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16 Oct, 2021

Parasha Lej Leja

Bereshit (Génesis) 12:1-17:27

Haftara: Yeshayahu (Isaías) 40:27-41:16

Resumen de la parasha: Hashem había dicho a Abram que dejara su tierra, su parentela y la casa de su padre y que fuera a la tierra de Canaán. Abram finalmente sale de Harán, donde había llegado con su padre, su mujer y Lot para morar en la tierra de Canaán. Estando en Harán Hashem promete a Abraham bendiciones increíbles como”serás bendición”, “engrandeceré tu nombre” y da una bendición acerca de una gran nación que procedería de Abraham. A parte de la bendición de la nación que descendería de Abram (Israel) hay una bendición universal sin precedentes hasta ese momento: En Abraham serían bendecidas todas las familias de la tierra.

Abram y su sobrino Lot se separan por problemas entre sus pastores, Lot escoge la llanura del Jordán y Abram permanece en Canaán. Sucede una guerra donde Lot es tomado cautivo y Abram oye de ello y va a rescatarlo, derrotando a Quedorlaomer y los reyes que con él estaban; Melquisedec sale a Recibirlo con pan y vino y bendice a Abram y al Elohim Altísimo. Pasado eso, El Eterno hace un pacto con Abraham el cual es un pacto incondicional que da los descendientes de Abraham la tierra de Canaán por pertenencia perpetua (Este pacto se conoce como el “Pacto entre las partes”). Abram tiene un hijo con Hagar esperando cumplir con la promesa de Hashem según sus pensamientos y producto de esa unión viene Ismael quien sería un hombre salvaje (En hebreo: Pere Adam). A sus 99 años Hashem le dice a Abraham cual será la señal de pacto entre él y su descendencia física para ser el pueblo de Elohim: La circuncisión en la carne será el pacto requerido para ser considerado parte del pueblo de Elohim, Abram se circuncida y también lo hace a su hijo Ishmael. Abram recibe el nombre Abraham y su esposa Saraí recibe el nombre de Sara. Tanto el nacido del linaje de Abraham como el adoptado que se compra a un extranjero deben de ser circuncidados. Hashem promete a Abram un hijo por medio de Sara su mujer quien se llamará Yitzjak (Risa, alegría).


Abram: El padre de la fe y el argumento teleológico.

“Pero El Eterno había dicho a Abram: Vete de tu tierra”. (Génesis 6:9)

Judaísmo, Cristianismo, Islam ¿Se podría haber imaginado Abram hace casi 4000 años que las tres religiones más importantes y grandes del mundo lo reclamarían como Padre de su fe? Difícilmente. Aquel humilde pastor debió de quedar atónito cuando escucho que su nombre sería engrandecido y que toda la humanidad sería bendecida “en él”.

Al estar en el siglo XXI podemos ver el literal cumplimiento de la bendición que dice: “Engrandeceré tu nombre”. El nombre de Abram ha sido engrandecido por todos los confines de la tierra. Abram ostenta sin competidores cercanos el título de “padre de la fe”. Abram es un sinónimo de obediencia, de fe, de esperanza, de temor al cielo y de muchos valores en todo el mundo.

Te has preguntado ¿Cómo llego a la fe el llamado “Padre de la fe”? La biblia no menciona explícitamente como el padre Abraham llegó a la fe en un único Elohim viviendo en una de las ciudades más politeístas e idolatras de su tiempo: Ur de los caldeos. La escritura nos habla de una aparición que Hashem hizo a Abram estando en Ur pero no nos dice nada de cómo Abram había llegado al monoteísmo.

La tradición judía indica que Abram llegó a la fe monoteísta a partir del razonamiento al observar el increíble orden de la naturaleza. Leemos un famoso Midrash por ejemplo:

“Cuando él vio al sol salir en el oriente, Abraham pensó: “Seguramente, este es un gran poder. Debe ser el Creador”. Ese día entero él le oró al sol. Al atardecer, sin embargo, el sol se puso y la luna salió. Abraham dijo: “Seguramente esta reina sobre el sol, porque ya no está brillando”. Así que le oró a la luna toda la noche. Pero la mañana siguiente, el vio al sol salir y la oscuridad pasar. El dijo: “seguramente todos estos tienen un Rey más excelso y Amo que los dirige en sus cursos”. Entonces Dios vio a Abraham buscando por él, así que apareció a Abraham y habló con él” (Zohar 1:86a).

En síntesis, Abram vio el orden de toda la naturaleza y vio que funcionaba con un propósito y mostraba un increíble diseño, por lo tanto concluyó que tenía que existir algo más allá de todas estas cosas que las diseñó y las dirigía: Esto es un único Elohim (Dios) verdadero. A este sencillo razonamiento se le conoce en filosofía como “Argumento teleológico” o “Argumento a partir del diseño (del griego “Telos” que significa “propósito”)”.

El argumento teleológico es quizás el argumento más poderoso a favor de la existencia de Dios, expresado en forma de silogismo va de la siguiente manera:

1. Todo diseño tiene un diseñador.
2. El universo tiene un diseño altamente complejo.
3. Por lo tanto el universo tiene un diseñador, este es Dios.

Considera por un momento que vas por la calle y te encuentras un papel con algo escrito: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. ¿Pensarías que ese mensaje se creó el mismo? ¿Quizás una explosión al azar creó todo el mensaje? ¿Reacciones químicas, viento, o la gravedad? Tonterías, sabes que todo mensaje implica inteligencia pues tiene un diseño y un propósito, si un mensaje tan fácil como una oración requiere de un diseñador, imagínate una enciclopedia o un edificio ¿sería concebible pensar que se crearon al azar o hablando en el lenguaje de los ateos “por selección natural” o “evolución”? Claro que no, lo más lógico es creer que alguien lo diseño.

No estás solo si piensas así, Isaac Newton pensaba lo mismo, ya que escribió:

“Este hermoso sistema del sol, planetas y cometas, pudo solo proceder del consejo y dominio de un ser poderoso e inteligente”.

William Paley (1743-1805) popularizó el argumento teleológico cuando dijo la famosa ilustración sobre el reloj: el dice que así como un reloj implica un relojero, este universo que es increíblemente más complejo que un reloj implica también un diseñador. El gran filósofo judío Maimonides también utilizó el argumento teleológico como una de las pruebas para un creador.

Probablemente habrás oído el mito que la teoría de la evolución está probada más allá de toda duda y que todos los científicos creen en ella. Ese es el mito más infantil en círculos de ciencia por las siguientes razones:

  1. Isaac Newton, Albert Einstein, Pascal, Luis Pasteur, Faraday, Boyle, Johannes Kepler, Lord Kelvin, Carlos Linneo, Gregor Mendel y más científicos legendarios creyeron en el creacionismo, es decir la creencia en la existencia de Dios y no en la evolución ni ninguna teoría alternativa.
  2. Hay muchísimos científicos modernos que son creacionistas y creen en Dios rechazando la teoría de la evolución por sus múltiples falencias.
  3. La teoría de la evolución sigue siendo una teoría con más problemas que cuando surgió. El ADN y los descubrimientos genéticos hacen imposible la evolución, aquellos fósiles que Darwin pensaba eran formas de transición no lo eran y la probabilidad de que todo haya surgido por azar, evolución o selección natural es increíblemente ínfima: ¡es de 1 en 10^138!

¿Qué tanto diseño tiene el universo? ¿Cómo sabemos que esta tan milimétricamente diseñado? Lo sabemos por lo que se llaman: Constantes antropicas.

No te dejes intimidar con los términos científicos, constantes antropicas son constantes en la naturaleza que son necesarias para que la vida se dé. Si una de esas constantes cambia mínimamente, la vida se acaba, así de sencillo. Veamos solo algunas de ellas:

  • El nivel de oxigeno en la atmosfera es del 21%, si fuera 25% llamas de fuego se generarían automáticamente; si fuera menor, por ejemplo del 15%, los seres humanos nos sofocaríamos.
  • El nivel de Dióxido de carbono es exactamente el necesario en la atmosfera. Si fuera mayor nos quemaríamos todos; si fuera menor las plantas no realizarían la fotosíntesis.
  • La interacción de la luna y la tierra es perfecta. Si fuera mayor, las mareas serían demasiado fuertes; si fuera menor, las inestabilidades climáticas harían imposible la vida.
  • La fuerza gravitacional es exactamente la adecuada para la vida en este sistema solar. Si fuera 0.00000000000000000000000000000000000001 menor ¡El sol dejaría de existir!
  • Si la atmósfera fuera menos transparente, no tendríamos suficiente radiación solar para nuestro planeta. Si fuera más tranparente habría demasiada radiación solar, misma que haría imposible la vida.

La precisión del universo es tan asombrosa que la probabilidad que 122 constantes antropicas hubieran surgido por casualidad es de 1 en 10138 según el astro físico Hugh Ross (Geisler y Turek, “I don’t have enough faith to be an atheist”, pág. 106).

Así que según el dato es virtualmente imposible que el universo haya surgido sin diseño inteligente. De hecho nosotros creemos que no es únicamente virtualmente imposible; sino realmente imposible. Sólo podemos adorar fervorosamente al creador omnipotente y lleno de sabiduría que creó todo, al considerar el increíble diseño del universo.

Hace miles de años, el rey David expresó (Salmo 19:1) el argumento teleológico antes que Paley en los siguientes términos: “Hashamayim mesaperim kebod el uma’ase yadav maguid harakia” (Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento declara la obra de sus manos).

Abraham quizás fue el primer hombre que consideró el diseño del universo y concluyó la idea más lógica, debe de haber un Creador de todo esto. Pablo quizás teniendo a Abraham en mente escribió:

“Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.” (Romanos 1:19-20)

Cualquier persona puede saber sobre la unicidad, el poder y la existencia de Dios con solo considerar el increíble universo que nos rodea. Si Abraham pudo, todos pueden. Es por ello que él merece el título de “El padre de la fe”


El pacto Abrahamico: Promesas y su importancia

En esta parasha Abraham recibe promesas increíbles, los rabinos contabilizan hasta 7 promesas en Génesis 12:2-3. Podemos destacar por motivos de estudios dos promesas: “Haré de ti una gran nación” y “en ti serán benditas todas las familias de la tierra”.

Muchas veces, la gente malinterpreta las cartas de Pablo por el desconocimiento del pacto Abrahamico y del entendimiento de Pablo sobre él. Para entender mejor el contenido de las cartas de Pablo quisiera indicar como se relacionan los principales pactos que Hashem ha registrado en la escritura:

  • Pacto con Noaj (Incondicional): Hashem promete no destruir al mundo de nuevo por agua y da ciertas leyes a Noé y sus descendientes.
  • Pacto con Abraham (Incondicional): Hashem promete muchas cosas a Abraham, entre ellas podemos mencionar las más importantes: Abraham sería el padre de una gran nación (Génesis 12:2) y además de tener una gran nación con descendientes físicos, Abraham y su simiente serían bendición para todos los pueblos (goyim) de la tierra (Génesis 12:3, 22:18). Dentro de la promesa de la gran nación, Hashem da la señal del pacto de esa nación, la circuncisión, (Génesis 17:7-8), Hashem promete para la descendencia física de Abraham la tierra de Canaán como pertenencia perpetua (Génesis 12:7, 15:18, 17:8).
  • Pacto Sinaitico o Mosaico (Condicional): Israel (La nación grande del pacto Abrahamico) es llamado a ser una nación sacerdotal entre Hashem y los demás pueblos y el especial tesoro de Hashem (Exodo 19:5-6). Si Israel guarda la Torah entonces disfrutará de un paraíso en la tierra, Hashem dará muchísimas bendiciones a la tierra y habrá mucha prosperidad, los enemigos de Israel serían sojuzgados e Israel gozaría de una permanencia continua en la tierra (Levítico 26:3-13, Deuteronomio 28:1-14). Sin embargo, si Israel no guardaba la Torah y se volvía a dioses ajenos, Hashem castigaría a la nación e incluso podrían experimentar un exilio y dispersión de la tierra (Levítico 26:31-35); en otras palabras perderían la permanencia en la tierra (Aunque no la pertenencia garantizada por la promesa incondicional del Pacto Abrahamico).
  • Pacto Davídico (Incondicional): Hashem promete a David que siempre tendrá un descendiente que se siente en su trono para siempre (2 Samuel 7). El final Rey de Israel, esto es el Mashiaj, traería una era de paz y seguridad donde los esparcidos de Judá e Israel serían reunidos y él sería levantado por pendón a las naciones (Isaías 11:1-13).

Como podemos observar, ninguno de los pactos anula a los que vinieron antes, el nuevo pacto anunciado por Jeremías y Ezequiel no es la excepción. En ese pacto se menciona la Torah implantada en el corazón y a un hijo de David reinando y levitas ofreciendo ofrendas a Hashem (Jeremías 31:33, 33:20-26). Los pactos de Hashem no funcionan anulando a los que vinieron previamente sino edificando sobre ellos, Pablo dirá: “Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida,} ni le añade.” (Gálatas 3:16). El pacto Abrahamico no anula el pacto con Noé, el pacto en Sinaí no anula el pacto Abrahamico, el nuevo pacto no anula a ninguno de los previos, todos forman un edificio en lugar de derribarse.

Ahora que hemos visto la relación entre pactos estamos en capacidad de estudiar Gálatas 3 donde Pablo habla mucho sobre el pacto Abrahamico y el pacto en Sinaí.


Gálatas 3:1-18. La importancia del pacto Abrahamico.

Aunque está más allá de los alcances de este comentario hacer una introducción exhaustiva a Gálatas podemos describir la situación de las comunidades de Galacia de esta manera: Ellos habitaban en la región de Galacia donde Pablo había predicado el mensaje de salvación y perdón de pecados por medio de Yeshua El Mesías. Los gentiles de Antioquía de Pisidia, Iconio y otras ciudades de Galacia recibieron su mensaje de salvación gozosos en Hechos 13 y 14. Tiempo después, personas (muy probablemente creyentes prosélitos) decían a los discípulos no judíos: “Debéis de convertiros en judíos si queréis ser salvos” y “Pablo ni siquiera es un verdadero Apóstol, mira a Pedro, Jacobo y Juan, ellos predican la circuncisión en Jerusalén”. Comentarios como estos generaron la justa indignación de Pablo por el peligro que representaban.

Pablo hace una sencilla pregunta a los creyentes de las comunidades de Galacia: “¿Recibisteis el espíritu por las obras de la Torah o por el oír por fe?” (Gálatas 3:2).

En el contexto de la pregunta “obras de la ley” no es honrar a padre y madre sino la circuncisión. En el judaísmo, la circuncisión no es simplemente uno de tantos mandamientos; es lo que marca la conversión a ser judío. Si alguien quiere convertirse en parte de la nación, debe de ser circuncidado (Exodo 12:48). En otras palabras, hablar de circuncisión es hablar de convertirse legalmente en judío.

Parafraseando lo que Pablo estaba diciendo, quedaría de la siguiente manera: “¿Recibieron ustedes el espíritu y el nuevo nacimiento por convertirse en judíos o por creer en Yeshua?”. El mensaje era claro: La conversión al judaísmo o tomar la Torah y sus mandamientos como medio de salvación no es correcto ni fue el objeto de la Torah.

¿De dónde Pablo puede saber esto? ¿Qué le hace creer que el creyente no judío no debe de convertirse en judío, como afirmaban sus oponentes? ¿Por qué el judío debe de ser judío y el gentil por regla general no debe de circuncidarse convirtiéndose en judío? La respuesta está en un lugar: El pacto Abrahamico.

Benditos e injertados

Pablo hace su punto a partir del pacto Abrahamico para demostrar que los gentiles son pueblo de Elohim por medio de Mashiaj sin tener que ser judíos y miembros de la nación física de Israel. El dice:

“Y la escritura, previendo que Elohim había de justificar a los gentiles por la fe, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones”(Gálatas 3:8).

Pablo observa en el pacto Abrahamico algo sumamente importante: hay dos promesas en torno a la humanidad en dicho pacto: La primera es una descendencia física que será una gran nación (Israel) y la segunda es una promesa universal: Todas las familias de la tierra serán benditas en Abraham (Génesis 12:3) y en su simiente (Génesis 22:18). El Eterno prometió ambas cosas a Abraham y el pacto con él es incondicional, no hay un “Si, entonces” en las promesas al padre de la fe. Por lo tanto, ambas promesas deben de cumplirse sin anularse mutuamente.

Es decir, la descendencia física de Abraham no anularía el hecho de que en la Simiente de Abraham, habría una bendición para todo el mundo. Nada que venga después puede anular esto y debe de edificar sobre este fundamento en lugar de echarlo abajo.

La simiente de Abraham en el máximo de los sentidos es Mashiaj, por ello pablo dirá aplicando un Drash a la palabra “Simiente”:

“Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno. Y a tu simiente, la cual es Mashiaj” (Gálatas 3:16).

Del Mesías se dice que levantará “Pendón a las naciones” y que sería buscado por los gentiles (Isaías 11:10). Los pueblos se congregarían a él (Génesis 49:10). En sus días, muchos pueblos se unirían a El Eterno acompañando al pueblo judío (Zacarías 2:10-11), en el esperarían los gentiles (Isaías 42:1-4) y sería luz de las naciones (Isaías 42:6). El Mesías, es la simiente de Abraham en quien todos los no judíos serían bendecidos espiritualmente. ¡Que más bendición que purificación, salvación y perdón de pecados!

