica y extrabiblica, su papel dentro del plan profético es único, al rey se le dio la promesa que a uno de sus hijos se le daría el trono eterno (2 Sa. 7:4-14; 1 Cr. 17:4-15). Este rey que tomaría su trono al inicio de la era mesiánica es el Maran Rabenu Yeshua HaMashiaj, el león de la tribu de Judá, la raíz y el linaje de David (Ap. 22.16).

A continuación haremos un pequeño boceto de su vida y luego estudiaremos como segundo punto una similitud entre el rey David y nuestro Rabí Yeshua.

I. Marco familiar

David era bisnieto de Rut y Booz, e hijo de Isaí y el menor de ocho hermanos (Rut 4:18-22; 1 Sa. 17:12), y desde niño fue pastor de ovejas. Ocupado en este trabajo adquirió el coraje que luego supo desplegar en el campo de batalla.

Aunque fue modesto en cuanto a su ascendencia (1 S. 18.18), David había de ser padre de una línea de notables descendientes, como lo demuestra la genealogía de nuestro Rabí, según el Evangelio de Mateo (1.1–17).

II. Ungimiento de David.

Cuando Dios rechazó a Saúl como rey de Israel, David le fue revelado a Samuel como su sucesor, y por ello el profeta lo ungió en Belén sin ninguna ostentación (1 Sa. 16:1–13). Uno de los resultados del rechazo de Saúl fue que el Espíritu de Dios se retiró de él, provocando como consecuencia una gran depresión en su propio espíritu, que en ciertas ocasiones parece que rayaba en la locura.

Lo curioso del ungimiento de David no fue lo sobrenatural de su elección, sino, el camino que lo esperaba, su ascenso al trono no fue inmediato; primero tuvo que soportar la persecución del rey Saúl. A pesar de ser un héroe nacional al vencer al gigante, su fama no le ayudó mucho, para poder tener una relación entre el rey saliente y él, el sucesor al trono.

III. David huye de Saúl

El trato de Saúl para con David comenzó a ser cada vez menos amistoso, y en un momento dado, vemos al joven héroe nacional salvándose de un ataque brutal contra su vida por parte del rey. Sus honores militares le fueron reducidos, fue defraudado en cuanto a la esposa prometida y unido en matrimonio a la otra hija de Saúl, Mical, después de llegar a un arreglo que tenía por objeto causarle la muerte (1 Sa. 18:25). Otra tentativa infructuosa de Saúl de matar a David con su lanza fue seguida por un intento de arresto, que se vio frustrado por una estratagema de Mical, la esposa de David (1 Sa. 19:8–17).

La historia de David se caracteriza por constantes huidas ante la implacable persecución de Saúl. No le es posible a David descansar en un solo lugar por mucho tiempo; profeta o sacerdote, ninguno puede ofrecerle refugio, y los que le ofrecen ayuda son cruelmente castigados por un rey enloquecido de rabia (1 Sa. 22:6–19). Después de escapar apenas de los jefes militares de los filisteos, por fin David logró organizar la banda de Adulam, que al principio estaba constituida por un grupo heterogéneo de fugitivos, pero que más tarde se transformó en una fuerza armada que asolaba a los invasores del exterior, protegía las cosechas y el ganado de las comunidades israelitas ubicadas en lugares remotos, y vivía de la generosidad de estas últimas.

IV. Rey en Hebrón

Una vez muerto Saúl, David buscó conocer la voluntad de Dios, quien lo guio a que volviera a Judá, la zona de su propia tribu, donde sus compatriotas lo ungieron rey. David fijó su residencia real en Hebrón. Tenía ya 30 años de edad, y reinó en Hebrón durante siete años y medio. Los primeros dos años fueron ocupados en una guerra civil entre los defensores de David y los antiguos cortesanos de Saúl, que habían consagrado a Es-baal (Is-boset), hijo de Saúl, como rey en Mahanaim. Es muy probable que Es-baal no haya sido más que un títere en manos de Abner, el fiel seguidor de Saúl. Cuando estos fueron asesinados, toda oposición organizada contra David terminó, y fue ungido rey sobre las doce tribus de Israel en Hebrón. De allí transfirió en seguida la capital de su reino a Jerusalén (2 Sa. 3–5).

V. Rey en Jerusalén

A partir de este momento comenzó el período más exitoso del largo reinado de David, que habría de prolongarse otros 33 años. Debido a una excelente combinación de coraje personal y hábil conducción militar, encaminó a los israelitas hacia una sistemática y decisiva subyugación de todos sus enemigos (filisteos, cananeos, moabitas, arameos, edomitas, y amalecitas), de tal manera que su nombre hubiera adquirido fama en la historia independientemente de su significación para el plan divino de la redención. La debilidad de las potencias de los valles del Nilo y del éufrates en ese entonces le permitió, mediante conquistas y alianzas, extender su esfera de influencia desde la frontera egipcia y el golfo de ácaba hasta el éufrates superior.

Después de conquistar la supuestamente inexpugnable ciudadela de los jebuseos, Jerusalén, la transformó en capital de su reino, desde donde pudo vigilar las dos grandes divisiones de sus dominios, que más tarde se convirtieron en los dos reinos divididos de Judá e Israel.

Se edificó un palacio, se construyeron carreteras, se restauraron las rutas comerciales, se aseguró la prosperidad material del reino. Sin embargo, esta no podía ser la única, ni siquiera la principal, ambición de un “varón conforme al corazón de Dios”, y pronto se pone de manifiesto el celo religioso de David. Hizo volver el arca del pacto desde Quiriat-jearim, y la colocó en un tabernáculo especial construido para ese fin en Jerusalén. Gran parte de la organización religiosa que habría de enriquecer más tarde el culto en el templo, debe su origen a los arreglos para el servicio religioso en el tabernáculo construido por David en esa época. Además de su importancia estratégica y política, Jerusalén adquirió de esta manera un significado aun mayor desde la perspectiva religiosa, con la cual se ha asociado su nombre desde entonces.

La vida del rey David es maravillosa en extremo y resulta difícil encerrar en unas cuantas líneas todas sus experiencias; en la soledad donde se forjó su carácter, los proscritos que se convirtieron en su ejército, sus hazañas en el campo de batalla, el león y el oso que destrozó con sus propias manos y si eso fuera poco, también tenemos la escena que lo llevo a la luz pública y lo hizo de un nombre en Israel y el mundo: el matador de gigantes.

David fue ungido como rey pero su unción solo la conocieron su familia, Samuel y los cielos, nada cambió y nada especial paso en su vida; pero hubo un incidente que lo llevaría al palacio y que marcaría su vida pública para siempre, y aún más, hizo que el rey Saúl lo declara su enemigo número uno.

Me atrevería a pensar que, lo que, convirtió a David en el joven prospecto para el trono fue matar al gigante, pero más aún el cantico con el cual lo recibieron las mujeres después de su proeza militar en una guerra:

“Y cantaban las mujeres que danzaban, y decían: Saúl hirió a sus miles, Y David a sus diez miles”. (1 Samuel 18:7)

Saúl resistió el rechazo del Eterno, cuando el profeta lo vaticinó, pero no soportaría que un joven pastor (desconocido hasta ese momento) le quitara la fama. Este suceso no llevaría a David al trono, sino que lo convertiría en un proscrito, el más buscado del reino, aquel a quien el rey quería matar.

Algo parecido sucedió con nuestro Rabí y salvador, un profeta muy conocido lo sumerge en el Jordán, y da por iniciado un ministerio que hasta ese entonces solo existía en el cielo, y entre sus conocidos. Después de ese incidente con el profeta, el iría al desierto, para ser probado y luego saldría “en el poder del Espíritu”(Lc. 4:14). Después de salir de los cuarenta días de estar en el desierto, siendo tentado por el maligno, su fama se extendió.

Pero el camino apenas comenzaba, su fama asombraba a propios y extraños, entre los dichos más comunes de los escépticos estaban: “¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas?” (Mateo 13:55)

No solo eran milagros los que generaban este tipo de comentarios sino, también su sabiduría y la ética de la torah, a la cual hacia un énfasis en su predicación. A menudo se enfrentó con las autoridades de su época, hasta convertirlo en un prófugo; no era sano para sus intereses que su fama se extendiera a las masas ya que lo más probable sería que lo nombraran rey.

David estuvo cerca de la muerte, su autoridad el rey Saúl lo perseguía para matar y acabar con su carrera y su fama; Yeshua no estuvo cerca de la muerte, Yeshua llegó hasta la muerte, los principales de su época lo entregaron a la autoridad romana para que recibiera la muerte más vil que un ser humano podía padecer; pero todo este sufrimiento y humillación serian el camino para su exaltación: “Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre. (Filipenses 2:8-9)

Yeshua no aceptó el nombramiento de rey, porque sabía que él no iba a ser rey como los demás hombres, sino que su reinado iba a ser longevo, era el cumplimiento del pacto que el Eterno haría con David, en el cual se le prometía que su casa real se afirmaría para siempre: “Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente. (2 Samuel 7:16)

Yeshua se humilló hasta la muerte y el Eterno lo resucitó y le dará al final de los tiempos el trono de David su padre y no solo será rey en Israel (Ez. 34:23-24), sino que sojuzgara a todo el mundo, desde la ciudad de Jerusalén: El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Mesías; y él reinará por los siglos de los siglos. (Apocalipsis 11:15)

Bajo las alas de Dios de Israel
Francisco Hidalgo

28 Oct, 2018

Haftará Vayera

2 Reyes 4:1-23

“La fe no opera en el reino de la posibilidad. No hay gloria para Dios en lo que es humanamente posible. La fe empieza donde termina el poder del hombre.” (Jorge Muller)

El poder divino dejaría de ser divino si nosotros como hombres pudiéramos hacer las hazañas que él hace por nosotros. Milagros, señales, y portentos: Inverosímiles pero reales, increíbles pero documentados, no solo en las páginas de la biblia, sino también en los libros de la arqueología.

Esta Haftará girará alrededor de dos profetas que encontraron necesidades, problemas, enfermedades, frustraciones, dolor y muerte. Profetas ungidos que tenían poder en sus labios y en sus manos, ellos fueron los paladines del Dios invisible que hicieron visible su poder; así también encontraremos una escena casi calcada de dos mujeres que veían de lejos poder ser madres, las circunstancias y su lógica, hacían que su realidad consumiera su corazón.

El poder de creer no solo en que Dios existe, sino también creer que él es poderoso para ayudarme a vencer todas las batallas de la vida, esas escaramuzas que parecen dominar sobre mí, es importantísimo. El poder de la fe que ha obrado en nuestras vidas y que ha obrado en la vida de los personajes que estudiaremos en esta ocasión, nos ayudaran a entender: que para Dios no hay nada imposible.


Esta Haftará tiene por lo menos dos analogías con la Parashá de esta semana, a saber:

  1. La analogía entre la Parashá de la semana y la Haftará es clara: En ambos textos son protagonistas dos mujeres estériles cuyos esposos son ancianos. En ambos ocurren hechos que están por encima de la comprensión humana.
  2. Existe un paralelismo de frases, entre los dichos de la Parashá y la Haftará:
    1. “Y su marido es viejo” (2 Reyes 4:14); “Y mi marido es viejo” (Bereshit 18:12).
    2. El anuncio se formula como “el año que viene, por este tiempo” (2 Reyes 4:16; Bereshit 18:10).
    3. La promesa se hizo cuando la mujer se coloca en la puerta (2 Reyes 4:15; Bereshit 18:10).

A la luz de estos paralelismos, podríamos categorizar esta historia en el género de los relatos de otras mujeres mencionadas en la biblia, las cuales no tenían hijos: Sara, Rebeca, Raquel, Lea, la esposa de Manoa, Ana, que milagrosamente conciben. Entonces, esta es una historia de alivio, alegría y promesas.

El segundo enfoque es el poder del profeta que anuncia el nacimiento. En algunas de las historias anteriores, Dios mismo “abre la matriz” de la mujer sin hijos; en otros casos, el anuncio se hace por un ángel. Aquí Eliseo asume este papel auspicioso. Y así, una vez más, este episodio pone de relieve las habilidades sobrenaturales de Eliseo.