Esto no quiere decir que el pueblo judío quede desplazado, la descendencia física de Abraham sigue jugando un papel importantísima, sigue siendo la nación primogénita del Eterno (Exodo 4:22), sigue siendo la nación sacerdotal y por medio de quien El Eterno hace un propósito único.

En la doctrina apostólica, para que el pacto Abrahamico tenga un cumplimiento ninguna de las dos cosas tiene que anularse: El judío no debe de perder su identidad judía pues una promesa (“Haré de ti una gran nación”) estaría en riesgo; de igual manera, los no judíos en su inmensa mayoría, deben de seguir siendo no judíos para no anular la otra (“En tu simiente serán bendecidas todas las naciones”). Si un no judío se circuncida haciendo conversión, pues ¡Deja de ser de las naciones y pasa a ser judío! Es este el riesgo que Pablo ve: La judaización del gentil que virtualmente llevaría a hacer del mundo un gran Israel, sin más naciones (Algo que obviamente no es la voluntad del Eterno).

De esta manera dirá Pablo, la salvación no puede venir por ser judío o por guardar la Torah. ¿Por qué? Porque ello estaría anulando la promesa hecha a las naciones en el pacto Abrahamico. Si la torah tiene un rol relacionado con la salvación, dirá Pablo, debe de ser algo más pero no impartir salvación. Por eso el dirá:

“Hermanos, hablo en términos humanos: Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade.” (Gálatas 3:15).

“Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con el Mesías (En el pacto Abrahamico), la ley (Torah) que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa.” (Gálatas 3:17).

El punto de Pablo es fácil: Si la salvación viniera por ser judío, la promesa hecha a las naciones en el pacto Abrahamico fue anulada quedando solamente “Haré de ti una gran nación”. Este no puede ser el caso, pues el pacto no puede ser anulado por algo que venga después.

Es por ello que Pablo hablara duramente contra aquellos que piensan que la circuncisión (conversión a judío) daba salvación (Gálatas 5:3-4) y contra la idea de que cumplir los mandamientos es una forma de recibir justificación (Gálatas 3:10). Para más información sobre este verso ver Galatas 3:10

Los no judíos tienen una promesa grande en Abraham y en su simiente, en Mashiaj ellos reciben salvación al creer como Abraham creyó sin ser circuncidado, siendo un prototipo del creyente gentil. El gentil no debe de convertirse en judío para sentirse importante, para tener identidad, para poder sentirse aceptado por El Eterno, el te acepta por lo que la simiente de Abraham, Yeshua, hizo por ti. Debes de estar muy agradecido, pues compartes de las bendiciones espirituales de Abraham por el Mashiaj.

Incluso una curiosa similitud lingüística da más poder a esto. La palabra hebrea (v’nivrahu) que significa “Serán bendecidas” está relacionada al termino hebreo “Mavrij” que significa “injertar”. Este juego de palabras, bien pudo dar paso a la analogía que Pablo hace sobre dos olivos en Romanos 11. Por lo menos, dio pie a una analogía similar en el talmud, ahí leemos:

“Rabí Eleazar dijo: ¿Qué significa el verso, Y todas las familias de la tierra serán benditas a través de ti? El Santo Bendito sea, dijo a Abraham: ‘tengo dos vástagos para injertar en ti: Rut la moabita y Naamah la amonita’ ” (Talmud Yevamot 63a)

Pablo podría estar de acuerdo con Rabí Eleazar en su interpretación de lo que implica la bendición del pacto Abrahamico en las personas de las naciones: ser injertado en Abraham. Es la mejor analogía para describir como las naciones (ramas) pueden participar de las bendiciones (savia) del olivo (Abraham). Todo eso es gracias a aquel que se entregó por Israel y por el mundo, aquel que es el vástago de David y la vara que salió del tronco de Isaí (Isaías 11:1).

Shabbat Shalom!
Isaac Bonilla

09 Oct, 2021

Parasha Noaj

Bereshit (Génesis) 6:8 – 11:32

Haftara: Isaías 54:1 – 55:5

Resumen de la parasha:

Noaj es un varón justo que camina con Elohim, El Eterno decide traer el diluvio sobre toda la tierra y empezar de nuevo el mundo con 8 personas (Noaj y su mujer y sus tres hijos y sus mujeres). Noaj construye un arca para escapar del juicio inminente, El Eterno trae el diluvio sobre toda carne y todo lo que está en la tierra perece. Noaj aguarda pacientemente en el arca y finalmente sale de ella cuando la tierra termina de secarse por completo. El Eterno establece un pacto con Noaj y da leyes para él y su descendencia (toda la humanidad) para que vivan rectamente delante de él. Los descendientes de Noaj se multiplican y poblan la tierra y se forman las naciones que se conocieron en el judaísmo como “las setenta naciones”. Nimrod se levanta y funda Babel y Nínive, una gran rebelión se da en Babel y ángeles deben de intervenir para confundir sus lenguas. La torah le da mucho énfasis a la línea de Shem el hijo de Noaj del cual viene Abraham, el padre del pueblo judío y en cuya simiente “todas las naciones (goim) de la tierra serán benditas”.


Noaj: El varón Tzadik contra la mundanidad

“Noé, varón Tzadik (justo), era perfecto en sus generaciones” (Génesis 6:9)

La parasha de esta semana lleva por nombre Noaj, el cual es el padre de toda la humanidad, el conocido personaje bíblico que construyó un arca para escapar del juicio inminente y quien se convirtió en el elegido de Hashem para dar un nuevo inicio. En la biblia, el numero 8 simboliza un nuevo inicio, después de 7 días de la semana, hay un “octavo día” el cual marca el inicio de una nueva semana, la circuncisión hecha en el octavo día indica que el niño ha nacido otra vez, ya no a la humanidad, sino al pueblo judío (Génesis 17:7,14).

Con 8 personas Hashem daría luz a un nuevo inicio con un hombre justo llamado “Noaj” (Noé) cuyo nombre viene de la raíz para alivio o consuelo. ¿Por qué fue necesario este nuevo inicio? Leemos en la Torah:

“Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia. Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra.”(Génesis 6:11-12)

La tierra había corrompido su camino delante de Hashem, una gran perversión moral había acontecido por causa de la maldad del hombre, el robo, el homicidio y la fornicación abundaban según los rabinos. Rashi dice que la palabra corrompida se refiere a fornicación y a idolatría. Hashem estaba decidido, el mazo del juez había caído: La tierra sería purificada por agua de toda la maldad; pero ¿Sería total la destrucción? ¿Acaso no quedaba un remanente fiel?

A estas preguntas la torah responde: “Eleh Toldot Noaj, Noaj Ish Tzadik tamim haya v’Dorotav Et HaElohim hithalej Noaj” (Génesis 6:9) que traducido es “Estas son las generaciones de Noé: Noé, varón justo, era perfecto en sus generaciones; con Dios caminó Noé.”

Noaj tiene un gran mensaje para nuestra generación, él pudo mantenerse puro, recto e integro en una generación corrompida. El pudo ser espiritual en una sociedad mundana, él estuvo dispuesto a ser llamado “radical”, “fanático”, “loco”, “inadaptado” (¡Y quizás hasta anticuado aunque la humanidad tenía poco tiempo!), él estuvo dispuesto a ser el diferente, el raro, el que no era como los demás, Noaj se paró ante una sociedad corrompida sin corromperse, estuvo delante de una humanidad sin integridad, andando en integridad.

La Torah no nos lo dice claramente, pero una tradición en el judaísmo indica que Noaj predicó a su generación sobre el inminente castigo, Shimon Kefa (El apóstol Pedro) registra esto cuando nos dice:

“y si no perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, pregonero de justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de los impíos;” (2 Pedro 2:5)

Noaj es llamado “pregonero de justicia” con meritos suficientes, el varón recto, integro merece tener ese título y merece ser el padre de todos los “Temeroso de Elohim”, “Bene Noaj” o “gentiles justos”, aquellos no judíos que se refugian bajo las alas del Dios de Israel sin hacerse judíos vía circuncisión.

Noaj debe de ser un paradigma para todos los discípulos del Maestro en esta sociedad. Compartimos mucho con Noaj y su generación: La corrupción galopante, la violencia de nuestros días y algo gravísimo incluso en “creyentes” en Dios: La mundanidad.

El rey David dice: “Libra mi alma de los malos con tu espada, De los hombres con tu mano, oh Eterno, De los hombres mundanos, cuya porción la tienen en esta vida, Y cuyo vientre está lleno de tu tesoro. Sacian a sus hijos” (Salmo 17:13-14)

El rey David menciona a hombres mundanos cuya porción está “en esta vida”, el se refiere a personas que no tienen ninguna esperanza mas allá de la muerte, su fin es comer y beber porque mañana morirán.

La generación de Noaj estaba sumida en una indolencia completa ante Hashem, no tenían la más ínfima sensibilidad a su palabra, ¡ni siquiera una gran y enorme arca los despertó de su sueño espiritual!

La última generación de nuestra era será como la generación de Noaj, Yeshua nos dice:

“Mas como en los días de Noaj, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre.” (Mateo 24:37-39)

La generación de Noaj vivía una vida “normal”, habían decidido hacer a un lado a Dios y ocuparse en sus quehaceres, si bien es cierto no tiene nada de malo comer y casarse (como tampoco jugar football, por ejemplo) el problema es que era eso lo que le daba significado a su vida, era eso lo más importante para ellos y no Dios; por ello no les importaba tener una sociedad tan abominable y corrupta.

Nosotros estamos viviendo en una sociedad “postmodernista” que se aleja más y más de Hashem y que lo ha excluido de sus escuelas, colegios, vidas, legislaciones, constituciones, etc. Cada vez conceptos como santidad, pureza y justicia son vistas como una utopía o como algo santurrón o “legalista”.

Esto es así, incluso en personas que profesan una creencia en Dios pero que a diferencia de Noaj solo son creyentes con la boca pues no andan rectamente delante de Elohim. Los llamados a Santidad escasean en nuestro mundo. Hashem hizo al hombre a su imagen, ahora los seudo creyentes deciden hacer un dios a su imagen conforme a sus caprichos, nadie quiere oír reprensiones contra su estilo de vida. Todo está listo para que el hijo del hombre venga prontamente para juzgar a este mundo ya no con agua, sino que con fuego, tal como se dice:

“pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos.” (2 Pedro 3:7)

En esta parasha Noaj debemos de reflexionar: ¿Estamos haciendo lo mismo que hacía Noaj? ¿Somos personas que caminan con él? ¿Andamos en integridad en nuestra vida? ¿Somos pregoneros de justicia como Noaj? ¿O somos como los que lo rodeaban simplemente criticando a los que si lo hacen? ¿Nuestra vida es espiritual o mundana? ¿Cuál es el objeto de nuestro supremo deseo? ¿Hashem o este mundo y lo que hay en él?

Así como Noaj camino delante de Elohim a pesar de las circunstancias, somos llamados a vivir en santidad a pesar de este mundo, tal como está escrito:

“Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha (tamim) en medio de una generación maligna y perversa (como la de Noaj), en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo;”(Filipenses 2:15, paráfrasis y paréntesis añadidos)


El diluvio y la misericordia de Hashem: La muerte de Matusalén.

“Porque pasados aún siete días, yo haré llover sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches”. (Génesis 8:4)

Generalmente se habla del diluvio como relacionado con la justicia de Elohim en la mayoría de disertaciones sobre el tema. Esto es adecuado debido a que el diluvio es uno de los temas más relacionados con la justicia; al fin y al cabo, fue uno de los juicios más severos de Dios sobre una humanidad pérdida que lo merecía. De hecho, Noaj escapo de ese juicio porque era “Tzadik” (justo) e integro (tamim) en sus generaciones (Génesis 6:9); en otras palabras fue la justicia de Noaj lo que le permitió escapar del juicio divino; por tanto la asociación entre la justicia de Elohim y el diluvio es totalmente acertada.

Sin embargo, para la sorpresa de muchos, también podemos ver la misericordia de Elohim en la historia del diluvio; muchos quizás pensaran con esto que nos referimos a el hecho de que Noaj y su casa escaparon, pero no es así. Estamos hablando de misericordia que Hashem mostró a toda la generación de Noaj, hablamos de gracia mostrada al mundo entero. Aprendemos de esto en la tradición judía al considerar la vida del personaje más longevo en la historia Bíblica: Metushelaj o Matusalén en español.

¿Qué tiene que ver Matusalén con la misericordia de Dios a la humanidad del diluvio? Bien, según la tradición judía, Janoj (Enoc) el padre de Matusalén tuvo la revelación de Hashem que el juzgaría al mundo entero por su maldad al morir su hijo primogénito, esto es Matusalén. Hay tres cosas que dan fuerza a esta tradición:

  1. Se nos dice que Enoc caminó con Hashem y tuvo una relación increíblemente cercana, a tal grado fue esto, que la Torah dice que Hashem lo tomó y él desapareció. (Génesis 5:24). De ahí que dicha revelación es perfectamente posible.
  2. El nombre de Matusalén en hebreo es “Metushelaj” que significa: “Su muerte envía”. Esto alude a que su muerte haría que Elohim enviara el diluvio, el juicio sobre la humanidad.
  3. Si contamos los años de Matusalén veremos que murió exactamente en el año en que vino el diluvio. El diluvio vino en el año 600 de la vida de Noé (Génesis 7:6). Matusalén engendró a su hijo Lamec cuando tenía 187 años (5:25). Lamec engendró a Noé cuando tenía 182 años (5:28). Si sumamos 187(años de Matusalén al engendrar a Lamec) +182 (años de Lamec al engendrar a Noé) + 600 (años que tenía Noé cuando vino el diluvio) nos da como resultado 969 años. Estos son los años que Matusalén vivió, tal como está escrito: “Fueron, pues, todos los días de Matusalén novecientos sesenta y nueve años; y murió.” (Génesis 5:27). Por lo tanto Matusalén murió en el año del diluvio.

Los sabios nos enseñan que siete días después de la muerte de Matusalén el diluvio vino. Matusalén murió y Hashem permitió que su luto se guardara por siete días y luego envió el diluvio.

Rashi (Rabí Shelomo Yitzjaki), unos de los sabios más prominentes de la edad media, dice: “Pues en otros siete días: Estos siete días se refieren a los siete días de luto por el justo Metushelaj, pues el Hakadosh Baruj Hu (Santo Bendito sea) fue sensible a su honor y por respeto a él demoró el castigo. Cuenta los años de Metushelaj y verás que terminan justamente en el año seiscientos de la vida Noaj” (Rashi sobre Génesis 7:4)

Esta es la razón por la que Hashem dio tanta vida a Matusalén: Como su muerte desencadenaría el diluvio si no había arrepentimiento de parte de la generación del diluvio, entonces El Eterno le alargó la vida hasta que llego el punto en donde el castigo no podía esperar. De manera que el dicho: “esa persona es más vieja que Matusalén” es un testimonio de la gran misericordia de Hashem esperando hasta el último momento a una generación perversa.

El Eterno sigue siendo el mismo Dios “tardo para la ira y grande en bondad” (Génesis 34:6), el sigue esperando que los hijos del hombre regresen a él y lo busquen como su único soberano, lo reconozcan en todos sus caminos y sean salvos de todos sus pecados. El ha dado mucho tiempo para que el mundo entero venga a sus pies y a los de su ungido, el cual se entregó por el pecado de muchos para dar liberación todas nuestras iniquidades, tal como está escrito:

“Pero Elohim (Dios), habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan;” (Hechos 17:30)

“Diles: Vivo yo, dice El Eterno el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?” (Ezequiel 33:11).

“les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Mesías padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.” (Lucas 24:26-27)

“Porque de tal manera amó Elohim (Dios) al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16).

“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.” (2 Pedro 3:9).

El deseo de Hashem para todo el mundo, judíos y gentiles, es que nos volvamos a él, en arrepentimiento, que dejemos de jugar a ser los dueños de nuestra vida cuando es EL, el juez y dueño de nuestro ser, que dejemos de vivir como si no existe un juicio venidero para todo el mundo y que nos apeguemos a él.

Para todo aquel que aun no ha reconocido a Yeshua como el sacrificio que puede darle vida eterna, hay una urgencia aun mayor. La sangre del cordero perfecto que quita el pecado del mundo (Juan 1:29) aguarda a todo aquel pecador para recibirla y obtener la liberación del pecado y ser declarado hijo de Elohim. Si aun no lo haces ¿Qué esperas? Retírate un tiempo y pide a Hashem que en virtud de la sangre de su ungido te dé el regalo de la vida eterna.

“Que si confesares con tu boca que Yeshua es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”. (Romanos 10:9)

Para los que somos discípulos del maestro y hemos experimentado el nuevo nacimiento por el espíritu de El Eterno, también el arrepentimiento es una constante. Debemos de recordar que nada menos que la perfección es la meta final, llegar a la estatura del varón perfecto es la meta final. Si bien es cierto esto se alcanzará hasta la resurrección en un sentido absoluto, debemos de irnos perfeccionando, por medio de la palabra de Hashem y su espíritu, tal como está escrito:

“Estando persuadido de esto: El que comenzó en vosotros la buena obra, la ira perfeccionando hasta el día de Yeshua el Mesías” (Filipenses 1:6 versión Textual).

¿Estamos siendo perfeccionados día a día? ¿Somos ahora mejores que hace un mes o un año? Es tiempo de saber que los hijos de Elohim debemos de perseverar en la santidad de Elohim y volvernos a él para llevar su reino como nunca antes. La creación aguarda la manifestación del reino de Dios en su máximo esplendor.