El profeta Eliseo tiene un currículum muy interesante y no desaprovecharemos esta oportunidad para mencionar algunas de ellas, y posteriormente haremos un parangón entre algunos de sus milagros y los milagros realizados por su alteza Yeshua HaMashiaj. Finalmente hablaremos del poder de creer.

I. Eliseo: El sucesor del profeta Elías.

Eliseo fue un profeta del siglo IX antes del Mesías, su nombre Elishá significa “Dios es salvación”. Su padre se llamaba Safat y su tierra Abel-mehola (1 Reyes 19:16) y es lo único que se conoce de su familia y su residencia, no hay muchos detalles de su vida privada, antes de su llamado.

Todo lo que puede saberse sobre el origen de Eliseo se encuentra en 1 Reyes19.16, 19–21. No se nos dice su edad ni su lugar de nacimiento, pero podemos suponer que había nacido en Abel-mehola (por lo dicho en el texto antes citado), en el valle del Jordán, y que todavía era joven cuando Elías lo buscó.

Si nos guiamos por la fecha de su llamamiento, su ministerio abarcó los reinados de Acab, Ocozías, Joram, Jehú, Joás, y Joacaz, en total un período de más de 50 años. El ministerio de Eliseo se narra en 1 Reyes 19; 2 Reyes 2–9; 13, y comprende una serie de aproximadamente 18 episodios.

No es posible saber con certeza su orden cronológico a causa de evidentes brechas en la secuencia de los acontecimientos. Su ministerio es llevado a cabo al frente de las escuelas proféticas, que consiste en demostraciones con señales y prodigios tanto a nivel personal como nacional. Eliseo aparece como un tipo de vidente de la tradición de Samuel, a quien acuden en busca de ayuda tanto gente normal como reyes por igual.

A pesar que la escritura menciona que Elías debía ungir a Eliseo, nunca vemos que esto suceda, (o por lo menos la escritura no lo registra) sino que Eliseo fue siervo del profeta, hasta que este fue arrebatado en el carro de fuego, y es allí donde toma el manto de Elías y recibe una doble porción del espíritu, tal como está escrito:

“Cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti. Y dijo Eliseo: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí. él le dijo: Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho así; más si no, no. Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino. Viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le vio; y tomando sus vestidos, los rompió en dos partes. Alzó luego el manto de Elías que se le había caído, y volvió, y se paró a la orilla del Jordán. Y tomando el manto de Elías que se le había caído, golpeó las aguas, y dijo: ¿Dónde está Adonay, el Dios de Elías? Y así que hubo golpeado del mismo modo las aguas, se apartaron a uno y a otro lado, y pasó Eliseo. Viéndole los hijos de los profetas que estaban en Jericó al otro lado, dijeron: El espíritu de Elías reposó sobre Eliseo. Y vinieron a recibirle, y se postraron delante de él. (2 Reyes 2:9-15)

Esta doble porción se ve reflejada en la vida de Eliseo, ya que si, contamos los milagros que realizo Elías llegaremos a un total de catorce, mientras que si hacemos un recuento de los milagros hechos por Eliseo tendremos un total de veintiocho.

Esta es la manera tradicional de interpretar la doble porción que pidió, y recibió de parte de su maestro; otros interpretan que por haber dado una doble porción, Elías lo estaba reconociendo como su primogénito espiritual, ya que la torah establece que al hijo primogénito se le da una doble porción de Herencia (Devarim 21:17).

II. Eliseo y Yeshua: sus milagros

Entre la relación más estrecha que encontramos entre Eliseo y el Maran Rabenu Yeshua, están sus nombres: Elishá significa “Dios es salvación” y Yeshua/Yehoshua significa “Adonai Salva” (no confundir con “Yeshuah” con la letra “He” al final que significa “salvación”). Sus nombres son muy parecidos, los dos tienen el mismo mensaje: El Dios invisible y todo poderoso es el único que nos puede salvar.

Además del gran parecido de sus nombres, existe un hecho muy particular, y este es que ellos son los sucesores de dos grandes profetas. Y no solo eso, Eliseo fue precedido por Elías y Yeshua fue precedido por Juan el bautista quien tenía el espíritu de Elías (Lucas 1:17); y los dos fueron más grandes que sus predecesores. Veamos las similitudes de algunos de sus milagros:

1. La resurrección de un niño

El profeta Eliseo y nuestro Rabí Yeshua, tuvieron experiencias parecidas y entre ellas estaban el poder dado por el Eterno para poder levantar personas de la muerte. Sin lugar a dudas, Yeshua fue y es superior a cualquier profeta en este rubro (y en muchos más). Pero al igual que Eliseo, Yeshua resucitaría a un niño, nuestro maestro se vio involucrado en varios casos de resurrecciones tal como lo citaremos a continuación:

  1. Eliseo resucita al hijo de la mujer Sunamita:
    “Y venido Eliseo a la casa, he aquí que el niño estaba muerto tendido sobre su cama. Entrando él entonces, cerró la puerta tras ambos, y oró a Adonay. Después subió y se tendió sobre el niño, poniendo su boca sobre la boca de él, y sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre las manos suyas; así se tendió sobre él, y el cuerpo del niño entró en calor. Volviéndose luego, se paseó por la casa a una y otra parte, y después subió, y se tendió sobre él nuevamente, y el niño estornudó siete veces, y abrió sus ojos. Entonces llamó él a Giezi, y le dijo: Llama a esta sunamita. Y él la llamó. Y entrando ella, él le dijo: Toma tu hijo. (2 Reyes 4:32-36)
  2. Yeshua resucita al hijo de la viuda de Naín:
    “Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, la cual era viuda; y había con ella mucha gente de la ciudad. Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores. Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate. Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre. Y todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta se ha levantado entre nosotros; y: Dios ha visitado a su pueblo.” (Lucas 7:12-16)

2. La curación de un leproso

Si la muerte es el final de esta vida, la lepra es un presagio visible de la muerte. Una de las enfermedades más grandes, temidas y humillantes; era sin lugar a dudas, la lepra bíblica (En hebreo Tzara’at). Tan es así, que alguien que tenía esta enfermedad era considerado un muerto (Sanedrín 46a), esto por varias razones, entre ellas porque no tenía cura, no existía una inyección, una pócima que pudiera sanar este mal; por si fuera poco, el leproso tenía que alejarse del contacto con la sociedad y vivir de una manera aislada (Vayikra 13:45-46). Eliseo curó a un hombre que padecía de lepra y nuestro Rabí curó a muchos que padecían esta terrible enfermedad. (Es bueno aclarar, como hemos mencionado antes, que la lepra bíblica no es lo que hoy se le llama “lepra” o “Enfermedad de Hansen”. Para más información ver el comentario a la parasha Tazria).

  1. Eliseo sana la Tzara’at de Naamán el Sirio:
    “Y vino Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a las puertas de la casa de Eliseo. Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Vé y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio. Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de El Eterno su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra. Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado. Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio? El entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio. Y volvió al varón de Dios, él y toda su compañía, y se puso delante de él, y dijo: He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel.” (2 Reyes 5:9-15)
  2. Yeshua sana a un leproso:
    “Cuando descendió Yeshua del monte, le seguía mucha gente. Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Yeshua extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció. Entonces Yeshua le dijo: Mira, no lo digas a nadie; sino ve, muéstrate al sacerdote, y presenta la ofrenda que ordenó Moisés, para testimonio a ellos. (Mateo 8:1-4)”

3. La multiplicación de los panes:

Este es, sin lugar a dudas, uno de los milagros más grandes realizado por Yeshua; es tanta su importancia que es registrado por los cuatro evangelios, fueron cinco mil personas que comieron de una manera providencial, (los evangelios relatan otro acontecimiento similar, pero la cantidad es menor, y fue de 4,000, Mt. 15:32-39; Mc. 8:1-10). Eliseo no alimento a tantos, fueron solamente cien personas, pero de igual manera es un milagro muy grande y quedo demostrado que en efecto él era “el varón de Dios”. Así sucedió con Yeshua, a través de sus milagros quedo evidenciado que él era el profeta que sería como Moisés, el Mashiaj y nuestro redentor.

  1. Eliseo multiplica los panes:
    “Vino entonces un hombre de Baal-salisa, el cual trajo al varón de Dios panes de primicias, veinte panes de cebada, y trigo nuevo en su espiga. Y él dijo: Da a la gente para que coma. Y respondió su sirviente: ¿Cómo pondré esto delante de cien hombres? Pero él volvió a decir: Da a la gente para que coma, porque así ha dicho Adonay: Comerán, y sobrará. Entonces lo puso delante de ellos, y comieron, y les sobró, conforme a la palabra de Adonay. (2 Reyes 4:42-44)
  2. Yeshua multiplica los panes:
    “Cuando anochecía, se acercaron a él sus discípulos, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya pasada; despide a la multitud, para que vayan por las aldeas y compren de comer. Yeshua les dijo: No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer. Y ellos dijeron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces. él les dijo: Traédmelos acá. Entonces mandó a la gente recostarse sobre la hierba; y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los discípulos a la multitud. Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas. Y los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños. (Mateo 14:15-21; Mc. 6:30-44; Lc. 910-17; Jn. 6:1-14)

Los dos profetas demostraron el poder recibido del cielo en base a los milagros que realizaron, cada de uno de ellos en su contexto, y cado uno con el poder dado por el Eterno, el primero (Eliseo) dejo demostrado que en efecto, él recibió una doble porción del espíritu que residía en su “padre” Elías. El recibió una doble porción y quedo evidenciado en la cantidad de milagros que realizo Eliseo (el doble); nuestro Rabí Yeshua de igual manera, demostró que el poder que tenía lo había recibido de su padre, y nada de lo que él hacia lo hacía por sí mismo, sino porque su padre se lo permitía (Jn. 5:19; 5:30) y sobre todo, él no tenía una doble porción de su padre, sino que en el residía toda la plenitud de la divinidad (Col. 1:19; 2:9), esto es los siete espíritus de Dios (Is. 11:2; Ap. 3:1), y es por eso, y muchas cosas más, que Yeshua ha sido el más grande de los profetas; sus palabras y sus hechos lo demostraron y sobre todo su sacrificio, en el cual todos lo que lo recibimos por fe obtenemos el perdón de nuestro pecados y la vida eterna.

III. El poder de creer.

No es una regla general, pero los profetas tienen como carta de presentación: los milagros. Insisto no es una regla general, pero una de las garantías que debe de tener, son señales, milagros y prodigios. Palabras de poder acompañadas con actos de poder. En el antiguo tiempo tenemos ejemplos de profetas que tenían poder dado por el cielo, entre ellos: Moisés, Samuel, Elías, Eliseo. Y en la época del primer siglo el más grande de todos los profetas: Yeshua. Después de él nuestros padres en la fe del Mesías, Pedro, Pablo, Esteben y otros tantos también realizaron portentos para confirmar su mensaje.

Todos y cada uno de ellos a menudo encontraron el enemigo principal de los milagros: la duda. Si revisamos toda la escritura encontraremos que en algunos casos las personas no creían, tenían dudas, incredulidad, escepticismo, no podían concebir el poder del cielo.

Dentro de los tantos paralelismos que existen entre la Parashá y la Haftará, está el caso de Sara y la mujer Sunamita. Las dos no tenían hijos y de igual manera, las dos veían imposible poder concebir. La primera (Sara) no le creía al mensajero a pesar de este era un ángel y la segunda, no creía a pesar que el mensajero era el profeta Eliseo.

“Entonces dijo: De cierto volveré a ti; y según el tiempo de la vida, he aquí que Sara tu mujer tendrá un hijo. Y Sara escuchaba a la puerta de la tienda, que estaba detrás de él. Y Abraham y Sara eran viejos, de edad avanzada; y a Sara le había cesado ya la costumbre de las mujeres. Se rió, pues, Sara entre sí, diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo?” (Bereshit 18:10-12)

“Y ella se paró a la puerta. Y él le dijo: El año que viene, por este tiempo, abrazarás un hijo. Y ella dijo: No, señor mío, varón de Dios, no hagas burla de tu sierva.” (2 Reyes 4:15-16)

Dos mujeres, dos casos, dos mensajeros de Dios, y un mismo problema: incredulidad. ¿Por qué no creían en el mensaje del Eterno? Probablemente porque desde la lógica humana, tenían razón. Sara estaba vieja y la menopausia había llegado a ella, la mujer Sunamita quizás estaba en iguales condiciones.