Que aquel que nos guarda de todo mal, nos haga volver a él para que ningún juicio caiga sobre nuestras vidas por desobediencia.

Shabbat Shalom!
Isaac Bonilla

02 Oct, 2021

Parasha Bereshit

Bereshit (Génesis) 1:1-6:8

Haftara: Yeshayahu (Isaías) 42:5-43:10

Sin duda alguna la parasha Bereshit es mi favorita, lo digo abiertamente: una de mis pasiones al estudiar la Torah es arribar a la parasha Bereshit. Absolutamente todas las parashot son excelentes, toda la palabra de Hashem es perfecta y es un alimento para nuestras almas; sin embargo la narración de los inicios tiene tantas cosas que se me hace muy poco tiempo y el espacio para hablar y escribir apropiadamente de ello. La historia de la creación es suficiente para escribir a favor de las pruebas científicas y filosóficas del creacionismo bíblico y exponer las distintas falencias de la teoría de la evolución, sumergirnos en los conceptos de “imagen y semejanza” de Génesis 1:26 sería muy buen tema y podríamos discutir sobre el apartado de la guía de los descarriados del Rambam. En fin, podemos discutir sobre muchos temas en esta parasha. Sin embargo únicamente nos centraremos este año en ciertos tópicos que generalmente son relevados a un segundo lugar por nuestro estudio anual de Bereshit. En esta ocasión hablaremos sobre: Nuestro deber ante la creación, las sangres de Abel.


Nuestro deber ante la creación según las escrituras y el judaísmo

Lo admito, si hay algo que odio ver es cuando la gente tira basura a las calles, me hace preguntarme si en verdad es tan difícil encontrar un basurero y tirar la basura en su lugar. Recientemente en El Salvador ha habido una serie de muertes por insuficiencia renal por tóxicos que una compañía irresponsable tiro en lugares equivocados. El mundo está cada vez más convulsionado y podemos decir juntamente con Pablo que: “la creación gime a una” (Romanos 8:22). Somos testigos de contaminación y nosotros muchas veces nos unimos no cuidando de este maravilloso mundo en donde hemos sido puestos. ¿Tendrá la biblia y la tradición judía algo que enseñarnos sobre esto? Claro que sí.

Leemos en Bereshit (Génesis) 1:26:“Entonces dijo Elohim: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza, y ejerzan dominio sobre los peces del mar, sobre las aves de los cielos, sobre el ganado, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que repta sobre la tierra”

Y además: “Tomó pues, Elohim al hombre y lo puso en el huerto de Edén para que lo cultivara y lo guardara” (Génesis 2:15. Versión textual).

¿Cuál era el objetivo de poner al hombre en el huerto? Guardarlo, cuidarlo. El hombre debía de ser el administrador de la tierra, quien guardara de la creación. ¿Cuál será la consecuencia si Adam y su descendencia no guardaban la creación?

Leemos en el midrash: “Cuando el Santo Bendito sea, creó al primer hombre, le tomó y lo condujo alrededor de todos los arboles del huerto de Edén, y le dijo: Contempla mis obras ¡Cuan bellas y maravillosas son! Y todo lo que he creado, lo creé para ti. Cuídate de no dañar ni destruir mi universo: porque si lo dañas, no hay nadie para repararlo después de ti”. (Kohelet Raba 7:20)

¿Hemos cumplido con nuestro propósito original? En un 99% no, basta ver las catástrofes naturales producto de nuestra indolencia y negligencia. No solamente hemos perdido el rumbo de nuestro propósito espiritual, sino ¡También del físico y más elemental de nuestros roles!

La humanidad clama por ser redimida y que el hijo de Java, el Rey Mesías venga prontamente para hacer que haya cielos y tierra nueva donde mora la justicia. Mientras tanto ¿Cuál debe de ser nuestro accionar como hijos de Elohim y discípulos de Yeshua? Nuestro andar debe de ser el mismo que Hashem dio a Adam: Guardar, proteger la creación.

Es inconcebible que un hombre pueda ensuciar el ambiente y tirar basura en un lugar inapropiado; que un creyente lo haga es impensable. Como discípulos del Mesías debemos de dar el ejemplo y hacer todo lo posible para que la tierra en donde vivimos sea preservada. Ningún creyente debe de tirar basura en la calle, en los ríos, en lagos, no debe desperdiciar el agua y hacer que desordenes ambientales sucedan.

Todo discípulo del Segundo Adam debe procurar que la tierra en donde el primer Adam nos dejo, luzca lo mejor posible esperando al Segundo Adam para que traiga la redención final a este mundo. Al hacer esto estamos contribuyendo a la redención del mundo al santificar el nombre de Hashem entre las naciones y también estamos cumpliendo el mandamiento de guardar la tierra y “amar a tu prójimo como a ti mismo”.

Alguno dirá: ¿Acaso no el Mesías hará la renovación de la creación? ¿Por qué ser responsables de esta edad presente que llegará a un final? En primer lugar porque es un mandamiento y en segundo lugar, el destino final de gloria mesiánica del mundo, no nos anula el deber de cuidar del estado presente de la tierra. De igual manera, todos los habitantes del mundo adorarán al verdadero Elohim (Dios) en el reino mesiánico ¿Significa eso que no debemos enseñar contra la idolatría actualmente? De ninguna manera. El hecho que el Rey Mesías renovará la tierra no es algo que debe hacernos displicentes en cuidar este hermoso planeta; todo lo contrario, debe de exhortarnos a imitar la labor restauradora que el Mashiaj hará.

Mientras trabajamos material y espiritualmente para rectificar este mundo estaremos haciendo la labor que Hashem nos ha dado, es un privilegio restaurar su mundo material y espiritualmente y cuando venga el Mesías, disfrutaremos de un mundo como nunca lo hemos visto.

¡Que sea pronto y en nuestros días!


Caín y nuestra incapacidad de ver el bien ajeno.

Todos conocemos la historia, el primer homicidio de la humanidad, la primera escena de envidia, la primera escena de maldad contra un hermano, la primera representación de la depravación humana que siguió después de la caída del hombre. La historia de Caín y Abel en Bereshit 4 marca el primer acto de maldad entre humanos relatado en la escritura y viene a ser sinónimo de salvajismo y de odio.

¿Qué produjo que Caín se enojara con su hermano? Podríamos decir que se lleno de envidia porque su ofrenda fue recibida y la de él no. ¿Por qué no fue vista con buenos ojos su ofrenda? Probablemente porque no era lo mejor de los frutos del campo, la Tora nos dice que Abel: “trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró El Eterno con agrado a Abel y a su ofrenda” (Génesis 4:4). Al decirnos esto, la Torah nos da a entender por omisión que Caín no trajo lo mejor del fruto del campo. El no agrado de Hashem no tiene que ver, como algunos han sugerido, con el hecho que era una ofrenda vegetal.

Según esta postura, Hashem solo aceptaría sacrificios de animales y esa es la razón por la que no aceptó a Caín y a su ofrenda. Esto no es cierto según la escritura pues sabemos que la ofrenda vegetal fue una de las ofrendas que Hashem acepto a instituyo en la Torah, la legislación sobre la ofrenda vegetal (conocida en levítico como “Minja”) se encuentra en Levítico 2.

Ahí leemos: “y la traerá a los sacerdotes, hijos de Aarón; y de ello tomará el sacerdote su puño lleno de la flor de harina y del aceite, con todo el incienso, y lo hará arder sobre el altar para memorial; ofrenda encendida es, de olor grato a El Eterno.”(Vaikra [Levítico] 2:2)

Como vemos, la ofrenda vegetal era aceptable delante de Hashem y por lo tanto no era la razón por la que rechazó a Caín y a su ofrenda. La razón fue la actitud que Caín tuvo y no haber traído lo mejor de los frutos del campo.

Esto lleno de envidia y celos a Caín como se dice en el verso: “pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante.” (4:5).

¿No es esto lo que es tan común entre los hombres? ¿Cuántas veces hemos visto que la envidia habita en el corazón de los hombres? ¿Cuántas veces hemos visto que la envidia no soporte ver el bien ajeno? ¿Cuántas veces nosotros mismos no hemos celebrado el bien de nuestro vecino por creer que nosotros merecíamos más ese éxito? Parece que el espíritu de Caín sigue estando entre los hijos de Adam hasta el día de hoy. Hashem nos libre de dicho espíritu de odio y envidia y haga que podamos amar a nuestros hermanos y no seamos como Caín.

Tal como está escrito:“No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas” (1 Juan 3:12).


La sangre de Abel y su clamor.

Después de haber sido rechazado con su ofrenda, Caín estaba muy triste y no pudo enseñorearse de su instinto al mal (pecado) y terminó haciendo el primer homicidio de la historia humana. Hashem lo interrogó y finalmente dijo: “Kol Deme Ajija Tza’akim Elay min Ha’adama (La voz de las sangres de tu hermano clama a mi desde la tierra)”. (Génesis 4:10).

Las sangre de Abel clamaba por venganza y por justicia, el había sido muerto sin haber hecho ningún crimen capital y sin merecerlo, lo único que hizo fue ¡Hacer una ofrenda generosa a su Dios! Caín estaba en un gran problema y Hashem puso en él, el castigo que ya todos conocemos.

En hebreo, literalmente se habla de “las sangres” de Abel, esto debido a lo que se conoce como “plural mayestático”. Este plural no es numérico sino que se usa para enfatizar la totalidad de algo o para hablar de la intensidad de algo. De ahí que también se use dicho plural cuando se habla de la ceguera que Los ángeles causaron a los hombres de Sodoma (Génesis 19:11. El hebreo literalmente dice: “cegueras”). Esto lo hace para describir la intensidad o extensión total de algo, toda la sangre de Abel clamaba a Hashem y la ceguera era total en los hombres de Sodoma. De igual manera se usa el plural “Elohim” para hablar de El Eterno, no porque haya más que un Dios, sino para enfatizar su inmenso poder y su total soberanía.

La sangre de Abel clamaba al Eterno por justicia, el homicida debía de ser castigado y al final Hashem castigo al homicida a ser errante. Desde entonces, Caín es el símbolo de la envidia, del odio, de los errantes, de los marcados con una señal particular y su nombre será siempre recordado como aquel que mato a su hermano inocente.

En la tradición judía se dice que dicho acontecimiento tuvo lugar en un 14 de Nisan, es decir el día en donde luego en la historia del pueblo judío se sacrificaría el cordero de Pesaj (Pascua). Por ejemplo, leemos en el tárgum:

“Y sucedió que después de cierto tiempo, en el decimo cuarto de Nisan, que Caín trajo del producto de la tierra, de la semilla de lino, una ofrenda de primicias ante el Señor. Abel de su parte trajo de los primogénitos de sus ovejas” (Targum Seudo Yonatan sobre Génesis 4:3)

El tárgum sigue parafraseando y haciendo una interpretación de lo que pudo haber pasado ese día, en la opinión del Targum, Caín y Abel discutieron sobre la imparcialidad de Hashem y sobre si había otro mundo en el futuro y sobre si había razón para ser bueno. Caín dijo: “No hay juicio, no hay juez, no hay otro mundo, no hay dadivas de buena recompensa para los justos ni castigo para los malvados” (Targum sobre Génesis 4:8)

Después de haber dicho esto, Caín mato a su hermano Abel en aquel día donde en el futuro Israel ofrecería el cordero de pesaj como ofrenda en el templo, en el día catorce del mes de Aviv/Nisan.

Dicha tradición nos lleva a una interesante conexión entre la sangre de Abel y la sangre de Yeshua HaMashiaj que fue derramada el día 14 de Aviv en el siglo primero para reconciliación y para perdón de pecados de Israel y de todo el mundo.

El escritor de Hebreos nos dice que nos hemos acercado “a Yeshua el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.” (Hebreos 12:24).

Yeshua, el mediador del Nuevo Pacto al igual que Abel fue asesinado por hombres inicuos quienes estaban ciegos espiritualmente. Yeshua, quien hablara de su sangre siendo derramada para el nuevo pacto, en el día 14 de Aviv, también fue asesinado por la humanidad corrupta. Como Caín, aquellos hombres mataban al que únicamente tenía un delito: Vivir rectamente delante de Dios.

La sangre de Yeshua fue derramada con muchas similitudes con Abel, únicamente hay una diferencia: La sangre de Abel clamaba por justicia y venganza desde la tierra; la sangre de Yeshua clama por misericordia y perdón para cada uno de nosotros desde los cielos, donde el entró en el tabernáculo celestial habiendo obtenido para siempre nuestra salvación del pecado.

Su sangre sigue clamando como la de Abel, pero “habla mejor que la de Abel”, pues toda su sangre clama no para que erremos indefinidamente lejos de Dios sino para traernos de vuelta a él. En lugar de decir como Caín: “Grande es mi castigo” (Génesis 4:13) podemos decir que grandes son las riquezas de su gracia en su sangre y que en él “tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia” (Efesios 1:7).

La sangre de Yeshua no nos llevará, a todos los que hemos puesto nuestra fe en él, como el sacrificio eterno por nuestros pecados y el Mesías prometido a Israel, a la cuidad terrenal de Nod. Su sangre clama para llevarnos a la Jerusalén celestial la cual es: “madre de todos nosotros” (Gálatas 4:26)

Shabbat Shalom!
Isaac Bonilla.

23 Nov, 2020

Parasha Vayetze 5780

Parashá Vaietzé (Bereshit 28:10-32:2)

Najmánides cita un dicho muy conocido: “Los eventos de los ancestros son una señal para sus descendientes”. (1) y en el caso particular de los patriarcas este adagio se cumple en una buena parte. Por ejemplo y lo más resaltable en el caso de los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob es que salieron de sus “zonas de confort” los tres tuvieron que abandonar sus tierras o alejarse un poco del centro geográfico donde habían asentado, los tres recibieron promesas de bendición, y los tres tuvieron que luchar con la esterilidad de sus mujeres; y así podemos seguir enumerando eventos que se cumplieron en cada de los patriarcas, a saber: 

  • Abraham salió de su tierra natal, y luego tuvo que salir de la tierra de Canaán y cuando estaba en Canaán hubo hambre y descendió a Egipto (Bereshit 12:10)
  • Isaac: en su caso también hubo hambre en la tierra, la Torá narra que la hambruna fue similar a la de los días de Abraham, solo que, a diferencia del primero, el Eterno no permitió que Isaac descendiera a Egipto, sino que se quedó en Gerar (Ibid. 22:1-2)
  • Jacob: de igual manera tiene que huir de su tierra, en su caso no por el hambre o escasez, sino porque su hermano Esaú lo quiere matar. Su madre Rebeca le aconseja que se vaya a la tierra de sus parientes en Harán (Ibid. 27:43).

    A demás de abandonar la tierra en donde se habían asentado, también recibieron una promesa de bendición y ser de bendición, y esto se cumpliría en una gran descendencia que será bendición a las familias de la tierra:

  • La promesa de Abraham: “Te bendeciré grandemente, y multiplicaré en gran manera tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena en la orilla del mar… Y en tu simiente serán bendecidas todas las naciones de la tierra” (Bereshit 22:17-18 LBLA)
  • La promesa que recibió Isaac: “Te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia daré todas estas tierras… Y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras; y en tu simiente serán bendecidas todas las naciones de la tierra” (Ibíd. 26:3-4)
  • La promesa que recibió Jacob: “Yo soy el SEÑOR, el Dios de tu padre Abraham y el Dios de Isaac. La tierra en la que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia. También tu descendencia será como el polvo de la tierra, y te extenderás hacia el occidente y hacia el oriente, hacia el norte y hacia el sur; y en ti y en tu simiente serán bendecidas todas las familias de la tierra.” (Ibíd. 28:13-14)

    Las esposas de los tres patriarcas tuvieron que lidiar con el mismo problema de esterilidad, tanto Sara, Rebeca y Raquel tuvieron que esperar que un milagro abriera sus vientres y concebir de una manera milagrosa. Y eso ha llevado a los sabios a preguntarse: ¿Por qué las matriarcas eran estériles? Porque Dios desea sus plegarias y anhela sus pedidos… Dios dijo: Son hermosas, son ricas; si tienen hijos, ¿cuándo escucharé sobre ellas? (2)

  • Abraham y Sara tuvieron que esperar mucho tiempo, desde la promesa hasta su cumplimiento fueron 25 años.
  • Isaac y Rebeca esperaron 20 años, para poder ver a sus hijos nacer: Jacob y Esaú.
  • Jacob y Raquel no sabemos cuánto tiempo pasó para poder ver el fruto de su amor y el cumplimiento de la promesa de una descendencia.