¿Qué circunstancias nos impiden a nosotros creer en el poder de Dios? A pesar que reconocemos el poder creativo del Eterno, nos cuesta creer en su poder curativo, restaurador, providencial, y protector. A veces muchos de nosotros tenemos una fe Deísta: creemos que Dios creo el mundo pero no interviene en él. No creemos que Dios tenga el poder suficiente para sacarnos de donde estamos o tenemos un concepto equivocado de fe.

Nuestro Maran Rabenu estableció una premisa y esta es: “Al que cree todo le es posible (Mar. 9:23). Esto se lo dijo a un padre desesperado por su hijo que padecía una posición demoniaca, el padre del muchacho lo había llevado delante de los discípulos pero nada pudieron hacer, y llega donde el maestro y este sí pudo, y liberó a su hijo de ese tormento.

Al que cree todo le es posible, ¿al que cree que? ¿Qué tenemos que creer? Tenemos que creer que existe un Dios todopoderoso creador de los cielos y la tierra, y que es capaz de obrar milagros y sobre todo que para él, nada es imposible. Como lo estableció el profeta Yirmiyahu:

“He aquí, yo soy Adonay, el Dios de toda carne, ¿habrá algo imposible para mí?” (32:27)

La fe depositada en nuestras manos puede ser la diferencia entre la frustración y el gozo, entre la vida y la muerte, entre la salvación y la condenación; la diferencia de tener una vida de éxitos o una vida llena de fracasos. Nosotros tenemos el poder de elegir y de creer que para nuestro Dios no hay nada imposible y que podamos decir junto con rabí Shaúl: “Yo sé en quien he creído.”

Bajo las alas de Dios de Israel
Francisco Hidalgo

28 Oct, 2018

Haftará Lej Leja

Yeshayahu (Isaías) 40:27-41:16

“Ahora bien, Adonay había dicho a Abram: vete de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostrare. Y hare de ti una nación grande, y te bendeciré y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendigan, y maldeciré al que te maldiga, y en ti serán benditas todas las familias de la tierra.” (Bereshit [Génesis] 12:1-3)

Hace casi cuatro mil años Elohim le dijo a un hombre que saliera de su tienda y que contara las estrellas del cielo (si es que podía contarlas). Con una mirada triste miró a los cielos y vio que era una empresa imposible. Entonces Elohim le dijo: así como no puedes contar las estrellas del firmamento así será tu descendencia. Como las estrellas de los cielos y como las arenas del mar así serán de numerosos tus descendientes.

Se necesitaba un nivel de fe enorme para poder creer en esa promesa, a sabiendas que era imposible humanamente hablando, ya que el padre de Aram (para algunos sabios de Israel Abram significa: padre de Aram) no tenía ni un tan solo hijo porque su esposa era estéril. Si salir de su tierra y de su parentela hacia un lugar inhóspito era difícil, cuanto más difícil, habrá sido creer en la promesa de un hijo que se convertiría en una gran nación. No en vano Abraham es conocido como el padre de la fe.

En esta Haftará estudiaremos una pequeña biografía de uno de los hombres más grandes que este planeta ha conocido, el padre biológico del pueblo escogido por el Eterno para ser luz de las naciones, y también el padre de todos aquellos que hemos nacido de nuevo por fe en el Maran Rabenu Yeshua HaMashiaj.


De acuerdo a los comentaristas tradicionales del TaNaK (A.T.) basados a su vez en los midrashim, esta Haftará ha sido seleccionada para complementar la lectura de Parasha Lej Leja, por alusiones y menciones directas a Abraham Avinu. Por ejemplo, leemos en el inicio de esta Haftara:

“¿Quién ha levantado del oriente al que El llama en justicia a sus pies? Ante El entrega naciones, y a reyes somete. Los deja como polvo con su espada, como hojarasca dispersa con su arco. Los persigue, pasando seguros por una senda por donde no habían andado sus pies.” (Isaías 41:2-3)

De este verso leemos en los escritos de los jajamim: “Este es Abraham Avinu a quien Dios hizo surgir para salir desde la tierra de Oriente que era su tierra natal… “El entregó ante él: pueblos, a reyes él dominó” Esto hace alusión a la batalla que emprendió Abraham contra los reyes para liberar a Lot. (Gén. 14) (Radak).

La historia de Abraham y su padre Teraj están ampliamente comentados en la literatura judía. En primer lugar veremos su nacimiento y luego analizaremos la narración que el Midrash (fuente importante de la tradición judía) provee sobre como su padre Téraj abandonó la idolatría de su tierra.

I. El nacimiento de Abraham
“Y fue en la noche en que Avram nació, que todos los sirvientes de Téraj, y todos los hombres sabios de Nimrod, y sus magos vinieron y comieron y bebieron en la casa de Téraj, y ellos se regocijaron con él esa noche. Y cuando todos los hombres sabios y los magos salieron de la casa de Téraj, ellos levantaron su mirada a los cielos para ver las estrellas, y ellos vieron, y he aquí una grande estrella que venía del este, y corría en los cielos, y se tragó a cuatro estrellas en los cuatro lados de los cielos. Y todos los hombres sabios y los magos del rey estaban estupefactos con la visión, y los sabios entendieron este asunto, y ellos conocían su importancia. Y ellos se dijeron uno al otro: Esto sólo se traduce al niño que ha nacido a Téraj esta noche, quien crecerá y será fructífero y se multiplicará, y poseerá la tierra, él y sus hijos para siempre, y él y su semilla matarán grandes reyes, y heredarán sus tierras. (Libro de Yashar [Jaser] 8:1-4)

El libro antes citado es parte de la literatura apócrifa, para algunos este libro es el mismo que se menciona en los textos canónicos de Josué 10:13 y de 2 Samuel 1:18, para otros este libro al cual tenemos acceso en nuestros días, fue escrito en el periodo del segundo templo. Independientemente su origen, lo que tenemos que rescatar de esta literatura, es que nos arroja luz para enseñarnos como los sabios de Israel entrelazaron la historia real (descrita en la torah) y una historia alegórica para enseñarnos la importancia del nacimiento del padre de la fe.

II. La conversión de Abraham a la fe monoteísta
No hay una postura oficial o estándar de cómo fue la conversión de Abraham a la fe monoteísta, la escritura solo nos dice que Hashem se le había aparecido, pero no nos dice las creencias previas de Abraham y como fue acercándose a la idea de un Dios único y Omnipotente. Veremos en esta ocasión las dos posiciones más populares:

Abraham vino a la fe Monoteísta por medio de la razón al observar el diseño de la creación

“Se crio en una cueva, lejos del mundo cruel que lo circundaba. Con su mente fenomenal reconoció a Su Creador desde que tuvo tres años, habiendo llegado a esta conclusión observando y razonando. -Quizás debería adorar a la tierra, pensó, porque es debido a lo que ella produce que nos mantenemos. Pero en realidad la tierra no es todopoderosa porque depende del cielo para la lluvia. ¿Debo entonces inclinarme ante el firmamento? El poder que domina al firmamento es por cierto el sol que mantiene al mundo con vida por su calor y su luz.

El sol debe ser el dios poderoso que me creó a mí y a todo el universo que me rodea. Abram se postró ante el sol. Pero cuando cayó la noche y el sol desapareció dando lugar a la luna, Abram pensó que la luna debía ser divina. Pero abandonó la idea cuando se dio cuenta que la luna brillaba sólo de noche. Finalmente, al observar el ritmo habitual del día y la noche, de las estaciones y todas las leyes de la naturaleza, Abram dedujo que existe la presencia de un Creador sabio y omnipotente. Abram se preguntó -¿Cómo es que los cuerpos celestiales salen y se ocultan a una hora determinada? Debe haber una inteligencia superior que los dirige.” (Midrash HaGadol 12:1)

Hashem se le reveló directamente a Abram, sin este haber tenido un conocimiento monoteísta previamente.

“Aunque lo cierto es que de una u otra manera habla Dios, pero el hombre no lo entiende. Por sueño, en visión nocturna, cuando el sueño cae sobre los hombres, cuando se duermen en el lecho, entonces se revela él al oído del hombre y le confirma su instrucción.” (Yov [Job] 33:14-16)

Sin lugar a dudas que Adonay se puede revelar al hombre de muchas maneras, una visión, un sueño, un éxtasis, etc. La torah dice claramente que: “Ahora bien, Adonay había dicho a Abram: vete de tu tierra, de tu parentela, a la tierra que te mostraré.” (Bereshit [Génesis] 12:1).

La tora habla en pasado, esto nos hace reflexionar en una pregunta ¿En dónde y cuándo HaShem se le había aparecido a Abraham? Esto no lo encontramos explícitamente en ninguno de los libros del TaNaK, pero tenemos más luz sobre este punto gracias a los Escritos Apostólicos. En el discurso de Esteban, él menciona el lugar donde Adonay habla con Abraham:

“Esteban dijo Hermanos y padres, oíd: El Dios de la gloria se le apareció a nuestro padre Abraham cuando aún estaba en Mesopotamia, antes que viviera en Harán y le dijo: “sal de tu tierra y de tu parentela y vete a la tierra que yo te mostrare.” Entonces salió de la tierra de los caldeos y habito en Harán; y de allí, cuando murió su padre, Dios lo traslado a esta tierra, en la cual vosotros habitáis ahora.” (Hechos 7:2-4)

El texto aclara que Adonay habló (se le reveló) a Abraham estando aun en Ur de los caldeos, esto nos lleva a pensar que antes de Bereshit 12:1 HaShem se le había revelado y le había comunicado lo que él tenía planeado hacer en su persona y con su descendencia.

III. la conversión de Téraj su Padre y su salida de Ur de los caldeos.

Tanto la biblia como la tradición, nos brindan información sobre el padre de Abraham, Téraj. En la escritura encontramos evidencia de la idolatría, que practicaban al otro lado del rio (éufrates) la familia de Abraham tal como está escrito:

“Y dijo Josué a todo el pueblo: Así dice Adonay, Dios de Israel: Vuestros padres habitaron antiguamente al otro lado del río, esto es, Téraj, padre de Abraham y de Nacor; y servían a dioses extraños”. (Josué 24:2)

En la tradición del pueblo judío hay una conocida narración que ilustra cómo fue que Téraj abandonó su costumbre de hacer y adorar ídolos, ahí leemos como fue que Abraham influyó en su padre para abandonar esta práctica hasta salir de Ur de los caldeos e iniciar un viaje hasta Canaán. Leemos en el Midrash:

“Rabí Hiyyá nieto de Rav Ada de Yafo dijo: Téraj era un fabricante y adorador de ídolos, tenía una tienda donde los vendía. Una vez tuvo que ausentarse de la ciudad y le dijo a su hijo: Vigílame la tienda un tiempo mientras regreso, y puso a Abraham a vender ídolos en su lugar. Cuando un cliente venía a comprar un ídolo, Abraham le preguntaba: ¿Qué edad tiene usted? Sesenta años- respondía el hombre. Abraham le decía: ¡Pobre de este hombre! ¡Tiene ya sesenta años y quiere postrarse ante un ídolo que solo tiene un día de existencia! El hombre se avergonzaba y se iba sin comprar. Otra vez vino una mujer que traía en su mano una vasija llena de la mejor harina, y le dijo a Abraham: Toma por favor esta ofrenda de harina de mis manos y conságrala frente a los ídolos. Se levantó Abraham, y tomó un bastón de madera en sus manos, y con él rompió todos los ídolos, dejando solamente el más grande de ellos, y puso el bastón en su mano como señal de vencedor. Cuando llegó su padre le preguntó: ¿Quién hizo esto? Y Abraham le respondió: No ocultaré nada, te contaré todo lo que sucedió. Vino una mujer y me pidió que consagrara por ella la ofrenda que trajo ante los ídolos. Cuando puse el plato frente a ellos, los ídolos comenzaron a pelear entre sí, y cada uno decía: Yo comeré primero. La discusión fue tomando poco a poco un tono mayor, hasta que se levantó el más grande de todos, tomó este garrote en su mano y destruyó a todos los demás ídolos. Grito Téraj y dijo: ¡¿Acaso te burlas de mí?! ¡¿Tienen consciencia estos ídolos?! Sabes que estos ídolos no pueden hablar o moverse, si solo son de madera y piedra. Le respondió Abraham: “Ajá.” Oigan tus oídos lo que tu boca dice. Si aceptas que estos ídolos son solo trozos de madera y piedra que no se pueden mover ni tienen vestigio de vida. ¿Por qué entonces te postras ante ellos? ¿Cómo podrían controlar el mundo? (Bereshit Rabá 38:13)

Debemos aclarar que el Midrash no pretende ser una narración literal o histórica sino dar una idea de cómo pudieron desarrollarse las cosas partiendo del silencio de la escritura sobre algunos detalles y también de particularidades del texto hebreo.