Y es precisamente aquí donde comienza el estudio de esta semana, el inicio de la vida de Jacob, que huye de su hermano y guiado por la mano de Dios llega a Harán y allí comenzaría su historia: De fugitivo e indefenso, se convierte en un hombre poderoso. Y la Torá comienza su narración de la siguiente manera:

“Y salió Jacob de Beerseba, y fue para Harán. Y llegó a cierto lugar y pasó la noche allí, porque el sol se había puesto; tomó una de las piedras del lugar, la puso de cabecera y se acostó en aquel lugar. Y tuvo un sueño, y he aquí, había una escalera apoyada en la tierra cuyo extremo superior alcanzaba hasta el cielo; y he aquí, los ángeles de Dios subían y bajaban por ella.” (Bereshit 28:10-12 LBLA)

    El patriarca Jacob tuvo un sueño que le impactó bastante, cuando en la biblia hay un sueño y una persona que lo interprete, las Escrituras nos revelan el significado del sueño, pero cuando no hay profeta y la Escritura guarda silencio, entonces nos da libertad de interpretar los sueños, tal es el caso de los sueños de Jacob. La Torá narra el sueño de Jacob en el cual vio: “una escalera apoyada en la tierra cuyo extremo superior alcanzaba hasta el cielo; y he aquí, los ángeles de Dios subían y bajaban por ella” 

    Muchas son las interpretaciones que se han dado a este sueño, y a continuación citaremos algunas:

  1. Los cuatro exilios: “ahora, ¡sube tú también a la escalera!” Pero Jacob repentinamente tuvo temor. “Quizás,” él dijo, “del mismo modo como estos ángeles descienden después de haber subido la escalera, también, Dios no lo quiera, tendré yo que descender si la subo.” Entonces Dios lo tranquilizó y le dijo: “no tengas miedo, porque si subes la escalera nunca descenderás de ella.” Pero esto no fue suficiente para tranquilizar a Jacob, y en algún punto profundo de su personalidad no se apoyó por completo en la promesa divina y él no subió… Así estudiamos que el versículo: “Sin embargo, pecaron nuevamente y no creyeron en las maravillas de Dios” (Salmo 78:32) se refiere a nuestro antepasado Jacob, que no subió a la escalera. Por este motivo, el Creador le amonestó y le dijo: “Puesto que no has tenido fe en Mí, tus hijos tendrán que experimentar cuatro exilios en este mundo, durante los cuales estarán sometidos al capricho de las naciones…” (3).
  2. Maimónides cita un pasaje del Midrash Tanhumá, según el cual la escalera constaba de cuatro peldaños, correspondientes a los cuatro espíritus que salen de delante de Dios para que hayan ciertos cambios en la creación: ¿Cuántos peldaños había en la escalera de Jacob? Cuatro. Al describir Zacarías la visión alegórica de los “cuatro carros que salían de entre las dos montañas, que eran montañas de bronce”, explica: son los cuatro espíritus de los cielos que salen de donde están, delante del Señor de toda la tierra. (Zacarías 6:5). (4)
  3. Matán Torá: La escalera simboliza Har Sinai, con llamas que alcanzaban el cielo y presagiaba que sus descendientes permanecerían al pie de este para recibir la Torá. En esta visión, los ángeles representaban a Moshé y a Aarón quienes ascenderían al Har Sinai, Aarón permanecería en la montaña y Moshé ascendería al cielo para recibir las Lujot (Tablas de la Ley) de Hashem. (6)
  4. La escalera representa a las oraciones: la escalera que vio en sueños representa la ascensión de la oración hacia las esferas celestiales. Los ángeles se elevan, desde la tierra, y llevan las súplicas de los hombres hasta el trono de Dios; luego vuelven a bajar hacia ellos, cargados de bendiciones celestiales. (7)

Esta última postura es muy interesante ya que los rabinos encuentran una alusión en la palabra que la torá usa al describir el encuentro de Jacob con el lugar. La palabra “Vayifgá” (se encontró) es la utilizada por la torá al decir que Jacob se encontró o se topó con el lugar. La misma palabra se utiliza en Jeremías en el contexto de la oración. Jeremías 7:16 dice: “No insistas en tus oraciones (Vayifgá) cerca de mí.” De lo cual los sabios entienden y deducen, por similitud de expresiones, que Jacob oró en aquel lugar.

    Con este entendimiento podríamos traducir el verso de la siguiente manera: Cuando se encontró o cuando llego (Vayifgá) a cierto lugar (Bamakon). Jacob se acercó a Dios o se encontró con Dios. Uno de los nombres de Dios es: Makon (Lugar). Con este entender, los sabios de Israel extraen la tradición que fue Jacob quien instituyó la oración de la noche: Arvìt. Según la tradición recogida por el Talmud (8), el oficio de la mañana fue instituido por Abraham, el de la tarde por Isaac y el del anochecer por Jacob.

    En conclusión, creo que el sueño de Jacob, en realidad idealiza y a manera de parábola nos hace entender que su sueño era el resultado de la oración, la cual sube como el incienso de la tarde, como lo dijera el salmista (Salmo 141:2). Todas nuestras oraciones y suplicas suben delante del Eterno y son como incienso y no solamente lo dice el salmista, sino que también los Escritos Apostólicos comparan las oraciones de los santos con el incienso, y nos da un detalle adicional que puede unir lo que hemos dicho hasta aquí:

“Otro ángel vino y se paró ante el altar con un incensario de oro, y se le dio mucho incienso para que lo añadiera a las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro que estaba delante del trono. Y de la mano del ángel subió ante Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos.” (Apocalipsis 8:3-4 LBLA)

    Que el Eterno nos conceda la gracia suficiente para que nuestras oraciones sean llevadas por los ángeles a los más altos cielos y que de allá nos envíen la respuesta y el cumplimiento.

    Notas:

  1. AishLatino.com
  2. Midrash Bereshit Rabá 45:4
  3. Midrash Vayikra Raba 29:2
  4. Maimónides, Guía de los descarriados II, X
  5. Midrash Bereshit Rabá 68:16
  6. Rab Elí Munk, Comentario a la Parashá Vaietze
  7. Berajot 26b
  8. HaMakom: es una manera tradicional para referirse a Dios, pues Él es el Makom (Lugar) del universo, pero el universo no tiene lugar para contenerlo (Midrash Tehilim 90) Como expresaría el sabio Salomón: “Pero, ¿morará verdaderamente Dios sobre la tierra? He aquí, los cielos y los cielos de los cielos no te pueden contener, cuánto menos esta casa que yo he edificado.” (1 Reyes 8:27)

Bajo las alas del Dios de Israel

                                                Francisco Hidalgo

17 Nov, 2020

Parashá Toldot 5780

Bereshit 25:19-28:9

Esperar y tener paciencia se vuelven una virtud en un mundo tan instantáneo. En nuestros días y por la tecnología (para bien o para mal) la paciencia y la espera es casi un suplicio, todos queremos las cosas para “ayer”, nos resulta incómodo y tedioso tener que hacer un alto en el camino de nuestra cotidianidad que está envuelto entre trabajo, compromisos y demás cosas en las cuales nuestro día se esfuma en el tiempo.

Esto pareciera la hoja de vida de un mortal común, pero no es así, es a veces también nuestro sentir cuando clamamos, oramos y suplicamos un favor del cielo y este guarda silencio ante nuestras palabras que se elevan una y otra vez; y hasta parece que se ha convertido en nuestro monologo diario. Pero sabemos y esa es nuestra fe: ninguna de nuestras palabras queda sin respuesta. Toda oración que elevamos al cielo es oída y atendida por el Dios de los cielos.

El Eterno sabe lo que necesitamos y queremos antes de hablar ¿Por qué entonces tarda tanto la respuesta? Esta es una excelente pregunta que es muy probable que nosotros la hayamos formulado en más de alguna ocasión; la respuesta a veces satisface nuestras “demandas de fe” y en otras decimos lo mismo que dijo el salmista: “Guarda silencio ante el Señor, y espera en él con paciencia” (Salmo 37:7 NVI)

Como dijimos al inicio la paciencia no es algo que está naturalmente en nuestro equipaje; pero esperar pacientemente en las promesas del Eterno es una virtud que afirma y sustenta nuestra fe. Abraham esperó veinticinco años para poder ver cumplida la promesa de un hijo, veinticinco años se dicen fáciles, pero no lo es; no es fácil esperar 25 años por el cumplimiento de una promesa. Y como si la historia se volviera a repetir, su hijo Isaac está en el mismo crisol; esperando año tras año para poder ver el fruto de su amor entre él y su amada Rivká (Rebeca) y el cumplimiento fiel de la promesa que fue dada a su padre: “Por mí mismo he jurado, declara el SEÑOR, que por cuanto has hecho esto y no me has rehusado tu hijo, tu único, de cierto te bendeciré grandemente, y multiplicaré en gran manera tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena en la orilla del mar, y tu descendencia poseerá la puerta de sus enemigos.” (Bereshit 22:16-17 LBLA)

La promesa de una descendencia era el ancla donde giraba la fe del patriarca, después de la Akedá, la promesa era más sólida y palpable, ahora había llegado el momento de conocer la transición entre Abraham y su hijo Isaac. Y es en esta porción de la Torá donde comienza la historia del heredero de la promesa.

“Estas son las generaciones de Isaac, hijo de Abraham: Abraham engendró a Isaac. Tenía Isaac cuarenta años cuando tomó por mujer a Rebeca, hija de Betuel, arameo de Padán-aram, hermana de Labán arameo. Y oró Isaac al SEÑOR en favor de su mujer, porque ella era estéril; y lo escuchó el SEÑOR, y Rebeca su mujer concibió.” (Bereshit 25:19-21 LBLA)

Para los que, por primera vez, quizás leen la historia de Isaac y Rebeca, la Torá nos sorprende con el texto con el cual iniciamos; parece que la Torá resume el tiempo en unas cuantas frases. El escritor sagrado dice que Isaac oró por su esposa, pues ella era estéril y Rebeca su mujer concibió. Si la Torá finalizara aquí, diríamos que la vida del heredero de la promesa fue “fácil”, no tuvo que esperar más de dos décadas para ver y palpar el cumplimiento de la promesa de Dios, no tuvo que lidiar con hambruna en la tierra, no tuvo que lidiar con hombres de desearan su mujer; y los “no tuvo” pueden seguir; sin embargo, Isaac tuvo que lidiar con todo esto y más.

Pero comencemos donde tenemos que poner el inicio de la historia del heredero de la promesa. Isaac, al parecer, no tenía muchas cosas de las cuales preocuparse; el patriarca poseía muchas cosas que, bajo la lógica del mundo, lograrían darle una vida fácil, por ejemplo:

  • Abraham dio todo, todas sus riquezas pasaron a manos de Isaac.
  • Cuando su madre murió, encontró consuelo en su esposa.
  • Al final de los días de su padre, hubo una “reconciliación” con su hermano Ismael.

Y así podemos seguir enumerando las cosas buenas que le pasaron a Isaac y casi podríamos concluir que era el hijo de una bendición y que nació en una cuna bendita y consecuentemente su vida no tendría ningún inconveniente. No tendría que luchar por nada en la vida pues ya lo tenía todo.  Pero de aquí en adelante Isaac nos ensañará que en la vida de un justo también hay tención, hay luchas; hay enemigos que vencer y sobre todo hay que saber esperar en las promesas del Eterno.

El texto que leemos al inicio de esta Parashá, nos puede llevar a pensar que Isaac oró hoy por su esposa que era estéril, y que un día después ella quedó embarazada y nueve meses después había un recién nacido en su cuna, en el cuarto que ellos habían preparado. Parece hasta una historia sacada de otro lugar y no de las Escrituras, pues si somos honestos con la Torá; el asunto no fue tan fácil. Leemos en el texto antes citado que Isaac oró, pero la pregunta inmediata seria ¿Cuánto tiempo oró? Y una segunda pregunta sería ¿Durante todo el tiempo que oró Isaac por su esposa que había en la mente de Rebeca? Y una última pregunta sería ¿Este tiempo de espera afectó la relación entre ellos y su fe en Dios?

La Torá nos responde la primera de las tres preguntas ¿Cuánto tiempo oró Isaac para que su esposa concibiera? La Tora comienza diciendo que Isaac tenía cuarenta años cuando tomó por mujer a Rebeca (Bereshit 25:19) y más adelante las Escrituras nos dicen que cuando nacieron sus hijos Isaac tenía sesenta años (Ibid. 25:26). Esto nos lleva a la conclusión: Isaac oró veinte años por su mujer, y a los veinte años él recibió respuesta a su oración.

En primer lugar, la Torá nos dice que Isaac oró, la palabra que se ha traducido como oró, suplicó, o rogó en muchas versiones es la palabra hebrea: vayetar que viene de una raíz que significa abundancia, como lo menciona Rashí: El verbo “Atar” (implorar) implica insistencia y repetición del mismo acto (1); como también comenta Abarbanel: Quiere decir que oró insistentemente ante Dios, frente a su mujer, para poder tener hijos de ella y no de otra mujer. (2)

Quizás por esa razón es que cuando leemos en algunas versiones: Isaac oró, nuestra mente proyecta una imagen espontanea: Isaac oró y su esposa concibió, en cuestión de horas, a lo sumo días el Eterno ya había contestado; pero no fue así. Isaac imploró, suplicó, rogó, oró insistentemente al Eterno para que su esposa pudiera concebir. Fue una súplica insistente, un ruego constante lo que llevo a la respuesta Divina.

Yeshúa nos enseñó a orar siempre y a no desmayar, él contó la parábola de una viuda y un juez injusto. La viuda iba todos los días delante del juez a pedir justicia, y al ver la insistencia de la mujer el juez dijo: porque esta viuda me molesta, le haré justicia; no sea que por venir continuamente me agote la paciencia. Y esta fue la conclusión y aplicación que enseñó nuestro Santo Maestro de la parábola:

“Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche?  ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia.”  (Lucas 18:1-8 RV95)

La conclusión de este primer punto sería: podemos decir que nuestra oración debe ser insistente, de día y de noche; no desmayar. Tenemos a un Dios que se ha comprometido a cumplir nuestras peticiones (si estas tienen un fin santo, y un propósito que no está en contra de su voluntad), pero no debemos de sentir la oración como una carga, sino que debemos de orar con insistencia y con alegría a sabiendas que Él contestará nuestras peticiones, como bien nos enseñó nuestro Santo Maestro Yeshúa, cuando dijo:

“Y todo lo que pidáis en oración, creyendo, lo recibiréis.” (Mateo 21:22 RV95)

En segundo lugar, debemos de orar, pero debemos de creer. No debemos de atar las bendiciones del cielo con frases como: “quizás”, “tal vez”, “algún día”. No debe de haber una contradicción entre lo que expreso con mi boca hacia el cielo; y lo que contesto con mis labios cuando me cuestiono o me cuestionan. Debemos de confiar en las promesas de Dios; Debemos de pedir creyendo que lo recibiremos, debemos de clamar con la seguridad que lo tendremos. Como lo dijera Jacobo el hermano de nuestro Santo Maestro:

“Pero pida con fe, no dudando nada, porque el que duda es semejante a una ola del mar, impelida y zarandeada por el viento.” (Santiago 1:6 BTX)

Isaac sabía que él tendría hijos, porque Dios ya había prometido que el destino de Abraham se cumpliría a través de la descendencia de Isaac (Bereshit 17:19); no obstante, le rogó a Dios que la bendición se hiciera realidad a través de la mujer tan meritoria que estaba parada frente a él. (3) Isaac sabía a perfección que él era el hijo de la promesa y que esa promesa implicaba entre muchas cosas una descendencia. Consecuentemente esa descendencia tenía que salir de su esposa Rebeca y de él, ellos tenían que ser los padres de aquella casta.

Es muy probable que después de la Akedá, cuando el ángel habla con Abraham, Isaac escuchara las palabras del mensajero Divino cuando dijo: “multiplicare tu descendencia como las estrellas de los cielos y como la arena del mar.” (Bereshit 22:17). Entonces Isaac no oraba por un hijo, sino para que su cumpliera la promesa de un hijo.

Esto nos puede llevar a concluir que Isaac no pedía solo por pedir, sino que él pedía para que se cumpliera la promesa que pesaba sobre sus hombros; esta promesa lo llevo a suplicar y rogar para que se cumpliera en él y en su esposa; para ver un linaje que siguiera la herencia de su padre Abraham; volcó toda su fe para creer a pesar de la esterilidad de su esposa. La fe lo llevó a ver más allá de lo que sus ojos y sus sentidos veían y percibían. Como está escrito: “andamos por fe y no por vista” (2 Corintios 5:7)

Esto es algo poderoso, nuestra fe en Dios debe de ser genuina y no actuar por lo que vemos sino por lo que creemos y muchas veces no obtenemos lo que pedimos porque no pedimos con fe. Y está escrito que sin fe es imposible a gradar a Dios (hebreos 11:6), pero no solamente debemos de creer en Dios, creer en su existencia, su realidad y de su poder creador; sino que también debemos de creer: Que recompensa a los que lo buscan (Ibid.)

Debemos de creer en sus promesas y sobre todo debemos de confiar plenamente que Él las cumplirá. Dios cumplirá cada una de las promesas que nos ha dicho, tal como está escrito: “porque todas las promesas de Dios son en él “sí”, y en él “Amén”, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.” (1 Corintios 1:20 RV95) En el Mesías todas las promesas de Dios son “Amén”, si Dios lo ha dicho se cumplirán en su tiempo, y su tiempo es perfecto y es por eso que el salmista escribió: “porque en tu mano están mis tiempos” (Salmo 31:15).