En este texto de la tradición Midrashica encontramos luz para entender de una manera más óptima lo dicho por Josué en su libro como lo leímos anteriormente. El padre de la fe nació en Ur, en un ambiente hostil con una sociedad idolatra; sin embargo eso no le impidió ser un verdadero adorador del Eterno influyendo en otros. Sin duda alguna, un excepcional ejemplo para judíos y justos de entre las naciones.

“Cuando Elohim iba a crear el mundo no podía levantarlo sobre la generación de Enos, ni la del diluvio, porque llevaron al mundo a la destrucción, pero cuando observó que Abraham se levantaría en el futuro, dijo: ‘He aquí, he hallado una roca (Tzur) para edificar y fundar el mundo encima’. Por tanto, Elohim llamó a Abraham roca (Tzur), como está escrito: “Mirad a la roca de la que fuisteis tallados, al hueco de la cantera de donde fuisteis arrancados” (Is. 51:1) (Pesikta de Rab Kahaná, Cap. 25:2)

“Cuando Dios hizo los planes para bendecir a la humanidad, escogió a un hombre, Abraham. Este sería el patriarca del pueblo escogido de Dios…Este pueblo, santo para Dios, vendría a ser el canal de bendición, salvación y restauración para toda la humanidad. Por lo tanto Dios dijo a Abraham, cuando le llamo desde Ur de los caldeos: Hare de ti una nación grande” (Gn. 12:2) Ulf Ekman

Sin lugar a dudas hablar, meditar o discurrir en la historia y la vida de uno de los hombres más grandes de la historia es muy difícil, porque el espacio se vuelve tan pequeño y resulta hasta imposible exponer una biografía de uno de los titanes de la fe, y no solo un titán, sino el padre de la fe, tanto de judíos como no judíos. Abraham es nuestro padre.

Confiadamente nosotros como Temerosos de Dios (justos entre las naciones) podemos llamarlo: Abraham Nuestro padre, al ser injertados espiritualmente en él por la fe en la simiente de Abraham, Yeshua El Mesías. Rav Shaúl nos da esa seguridad y respalda lo que estamos diciendo:

“¿Es, pues, esta bienaventuranza solamente para los de la circuncisión, o también para los de la incircuncisión? Porque decimos que a Abraham le fue contada la fe por justicia. ¿Cómo, pues, le fue contada? ¿Estando en la circuncisión, o en la incircuncisión? No en la circuncisión, sino en la incircuncisión. Y recibió la circuncisión como señal, como sello de la justicia de la fe que tuvo estando aún incircunciso; para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les sea contada por justicia; y padre de la circuncisión, para los que no solamente son de la circuncisión, sino que también siguen las pisadas de la fe que tuvo nuestro padre Abraham antes de ser circuncidado.” (Romanos 4:9-12. Enfasis añadido)

Y también está escrito que somos linaje (espiritual) de Abraham: “Y si vosotros sois de Mashiaj, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.” (Gálatas 3:29)

Bajo las alas de Dios de Israel
Francisco Hidalgo

28 Oct, 2018

Haftará Rosh Jodesh

Yeshayahu (Isaías) 66:1-24

El libro del profeta Isaías (en su capítulo 1) comienza con exhortaciones muy fuertes para el pueblo de Israel. Siendo muy prácticos podríamos dividirla en dos: 1) la ingratitud del pueblo al olvidarse de su creador y redentor; y 2) el ritualismo frio y vacío con el cual cumplían su adoración.

El profeta es claro en su alegoría: El buey y el asno conocen a su dueño, quien les alimenta y cuida, pero Israel no conoce a su hacedor, se han olvidado por completo que El es su redentor, protector y proveedor.

Su olvido les ha llevado a realizar un servicio de adoración y alabanza, de una manera fría, insensible, vacía y sin sentido, un mero ritualismo. Esto hace que el Eterno, les amoneste, en labios de Isaías y les diga: “No traigáis más vuestras vanas ofrendas, el incienso me es abominación. Luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas: ¡no tolero iniquidad y asamblea solemne! Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas señaladas las aborrece mi alma.” (1:13-14)

Y es aquí donde comienza una exegesis muy peligrosa, es de este texto donde se encuentra una de las bases para establecer, una doctrina peligrosa: el antinonianismo. (Sin ley).

Esta doctrina sugiere que nadie debe de observar la ley de moisés, porque Dios aborrece los novilunios, los días de reposo (shabat), y las fiestas. Nadie tiene que vivir con este “yugo”, ya hemos sido liberados de la ley.

Y esto ha hecho que miles de miles de creyentes a lo largo de muchos siglos, se hayan alejado de las fiestas establecidas por la biblia y celebren fiestas y días que tienen un trasfondo pagano, y día con día ellos hacen una división entre los que vivimos en la “dispensación” de la ley y todos aquellos que “viven en la gracia”.

Y esto ha hecho que miles de miles de creyentes a lo largo de muchos siglos, se hayan alejado de las fiestas establecidas por la biblia y celebren fiestas y días que tienen un trasfondo pagano, y día con día ellos hacen una división entre los que vivimos en la “dispensación” de la ley y todos aquellos que “viven en la gracia”.

Trágicamente para este pensamiento, una gran omisión ha ocurrido: Se ha pasado por alto, que Isaías tiene 66 capítulos y precisamente en ese capítulo encontramos una exhortación similar al del inicio, pero esta vez hablando de la era mesiánica: “Y sucederá que de luna nueva en luna nueva y de día de reposo en día de reposo, todo mortal vendrá a postrarse delante de mí dice Adonay.” (66:23)

En esta Haftará, tocaremos el tópico del shabat y veremos si fue observado por gentiles en los primeros siglos, si fue o no observado por los primeros “cristianos”, esto es, seguidores gentiles de Yeshua.


Este año (5775 en el computo tradicional judío/ octubre 2014 en el calendario gregoriano) la parasha Noaj coincide con Rosh Jodesh por lo que comentaremos la parasha que corresponde al día de la luna nueva.

Una de las cuestiones más debatibles que existe dentro de una de las religiones más grandes y sus diferentes denominaciones, es lo concerniente al día de shabat. Una de las voces que se escucha, dentro de sus doctrinas, es: el shabat es para los judíos y el domingo (el día del señor) es para los cristianos.

Esta disyuntiva tiene casi 19 siglos, desde los albores del cristianismo existe una postura dual con respecto al día, en el cual se debe descansar y dedicar a la reunión y adoración comunitaria.

¿En realidad el día de shabat es exclusivo para el pueblo judío? ¿Los Benei Noaj y/o Temerosos de Dios (justos entre las naciones) guardaban el shabat? Y una tercera pregunta sería ¿Los cristianos de los primeros siglos guardaban el shabat?

En primer lugar debemos de aclarar que el shabat es una señal de pacto con el pueblo Judío, la torah lo establece así:

“Guardarán, pues, el día de reposo los hijos de Israel, celebrándolo por sus generaciones por pacto perpetuo. Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Adonay los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó. (Shemot [éxodo] 31:16-17)”

Y también encontramos muchas referencias en literatura extra bíblica, como por ejemplo, en el libro de los Jubileos, se dice lo siguiente:

“El Señor nos dio como gran señal el día del shabat, para que trabajemos durante seis días y descansemos el séptimo de todo trabajo. A todos los ángeles de la faz y a todos los ángeles santos, estas dos grandes clases, nos ordenó que descansáramos con él, en el cielo y la tierra, y nos dijo:

Me escogeré un pueblo entre todos los pueblos. También ellos observarán el shabat, los consagraré como mi pueblo y los bendeciré. Como santifiqué el día del shabat, así me los santificaré y bendeciré; serán mi pueblo, y yo seré su Dios. He escogido a la estirpe de Jacob de cuantos he visto, y me lo he designado como hijo primogénito, santificándomelo por toda la eternidad: les enseñaré el shabat, para que en él descansen de todo trabajo.

Ese día lo creó el Señor como señal para que también ellos descansen con nosotros en el día séptimo. Que coman, beban y bendigan al que creó todo, así como bendijo y santificó para sí a un pueblo que sobresale por encima de todos los pueblos, para que observe el shabat juntamente con nosotros. Y su voluntad dispuso que ascendiera buen aroma aceptable ante él siempre.” (Jubileos 2:17-21)

El shabat fue dado a Israel como una señal y como un distintivo entre el pueblo judío y las demás naciones. El pueblo judío debe de guardar el Shabbat como señal de pacto, lo que incluye observar los requerimientos de la halaja (ley practica judía) y las 39 melajot (trabajos creativos no esenciales para la vida) prohibidos en shabbat. Hashem fue muy claro en la gravedad para el pueblo judío a la hora de quebrantar el Shabbat.

Este razonamiento nos lleva al segundo punto en cuestión, ¿Qué sucede con los que no son judíos, están obligados a guardar el shabat?

La respuesta a esta pregunta nos abre un abanico de respuestas y sobre todo de posturas, en primer lugar, los no judíos no están obligados a guardar el shabbat como señal de pacto, con las mismas restricciones que el pueblo judío. Sin embargo, es muy recomendado y todo no judío que guarda el shabbat es recompensado por el cielo. Existe evidencia histórica y bíblica que los “Temerosos de Dios” (Benei Noaj o justos entre las naciones) se abstenían de sus labores para descansar y guardar el shabat.

Flavio Josefo nos brinda información histórica de los que estamos tratando: “También la multitud de los pueblos desde hace mucho tiempo, tuvo el deseo de imitar nuestros ritos religiosos; no hay ninguna ciudad griega o bárbara en la que no se haya introducido la costumbre de descansar el séptimo día. Además también se observan los ayunos, el encendido de las luces y la abstención de comer muchas cosas que a nosotros nos están prohibidas”. (Contra Apión libro II, 39:282)

Aristóbulo (siglo II A.M.) nos brinda información valiosa con respecto al día en el cual se debería cesar las labores y descansar: “Dios, el creador de todo el mundo nos ha dado también el séptimo día para descansar, porque la vida de todos los hombres está llena de fatigas.” (Eusebio, Praeparatio evangelica, 13:12)

El no judío que veneraba al Dios único y decidía cumplir los mandamientos de la Torah, como Shabat, Ta’aniyoth (ayunos), Kashrut sin llegar a circuncidarse, era aceptado y reconocido por la comunidad judía como “devoto” o “temeroso de Dios” (Yiré Elohim), y también conocidos en términos griegos: “Phebomenoi” (Temerosos de Dios y/o Temerosos del cielo)

Y de estos temerosos de Dios también tenemos información histórica y bíblica que se reunían con los judíos en el shabat y en la sinagoga.

La evidencia arqueológica más importante fue descubierta en 1976 en Afrodisias, Turquía. Dos inscripciones (ver imagen), que datan de aproximadamente 210 D.M., fueron descubiertos en una antigua sinagoga. La primera inscripción es una lista de los fundadores de la sinagoga, todas con nombres judíos comunes para el período. La segunda inscripción, sin embargo, hay una lista de nombres que no son judíos, como Zenón, Athenogoras, y Diógenes. Esta inscripción está precedida por las palabras: “Y estos son los que están temerosos de Dios.” Una inscripción similar fue descubierta en la antigua sinagoga en ruinas de Sardes, Turquía. Esta Inscripción enumera tres grupos: judíos, conversos, y temerosos de Dios.

Esta evidencia histórica nos comprueba lo descrito en el libro de los Hechos, cuando Rabí Shaúl estuvo en una sinagoga en el día de shabat:

“Ellos, pasando de Perge, llegaron a Antioquía de Pisidia; y entraron en la sinagoga un día de reposo y se sentaron. Y después de la lectura de la ley y de los profetas, los principales de la sinagoga mandaron a decirles: Varones hermanos, si tenéis alguna palabra de exhortación para el pueblo, hablad. Entonces Pablo, levantándose, hecha señal de silencio con la mano, dijo: Varones israelitas, y los que teméis a Dios, oíd. (Hechos 13:14-16)”

Concluimos el primer punto diciendo que, el shabat es una señal de pacto entre HaShem y los hijos de Israel, pero si un temeroso de Dios quiere guardarlo, no hay ningún problema ni mucho menos una restricción para no guardarlo, claro está, de que no estamos obligados a cumplir con todos los requerimientos que la Halajá (ley) ordena a los hijos de Israel.

Rav Yoel Schwartz, sugiere: “Hay espacio para sugerir que los [Gentiles], incluso hoy en día, mediante la aceptación de cumplir los siete mandamientos, están en la misma categoría que un Ger Toshav [“extranjero residente”] y debería requerírseles, según Rashi, o al menos permitírseles, guardar el Shabat.” (“Noahide Commandments,” 262.) El concluye: “un [no-Judío] no debería observar el Shabat en la forma que el judío lo hace”

Finalizamos haciendo una invitación para abstenerse de trabajar, y dedicar ese día para la oración, la alabanza y el estudio de la torah, para que crezcamos en el conocimiento de nuestro creador y vivíamos una vida justa, sobria y santa delante de nuestro Dios y padre.

Teniendo en cuenta que ese estilo de vida lo podemos encontrar al estudiar y aplicar lo que oímos de la torah. Quizás este fue el significado de lo que Ya’akov HaTzadik dijo cuando expresó: “Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada día de reposo.” (Hechos 15:21)

Ya con anterioridad mencionamos un texto del libro de los Hechos, en donde es clara la evidencia, de que los justos entre las naciones y todos aquellos que habían aceptado los reclamos mesiánicos de su alteza Yeshua HaMashiaj, se reunían en shabat, en las sinagogas. A continuación citaremos evidencia histórica de la observancia del shabbat por creyentes no judíos:

En primer lugar citaremos evidencia de los primeros siglos y en segundo lugar un movimiento que tuvo lugar en la época de la reforma.

En un documento del siglo IV (380 Aprox.) llamado “la constitución apostólica” o “constituciones apostólicas”, se encuentran referencias de cristianos guardando y honrando el shabat:

“Dejen que el siervo trabaje cinco días; pero en el día del sábado y el día del señor, que ellos tengan tiempo libre para ir a la iglesia para instruirse en la piedad, hemos dicho que el sábado es a causa de la creación, Y el día del Señor de la resurrección”. (Constituciones apostólicas 7:23)

Lastimosamente, así como existían personas dentro de sus fronteras que apoyaban el shabat, había otros que empezaron a atacar esa cosmovisión, entre ellos están:

Atanasio (296-373) en su obra: Sobre el sábado y la circuncisión. Encontramos lo siguiente: “El sábado fue el final de la primera creación; el día del señor fue el principio de la segunda, en la cual él renovó y regeneró la antigua.”

Y este pensamiento de superioridad del día domingo sobre el shabat, comenzó o fue el inicio de lo que se plasmó en el concilio de Laodicea (330 D.M.). En la ley XXIX [29] leemos lo siguiente:“Los cristianos no deben judaizar descansando en sábado, sino que deben trabajar en ese día, y honrar el día del Señor; y pueden, descansar entonces como cristianos. Pero si alguien es hallado judaizante, déjenlos ser anatemas de Cristo”.

En la historia más reciente, en el tiempo de la reforma (siglo XVI) surgió un movimiento que daría esperanza de vida al shabat entre los gentiles; a ellos se les llamó “Sabatarios” o “Sabatarianos”. Este fue un movimiento cristiano que redescubrió la observancia del shabat, y de ellos tenemos evidencia de su existencia. La evidencia más curiosa proviene de las personas que los combatieron, denigraron y persiguieron. Entre ellos están Erasmo y Lutero.

“Ahora han aparecido entre los bohemios una nueva clase de judíos, a quienes llaman Sabbatarii, y quienes guardan el sábado con gran superstición.” (Desiderio Erasmo, “Amabili ecllesiae concordia”, Opera Omniia V: 505-506)

“En nuestro tiempo hay un grupo de necios que se llaman así mismos Sabatarios y que afirman que el sábado debe ser guardado según la costumbre judía” (D. Martin Lutero, Weimer ed. 42:520)

Trágicamente esta reforma teológica no tuvo el éxito que obtuvo la “otra reforma”. La reforma de los cristianos que descubrieron el día que HaShem dio al hombre para su descanso y adoración, no fue aceptada por todos los reformadores y por el contrario, recibió mucha persecución hasta desaparecer y estar solamente en la historia y en la memoria de los adventistas del séptimo día, quienes ven en los sabatarianos sus predecesores.

Y como si fuera poco, la iglesia católica organizó el concilio contrarreforma de Trento (1546-1566) que dio por sentado que el sábado de los diez mandamientos no tenía que ser observado por ningún cristiano, y no solamente por el lado católico surgió esa idea, sino también por el lado de la reciente iglesia cristiana protestante:

“los demás preceptos del decálogo pertenecen a la ley natural, y son perpetuos e inalterables… porque concuerdan con la ley de la naturaleza, cuya fuerza impele a los hombres a su observancia; pero el mandamiento relativo a la santificación del sábado, en los que al tiempo señalado (para su observancia) se refiere, no inmutable ni inalterable sino susceptible a cambio, ya que no pertenece a la ley natural, sino a la ceremonial… puesto que solo a partir del tiempo en que el pueblo de Israel fue liberado de la opresión de Faraón se observó el sábado.” (Catecismo del concilio de Trento, J. Donovan, trad., 1908, pp. 38-58)

“La escritura ha abrogado el sábado; pues enseña que desde la revelación del evangelio todas las ceremonias Mosaicas quedan eliminadas.” (Martin Lutero, La confesión de Augsburgo, Art. 28)

En nuestros días muchos creyentes están redescubriendo su relación con Israel, la continuidad de la Torah, la judeidad de Yeshua y vemos como el shabbat y su hermosura empiezan a ser restaurados. Es nuestra oración que más gentiles creyentes en Yeshua incorporen tanto como pueden del shabbat a sus vidas y vuelvan a la expresión de fe de la era apostólica. Un día, todo el mundo adorará al Eterno descansando y alabando en Shabbat, ¿para qué esperar la era Mesiánica si puedes empezar hoy mismo a cumplir este bello precepto de la torah? Gentiles siendo atraídos a la Torah es parte de la restauración de todas las cosas y del Reino de Dios, ¿Qué esperas para disfrutar de la bendición del shabbat?

Bajo las alas de Dios de Israel
Francisco Hidalgo

28 Oct, 2018

Haftará Bereshit

Yeshayahu (Isaías) 42:5 – 21

El principio, el origen, el comienzo; siempre tiene un reto por delante, siempre nos sorprende nos asusta; nos preocupa que podemos encontrar en este camino que hoy hemos comenzado a andar.

En el principio cuando no había nada creado, sino solo el creador, en el inicio cuando no podíamos comenzar porque no había tiempo, y ahora que tenemos tiempo, lo perdemos en cosas que no aprovechan, se nos va como arena entre las manos sin poderlo detener y aun peor, sin poderlo recuperar.

En el principio de la escritura, encontramos el origen y el fundamento de nuestra fe, la fe teísta, la fe en un solo y único Dios: el creador de los cielos y de la tierra, de lo visible y lo invisible, de todo lo que conocemos y de lo que desconocemos, de lo que estamos seguros y de lo que dudamos.

Así como la torah inicia su discurso, aseverando que el principio fueron creados los cielos y la tierra; de igual manera la sección de los profetas inicia, de la siguiente manera: “Así dice Dios, el Señor, el que creó y desplegó los cielos; el que expandió la tierra y todo lo que ella produce.”


“Así dice Adonay Dios, Creador de los cielos, y el que los despliega; el que extiende la tierra y sus productos; el que da aliento al pueblo que mora sobre ella, y espíritu a los que por ella andan: Yo Adonay te he llamado en justicia, y te sostendré por la mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, para que saques de la cárcel a los presos, y de casas de prisión a los que moran en tinieblas. (Yeshayahu [Isaías] 42:5-7)

En esta Haftará vemos una analogía perfecta entre la parasha Bereshit, las dos secciones (la torah y los profetas) inician con la aseveración o la premisa más importante de la fe teísta: Dios es el creador de los cielos y la tierra.

Mucho se ha dilucidado de este tema tan amplio y apasionante, muchos libros y artículos se han escrito sobre la creación y las evidencias científicas y filosóficas para la existencia de un Dios teísta (todopoderoso, personal, sabio, infinitamente bueno). Los jajamim eligieron esta Haftara para hacer el perfecto enlace con la narración de la creación de los cielos y la tierra que encontramos en la parasha.

Después de mencionar la creación, Isaías sigue el curso del tema que ha iniciado en el primer versículo del capítulo 42. El profeta únicamente menciona brevemente la creación para luego seguir con otro tema importante; así también nosotros, no nos ocuparemos del evento que dio origen a todo lo que existe, sino que nos desviaremos para estudiar un tópico muy interesante y que hasta el día de hoy genera controversia haciendo que no haya un consenso, o una opinión universalmente aceptada en el pueblo judío. Nos referimos al siervo de Adonay, que es mencionado en esta porción del profeta.

El siervo de Adonay
“Yo Adonay te he llamado en justicia, y te sostendré por la mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones”(42:6)

Entre los sabios judíos, no existe un consenso absoluto y una unidad de criterio con respecto al personaje del cual el profeta está hablando desde el inicio del capítulo 42, el cual es llamado: mi siervo. Consideremos por ejemplo tres posturas de los sabios:

  1. Ibn Ezra dice que el siervo de Adonay es el profeta (Isaías), al cual Dios le señala su misión.
  2. Abarbanel dice que este versículo y los subsiguientes están hablando sobre el Mashiaj (משיח) ungido por Dios para liberar al pueblo de Israel y tornarlo en luz para las naciones.II. Abarbanel dice que este versículo y los subsiguientes están hablando sobre el Mashiaj ungido por Dios para liberar al pueblo de Israel y tornarlo en luz para las naciones.
  3. Radak dice que el Servidor de Adonay es en realidad el pueblo de Israel designado por Dios para portar Su mensaje

Cuando consideramos las palabras del profeta de manera superficial y no considerando el contexto del verso 6, las tres posturas suenan bastante lógicas, pero al estudiarlas de una manera más minuciosa, comenzaremos a ver cuál es la postura más racional. Para ello haremos uso de la razón, otros escritos rabínicos y el invaluable aporte de los escritos apostólicos (N.T).

La primera postura cae por todo el contexto, El profeta no puede estarse refiriendo así mismo. En primer lugar, porque el llamado de Isaías no fue traer justicia a las naciones (V.1); y en segundo lugar, el texto menciona algo que no se cumplió en el ministerio de Isaías y esto es, que las costas esperarían su (torah) ley (V. 5)

La segunda postura que analizaremos es la de Radak, la cual sostiene que el siervo de Adonay es Israel. Esta postura es muy lógica y tiene parte de verdad, cierto es que Israel es la nación sacerdotal (Ex. 19:5-6) y el receptáculo de la palabra de Dios (Rm. 3:1-2), y que también se le llama “Mi siervo” (por ejemplo: 41:8; 44:1).

Sin embargo, es forzado decir que cada vez que el profeta Isaías dice “mi siervo” se refiere a Israel; sobre todo cuando el profeta hace una diferencia entre el “Siervo” referido e Israel. Ese es el problema de esta postura: el contexto claramente hace una diferencia entre el “Siervo” del que se habla e Israel. Leemos que el texto dice: te pondré por pacto al pueblo (V. 6). El pueblo de no puede ser pacto de el mismo pueblo, Israel no puede ser pacto a Israel.