En tercer lugar, no solo basta con orar y esperar, hay que actuar. Las Escrituras no nos relatan lo que pasó durante los veinte años de espera, sabemos por lo que hemos dicho, que fueron veinte años de oración insistente y constante. Pero los sabios añaden información para llenar esos veinte años de vacío que no narra la Torá. A pesar de que el Midrash no necesariamente es una narración exacta históricamente de lo que sucedió, busca dar una idea de cómo pudieron darse las cosas. Algunas enseñanzas de los sabios son las siguientes:

  • Rabí Eliezer comenta que Isaac llevó a su esposa estéril a orar con él al monte Moriá, el sitio de la Akedá. (4)
  • El Midrash nos da más información de lo que paso en monte Moriá: Tanto Isaac como Rebeca rezaron y ofrecieron un sacrificio. Isaac oró permite que los hijos que me darás nazcan de esta mujer justa. Rebeca oró permite que los hijos que me darás sean de este Justo. (5)

El patriarca enfrentó más problemas: los hombres de Gerar desearon a su mujer y en especial Abimelec. El nombre de Isaac quedó en la memoria de la historia por cosechar en aquel año al ciento por uno (Bereshit 26:12) y esto le generó una lluvia de problemas, a saber: esta prosperidad hizo que tuvieran envidia de él, hubo una riña por el agua de algunos pozos, lo expulsaron de la tierra, y todo por envidia al ver su prosperidad.

En medio de este huracán él nunca desistió y nunca perdió su fe y consecuentemente el Eterno estaba con él en cada uno de esos momentos cuando quizás él pensaba que estaba solo, quizás se cuestionaba por la realidad que estaba viviendo. Y en ese momento el Eterno se le aparece para confirmar que Él era el Dios de su padre Abraham como está escrito:

“Y el SEÑOR se le apareció aquella misma noche, y le dijo: Yo soy el Dios de tu padre Abraham; no temas, porque yo estoy contigo. Y te bendeciré y multiplicaré tu descendencia, por amor de mi siervo Abraham.” (Bereshit 26:24 LBLA)

Quizás tenemos peticiones que aún no sean cumplido, quizás hemos orado por muchos años y aún no vemos la respuesta; quizás estamos pasando un momento desagradable y hay personas que sienten envidia por lo que el Eterno nos ha dado y bendecido, estamos en un punto de transición de la fe y la duda, hoy el Dios de Abraham y de Isaac nos dice:

“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes,  porque yo soy tu Dios que te esfuerzo;  siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” (Isaías 41:10 RV95)

Notas:

  1. Rashí, Cementerio a la Parashá Toldot
  2. Isaac Abarbanel, Comentario a la Parashá Toldot
  3. Rabí Ovadiah ben Jacob Sforno, comentario a la Parashá Toldot
  4. Pirkei de Rabí Eliezer 32
  5. Bereshit Rabá 63:5  
    
    

    Bajo las alas del Dios de Israel

    Francisco Hidalgo

03 Nov, 2020

Parasha Vayera

Bereshit 18:1-22:24

    El Eterno había establecido un pacto con Abraham Avinu como lo leímos en la Parashá pasada (Lej Lejá); este pacto implicaba por lo menos dos cosas, a saber:

  1. La Tierra: El Eterno había dicho a Abraham que saliera de su tierra y que Él le revelaría a donde tendría que dirigirse. Es muy probable que cuando Dios dice a Abraham que vaya a la tierra que Él le mostrara aun no le había revelado el destino, la ubicación y/o el nombre de la tierra a la cual lo llevaría; pero más adelante la Torá dice que cuando Abraham llegó a la tierra de Canaán, el Eterno se le apareció al patriarca y le dijo: “A tu descendencia daré esta tierra” (Bereshit 12:7).    El Eterno fue muy claro y no había nada más que cuestionar, la tierra que daría por heredad al linaje de Abraham seria la tierra de Canaán. Esa tierra pertenece por decreto Divino a todos los hijos de Abraham; a todos aquellos que tienen la señal del pacto en su carne y que pertenecen al linaje de Abraham, Isaac y Jacob; esto es: la tierra pertenece a todo hijo de Israel tanto al natural como converso (prosélito).  
  2. Una descendencia. Abraham había salido de su tierra y de su parentela a una tierra que el Eterno mostraría y revelaría. La tierra de Canaán seria  la elegida para ser la herencia de la descendencia que el Eterno daría a Abraham. La descendencia hasta este momento histórico era algo que aún no se vislumbraba en el horizonte, solamente había una promesa. A pesar de muchos años de espera, la espera seguía siendo muy incierta, a pesar que en reiteradas ocasiones el Eterno había dicho que vendría.  Y mientras se concretizaba la promesa de un hijo que heredaría el linaje escogido de Abraham; el Eterno había sellado en la carne de Abraham y los suyos la “señal del pacto” entre el Dios Altísimo y la nación que saldría de los lomos del padre de la fe.

        A pesar de ciertas dudas que minaban los pensamientos del patriarca, Dios cumpliría la promesa. A pesar que Abraham fue muy claro al decirle al Eterno que su heredero sería Eliezer el damasceno. El Eterno le dijo que no; no sería un siervo quien heredaría, sino que – Dijo el Eterno – un hijo tuyo será el quien te herede. (Bereshit 15:4)

    Y en todo este contexto el Eterno establece el pacto de la circuncisión (Brit Milá), cambia el nombre de Abram a Abraham, cambia el nombre de su esposa de Sarai a Sara y da la promesa del nacimiento de Isaac. La Parashá pasada finaliza precisamente cuando Abraham es circuncidado junto a toda su casa. Y en este contexto da inicio nuestro estudio de esta semana.


“Y el Señor se le apareció en el encinar de Mamre, mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda en el calor del día. Cuando alzó los ojos y miró, he aquí, tres hombres estaban parados frente a él; y al verlos corrió de la puerta de la tienda a recibirlos, y se postró en tierra, y dijo: Señor mío, si ahora he hallado gracia ante tus ojos, te ruego que no pases de largo junto a tu siervo.” (Bereshit 18:1-3 LBLA)

    En esta Parashá podemos ver un acto de hospitalidad sin igual. La descripción de la hospitalidad sería conocida y recordada por su bondad (Jesed); como lo menciona el profeta: “otorgaras la verdad a Jacob y bondad a Abraham” (Miqueas 7:20). Y esta bondad es puesta en práctica cuando tres desconocidos visitan a Abraham Avinu.

    Según la tradición el relato de la Torá comienza en el tercer día después del Brit Milá (1) ahora bien, en este inicio de la porción de esta semana comienza diciendo que Abraham fue visitado por tres ángeles. Según los sabios de Israel, estos tres ángeles eran: Miguel, Gabriel y Rafael. Miguel informo, a Abraham que Sara iba a tener un hijo (v. 14); Gabriel, que destruiría a Sodoma (19:25); y Rafael que curaría a Abraham y salvaría a Lot. (2)

La hospitalidad sin precedentes del patriarca es descrita por la Torá, cuando les ofrece hospedaje y un banquete a los tres forasteros. Pero la Torá no solo describe la hospitalidad y la bondad de Abraham, sino que también; las Escrituras enfatizan: la prontitud y la diligencia, con la cual atiende a sus huéspedes. Abraham se apresuró a saludar sus huéspedes. Como lo describe la Torá: “salió corriendo de la puerta de su tienda a recibirlos” (Bereshit 18:2); y con esta diligencia apresuró a Sara: “se apresuró a ir a la tienda, cerca de Sara, y dijo: ¡Toma pronto tres medidas de flor de harina, amásalas y haz tortas!” (Ibíd. 18:6) y también a sus criados: “En seguida, corriendo hacia la vacada, Abraham tomó un becerro tierno y bueno, y se lo dio al mozo, y éste se apresuró a aderezarlo.”  (Ibíd. 18:7).

    Toda esta diligencia por atender a sus huéspedes hizo que se ganara en todo el mundo ser el paradigma de bondad. Como dicen los sabios en el Midrash: “¿Quién hizo Jesed con quienes no lo necesitaban? Fue Abraham Avinu, quien les dio a los ángeles” (Vaikrá Rabá 34:8). Si quisiéramos exponer en orden sistemática la bondad de Abraham podríamos hacerlo en tres puntos:

  1. Había diligencia en su bondad: Corre a saludar y a dar la bienvenida a sus huéspedes, ofrece un banquete a extraños; pero así como corre a saludarlos, así también apresura a su esposa y a sus criados para que se apresuren a preparar todo lo que ha ofrecido.
  2. Ofreció poco y dio mucho. Según los sabios esta es una cualidad única de los tsadikim (justos), como es descrita en el Talmud: “Los justos prometen poco y dan mucho, mientras los malvados prometen mucho y no cumplen ni con lo mínimo.” (3)
  3. Su bondad no solamente era expresada a personas, sino también a pueblos enteros. Es por esa razón que el Eterno lo llama: “Av Hamon Goyim” (Padre de muchas naciones)

Y este tercer punto marcará la partida a un tópico muy interesante, Abraham no solamente se preocupaba por el bienestar de las personas sino también de los pueblos y las naciones. Por ejemplo, cuando el Eterno le dijo que destruiría a las naciones de: Sodoma, Gomorra, Adma, Zeboim y Zoar, Abraham comienza a interceder y a mediar por ellas, a pesar de que estas ciudades tenían fama de estar lejos de Dios y su comportamiento las había hecho dignas del juicio Divino. Aun así, Abraham intercedió y rogó por ellas. Como un padre intercede por su hijo.

    En la Parashá pasada (Lej Lejá) dijo el Eterno a Abram, que su nombre ya no sería “Abram” sino: Abraham. Porque él sería: “Av Hamon Goyim” (Padre de muchas naciones Bereshit 17:5). En un sentido biológico y de pacto, Abraham es padre de la nación de Israel; pero también es padre de los Ismaelitas (Ibíd. 25:12); y también de los Madianitas (Ibíd. 25:1). En el sentido estricto de pacto, Abraham es el padre de todo judío que este bajo el pacto de la circuncisión:

“Dijo además Dios a Abraham: Tú, pues, guardarás mi pacto, tú y tu descendencia después de ti, por sus generaciones. Este es mi pacto que guardaréis, entre yo y vosotros y tu descendencia después de ti: Todo varón de entre vosotros será circuncidado. Seréis circuncidados en la carne de vuestro prepucio, y esto será la señal de mi pacto con vosotros. A la edad de ocho días será circuncidado entre vosotros todo varón por vuestras generaciones; asimismo el siervo nacido en tu casa, o que sea comprado con dinero a cualquier extranjero, que no sea de tu descendencia.”  (Bereshit 17:9-12 LBLA)

    Dios cambió el nombre de Abram a Abraham, explicando que este nuevo nombre indica su nueva identidad y misión. El nombre Abraham  significa: Padre de multitudes. Como bien lo describe la Torá, cuando cambia su nombre: “Ya no será tu nombre Abram, sino que tu nombre será Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes” (Bereshit 17:5 RV95) La frase que ha sido traducida como: padre de muchedumbre de gentes, en hebreo es la siguiente: Av Hamom Goyim, que literalmente se podría traducir, como: padre de muchas naciones.

Y en un sentido más amplio no solamente es el padre de muchas naciones, sino el padre de todo el mundo. Como lo interpreta uno de los rabinos de la edad media que hasta nuestros días tiene mucha influencia en la exegesis de la Torá: “Abram indica que solo era padre de Aram, su lugar de origen, aun cuando ahora había pasado a ser padre de todo el mundo.” (4)

    La Torá entonces declara que Abraham es: “Av Hamon Goyim”, el padre de muchas naciones. Los Sabios convirtieron el significado del nombre de Abraham en un acróstico (5). Escribieron cada una de las seis letras hebreas de Av Hamon que indica un aspecto diferente de la posición e influencia de Abraham en el mundo.

        א (Alef) – te he hecho un padre (Av) a las naciones;

        ב (Bet) – Te he hecho elegido (Bachur) entre las naciones;

        ה (Hei) – te he hecho amado (Haviv) entre las naciones;

        מ (Mem) – te tengo un rey (Melekh) para las naciones;

      ו (Vav) – te he hecho ejemplar (Vatik) entre las naciones;

      ן  (Nun) – Te he hecho fiel (Ne’eman) entre las naciones.

Abraham  ocupa  un  lugar  fundamental  en  la  historia  de  toda la humanidad, como los sabios lo han dicho, él es padre de las naciones y ese fue su llamado y el significado de su nombre: ser padre de muchas naciones o como lo menciona Rashí: padre del mundo. Desde la perspectiva apostólica todo creyente en el Dios de Israel que ha sido regenerado por el sacrificio de Yeshua nuestro Mesías es hijo de Abraham según la promesa; hoy en día, en cada nación y pueblo hay creyentes en el Dios de Israel y tienen la misma fe de Abraham: creemos y adoramos al único Dios verdadero, el creador de los cielos y la tierra.

    Abraham es nuestro padre por la fe que hemos depositado en el sacrificio vicario de Yeshúa. Pablo declara que Abraham no solamente es padre de los de la circuncisión (el pueblo judío), sino también padre de “los creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les sea contada por justicia.” (Romanos 4:11 RV95) y sigue diciendo:

“Plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido. Por eso, también su fe le fue contada por justicia. Pero no solo con respecto a él se escribió que le fue contada, sino también con respecto a nosotros a quienes igualmente ha de ser contada, es decir, a los que creemos en aquel que levantó de los muertos a Yeshúa, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.” (Ibíd. 4:23-25 RV95)

     La fe que tuvo Abraham no solamente era en la promesa que recibiría un hijo y de ese hijo una descendencia tan grande como las estrellas de los cielos y la arena del mar, sino que también “su fe le fue contada por justicia” (Bereshit 15:6; Romanos 4.22). ¿Cuál es la fe que nos justifica delante de Dios? Según lo que acabamos de leer, seria creer:

“en aquel que levantó de los muertos a Yeshúa,  Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.” (Romanos 4:25)

    Las escrituras dicen que hemos sido justificados por fe: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios.” (Ibíd. 5:1). Un escritor protestante lo ejemplifica así “Nuestra paz con Dios no es como la que se hace ente dos naciones que antes habían estado en guerra, sino como aquella que se hace entre un rey y sus súbditos rebeldes y culpables. Si nuestros corazones llegan por fin a descansar, es porque Dios, en contra de quien pecamos, ha sido plenamente satisfecho en la cruz.” (6)

   La paz que ahora experimentamos ha sido gracias al sacrificio de Yeshúa quien se entregó por amor a nosotros, él nunca pecó; el no merecía morir. Nosotros nos habíamos revelado en contra de nuestro creador, habíamos pecado en contra de Él y merecíamos la muerte, pues escrito está: “La paga del pecado es muerte” – pero bendito sea el nombre de nuestro buen Dios y padre que habita en las alturas, porque el versículo no termina con esa condena funesta, sino que finaliza con esperanza y con lo que hemos recibido por fe, como sigue diciendo la Escritura – “Pero la dádiva de Dios es vida eterna en el Mesías Yeshúa, Señor nuestro”  (7).   

Notas:

  1. Midrash HaGadol 18:1
  2. Rashí, Comentario a la Parashá Vayerá
  3. Babá Metsia 87ª
  4. Rashí, comentario de Bereshit 17:5
  5. Shabat 105ª
  6. William R. Newell, Romanos versículo por versículo, Pág. 133
  7. Romanos 6:23

27 Oct, 2020

Parasha Lej Lejá

Hace casi cuatro mil años Dios le dijo a un hombre que saliera de su tienda y que contara las estrellas del cielo (si es que podía contarlas) con una mirada triste miró el firmamento y vio que era una empresa imposible. Entonces Dios le dijo: así como no puedes contar las estrellas del firmamento así será tu descendencia, como las estrellas de los cielos y como las arenas del mar así serán de numerosos tus descendientes, los cuales nadie podrá contar.

    Se necesitaba un nivel de fe enorme para poder creer en esa promesa, a sabiendas que era imposible humanamente hablando, ya que “el padre de Aram” (1) no tenía ni un tan solo hijo porque su esposa era estéril. Si salir de su tierra y de su parentela hacia un lugar inhóspito era difícil, ¿cuánto más difícil, habrá sido creer en la promesa de un hijo que se convertiría en una gran nación? No en vano es conocido como el padre de la fe.

    En esta Parashá entra al escenario de la historia: Abraham Avinu (Abraham nuestro padre). Siendo el primero en su tierra y quizás de su generación en reconocer y proclamar a Dios como Creador del Universo. Desde Noaj hasta Abraham transcurrieron 10 generaciones. Abraham vivió 175 años y tuvo dos hijos (sin tomar en cuenta a los hijos con Ketura, mencionados en Bereshit 25:1-4) que serían protagonistas de la historia: Ishmael (Ismael) e Yitsjak (Isaac).

    Dios le ordenó a Abraham que salga de su tierra y que vaya a una tierra que Él le mostraría y este acto de fe es el que define y da inicio a su historia. Su historia resuena en todo el mundo y a partir de ahora comenzaremos a estudiar un poco de su vida. La vida de Abraham Avinu.


“Y el SEÑOR dijo a Abram: Vete de tu tierra, de entre tus parientes y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré. Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendigan, y al que te maldiga, maldeciré. Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra. Entonces Abram se fue tal como el SEÑOR le había dicho; y Lot fue con él. Y Abram tenía setenta y cinco años cuando partió de Harán.” (Bereshit 12:1-4 LBLA)

    Este relato bíblico es el inicio de la gran historia de Abraham, quien nació en la cuna de la civilización, en una de las ciudades más antiguas y ricas en su historia. Ur de los caldeos (Babilonia y/o Mesopotamia). Sin lugar a duda, referente del inicio de la historia de la humanidad, de la religión, y también sinónimo de idolatría. 