La tercera postura que analizaremos es la de Don Abarbanel, la cual sostiene que el siervo del cual está hablando el profeta es el Mesías. Esta es la posición más racional desde varios puntos de vista y lo podemos respaldar por las siguientes razones:

  1. Por el contexto: El texto tiene alusiones mesiánicas, entre ellas: él traerá justicia a las naciones (V. 1,3), el único que pueda traer y dar justicia entre las naciones es el Mesías (Is. 2:4; 11.4). Además de esto, es lo más lógico concebir que se esté hablando del Mesías (un individuo) y no de Israel (un pueblo) ya que el verso dice: “Te he puesto por pacto al pueblo y por luz de las naciones”.
  2. Por lo dicho en los escritos apostólicos: En primer lugar por las palabras que fueron dichos por el cielo (bat kol), cuando Yeshua hizo tevilá. Tal como lo encontramos escrito: “Y Yeshua, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia. (Mateo 3:16-17)”
  3. Adicionalmente también vemos una alusión directa en los escritos apostólicos donde Mateo cita el verso explícitamente. El veía en Yeshua el cumplimiento de las palabras del profeta Isaías, tal como él lo escribe en su evangelio: “He aquí mi siervo, a quien he escogido; Mi Amado, en quien se agrada mi alma; Pondré mi Espíritu sobre él, Y a los gentiles anunciará juicio. No contenderá, ni voceará, Ni nadie oirá en las calles su voz. La caña cascada no quebrará, Y el pábilo que humea no apagará, Hasta que saque a victoria el juicio. Y en su nombre esperarán los gentiles.” (Mateo 12:18-21).
  4. También es importante mencionar que existe más literatura rabínica que le asigna al Mesías el cumplimiento de Isaías 42. Por ejemplo, el Midrash discute los lugares en el Tanaj donde se habla del Mesías, ahí leemos: “Las palabras concernientes a Mi siervo son dichas ya en la Torah, los profetas y los escritos. ¿Dónde en la Torah? [Como se dice en Exodo 4:22] ‘Israel es mi hijo, mi primogénito’. ¿Dónde en los profetas? [Como se dice en Isaías 52:13], ‘He aquí mi siervo prosperará’ y cerca [en Isaías 42:1], ‘He aquí mi siervo, yo le sostendré’. ¿Dónde en los escritos? [Como se dice en el Salmo 110:1], ‘Dijo El Eterno a mi Señor’ y [en el Salmo 2:7], ‘El Eterno me ha dicho tu eres mi hijo’ ” (Yalkut Shmoni II 621).

En conclusión podemos decir que la postura de Don Isaac Abarbanel es la que más hace justicia a la razón y al contexto y estar en concordancia con él. En efecto Isaías está hablando del Mesías el siervo de Adonay, en el cual Elohim tiene su complacencia y ha depositado en él su espíritu y a través de él ha traído justicia a las naciones, pues, por su sacrificio trajo justificación a muchos ya que: por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos. (Is. 53:11).

Bajo las alas de Dios de Israel
Francisco Hidalgo

28 Oct, 2018

Parasha Vezot Haberaja

Devarim (Deuteronomio) 33:1-34:10

Haftara: Yehoshua (Josué) 1:1-18

 

“Un profeta como Moshe”
La última parasha del ciclo de la Torah contiene las bendiciones finales que Moshe dio a los hijos de Israel y el relato de su muerte. Moshe tiernamente expresa una bendición a las tribus antes de morir emulando a los patriarcas, quienes profirieron bendiciones a sus hijos antes de morir. Los rabinos extrajeron la costumbre de bendecir a sus discípulos cuando sentían que la muerte estaba cerca. Por ejemplo, los discípulos de Yohanan Ben Zakai fueron en busca de una bendición antes de su muerte (Berajot 28b).

Uno de los pasajes más famosos de esta parasha es precisamente Devarim [Deuteronomio] 34:10-12 que marcan el final de la Torah de Moshe. Ahí se nos dice:

“Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido El Eterno cara a cara; nadie como él en todas las señales y prodigios que El Eterno le envió a hacer en tierra de Egipto, a Faraón y a todos sus siervos y a toda su tierra, y en el gran poder y en los hechos grandiosos y terribles que Moisés hizo a la vista de todo Israel.” (Devarim [Deuteronomio] 34:10-12)

Estos versos han sido muy comentados a lo largo de la historia judía. En ellos claramente se enseña la supremacía de Moshe por sobre los demás profetas; a Moshe habló cara a cara mientras que a los demás les comunicaba su voluntad por visión o por sueño, tal como está escrito:

“Y él les dijo: Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre vosotros profeta del Eterno, le apareceré en visión, en sueños hablaré con él. No así a mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa.” (Bamidbar [Números] 12:6-7).

Hashem dio una revelación especial a Moshe, con él hablaba sin alegorías, sin visiones, sin sueños; El Eterno hablaba con Moshe como un hombre habla con su amigo, una voz salía de encima del propiciatorio hablándole a Moshe e instruyéndole como proceder en cada caso. La frase: “Y habló El Eterno a Moshe diciendo” es repetida muchísimas veces en la Torah. Profetas como Jeremías y Ezequiel tenían que esperar muchos días para recibir palabra del Eterno, en forma de visión o sueño; no así con Moshe quien recibía una respuesta pronta, clara y personalizada.

Es por eso que la Torah es el fundamento de la revelación, la torah es la voluntad del Eterno claramente expresada y es por eso que el pueblo judío ha invertido 3500 años estudiándola año con año, sin finalizar los nuevos descubrimientos, alusiones, profecías, palabras de aliento que la Torah tiene para todos los hombres, en todos los tiempos. ¡Cuan grande es la ley del Eterno! El salmista lo expresó bien cuando dijo:

“La ley de El Eterno es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de El Eterno es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de El Eterno son rectos, que alegran el corazón; El precepto de El Eterno es puro, que alumbra los ojos.” (Salmos 19:7-8).

A parte de que la forma de revelación fue más grande; también se dice que Moshe es superior a los demás profetas en otro sentido: los milagros y señales que Moshe ejecutó a los ojos de todo Israel no han sido repetidos por nadie más. Muchos profetas hicieron milagros pero no tan portentosos como los realizados por Moshe y menos a una escala nacional.

Todo el pueblo contempló la abertura del mar de juncos (Mar rojo), todo el pueblo contempló la dadiva del mana, todo el pueblo contempló al monte Sinai ardiendo y la voz del Eterno viniendo de en medio del fuego. Por medio de Moshe o en la vida de Moshe, El Eterno hizo los milagros más portentosos vistos por la nación entera. Por medio de Moshe, El Eterno daría la revelación nacional de la Torah para que le creyeran para siempre, es por ello que es la base de la revelación y de la biblia.

Esto llevó a Maimonides a decir que no ha habido profeta mayor que Moshe, ni lo habrá. El dijo esto y lo incluyó en los 13 principios de la fe judía. Sin embargo, rabinos y literatura judía tienen una divergencia de opinión con el Rambam en este punto; para muchos habrá un profeta como Moshe y más grande que Moshe: El Rey Mesías.

Por ejemplo, el Midrash Yalkut Shemoni hace una explicación homilética de la grandeza del Mesías; leemos en Isaías 52:13 que el Mesías sería “engrandecido y exaltado, y será puesto muy en alto”. ¿Qué tan engrandecido? ¿Qué tan exaltado? ¿Qué tan alto sería puesto? El Midrash toma las palabras que el profeta Isaías usa (“rum”, “nasa”, “gavah”) y las compara con palabras similares de la escritura y hacen una conexión, ahí leemos:

“El Rey Mesías es más grande que los patriarcas, como está dicho [en Isaías 52:13], ‘Mi siervo será engrandecido, exaltado y puesto muy en alto’. Más alto que Abraham, que dice [en Génesis 14:22], ‘He alzado mi mano altamente a Adonay’ El Rey Mesías es elevado sobre Moshe de quien se ha dicho [en Números 11:12], ‘llévalo en tu seno’. El Rey Mesías es más exaltado que los ángeles ministeriales, de quienes se dice [en Ezequiel 1:18], ‘Y sus aros eran altos y asombrosos’. ¿Y de donde viene? De David” (Yalkut Shemoni II 571).

El Midrash dice que el Mesías será más grande que Abraham, más grande que Moshe, y no solamente eso ¡Más exaltado que los ángeles ministeriales! El escritor de hebreos se expresa de Yeshua El Mesías en términos similares. Leemos en los primeros capítulos de Hebreos, que el hijo del Eterno es más grande que los ángeles (Hebreos 1:1-2:10), y más grande que Moshe mismo (3:1-6). El Midrash Yalkut Shemoni dice exactamente eso proveyendo un valioso paralelo con los escritos apostólicos.

No solamente el Midrash dice esto sino que también Yitzjak Abarbanel comentando la frase “altamente exaltado” explica que el Mesías sería más grande que Abraham y que Moshe. Es más, uno de los rabinos más grandes de nuestra generación, el Lubavitcher Rebe escribió lo siguiente:

“Las palabras ‘He aquí mi siervo prosperará, será exaltado y puesto muy en alto’ se refieren al Mesías, la escritura menciona 5 atributos del Mesías; prosperará (yaskil), exaltado (yarum), levantado (nisa), elevado (gava), grandemente (Meod) porque el Mesías es de arriba y es más grande que los tres padres (Avraham, Yitzjak, Yaakov), Moshe y Adam Kadmon, Moshe es el primer redentor pero el Rey Mesías es más grande” (Torat HaMenajem, Hitvadhut, 272-273).

El verso de Devarim 34:10 entonces significa que hasta el tiempo de su escritura, no había otro profeta más grande que Moshe, en ningún lugar se dice que nunca lo habrá en el futuro. Podemos decir que El Mesías es el profeta como Moshe, y el profeta más grande que Moshe.

Como discípulos de Yeshua nuestro Maestro, sabemos que su naturaleza sin pecado, ser la palabra del Eterno hecha hombre y la plenitud del espíritu del Eterno que moraba y mora en él, lo hacen el profeta más grande que Moshe. En él hemos encontrado al segundo Redentor, que vino cumpliendo el mismo patrón de redención que Moshe, siendo el profeta como Moshe, pero también siendo más grande que Moshe.

Debemos de sentirnos llenos de gozos por terminar un ciclo más de estudio de la torah, la palabra revelada del Eterno para el mundo, su voluntad convertida en libro, una expansión de su esencia, que llena nuestra alma, día a día, noche tras noche, mes a mes, año con año. Sintámonos aun más regocijados sabiendo que nuestro nombre está escrito en el libro de la vida del cordero por medio de la sangre de nuestro Redentor y Maestro, Yeshua nuestro Mesías

Shabbat Shalom!
Yitzjak

28 Oct, 2018

Parasha Ree

Devarim (Deuteronomio) 11:26- 16:17

Haftara: Yeshayahu (Isaías) 54:1-55:5

 

En un abrir y cerrar de ojos.
La parasha Re’e contiene la transición de la exhortación a la obediencia a Hashem hecha por Moshe, y la introducción a una serie de leyes de diversos tipos. En el capítulo 12, Devarim se torna legislativo y deja por un momento de ser el relato de las exhortaciones, amonestaciones y exclamaciones de Moisés.

En la parasha encontramos leyes sobre el lugar que Hashem escoja para poner su nombre en la tierra de Kenaan, leyes sobre falsos profetas que anuncian al pueblo servir a otros dioses y dejar la Torah, una repetición de las leyes dietéticas, el año de la remisión y una repetición sobre las fiestas de peregrinaje, donde tres veces al año, cada varón judío debe de presentarse delante de Hashem (Deuteronomio 16:16).

En esta ocasión hablaremos sobre el recuerdo de la Pesaj hecha por Moshe en el capítulo 16 de Devarim. Moshe repite las tres fiestas de peregrinaje en vista de que el pueblo está a punto de entrar a la tierra prometida, con el objetivo de recordar a los hijos de Israel, que tendrán que aparecer delante de Hashem en el lugar que el escogiere. Cuando estaban en el desierto tenían que simplemente ir al tabernáculo de reunión; sin embargo, al entrar a la tierra, deberán ir a la tribu y a la ciudad escogida por Hashem.