    Por casi dos mil años, Babilonia fue una de las ciudades más importantes del mundo, era el centro comercial y financiero de toda Mesopotamia, el centro de una “X” geográfica que unía al Oriente con el Mediterráneo y Egipto con Persia. Sus escribas y sacerdotes esparcieron su herencia cultural a través del mundo conocido. Las artes de adivinación, astronomía, contabilidad, y ley comercial privada, todo surgió de Babilonia. (2)  Y es precisamente de esa región de donde surgiría Abraham el padre de la fe en un solo Dios, incorpóreo y personal; esta fe era contraria a la de sus conciudadanos e incluso contraria a la de su padre Téraj (Taré).

    La historia de Abraham y su padre Téraj está ampliamente comentada en la literatura judía, los sabios de Israel han vertido páginas y enormes comentarios que buscan arrojar luz y llenan los vacíos que la Torá deja en la biografía de Abraham. En primer lugar, veremos su nacimiento y luego analizaremos un poco la basta información que los sabios han vertido con respecto a la conversión al monoteísmo y como Abraham abandonó el sistema idolátrico de su país.

  • El nacimiento de Abraham

    Como dijimos al inicio, la Torá no narra muchos detalles de la vida de Abraham. La tradición judía, ha transmitido numerosas historias sobre la vida temprana de Abraham. Los midrashim no son necesariamente factualmente ciertos, sino que dan una idea de cómo las cosas pudieron haberse desarrollado. Leemos, por ejemplo, sobre el nacimiento de Abraham:

“Y fue en la noche en que Avram nació, que todos los sirvientes de Téraj, y todos los hombres sabios de Nimrod, y sus magos vinieron y comieron y bebieron en la casa de Téraj, y ellos se regocijaron con él esa noche. Y cuando todos los hombres sabios y los magos salieron de la casa de Téraj, ellos levantaron su mirada a los cielos para ver las estrellas, y ellos vieron, y he aquí una grande estrella que venía del este, y corría en los cielos, y se tragó a cuatro estrellas en los cuatro lados de los cielos. Y todos los hombres sabios y los magos del rey estaban estupefactos con la visión, y los sabios entendieron este asunto, y ellos conocían su importancia. Y ellos se dijeron uno al otro: Esto sólo se traduce al niño que ha nacido a Téraj esta noche, quien crecerá y será fructífero y se multiplicará, y poseerá la tierra, él y sus hijos para siempre, y él y su semilla matarán grandes reyes, y heredarán sus tierras”. (Libro de Yashar [Jaser] 8:1-4)

    Prácticamente toda la erudición considera que este no es el libro mencionado en Josué 10:13 y en 2 Samuel 1, sino que constituye una agrupación de midrashim que se desarrollaron en muchos siglos. Como tal provee de una fuente interesante para enseñarnos como los sabios de Israel entrelazaron la historia real (descrita en la Torá) y una historia alegórica para enseñarnos la importancia del nacimiento del padre de la fe.

  • La conversión de Abraham Avinu

En esta ocasión citaremos dos Midrashim los cuales nos arrojarán luz para entender cómo es que los sabios de Israel entienden y/o sugieren cual fue el proceso de su conversión al monoteísmo. Abraham llegó a una deducción lógica de la existencia de un Dios único y creador de todo; a partir del diseño de la creación, lo cual lo llevó a concluir que hay un solo Dios creador y sustentador del universo.

“Dijo R. Itzjak: Esto puede ser comparado a un hombre que estaba viajando de lugar en lugar cuando vio un edificio en llamas.  “¿Es posible que este edificio no tenga una persona que lo cuide?”, se preguntó.  El dueño del edificio miró y dijo: “Yo soy el dueño del edificio”.  Similarmente, porque nuestro padre Abraham dijo: “¿Es concebible que el mundo no tenga un conductor?”.  El Santo, Bendito es Él, miró y le dijo: “Yo soy el Conductor, el Soberano del Universo”…por eso “Dijo Dios a Abraham: Sal de tu país y de tu lugar natal y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré…”” (5).  

 

“Se crio en una cueva, lejos del mundo cruel que lo circundaba. Con su mente fenomenal reconoció a Su Creador desde que tuvo tres años, habiendo llegado a esta conclusión observando y razonando. -Quizás debería adorar a la tierra, pensó, porque es debido a lo que ella produce que nos mantenemos. Pero en realidad la tierra no es todopoderosa porque depende del cielo para la lluvia. ¿Debo entonces inclinarme ante el firmamento? El poder que domina al firmamento es por cierto el sol que mantiene al mundo con vida por su calor y su luz. El sol debe ser el dios poderoso que me creó a mí y a todo el universo que me rodea. Avram se postró ante el sol. Pero cuando cayó la noche y el sol desapareció dando lugar a la luna, Avram pensó que la luna debía ser divina. Pero abandonó la idea cuando se dio cuenta que la luna brillaba sólo de noche. Finalmente, al observar el ritmo habitual del día y la noche, de las estaciones y todas las leyes de la naturaleza, Avram dedujo que existe la presencia de un Creador sabio y omnipotente. Avram se preguntó – ¿Cómo es que los cuerpos celestiales salen y se ocultan a una hora determinada? Debe haber una inteligencia superior que los dirige.” (6)

    Estos Midrashim describen el desarrollo teológico de Abraham y acentúan que él llegó a su conclusión por sí mismo; no tuvo maestro. Él razonó que debía haber alguna gran fuerza en este mundo; Lo que aprendemos o lo que deberíamos aprender de estos relatos, es que Abraham llegó por deducción lógica a una verdad teológica: Dios es el creador de todo; Debe haber una Primera Causa, debe haber un Dios. Si comenzamos a analizar la tierra y el universo veremos que existe un diseño único y que nada está aquí por azar.

Abraham llegó al pleno convencimiento que debía haber un Creador al contemplar la creación. Todo ser humano puede hacer lo mismo según la biblia. A la revelación que El Eterno ha dado en la observación misma de la creación se le conoce teológicamente como revelación general. A la serie de argumentos que se han elaborado para dar evidencia de la existencia de Dios a partir de la revelación general se le conoce como teología natural. El argumento más popular de la teología natural es el famoso argumento a partir del diseño. Veremos esto a continuación.

La Revelación General:

    Algunas definiciones:

  1. “La revelación de Dios en la naturaleza, en la historia providencial, y en la ley moral dentro del corazón, por lo que todas las personas en todos los tiempos y lugares adquieren un conocimiento rudimentario del Creador y sus exigencias morales.” (7)
  2. La revelación general es la que Dios hace de sí mismo a todas las personas, en todos los lugares y en todos los tiempos. Dios se revela a sí mismo de modo general a través de la naturaleza, o sea, de su creación. La revelación general es una revelación de Dios a través de sus obras de creación y providencia de un modo natural, universal, e indirectamente. Esta revelación es general tanto por su accesibilidad universal como por la generalidad del contenido de su mensaje.

    Los textos utilizados para para exponer esta revelación desde su contexto escritural son los siguientes:

  • “Los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos.” (Salmos 19:1 RV95). El salmista apela a la vasta e ilimitada inmensidad de la bóveda celeste, la precisión de los astros en su desplazamiento orbital a través del espacio, la perfección de cada una de las estaciones, la armonía del movimiento de nuestro planeta en su mismo eje y del movimiento de traslación, el número impresionante de galaxias que la ciencia nos ha revelado a través de potentes telescopios y la cantidad incontable de estrellas que las conforman poblando el espacio, hablan elocuentemente de la grandeza, la sabiduría y el poder de Dios.
  • “Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó: Lo invisible de él, su eterno poder y su deidad, se hace claramente visible desde la creación del mundo y se puede discernir por medio de las cosas hechas. Por lo tanto, no tienen excusa.” (Romanos 1:19-20 RV95). El eterno poder y la naturaleza Divina de Dios son “claramente visibles” y “entendidas” por medio de las cosas hechas, ¡no hay excusa para negar estos hechos! Con estos textos en mente, podemos decir que: “La revelación general, medida a través de la naturaleza, la conciencia y el orden providencial de la historia, que tradicionalmente se ha entendido como un testigo universal a la existencia y el carácter de Dios.” (8)

El Argumento Teleológico:

    El argumento toma su nombre de la palabra griega “telos”, que significa: propósito u objetivo. La idea es que se necesita un diseñador para producir un diseño, y así, cuando vemos cosas destinadas obviamente para un propósito, podemos asumir que esas cosas fueron hechas por una razón. El argumento teleológico es también conocido como el “argumento del diseño.” Este declara que un diseñador debe existir ya que el universo y las cosas vivientes exhiben marcas de diseño en el orden, consistencia, unidad y modelo de cada uno de ellos. En otras palabras, un diseño implica un diseñador. Intuitivamente hacemos estas conexiones todo el tiempo.

    El argumento teleológico aplica este principio a todo el universo. Si el diseño implica un diseñador, y el universo muestra las marcas de un diseño, entonces el universo fue diseñado.  “Una analogía típica de éste, es el “argumento del relojero” (Watchmaker Argument), el cual fue dado por William Paley (1743-1805). El argumento es el siguiente: Si Ud. encuentra un reloj en un campo vacío, lógicamente concluirá que este fue diseñado y que no es el producto de una formación al azar. De igual manera, cuando miramos la vida y el universo, es natural concluir que existe un diseñador y que vemos cómo la forma del universo y de la vida, operan perfectamente. El ojo es usado típicamente como un ejemplo de diseño. Este tiene un desarrollo maravilloso; pero para que cumpla su función, deben existir muchas partes convergentes que de forma individual no tendrían función, sino que tienen valor sólo en el todo del diseño. Sólo en la total combinación es que éstos exhiben su función completa y esta función se debe al diseño.” (9)

    Además de demostrar la existencia de Dios, el argumento teleológico expone las deficiencias en el neodarwinismo. El movimiento del diseño Inteligente en la ciencia aplica la teoría de la información a los sistemas de vida y muestra que la casualidad no puede ni aún comenzar a explicar la complejidad de la vida.

    Para probar la existencia de Dios, los teístas frecuentemente usan el argumento teleológico. Por ende, este argumento sugiere que donde hay diseño, debe haber un diseñador. En una forma lógica, el gran PhD Norman Geisler, presenta el argumento de la siguiente manera:

  1. Todo diseño implica un diseñador.
  2. Hay un gran diseño en el universo.
  3. Por lo tanto, debe haber un gran diseñador del universo.

    Cada vez que vemos un diseño complejo sabemos, por experiencia, que provino de la mente de un diseñador… A demás, mientras mayor el diseño, mayor su diseñador. (10)

    Hace aproximadamente 2,750 años, el profeta Isaías declaro que el Eterno había hecho los cielos y la tierra y no solamente dice que es el creador, sino que también, esta creación tiene un propósito, como esta está escrito:

“Porque así dice el Señor, que creó los cielos. Él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso. No la creó en vano, sino para que fuera habitada la creó: Yo soy el Eterno y no hay otro.” (Isaías 45:18 RV95)

    Este texto es muy interesante y nos ayuda a entender que el Eterno no solamente es el creador (Creó los cielos), sino que también Él es el gran diseñador (formó, hizo y compuso), y no solamente nos revela, que el Eterno es el creador y diseñador del universo, sino que también la creación y ese diseño de nuestro planeta “no es en vano” sino que tiene un propósito: “para ser habitada” (N.V.I.) 

Según la tradición judía, el claro entendimiento de Abraham lo llevó a enfrentar un juicio severo a manos de Nimrod:

“Entonces Téraj lo agarró y lo llevó ante Nimrod.”

  • “¡Adoremos al fuego!”, propuso Nimrod.  
  • “Mejor adoremos al agua, que extingue al fuego”, respondió Abraham.
  • “¡Entonces adoremos al agua!”  
  • “Adoremos mejor las nubes que traen al agua”.  
  • “¡Entonces adoremos las nubes!”  
  • “Mejor adoremos los vientos que dispersan a las nubes”.  
  • “¡Entonces adoremos al viento!”  
  • “¡Mejor adoremos a los seres humanos, que resisten al viento!”  
  • “Tú sólo estás jugando y cambiando palabras”, él exclamó; “¡nosotros vamos a adorar sólo al fuego!  Y he aquí, que te arrojaré a él y que tu Dios, el que tú adoras venga y te salve de él” (12).

    En los siguientes estudios continuaremos meditando sobre los desafíos, las pruebas y la fe de Abraham hasta llegar a ser: padre del pueblo judío y padre de los de la fe en Yeshúa, como lo mencionan los Escritos apostólicos.

Bajo las alas del Dios de Israel

Francisco Hidalgo

 

Notas:

  1. Para algunos sabios, Rashí entre ellos, “Abram” puede significar: padre de Aram. Otra posible definición es: padre enaltecido.
  2. Antonio Caballero, “Rebuilding Babylon”, World Press Review, febrero de 1990, P. 74
  3. Kotez Mamarim del R. Eljanán Waserman pág. 11-16
  4. Rav Ari Kahn, Comentario a la Parashá Lej Lejá
  5. Midrash Rabá Bereshit 39:1
  6. Midrash HaGadol 12:1
  7. Demarest, BA y Lewis, GR, integrativa Teología: Conociendo la Realidad Última, el Dios de estar, 3 vols., Zondervan, Grand Rapids, MI, vol. 1, p. 61, 1987.
  8. Demarest, BA, la revelación general: Vistas históricos y temas contemporáneos, Zondervan, Grand Rapids, MI, p. 14, 1982.
  9. (Matt Slick, www.miapic.com/el-argumento-teleologico)
  10. Norman Geisler, Ron Brooks, Apologética, Pág. 24-25
  11. Midrash Rabá Bereshit 38:13

22 Oct, 2020

Parasha Noaj

La Parashá de la semana pasada (Bereshit) finaliza diciendo: “Noaj halló gracia delante del Eterno” (Bereshit 6:8) ¿Qué es gracia? Y ¿Quién es Noaj? Son preguntas que darán rumbo al estudio de esta semana. La primera pregunta será la introducción de nuestra Parashá; y la segunda pregunta será contestada en el desarrollo del estudio de esta semana.

Entonces comencemos dándole repuesta a las preguntas: ¿Qué es gracia? Y ¿Qué es hallar gracia delante del Eterno? En primer lugar, la palabra que traducimos como “gracia” viene de la palabra hebrea “jen” que puede significar: “favor” o “bondad”, la encontramos con más frecuencia traducida como “gracia” en la famosa frase “Si he hallado gracia a tus ojos”:

“Si he hallado gracia a tus ojos” (Bereshit 30:27)

“Si he hallado gracia ante tus ojos” (Shemot 33:13)

En los dos ejemplos que hemos expuesto podemos ver un factor común, ambos buscan el favor del otro. Labán buscaba el favor de Jacob y Moshé buscaba el favor del Eterno. Esta podría ser la definición etimológica de la palabra hebrea “Jen” o de la palabra griega “Járis”. Esta definición tiene una figura que se expresa y ejemplifica, y esto es cuando un rey extiende el cetro y  hallamos gracia o favor delante de sus ojos, y concede nuestra petición; por ejemplo, cuando Ester encontró gracia delante del rey y este le extendió el cetro: “Y cuando el rey vio a la reina Ester de pie en el atrio, ella obtuvo gracia ante sus ojos; y el rey extendió hacia Ester el cetro de oro que estaba en su mano…  el rey le dijo: ¿Qué te preocupa, reina Ester? ¿Y cuál es tu petición?” (Ester 5:2-3 LBLA; ver también Nehemías 2:5-9)

Entonces la gracia expresa el concepto de la bondad o el favor dado a alguien, por ende, la gracia es el favor que encontramos o recibimos, y este favor puede ser dado por una persona o por el Dios de los cielos. Con este concepto en mente podemos entender lo dicho por Rabí Shaúl: “Por gracia sois salvos” (Efesios 2:8).

Entonces la gracia es el favor que encontramos delante del rey del universo el cual nos perdona, nos acepta, nos da vida y nos salva de la ira venidera (Romanos 5:10). La Torá dice que Noaj halló gracia delante del Eterno y en la porción de esta semana vemos como él y su familia fueron salvos del castigo que el Eterno envió a todo el mundo, y solamente él y su familia hallaron gracia delante de Dios y fueron salvas del juicio que se derramó sobre toda la creación; todo ser el cual había aliento de vida pereció, porque la tierra se había contaminado y el castigo fue derramado.


“Estas son las generaciones de Noé. Noé era un hombre justo, perfecto entre sus contemporáneos; Noé andaba con Dios. Y Noé engendró tres hijos: Sem, Cam y Jafet. Y la tierra se había corrompido delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia. Y miró Dios a la tierra, y he aquí que estaba corrompida, porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra. Entonces Dios dijo a Noé: He decidido poner fin a toda carne, porque la tierra está llena de violencia por causa de ellos; y he aquí, voy a destruirlos juntamente con la tierra.” (Bereshit 6:9-13 LBLA)

Como cuestionamos al principio del estudio ¿Quién es Noaj? La Torá lo presenta con los elogios más grandes, los rabinos notan que es uno de los pocos personajes a los cuales las Escrituras dan tantos halagos, como lo menciona el inicio de nuestra Parashá: Noaj ish tsadik tamim (Noaj varón justo y perfecto). La Torá hace un recuento de las generaciones desde Adam hasta Noaj, las cuales fueron diez. Este varón llamado Noaj, es catalogado por la Torá misma como “Justo y perfecto”, el cual, por causa de esta rectitud, fue salvo en medio de su generación perversa. El Eterno decide borrar de la faz de la tierra a esta generación, por medio del diluvio, pero Noaj halló gracia delante de Él y Noaj y su familia son salvos del juicio.

La historia de Noaj es bien conocida, pero aun así Noaj es una personalidad difícil de comprender.  ¿Cuál fue la naturaleza de la rectitud de Noaj?  La descripción de Noaj como un hombre recto e íntegro en su generación, ha suscitado muchos comentarios. ¿Por qué la limitación “en su generación”? esta “limitación” ha hecho que los sabios (jajamim) adopten dos posturas con respecto a la justicia de Noaj. Para algunos rabinos esto significa que Noaj únicamente era justo en comparación con su generación (en otras palabras, en otra generación más justa, Noaj no hubiera sido tan elogiado), para otros rabinos, esta frase significa que Noaj era justo a pesar de la generación, esto es, que en otra generación hubiese sido incluso más justo.

Veamos los comentarios de los rabinos:

Comentarios que consideran a Noaj siendo justo a pesar de su generación:

  • “Noaj era un hombre extraordinario, un tsadik (justo) cuya rectitud sostenía al mundo entero. Tres tsadikim (justos) constituían la formación del mundo entero: Adam, Noaj y Abraham.” (Midrash shojer tov 34:1)
  • “Estas son las generaciones de Noaj: Noaj fue un hombre justo, y perfecto en su generación.  Yohanán dijo: En su generación, pero no en otra generación.  Resh Lakish sostenía: (Aún) en su generación – cuánto más en otra generación.” (Talmud babli Sanedrín 108a)
  • “A Noaj es posible aplicarle el texto (Tehilim [Salmos] 1:1) “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, no se detuvo en camino de pecadores, ni se ha sentado en silla de escarnecedores”.  A pesar de la permisividad prevaleciente en el comportamiento ético y moral, sus propios antecedentes eran impecables. No se permitía a sí mismo ser influenciado por sus pares. Se sometió a la humillación de parecer como ridículo ante las tres generaciones en las que vivió- la Generación de Enoc, la Generación del Diluvio y la Generación de la Dispersión- y se mantuvo inmutable en su servicio a Hashem. El respetó fielmente las seis mitzvot que Hashem le ordenó a Adam.” (Midrash Bereshit Raba 26:1)

Comentarios que consideran a Noaj siendo justo solo comparado con su generación:

  • “¿Qué es lo que Dios le contestó a Noaj cuando él dejó el arca y vio el mundo destruido?  Él (Noaj) comenzó a llorar ante Dios y dijo: “Señor del universo, Tu eres llamado misericordioso. Tu tendrías que haber sido misericordioso con Tu creación”.  Dios le respondió diciendo: “Tu eres un pastor tonto.  Ahora dices eso.  ¿Por qué no has dicho esto en el momento que Yo te dije que veía que eras recto en tu generación, o luego cuando Yo dije que traería un diluvio sobre las personas, o luego cuando ordené construir un arca? Permanentemente iba demorándome y dije: ¿Cuándo es que él (Noaj) pedirá misericordia para el mundo? ¿Y ahora que el mundo está destruido, tu abres la boca para llorar frente a Mí y suplicarme?”” (Zohar Hashmatot, edición Margaliot Bereshit 254b)
  • “La Torá describe a Noaj como un tsadik, (5:9) “perfecto en su generación”. ¿Qué nos sugiere este último agregado? Nos enseña que Noaj era justo únicamente en relación con los de su generación. Si hubiese vivido en los tiempos de Moshé o de Samuel no habría sido considerado virtuoso. “En el país de los ciegos el tuerto es rey”.  Un hombre tenía una bodega de vinos. Un día bajó hacia allí para llevarse un poco de vino y descubrió que su vino se había transformado en vinagre. Caramba- murmuró mientras abría un barril tras otro y los encontraba ácidos. – Se echó todo a perder. Al final descubrió un barril que estaba sólo medio ácido. Este está sensacional- exclamó – comparando con el resto, podía considerárselo bueno. De la misma forma, Noaj es llamado tsadik comparado con su generación perversa.” (Midrash Bereshit Raba 30:10)

Estas son los diferentes comentarios que los rabinos dan sobre Noaj. El Eterno a través del profeta Ezequiel lista a Noaj como un hombre muy justo, junto a Daniel y Job:

 “Y aunque estos tres hombres, Noé, Daniel y Job, estuvieran en medio de ese país, ellos, por su justicia, sólo se salvarían a sí mismos–declara el Señor DIOS.  Si yo hiciera pasar por la tierra fieras y ellas la despoblaran, y se volviera desolada sin que nadie pasara por ella a causa de las fieras, aunque estos tres hombres estuvieran en medio de ella, vivo yo–declara el Señor DIOS–, ni a sus hijos ni a sus hijas podrían salvar; sólo ellos se salvarían, pero el país quedaría desolado.” (Ezequiel 14:14-16 LBLA)

Esto nos da pie a concluir que no solamente en su generación Noaj era justo, sino que también en el tiempo de los profetas Daniel y Ezequiel (605-539 AEC Aprox.) Noaj hubiera seguido brillando como un hombre justo. Sin embargo, es bueno señalar que por su justicia no hubiera librado a su familia de haber vivido en la generación del exilio babilónico.

Los escritos apostólicos también nos señalan que Noaj pregonó sobre el juicio venidero, tal como está escrito:

“Tampoco perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, pregonero de justicia, con otras siete personas, y trajo el diluvio sobre el mundo de los impíos” 2ª Pedro 2:5 RV95)

Noaj anunció el juicio venidero a sus contemporáneos, sin embargo, por alguna razón careció de la influencia necesaria para hacer un impacto, además de esto, no vemos a Noaj intercediendo por su generación al estilo de Abraham y de Moisés. Noaj era un gran justo, pero por alguna razón le faltó liderazgo. Este nuevo nivel tendría que esperar a Abraham avinu.

Sería bueno que nos preguntáramos: ¿Qué estoy haciendo por mi generación, estoy anunciando las buenas nuevas de salvación o simplemente veo con tristeza y desdén como este mundo se va al precipicio de su concupiscencia?

Para finalizar es interesante ver que la palabra “teváh” es usada únicamente en dos ocasiones: en la narración del diluvio, cuando el Eterno ordena a Noaj construir el arca (Tevá o Teváh) y en Shemot 2:3 para designar la “cesta” (tevá) que la madre de Moshé utilizo para ponerlo en el rio y evitar que se hundiera en las aguas del Nilo. Si somos acuciosos notaremos que, en los dos casos, la tevá cumple la misma función: En el primero, salva de la muerte a Noaj y a su familia de una muerte segura bajo las aguas del diluvio; y, en el segundo, salva al que sería el redentor del pueblo de Israel.

El término hebreo que se ha traducido como: arca (Bereshit 6:14) y cesta o canasta (Shemot 2:3) es la palabra: tevá o teváh. Tevá también puede ser traducido también como: “palabra”. Esto nos puede enseñar que para la salvación del mundo en el tiempo de Noaj se necesitó una “tevá”; en los tiempos de la opresión de Egipto se necesitó otra “tevá” para salvar al redentor del pueblo de Israel. En nuestros tiempos también necesitamos de la “Tevá” la palabra de Dios que se hizo hombre, nuestro Santo Maestro Yeshúa en quien tenemos redención, perdón de pecados y salvación.

Yeshúa es la palabra de Dios (“Logos” en griego; “Dabar” en hebreo; y “Memra” en arameo), las Escrituras lo llaman así: La Palabra.  Por Ejemplo, Juan lo llama: La palabra de Vida (1 Juan 1:1). Solo en Yeshúa podemos encontrar vida, por nuestra fe puesta en su sacrificio nosotros pasamos de muerte a vida; pasamos de estar muertos en delitos y pecados a ser limpios por la sangre de Yeshúa (1 Juan 1:7).

Así está escrito, no podemos tener salvación en ningún otro nombre, solamente en “La Memra Hashem” (la palabra de Dios) que se manifestó para que seamos salvos de la ira venidera, como bien lo dijo Pedro: “Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, en el cual podamos ser salvos.”  (Hechos 4:12)

Nuestra fe y esperanza va más allá de nuestra salvación personal, también en el tiempo futuro Yeshúa vendrá con poder y gloria y vencerá al reinado del mal y su manifestación será gloriosa; cuando de inicio a la redención final, como lo describen las Escrituras:

“Entonces vi el cielo abierto, y había un caballo blanco.  El que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, en su cabeza tenía muchas diademas y tenía escrito un nombre que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre y su nombre es: La Palabra de Dios. Los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, lo seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro. Él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. En su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores” (Apocalipsis 19:11-16 RV95, énfasis añadido)

Esta es nuestra fe y en Él esperamos, en la Palabra de Dios que vino y vendrá a reclamar el trono de David y reinará durante mil años, sobre todas las naciones. Esta es nuestra fe y nuestra esperanza y esta esperanza no avergüenza. Amén

Bajo las alas del Dios de Israel

Francisco Hidalgo

 

12 Oct, 2020

Parasha Bereshit

Bereshit (Génesis) 1:1-6:8

Probablemente corrían los años 168 – 167 AEC cuando el tirano Antíoco Epífanes IV llegó a Jerusalén con el propósito de erradicar la fe una vez dada a los santos. Tenía como menester que los hijos de Israel apostataran de fe, abandonaran las buenas leyes que habían guardado durante toda su vida como nación libre; su misión principal era erradicar el Judaísmo desde sus cimientos, e imponer un nuevo sistema filosófico-religioso: el helenismo.

Dentro de las costumbres a erradicar estaban: el Shabat, la circuncisión, la luna nueva, etc. La Torá estaba en riesgo. A pesar de que había grupos que habían aceptado la cultura helénica, también es cierto que había personas piadosas y celosas por la Torá y por el verdadero culto al Dios Israel. Esto daría como resultado el levantamiento de los Macabeos. Un sacerdote judío rural, llamado Matatías, encendió la chispa contra el Imperio seléucida al rechazar la adoración de los dioses griegos. Después de su muerte lo sucedió su hijo Judas “el Macabeo” quien finalmente llevó a Israel a una de las victorias más icónicas de la historia del pueblo judío. Victoria que se conmemora hasta el día de hoy en la fiesta de Janucá.

Pero antes del grito de victoria ocurrieron grandes atropellos en la dignidad y la fe de muchos judíos que se negaban a aceptar la adoración pagana y la erradicación de la fe judía. Pero hay un relato en particular que nos ayudara a entender una de las doctrinas fundamentales de nuestra fe. Nos referimos al relato de los siete hermanos y su madre.

El rey Antíoco IV quería obligar a fuerza de látigo y castigos atroces,  que el pueblo apostatara de su fe y comieran carne de cerdo, pero todos se negaron, mientras esto sucedía la madre dijo a uno de sus hijos menores una verdad fundamental, de las Escrituras, y de la cosmovisión judeo-cristiana, y esto fue lo que ella dijo: “Te ruego, hijo, que mires al cielo y a la tierra, que veas todo lo que hay en ellos y entiendas que de la nada Dios lo hizo todo; y que de la misma manera creó el género humano.” (II Macabeos 7:28)

Esta es una de las doctrinas fundamentales de nuestra fe: Dios creó todo lo que nosotros vemos y lo que nuestros sentidos perciben, e incluso los ámbitos espirituales que no podemos ver; fueron creados por su gran sabiduría e infinito poder. Esta verdad fundamental lo encontramos en el primer versículo de la Torá y es con esta afirmación que damos inicio al estudio de la Torá.


“Bereshit bará Elohim et hashamáyim ve’et ha’árets.”

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Bereshit 1:1)

La Torá comienza declarando que en el principio el Eterno creó los cielos y la tierra de la nada (creatio ex nihilo). Dios crea al mundo a partir de la nada. Esto quiere decir que antes de la creación no había ni materia ni tiempo. Únicamente existía Dios. Al crear el mundo, Dios, crea también el espacio y el tiempo. Las ideas eternas existentes en Dios constituyen los factores que constituyen el mundo y son la materia, el tiempo y la forma. A partir de sus propias ideas, Dios, creó una parte de los seres ya en su forma perfecta e inmutable (esto es que no pueden cambiar la forma como fueron creadas, por ejemplo: los ángeles.). Otra parte de las criaturas está sujeta al cambio como, por ejemplo, sucede con el cuerpo de los seres vivos (los animales y nosotros podemos cambiar dependiendo el lugar en donde vivamos o nos múdenos a otro tipo de clima, ambiente, etc. Lo que se conoce como: adaptación y/o micro evolución).

A la acción de Dios creando todo lo que existe a partir de a nada se le da el nombre de: Creatio ex nihilo es una locución latina que significa: creación de la nada. Esta expresión se usa en oposición a creatio ex materia, que significa: creación a partir de materia preexistente, una expresión de pensamiento que enseñaba que el mundo fue creado por uno o varios dioses a partir de materia preexistente. Y es claro que la Palabra de Dios no enseña esto. Dios no creó el universo a partir de materia preexistente.

Dios creó todo a partir de la nada. En el principio Dios y sólo Dios creó todo el universo. Como lo encontramos a lo largo y ancho de la revelación de Dios al hombre, esto es: La Biblia.  En donde se declara que por su palabra fue creado todo:

  • “Por la palabra del Eterno fueron hechos los cielos… porque él dijo, y fue hecho; él mandó,  y existió.”(Salmo 33:6,9)
  • “En el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos y también la tierra” (2 Pedro 3:5 RV95)

Todas las Escrituras declaran que el Eterno hizo los cielos y la tierra, pero como dijimos al inicio, la grandeza de nuestro Dios es, que Él hizo todo, creó todo de la nada. Antes de la creación no había materia, no había nada; tan es así, que no había ni tiempo. Solo eternidad. “Al principio solo había Dios, y ninguna otra cosa, ni ángeles, ni esferas, ni las cosas en ellas contenidas. El produjo todo de la nada, tal como ahora es, por su voluntad y deseo. Hasta el tiempo se cuenta entre las cosas creadas” (1)

La palabra que se utiliza la mayoría de las veces para expresar la acción creativa del Eterno es el hebreo “Bara”. La mayoría de las ocasiones se usa para describir la acción de Dios trayendo a existencia una o mas cosas. Es bueno aclarar que la palabra en si misma, no implica necesariamente, creatio ex nihilo (por ejemplo es usada en la creación del hombre, quien fue creado a partir de materia preexistente, esto es, el polvo) sino que puede significar creación a partir de componentes previamente creados por El Eterno. Otras palabras en hebreo son usadas para describir el accionar del Eterno y es el contexto el que nos informa si estamos delante de una creación de la nada, o Dios utiliza componentes previamente creados por Él. La doctrina de la creatio ex nihilo no significa que todo fue creado por El Eterno a partir de la nada, sino que enseña que:

  • El Eterno existía antes de cualquier cosa creada y no había una materia co-existente con Él.
  • El Eterno no creó el mundo tomando una porción de si mismo.
  • El Eterno creó los componentes primordiales de los cielos y la tierra (átomos, materia, espacio, etc) partir de la nada, por medio de su gran poder. Luego, Él creó más cosas a partir de esto.

¿Qué significa que El Eterno creó algo a partir de la nada? ¿Qué queremos decir con esto? Aquí el gran comentarista, Ph.D Norman Geisler lo expresado magistralmente:

“Entonces hubo un tiempo en que el  universo no existía y luego existió, después de que Dios lo creara. Esto es lo que significa la creación “de la nada” (en latín, ex nihilo). No significa que Dios tomara un «puñado de nada» e hiciera algo, como si la «nada» fuera algo a partir de lo que se pudiera hacer el mundo. Lo único que había era Dios y nada más. Dios hizo que existiera algo que hasta ese momento no había existido… El mundo provino de Dios pero no es de Dios. Él fue su causa pero no su sustancia. Dio origen a la existencia del mundo, por él, pero no está hecho con partes de él, no es de él en ese sentido. Sin embargo, si el mundo no fue creado a partir de Dios (ex Deo) ni a partir de ninguna otra cosa (ex materia) co-existente con él, el mundo debió haber sido creado de la nada (ex nihilo). No hay otra alternativa. Dios creó una cosa que antes de que la creara no existía, ni en él ni en ninguna otra parte.”  (2)

Y con esta luz podemos entender mejor la Escritura cunado dice: “Por la fe comprendemos que el universo fue hecho por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.” (Hebreos 11:3 RV95)

En segundo lugar veremos que Dios no solamente creó todo, sino que también sostiene a todo lo creado, por medio de aquel que es el propósito de la creación. Así que, no tan solo el mundo fue creado por la palabra, sino que se sostiene por la palabra.

Todo el universo fue creado por el Eterno, y nada de todo lo que hay en él puede subsistir sin su cuidado y sustento. Esto es como una máquina que alguien crea, sino le da mantenimiento esta se arruina y se vuelve inútil. El Eterno cuida a toda la creación e interviene en ella. Es decir, Él está constantemente involucrado en sostener lo que ha creado.

Nuestra visión como Teístas Bíblicos (esto es creemos en un Dios, uno y único, el Dios de la Biblia)  discrepa con la cosmovisión Deísta. A pesar que ellos también creen en Dios, su manera de ver a Dios es diferente. El deísmo es una corriente de la filosofía que admite, mediante el raciocinio y la experiencia, la existencia de Dios como creador del universo. La doctrina, sin embargo, no acepta otros elementos característicos de las religiones en su relación con la divinidad.