Hablando con respecto a la pesaj (pascua), leemos en la Torah lo siguiente:

“No comerás con ella pan con levadura; siete días comerás con ella pan sin levadura, pan de aflicción, porque aprisa saliste de tierra de Egipto; para que todos los días de tu vida te acuerdes del día en que saliste de la tierra de Egipto.” (Deuteronomio [Devarim] 16:3).

Moshe recuerda a los hijos de Israel no comer pan con levadura pues habían salido a prisa de Egipto. Debemos de recordar que una de las razones para comer pan sin levadura con la Pesaj, fue que la salida de Egipto fue tan rápida que no dejo tiempo ni para leudar la masa, tal como está escrito:

“Y cocieron tortas sin levadura de la masa que habían sacado de Egipto, pues no había leudado, porque al echarlos fuera los egipcios, no habían tenido tiempo ni para prepararse comida.” (Exodo 12:39)

La salida de Egipto fue a prisa, sin esperar ni un segundo más, cuando la hora de la redención llegó, nadie podía detenerlo. La salida nacional de Israel, corresponde a la salvación personal de cada discípulo de Yeshua, somos sacados “a prisa” de la condenación del pecado, y del mundo y la cultura del pecado. Debemos de salir a prisa y no procurar volver nunca más.

Un curioso comentario en Mejilta (recopilación de Midrashim) provee una fuente excepcional de enseñanza. En Mejilta se dice que Hashem adelantó la hora de la salida de Egipto debido a que cuando la redención llega él no la retarda ni tan siquiera “un abrir y cerrar de ojos”. La frase “un abrir y cerrar de ojos” significa que algo ocurre instantáneamente y es encontrada en otros lugares. Por ejemplo leemos que el arrepentimiento toma efecto “en un abrir y cerrar de ojos” (Pesikta Rabbati 163b).

Existe un acontecimiento que Yeshua llamó “el nuevo nacimiento” en su encuentro con Nicodemo (Juan 3:1-15). El hablaba de una transformación radical de vida, un hecho que marca el rumbo espiritual de una persona para siempre, así como el arrepentimiento y la salida de Egipto fueron cuestiones de “un abrir y cerrar de ojos”, la regeneración espiritual de todos los creyentes en Yeshua ocurre en el instante en donde rendimos nuestra vida al Eterno, nos arrepentimos de nuestros pecados y reconocemos a Yeshua el ungido, como El Señor de nuestras vidas y la fuente de perdón de pecados en su sacrificio.

El nuevo nacimiento es un “acto” que sucede una vez en la vida y no un “proceso” que se tarda toda la vida. La regeneración que nos convierte en hijos de Elohim es un acto, la santificación y nuestro crecimiento espiritual es un proceso que dura toda la vida (Filipenses 1:6).

Lo que Yeshua llamó nuevo nacimiento es la regeneración que sucede en cada creyente, es una sensación de paz mental, seguridad espiritual y pureza moral que viene a cada creyente en Yeshua ocasionada por el espíritu santo prometido por El Eterno. Es una experiencia sobrenatural que es causada por El Eterno a todos aquellos que le rinden su vida. Rab Shaul escribe de esto cuando dice:

“Pero cuando se manifestó la bondad de Di-s nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Yeshua El Mesías nuestro Salvador,” (Tito 3:4-6)

Los profetas anunciaron que en la era mesiánica, Israel nacionalmente disfrutaría de perdón de pecados (Jeremías 31:34), se tendría la circuncisión de corazón (Deuteronomio 30:6) y una renovación espiritual pasaría por obra del espíritu de Elohim en los corazones de los hijos de Israel (Ezequiel 36:26-28). Cada creyente en Yeshua, judío y gentil por igual, disfruta de una experiencia personal y de un anticipo de la era Mesiánica. ¡Bendito sea El Eterno por su liberación!

La escritura de hecho habla de la liberación del pecado y sus efectos en etapas y en pasado, presente y futuro. De acuerdo a los escritos apostólicos, fuimos liberados (salvados) de la condenación del pecado (Romanos 8:1, 2 Corintios 5:21, Colosenses 2:14, Tito 3:5), somos salvados del poder del pecado por el espíritu de Elohim que mora en nosotros (2 Timoteo 1:7, Romanos 8:14), esto nos capacita para resistir la tentación y poder vencer al pecado por la fuerza que viene del cielo. Finalmente, también se nos habla que seremos salvados de la presencia del pecado, en la resurrección, la cual es la redención de nuestros cuerpos (Romanos 8:23, Romanos 5:9). La salvación es pasada, presente y futura del pecado y sus efectos.

Es importante diferenciar entre el nuevo nacimiento que acontece en cada hijo de Elohim, en Yeshua, y el nuevo crecimiento, el cual es un proceso de santificación y madurez espiritual que dura toda nuestra vida. El primero es un acto, el segundo es un proceso.

El Eterno ha derramado su gracia en Yeshua nuestro Mesías, a todo aquel que viene a él por medio del ungido, el Cohen Gadol celestial según el orden de Melquisedec, Hashem ha prometido perdón de pecados y certeza de salvación en su nombre (Isaías 53:3-8, 59:20, Juan 3:16, 6:40, Romanos 10:9, Hechos 13:39). A los sedientos de perdón y vida, las aguas de la salvación han sido derramadas a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén con arrepentimiento y perdón de pecados en su nombre (Lucas 24:46-47).

Asi como el inicio de la redención de nuestra vida ocurre instantáneamente, “en una abrir y cerrar de ojos”, la resurrección ocurrirá también instantáneamente tal como se nos dice:

“He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.” (1 Corintios 15:51-52).

¡Que la redención final venga prontamente y en nuestros días!

Shabbat Shalom!
Yitzjak

28 Oct, 2018

Parasha Koraj

Números 16:1-18:32

Haftara: 1 Samuel 11:14-12:22

Mashiaj: Profeta, sacerdote y Rey.

Esta semana leemos en la Torá la historia de Koraj y su rebelión juntamente con Datan y Abiram hijos de Ruben. Prácticamente toda la parashá está relacionada con esta rebelión. La narración de Koraj es quizás una de las más conocidas de la Torá y una de las más usadas para exhortar al respeto de las autoridades, ya que no hay autoridad sino la que es puesta por El Eterno (Romanos 13:1).

Ante la rebelión de Koraj, El Eterno dijo a Moisés que establecería una prueba definitiva para callar las murmuraciones de los hijos de Israel. Koraj había cuestionado el origen divino del sacerdocio de Aarón, insinuando que había sido inventado por Moisés mismo (Ver Números 16:10,28). En respuesta a estas murmuraciones que amenazaban la integridad profética de Moisés, El Eterno respondería mediante un milagro. Este proceso está descrito en nuestra parasha, donde leemos:

“Habla a los hijos de Israel, y toma de ellos una vara por cada casa de los padres, de todos los príncipes de ellos, doce varas conforme a las casas de sus padres; y escribirás el nombre de cada uno sobre su vara. Y escribirás el nombre de Aarón sobre la vara de Leví; porque cada jefe de familia de sus padres tendrá una vara. Y las pondrás en el tabernáculo de reunión delante del testimonio, donde yo me manifestaré a vosotros. Y florecerá la vara del varón que yo escoja, y haré cesar de delante de mí las quejas de los hijos de Israel con que murmuran contra vosotros.” (Números 17:1-5).

El proceso sería fácil: El Eterno mostraría quien era el verdadero escogido para ser su santo, su sacerdote. La vara de la tribu que reverdeciera sería la que tendría la predilección de El Eterno. El Eterno manifestaría su elección de una forma especial: El volvería a darle vida a una vara. En pocas palabras, una vara es un trozo de un árbol que ha sido cortado, que ya no tiene vida. Que una vara de renuevos, flores o frutos es literalmente vida de entre la muerte.

El Eterno respaldó el sacerdocio de Aarón haciendo que su vara reverdeciera, tal como se nos dice:

“Y aconteció que el día siguiente vino Moisés al tabernáculo del testimonio; y he aquí que la vara de Aarón de la casa de Leví había reverdecido, y echado flores, y arrojado renuevos, y producido almendras. Entonces sacó Moisés todas las varas de delante de El Eterno a todos los hijos de Israel; y ellos lo vieron, y tomaron cada uno su vara.  Y El Eterno dijo a Moisés: Vuelve la vara de Aarón delante del testimonio, para que se guarde por señal a los hijos rebeldes;” (Números 17:8-10).

Al final, la vara de Aarón fue guardada en el arca del pacto (delante del testimonio) para servir de testimonio a los hijos rebeldes. En toda la travesía del tabernáculo sería un testimonio de la elección divina de Aarón y sus hijos.

Según el escritor de Hebreos (y este, basado en pasajes de la Torá), había tres cosas dentro del arca del pacto:

“el cual tenía un incensario de oro y el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto” (Hebreos 9:4).

La vara de Aarón que reverdeció estaba acompañada de una urna de maná, y de las tablas del pacto, donde estaban escritas las diez palabras (En hebreo: “Aseret Hadebarim”), también conocidas como “diez mandamientos”.

Estas tres cosas estaban en el arca del pacto originalmente como podemos verlo en pasajes de la Torá (Exodo 16:33, Números 17:10, Exodo 25:16, Deuteronomio 10:3-5). Parece ser que tiempo después de la travesía por el desierto, las primeras cosas fueron retiradas quedando únicamente las dos tablas del pacto, tal como está escrito:

“En el arca ninguna cosa había sino las dos tablas de piedra que allí había puesto Moisés en Horeb, donde El Eterno hizo pacto con los hijos de Israel, cuando salieron de la tierra de Egipto.” (1 Reyes 8:9).

Podríamos especular la razón por la que las otras dos cosas fueron retiradas. Algunos opinan que ya no eran necesarias al estar en la tierra, el mana ya no caía y el sacerdocio Aarónico estaba validado más allá de toda duda. En estas nuevas circunstancias, las tablas del pacto era lo único que debía seguir siendo el enfoque del pueblo. Una segunda opinión establece una postura racionalista: Simplemente el arca de Mana y la vara, al ser material orgánico, se desgastaron con el tiempo y al final se retiraron. La primera opinión parece tener más sentido y lógica.

Estas tres cosas enseñaban poderosos conceptos de El Eterno: Él es el Dios que nos sustenta, Él trae vida de la muerte y confirma a sus santos y Él es nuestro legislador. Debemos de vivir siempre con esto presente: El Eterno está aquí, nos cuida, nos provee, nos ha dado leyes para vivir delante de él y es Todopoderoso para dar vida, incluso a los muertos. ¡Que Dios más grande tenemos! ¡Cómo no podemos enaltecerle y agradecerle siempre!

Estos eran los tres testimonios que El Eterno quería dar a los hijos de Israel en los tiempos del tabernáculo, y es el mismo testimonio que quiere darnos para nuestros días. ¿Temes por tu provisión? El Dios que da comida a crías de cuervos que dan voces, es el mismo que puede saciarte con lo mejor del trigo. ¿Estás en dificultades? Repara en el gran poder restaurador que tenemos en El, El es suficiente para todo lo que necesitamos. ¿Tienes dudas sobre como andar delante de él? Busca consejo en su Torá que tiene leyes y estatutos para judíos y gentiles.

A parte del significado espiritual de estos tres elementos; podemos darnos cuenta que aluden a los tres ministerios de nuestro Santo Maestro Yeshua El Mesías: Profeta, Sacerdote y Rey. El profeta es la voz de la palabra del Eterno, es el medio por medio de quien su revelación viene a nuestra alma que brama con hambre por su palabra. La urna de Mana alude al ministerio de profeta, pues la palabra de El Eterno es nuestro alimento espiritual, tal como está escrito:

“Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de El Eterno vivirá el hombre.” (Deuteronomio 8:3).

Durante su vida terrenal, nuestro Maestro fue un profeta que predicó el arrepentimiento a todo Israel. Después de su muerte, El Eterno lo resucitó y lo confirmó como Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec, tal como se nos dice:

“Juró El Eterno, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.” (Salmo 110:4).