Para los deístas, no existen los milagros. El deísmo reconoce que Dios ha creado el universo aunque no cree en su intervención posterior para orquestar su destino. En general el deísmo acepta que hay un Dios creador, pero que abandono a su creación; ya que no interviene en ella. La creó y la abandonó.

Nosotros como Teístas Bíblicos creemos que el Eterno creó el universo, interviene en su creación (a través de milagros y otras manifestaciones espirituales) y que sostiene todo lo creado. Nada en el universo existe independientemente de Dios. Él creó todo lo que fue creado y lo sostiene para que el universo se mantenga y sostenga en un equilibrio perfecto y armonioso. Como lo comenta Ramjal:

    “Es sabido y evidente, que todo lo que existe, tanto lo superior como lo inferior, fue creado pues la Divina Inteligencia lo consideró necesario y útil para el propósito de la creación. Asimismo, las leyes naturales como las propiedades que rigen todo lo creado fueron instituidas de acuerdo a lo que la Divina Sabiduría decretó, en función de lo apropiado para cada elemento de la creación. Y la misma razón que impulsó su creación determina que continúen existiendo en tanto produzcan un beneficio a la existencia en general, como lo citamos. Por ello, Dios Todopoderoso, Creador de todo lo existente, continúa supervisando a sus criaturas y manteniéndolas en el estado deseado por El.” (3)

Este mismo pensamiento encontramos en varios lugares de los Escritos Apostólicos, en donde encontramos dos verdades fundamentales, a saber. 1) Todo fue creado por Dios por causa del Mesías; y 2) todo es sostenido por él. Estos conceptos lo encontramos en los escritos de un Rabino del primer siglo, quien dice del Mesías:

“Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación, porque en Él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, visibles e invisibles: tronos, dominios, principados, potestades; todo fue creado por Él y para Él, y Él es antes de todas las cosas, y todo subsiste en Él” (Colosenses 1:15-18 BTX )

Esta manera de pensar es parte de la cosmovisión de los sabios de Israel. En sus escritos podemos ver como ellos afirman que el mundo fue creado para el Mesías, tal como lo encontramos en el Talmud: “Rabí Yojanán dijo: El mundo fue creado por causa del Mesías, ¿cuál es el nombre de este Mesías? La escuela de Rabí Shila dijo, “su nombre es Shiloh, porque está escrito, hasta que venga Siloh. (Génesis 49:10)” (4)

Hablar, escribir y predicar de la creación, de los inicios de todo es algo apasionante y que nos puede llevar a descubrir cientos de comentarios, explicaciones y conclusiones de los orígenes del universo, del creador de los cielos y la tierra. Y a la vez nos puede llevar a la conclusión que delante de su sabiduría y poder es poco lo que conocemos de Él. Es necesario pedir humildad para que nuestras mentes no se envanezcan y pretendiendo ser sabios nos hagamos necios (Romanos 1:22) y también sabiduría para comprender todos sus misterios y propósitos como lo está escrito en el libro de Sabiduría:

“Dios de mis antepasados, Señor misericordioso, que por tu palabra has hecho todas las cosas, que con tu sabiduría has formado al hombre para que domine sobre toda tu creación, para que gobierne el mundo con santidad y rectitud y administre justicia con recto corazón: dame la sabiduría, que reina junto a ti, y no me excluyas del número de tus hijos, porque soy tu siervo, hijo de tu sierva, hombre débil, de breve existencia, incapaz de entender la justicia y las leyes.” (Sabiduría 9:1-5 DHH)

Notas:
    1.Maimónides, Guia de los descarriados, Libro 2, capitulo XIII   
    2.Ravi Zacharias, Norman Geisler, ¿Quién creo a Dios?, Pág. 28-29
    3.Rabí Moshé Jaim Luzzatto, Derej Hashem, sección 2, capitulo 1
    4.Sanedrín 98b

Bajo las alas del Dios de Israel

Francisco Hidalgo

21 Sep, 2020

Parasha Haazinu

Devarim (Deuteronomio) 32:1-52

Haftara: Oseas 14:2-10, Joel 2:15-27, Miqueas 7:18-20.

“Alegraos gentiles con su pueblo”.
Hemos arribado a la penúltima parasha del ciclo anual de la Torah. La parasha de esta semana consiste únicamente de un capitulo, pero ¡Vaya que capitulo! En un capitulo leemos un cantico profético con contenido escatológico que describe la historia de Israel, desde la entrada a la tierra prometida hasta la era Mesianica; sin duda alguna una parasha muy interesante y con mucho que estudiar.

La porción de la Torah de esta semana es Ha’azinu, en ella encontramos el cantico que lleva el mismo nombre y que se conoce como “El cantico de Moshe”. El cantico contiene un alabanza al Eterno (1-5), una descripción del cuidado del Eterno por Israel (6-14), la apostasía del pueblo (15-18), el castigo del Eterno en los exilios sufridos por el pueblo judío (19-26), una advertencia a las naciones para entender que el castigo del Israel vino por su Dios, y no por la fuerza de sus enemigos (27-35), el final del castigo de Israel y su redención final (36-43). Como dijimos ¡Toda la historia de Israel en 43 versos!

En este artículo trataremos sobre el último de los versos del cantico. Este verso es muy importante puesto que se habla de la relación que hay entre judíos y gentiles y como esto debe de ser expresado entre los creyentes en Yeshua. En los últimos años, con el descubrimiento del contexto judío de la fe en Yeshua, ha habido mucha confusión con la relación entre judíos y gentiles creyentes. En otros lugares hemos hablado sobre esto y se pueden consultar nuestros estudios en la sección de “Bene Noaj”.

En la Torah leemos: “Harninu Goim ‘amo” (Devarim 32:43), que puede traducirse como “cantad gentiles con su pueblo” o “cantad naciones a su pueblo”. Pablo cita este pasaje traduciéndolo como: “Alegraos gentiles con su pueblo” (Romanos 15:11). A pesar de que este pasaje puede parecer redundante en los escritos apostólicos, posee una importancia invaluable a la hora de comprender el plan del Eterno para Israel y el mundo, y como debe de ser la relación entre judíos y gentiles, su llamado delante del Eterno y su responsabilidad ante sus mandamientos.

En este estudio responderemos dos preguntas ¿A quienes se refiere Pablo cuando dice “gentiles”? ¿A judíos asimilados o a personas que no descienden de Abraham, esto es no judíos? La otra pregunta es ¿Son los gentiles creyentes en Yeshua “El pueblo del Eterno”?

En nuestros días hemos visto nacer un movimiento muy curioso entre discípulos no judíos creyentes en Yeshua. Los nombres de estos círculos pueden ser “efrainitas”, “teología de las dos casas”, “raíces hebreas”, etc. En su gran mayoría, hay algo que se enseña con respecto a los gentiles creyentes en Yeshua: “Todos o la inmensa mayoría de gentiles creyentes en Yeshua y que sienten amor por la Torah o Israel, son en realidad descendientes de las diez tribus perdidas o incluso judíos asimilados”.

Las maneras de convencer a alguien de su “judeidad” o de su “linaje Israelita” son diversas. Una de ellas es decir: “¿Al escuchar el himno de Israel o ver un Shofar, no sientes algo muy poderoso dentro de ti? ¿Sientes un apego muy especial al lenguaje hebreo y te sientes como si ya lo conocías? ¡Entonces eres Israel! ¡Debes volver a casa y recuperar tu herencia perdida!”. Otra forma es simplemente enseñar que todos los interesados en la Torah deben ser descendientes de Abraham, puesto que ¿A quién más le importaría la Torah?

Acompañado con este razonamiento, se enfatiza el hecho que muchos “desconocen”, aquello que se ha mantenido oculto, en el peor de los casos, “malintencionadamente”: esto es, que diez tribus de Israel fueron expatriadas por los asirios en el año 722 AEC. La mayoría de descendientes de estas tribus (o incluso todos) somos los que en este momento estamos volviendo a “casa”, estamos recuperando lo que nos pertenece, esto es la Torah y el derecho a ser llamados “Israel” o “Efraín”.

Para sellar el argumento se enseña, que los gentiles a quienes Pablo predicó, no son en absoluto “gentiles”, sino “gentilizados”, esto es, Israelitas que se habían vuelto gentiles en práctica y olvidado su linaje adrede o sin intención. Muchas veces se suele citar un par de textos de los escritos apostólicos para “probar” esta realidad.

¿En realidad cuando Pablo o Pedro dijeron “gentiles” lo que querían decir era “Israelitas gentilizados”? tanto Pablo como Pedro, dejaron claro que cuando decían gentiles ellos quisieron decir gentiles, esto es “no Israelitas”. Cuando Pedro fue donde Cornelio, un centurión romano, jamás se refirió a él como “Israelita perdido” o “Efrainita”, sino como “extranjero”. Cuando contó la conversión de Cornelio y su casa a sus compatriotas, estos dijeron: “¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!” (Hechos 11:18). El pasaje es claro y afirma que Cornelio era un gentil, no un Israelita gentilizado.

Pablo deja clara que está hablando de gentiles, esto es personas que no descienden de Abraham, no Israelitas, no judíos, o como queramos llamarle en Romanos 15, tal como está escrito:

“Pues os digo, que Yeshua El Mesías vino a ser siervo de la circuncisión para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a los padres, y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia, como está escrito: Por tanto, yo te confesaré entre los gentiles, y cantaré a tu nombre. Y otra vez dice: Alegraos, gentiles, con su pueblo. Y otra vez: Alabad al Señor todos los gentiles, Y magnificadle todos los pueblos. Y otra vez dice Isaías: Estará la raíz de Isaí, Y el que se levantará a regir los gentiles; Los gentiles esperarán en él.” (Romanos 15: 8-12)

Inequívocamente Pablo habla de gentiles en el sentido estricto de la palabra en este lugar, demostrando que Yeshua vino para cumplir las promesas hechas al pueblo judío, y para que las naciones se gocen en Dios por su misericordia. El pasaje no puede referirse a “efrainitas” o “Israelitas gentilizados” puesto que contiene citas del Tanak que claramente se refieren a gentiles.

Por ejemplo, Pablo cita el verso de Deuteronomio 32:43 que mencionamos al principio. Cuando Moshe dijo: “Alegraos gentiles con su pueblo”, claramente no estaba hablando de diez tribus israelitas perdidas, ya que con él estaban presente las doce tribus de Israel. Los gentiles o “goim” a los que Moisés (y por consecuencia Pablo) se refiere son personas que no son descendientes de Abraham.

Además Pablo menciona el salmo 117, un claro cantico invitando a las naciones a Alabar al Eterno, diciendo: “Alabad al Eterno todos los gentiles, magnificadle todos los pueblos” (Salmo 117:1). Las palabras de David citadas por Pablo cuando dice: “Por tanto yo te confesaré entre las naciones” (Salmo 18:49) hablan claramente de gentiles, puesto que en los días de David, aun no había acontecido la expatriación de las diez tribus del reino del norte de Israel.

Este pasaje es suficiente para entender que cuando los apóstoles decían “gentiles” querían decir “gentiles”. El Eterno comunicó a través de los escritos apostólicos cual era su llamado para los creyentes gentiles, los mandamientos de la Torah que aplicaban a ellos, y como debía de ser su relación con el pueblo judío.

¿Qué podemos decir de las aseveraciones de identidad “Efrainita” comunes en nuestro tiempo? Es totalmente falso decir que una atracción al Eterno o a la Torah implique necesariamenteascendencia Israelita. El centurión de Lucas 7:1-10 amaba al pueblo judío, incluso había construido una sinagoga (¡Aún sigo por conocer a un “Efrainita” que edifique una para el pueblo judío!) y para nada era un descendiente de Israel. La base para que obtuviera su milagro no fue “tal vez tiene sangre Israelita”, sino su temor del Eterno, expresado en la construcción de un lugar de culto para él, y sobre todo su increíble fe.

Salomón claramente indica que cuando los extranjeros oyeran de su gran nombre, vendrían a adorar al templo, tal como está escrito:

“Asimismo el extranjero, que no es de tu pueblo Israel, que viniere de lejanas tierras a causa de tu nombre (pues oirán de tu gran nombre, de tu mano fuerte y de tu brazo extendido), y viniere a orar a esta casa, tú oirás en los cielos, en el lugar de tu morada, y harás conforme a todo aquello por lo cual el extranjero hubiere clamado a ti, para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu nombre y te teman, como tu pueblo Israel, y entiendan que tu nombre es invocado sobre esta casa que yo edifiqué.” (1 Reyes 8:41-43)

En los días de Salomón, las doce tribus de Israel estaban unidas y gozaban de paz y seguridad. El menciona explícitamente que un extranjero “que no es de tu pueblo Israel” podría sentirse atraído al Eterno y al templo cuando oyera de su gran poder. Ciertamente dicha atracción no implica ascendencia Israelita en lo absoluto.

En la era Mesianica, se nos dice que muchos pueblos tendrán esta misma atracción hacia el templo, la Torah y El Eterno. Isaías lo dice claramente en el capítulo 2 de su libro donde leemos:

“Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa del Eterno como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones.” (Isaías 2:2).

Puedes llorar oyendo un Shofar, puedes llorar cantando el himno de Israel (Hatikva), puedes tener un gran amor al pueblo judío, una gran atracción a estudiar la Torah, ninguna de esas cosas te hace un Israelita o un judío. Basar tu identidad en un sentimiento ambiguo, especulativo y nada concluyente es muy peligroso y nada sabio.

En segundo lugar, aunque es verdad que Sargón hizo una deportación de Israelitas norteños en el 722 AEC, lo que pocos saben es que el impacto de esta expatriación no fue ni total, ni tampoco irreversible. La arqueología nos ofrece las palabras de Sargón al respecto de lo acontecido con las diez tribus:

“Los habitantes de Samerina, que se pusieron de acuerdo con un Rey [hostil a] mi, para no soportar servidumbre ni traer tributo a Asiria e hicieron batalla. Pelee contra ellos con el poder de los grandes dioses, mis señores. Conté como despojo 27,280 gentes, juntos con sus carros, y dioses, en los que confiaban” (“Twelve Gates, Where do the Nations enter?”, pág. 25, Boaz Michael, First Fruits of Zion, 800.775.4807, www.ffoz.org.)

Los eruditos estiman que la población del reino del norte era de más o menos 400,00 habitantes. Siendo esto así, muchas personas quedaron en la tierra como lo relata más adelante el libro de Reyes. Incluso varios de ellos, acudieron al llamado de Ezequías para celebrar la Pesaj (2 Crónicas 30:5-18). Esto demuestra una buena cantidad de Israelitas norteños que aún vivían en Samaria y procuraron ser fieles a la Torah, muchos de ellos se asimilaron no entre los gentiles, sino entre Juda y Benjamín. Muchos de ellos volvieron con Zorobabel de Babilonia (que había heredado el imperio Asirio ya caído) cuando Ciro hizo volver a los judíos de ahí.

A pesar de esto, los profetas siguieron viendo a las Israelitas norteños que habían partido hacia el exilio, como “perdidos”, “expatriados” y se profetiza su retorno final en los días del Mesías. ¿No debería de ser una justificación del movimiento Efrainita? No en lo absoluto, será El mesías en persona, el que haga esa reunificación, no un sentimentalismo vago. Boaz Michael no lo pudo expresar cuando dice: “El evento escatológico, sin embargo, es cumplido por el Mesías, no por un sentimiento estomacal que uno es un Israelita, por especulación infructuosa de un ancestro” (ibíd. 29). Si alguien es descendiente de las diez tribus perdidas, eso será revelado únicamente por el Mesías mismo en su manifestación, no mediante un sentimiento ambiguo. Mientras eso llega, si alguien no es nacido de padres judíos, o no ha hecho conversión legal al judaísmo, es parte de las naciones.

La segunda pregunta por contestar es: ¿Son los gentiles creyentes en Yeshua el pueblo de Dios? En el sentido físico, nacional, terrenal el pueblo judío es el único pueblo del Eterno. El Eterno escogió al pueblo judío para ser una nación especial, para ser el canal de bendición al mundo, revelar su palabra y traer al Mesías al mundo.

Ahora, desde un punto de vista celestial, cada gentil que se ha vuelto de su idolatría y ha encontrado arrepentimiento y perdón de pecados en Yeshua, está espiritualmente injertado a Israel, él es parte del pueblo celestial o espiritual del Eterno de entre las naciones y disfruta de las bendiciones espirituales prometidas a Israel, por el nombre del Mesías.

(Para mayor comprensión de la relación entre judíos creyentes y gentiles creyentes, recomendamos leer nuestro comentario a la parasha Pinjas .

En la era Mesianica, cuando el Mesías haga su aparición para hacer justicia por su pueblo, vindicar a Israel, defender a su tierra de los enemigos que la tendrán rodeada, todas las naciones que no hayan subido contra Jerusalén verán al Ungido del Eterno. Estas naciones subirán a celebrar la fiesta de los tabernáculos (Zacarías 14:16) y vendrán al monte del Eterno con alegría y cantico, aprenderán los mandamientos de la Torah que aplican a ellos y habrá gozo, paz y justicia en toda la tierra. Cuando Moshe vio proféticamente eso exclamó: “Cantad naciones con su pueblo”.

Los creyentes en Yeshua, tanto judíos como gentiles, tenemos una gran responsabilidad para adelantar esos días y traer más personas al reino del Eterno y a tener una verdadera relación con él.

Que esto sea pronto y en nuestros días

Shabbat Shalom!
Isaac Bonilla

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