Como vemos en el Salmo, únicamente alguien que vive “para siempre” puede ser el Sacerdote según el orden de Melquisedec. Es por esto que el escritor de Hebreos explica que en este sacerdocio, no hay sucesión por causa de la muerte, sino que se obtiene por el poder de una vida indestructible, ahí leemos:

“no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible.” (Hebreos 7:16).

En este sentido, la vara de Aarón alude a la resurrección del Mesías. Daniel Lancaster acertadamente amplía sobre esta alusión: “En Números 17, la señal definitiva de la elección de Dios es la resurrección. De igual manera con Yeshua. Su resurrección es la señal definitiva que indica la elección de Dios” (Torá Club v.2, Parashat Korach, The Righteous Branch of David, Daniel Lancaster, First Fruits of Zion, 800.775.4807, www.ffoz.org.).

Así como la vara de Aarón tuvo vida después de ser cortada, Yeshua Nuestro Mesías fue resucitado con poder para testimonio de nuestra justificación después de haber sido cortado de la tierra de los vivientes.

Desde su ascensión a los cielos, Yeshua funge como un Sacerdote celestial, según el orden de Melquisedec. Su sacerdocio no es terrenal, por lo que el escritor de Hebreos apunta a que si estuviera en la tierra, Él no sería sacerdote (Hebreos 8:4). Su sacerdocio funciona en el tabernáculo celestial intercediendo cada día por todos nosotros, tal como se nos dice:

“Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.” (Hebreos 7:25)

Yeshua será Sacerdote HASTA que El Eterno ponga a sus enemigos por estrado de sus pies, como se nos dice en el Salmo 110. A partir de ahí, el será el Rey y el Legislador de Israel y las naciones desde Jerusalén. Todas las naciones buscarán a la raíz de David, quien será el Rey y Señor de todos, tal como se nos dice:

“Acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual estará puesta por pendón a los pueblos, será buscada por las gentes; y su habitación será gloriosa.” (Isaías 11:10).

“Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de El Eterno como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de El Eterno, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la Torá, y de Jerusalén la palabra de El Eterno.” (Isaías 2:2-3)

Las tablas del pacto con las diez palabras aluden al ministerio real del Mesías. Esto era lo único que quedó en tiempos de Salomón, un reino que es sombra de la era y el reino Mesiánico. En su función de Rey y legislador el corregirá los errores de interpretación de Israel, hará que los mandamientos universales de la Torá sean guardados por todas las naciones. Israel será el primogénito de las naciones y la luz de ellas, enseñando la revelación de El Eterno ¡Estos son días gloriosos que nos esperan!

En Yeshua, tenemos al mayor de los profetas, al único Sacerdote Eterno, y al final Rey que gobernará sobre las naciones. Él es nuestro Señor, que se entregó por el pecado de todos nosotros, aquellos que nos hemos arrepentido y hemos recibido su sangre como expiación y redención de nuestros pecados.

¡Que El Eterno haga que su Reino y su Mesías se aproximen!

שבת  שלום

¡Shabbat Shalom!

Isaac Bonilla

20 Oct, 2018

Nuestros estatutos

Creemos con perfecta fe que el Creador, Bendito sea su nombre, existe y dirige todo lo que existe. (Bereshit [Génesis] 1:1, Yeshayahu [Isaías] 45:18, Daniel 4:17,35)

Creemos con perfecta fe que el Creador es único y uno. (Devarim [Deuteronomio] 6:4; 4:39, 1ª Corintios 8:6)

Creemos con perfecta fe que el Creador no es corpóreo ni tiene aspecto corporal. (Yeshayahu [Isaías] 40:18, Yohanan [Juan] 4:24)

Creemos con perfecta fe que el Creador antecedió a todos los seres incluso a los primeros. (Yeshayahu [Isaías] 43:10-13, Tehilim [Salmos] 90:2)

Creemos con perfecta fe que el Creador es el único ser digno de suprema adoración. (Shemot [Exodo] 20:1-3, Tehilim [Salmos] 66:1-4, Mattityahu [Mateo] 6:9)

Creemos con perfecta fe que el Creador conoce los pensamientos de los seres humanos. (Shemot [Exodo] 3:19Yirmeyahu [Jeremías] 17:10, Mishle [Proverbios] 24:12)

Creemos con perfecta fe que la Profecía de Nuestro Maestro Moshe (Moisés) es verdadera. (Shemot [Exodo] 19:9, Devarim [Deuteronomio]34:10)

Creemos con perfecta fe que Moshé fue el más grande de todos los profetas, hasta Yeshua. (Devarim [Deuteronomio]34:10, Hebreos 3:1-6)

Creemos con perfecta fe que la Torah fue entregada del Cielo. (Shemot [Exodo] 19:9, Hechos 7:37-38)

Creemos con perfecta fe que la Torah nunca cambiara. (Devarim [Deuteronomio] 4:2, Mattityahu [Mateo] 5:17)

Creemos con perfecta fe que el Creador castiga a los malvados y otorga buena recompensa a los justos. (Proverbios 3:33, 10:16, 13:21)

Creemos con perfecta fe que Yeshua es el Mesías, prontamente volverá, y aunque tarde esperamos su venida cada día.

Creemos con perfecta fe que habrá una resurrección de los muertos. (Daniel 12:3, Hechos 24:15, 1 Corintios 15:12-21)

Creemos que las escrituras inspiradas por el creador son: La Torah de Moshe, Los profetas, los escritos y el Brit Hadasha, conocido por los no judíos como nuevo testamento.

Creemos que el hombre Histórico llamado Yeshua Ben Yosef es el Mesías, tanto Mashiaj Ben Yosef , Un Mesías que sufre por los pecados de Israel y el Mundo,(Isaías 53:3-12, Zacarías 9:9)como Mashiaj Ben David (Daniel 7:13, Zacarías 12:10)

Creemos que somos justificados por la Emunah (fe) en el Sacrificio de Yeshua Ben Yosef, el siervo sufriente, quien obtuvo eterna salvación y redención para los que esperan El (Romanos 8:38-39; Hebreos 10:14)

Creemos que la observancia de la torah y buenas acciones (obras de justicia) son el resultado de la salvación efectuada por la sangre de Yeshua por medio de la regeneración (cambiar la naturaleza del hombre escribiendo la tora en su corazón [Jeremías 31:31-34]) y no son la condición de la salvación. La tora debe de ser guardado no para ser salvos sino porque somos salvos, y queremos obedecer a YHWH y a sus mandamientos por el amor que nos tuvo y su inmensa bondad, entendiendo que sus mandamientos no son gravosos (1 Juan 5:3) y que nos san verdadera libertad (Salmos [Tehilim] 119:45)

Creemos que las tradiciones de nuestro pueblo deben de ser observadas ya que constituyen una manera de andar rectamente delante de Elohim (hb. Halaja) y una guía de cómo guardar los preceptos con orden e identidad de pueblo. Sin embargo, toda tradición que contradiga la tora, tenga trasfondos paganos o contradiga las palabras y enseñanzas de Yehoshua y sus emisarios no debe ser observada.

Creemos que Yeshua el Mesías no vino a Abolir la Torah sino a cumplirla. Esto es guardar los preceptos en su máxima expresión y además enseñar la correcta y optima interpretación de los mismos (MattitYahu 5:17)

Creemos que ninguno de los Shaliajim (apóstoles) expresó algo en contra de la Torah. En el Caso del Rab. Shaul (Pablo),creemos que nunca contradijo la Torah, como el cristianismo en su mayoría enseña; sino que ataco interpretaciones erradas y legalistas de la Torah, las cuales el llama “Obras de la ley” y “Bajo la ley”

Creemos que en el judaísmo hay dos grandes grupos: hijos de Israel (Creyentes circuncidados ya sea por ser Naturales del pueblo como por ser prosélitos) y Temerosos de Elohim(No judíos que han dejado la idolatría y se han convertido al Elohim de Israel por los meritos de Yeshua HaMashiaj sin llegar a hacerse judíos por vía circuncisión) . Estos grupos existen paralelamente con distinciones pero sin discriminación ya que somos uno en Mashiaj (Gálatas 3:28)

Creemos que en la torah hay mandamientos que aplican a toda la humanidad (judíos y gentiles) y hay mandamientos que aplican solo al judío. Los mandamientos que aplican a los no judíos que se convierten a Mashiaj son los “7 preceptos de los benei noaj” que están expresados a lo largo de la torah y fueron recogidos en el talmud Sanedrín 56a. Estos mandamientos son: establecer cortes de justicias, no blasfemia, no idolatría, no fornicación, no asesinar, no robar y no comer sangre. Estos mandamientos fueron la disposición de Yaakov para las comunidades no judías en Hechos 15:19-20. Estos son los preceptos básicos y generales que aplican a todo no judío, con el tiempo, con su crecimiento espiritual, aprenderán otros mandamientos específicos que aplican a ellos. (Hechos 15:21)

Creemos que cuando ciertas condiciones cambian y la torah había legislado específicamente para dichas condiciones, debe de haber una adaptación a las circunstancias nuevas, sin perder la esencia del precepto o principio general (El paso del Mishkan al Bet HaMikdash constituye un ejemplo de esto). Esto es tarea de la halaja, que se encarga de aplicar principios generales a circunstancias particulares nuevas surgidas con el tiempo. Cabe mencionar que los mandamientos que tienen que ver con principios morales provenientes de la esencia de Elohim (No asesinar, no robar, etc) no cambiaran jamás ni en fondo ni forma.

Creemos que ninguna porción de la Torah será invalidada jamás, por lo tanto las festividades de YHWH deben observarse hoy día; el Shabbat semanal así como las festividades anuales. El Mesías y los kedoshim (santos) antiguos observaron todas estas festividades (Lev. 23; Jn. 5:1; 7:2, 10; Lc. 22:1, 7, 14, 15)

Creemos que no debemos observar las festividades religiosas, ni costumbres de los gentiles, tales como Navidad, Día de la madre, Día de san Valentín, Domingo de Pascua, Viernes Santo, Halloween, etc. (Jer. 10:1-10; 7:16-18; Ex. 20:1-6; Gal. 4:9, 10)

Creemos que la circuncisión es normativa y obligante para el Judío (Hechos 16, Gálatas 5:11), y es opcional para el no judio que quiera hacer la conversión a Judio, siempre y cuando no lo haga como requisito para la salvación (Hechos 15;1), sino por una razón valida.

Creemos que el alma es Mortal intrínsecamente y recibirá inmortalidad en la resurrección (Ezequiel 18:4, Mateo 10:28, Ezequiel 28:18-19). La doctrina de la inmortalidad del alma, entendida como la creencia en que el alma no puede y no será destruida, es de origen griego.

Creemos que los impíos tendrán un castigo eterno, pero eso no significa una tortura eterna. La Escritura dice que ellos serán quemados (destruidos, aniquilados) (Mat. 3:10, 12; 10:28; Mal. 4:1-3; 2 Tes. 2:8; Jacobo 4:12; Fil. 3:18, 19; 2 Tes. 1:8, 9).

Creemos que HaSatan no es ni un Dios del mal o un equivalente maligno de Elohim, ni mucho menos que es un ser redimible. Es una criatura que codicio ser igual a Elohim y vive en permanente estado de maldad y condenación. Al final él también será arrojado al lago de fuego después del Milenio (Mat. 25:41; Rev. 20:10; Heb. 2:14)

Creemos en la plena restauración de las dos casas. La casa de Judá y la casa de Efraim. Sin embargo rechazamos la doctrina del Efrainismo. (Isaías 11:12; 27:13; Ezequiel 37; Oseas 1:11; 2:14-26;) (Talmud Yerushalmi Sanedrín 10)

Creemos en el reinado futuro del Mesías en esta tierra, llamado el milenio, los santos reinarán con él (Dan. 7:27; Rev. 5:9-10; 20:4).

Creemos en la vigencia de los dones espirituales según el código real Galileo (1ª Corintios 12:1-13; Romanos 12:5-6; Efesios 4:11) sin caer en los abusos de ciertos grupos del cristianismo.

Creemos que todos los creyentes en Yeshua compareceremos ante el tribunal (bema) de Mashiaj. (Romanos 14:10) En este tribunal no habrá condenación (1ª corintios 3:15) ya que no se juzgara el pecado, sino que se recompensaran las obras en Yeshua.

 

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