Top

17 May, 2020

Introducción a Shavuot

El trigo, la Torah, la Ruaj Hakodesh, Semanas, Ruth, Omer, santificación, el Monte Sinaí,etc. Sin duda alguna podemos hablar muchas cosas sobre la fiesta de Shavuot (semanas) conocida más comúnmente por su nombre griego: Pentecostés.

La fiesta de Shavuot es la segunda de las shalosh regalim, es decir, las fiestas de peregrinaje. Todo judío adulto debía estar en Yerushalaim (Jerusalén) para la fecha de Shavuot. Leemos en Hechos que Shaul de Tarso, el emisario de Yeshua a las naciones gentiles, “se había propuesto pasar de largo a Efeso, para no perder tiempo en Asia, pues se apresuraba a estar, de serle posible, el día de Shavuot en Yerushalaim (Jerusalén)” (Hechos 20:16)

¿Qué era tan importante sobre Shavuot que hacía que Pablo no quisiese pasar por Efeso (el lugar de una comunidad a quien les escribió una epístola) para poder llegar a Yerushalaim? Es nuestra intención en esta ocasión abordar los aspectos más importantes de la fiesta de Shavuot

Aspectos importantes de Shavuot (Shavuot en 1 minuto):

  1. Conmemora la entrega de la Torah, pues la Torah (ley) fue dada en el mes tercero, fecha en la que Shavuot cae siempre (Shemot [Exodo] 19:1)
  2. Es la fiesta de la siega del trigo, siendo el trigo uno de los granos más importantes para el sustento diario, era la mejor oportunidad para loar agradecidamente el nombre de El Eterno en Yerushalaim (Shemot [Exodo] 23:16, Salmo 122;1-4).
  3. Es la segunda fiesta de peregrinaje. Todo varón judío adulto debía estar presente como representante de la nación en Jerusalén. Era un momento de gran regocijo pues había la oportunidad de una alabanza nacional delante de El Eterno; por ello se ordenaba tener especial regocijo en las fiestas de peregrinaje (Deuteronomio 16:16, 16:10-11)
  4. Es el final de la cuenta del Omer (Sefirat HaOmer). Desde el día después al Shabat de la semana de la fiesta de panes sin levadura, se inicia una cuenta de 50 días. El día 50 es la fiesta de Shavuot (De ahí el nombre griego Pentecostés que significa cincuenta). La cuenta del Omer une ambas festividades para declarar que no hay verdadera libertad (ocurrida en Pesaj al salir de Egipto) sin Santidad (la entrega de la Torah ocurrida en la época de Shavuot).
  5. Es un recuerdo de Ruth la ancestra del Mesías, dado que la historia de Ruth y Boaz se desarrolló en los días de la siega del Trigo (Rut 2-3).
  6. Para Shaul la fecha era importantísima pues conmemoraba el derramamiento de la Ruaj hakodesh (espíritu Santo) ocurrida a los primeros discípulos de nuestro Maestro Yeshua el Mashiaj (Hechos 2).

Estos son los temas más importantes de la fiesta de Shavuot, en esta recopilación de estudios sobre Shavuot veremos cada uno de los temas en una manera específica y más profunda.

Esperamos que YHWH nos conceda más revelación en su Torah y la llenura de la Ruaj Hakodesh en nuestras vidas

Con bendición
Isaac Bonilla Castellanos
Francisco Hidalgo

17 May, 2020

Parasha Bamidbar

Números 1:1-4:20

Haftará: Oseas 2:1-22

Aprendiendo a vivir en el desierto: Introducción a Bamidbar.

En esta semana comenzamos el libro de Bamidbar, conocido más popularmente por el nombre derivado de la versión griega de la Torá (septuaginta), esto es “Números”. En hebreo el nombre de este libro es “Bamidbar”, que significa “En el desierto”. Como sabemos, los libros de la Torá toman su nombre de las primeras palabras con las que inician; Bamidbar no es la excepción ya que el libro comienza diciendo: “Vaydaber Adonay el Moshe Bemidbar Sinai”.

El nombre “Bamidbar” es más que apropiado para el libro; en primer lugar, narra acontecimientos que abarcan 39 años de la historia de Israel en el desierto. Comenzando por el contenido, el titulo “En el desierto”, ciertamente hace honor al libro y a lo que podemos encontrar en él.

Además del contenido, la perspectiva superficial de algunos hacia el libro es árida como un desierto, “¿A quién le importa si la tribu de Judá tenía 74,600 o 76,400?” dirá alguno. El libro de números generalmente es visto como un libro muy aburrido y poco enriquecedor; tan es así, que Orígenes de Alejandría, uno de los padres de la iglesia, en sus días tuvo que hacer una serie de homilías para convencer a creyentes ¡sobre su importancia!

Como tercer aspecto, podemos decir que el libro ofrece tesoros para nuestra vida actual. En cierto sentido, nosotros estamos en una situación similar a los hijos de Israel que protagonizan el libro de Bamidbar. Así como ellos, aún no hemos llegado a nuestra tierra prometida; en su caso, la tierra de Canaán, en el nuestro, la era mesiánica y el mundo venidero (Olam Haba). Tanto judíos como gentiles, vivimos ciertos problemas que pueden equiparse a los sufridos por los hijos de Israel en el desierto; siendo esto así, podemos ir al libro de Bamidbar por sabiduría para nuestra vida.

Así como los hijos de Israel en el desierto, tanto judíos como gentiles creyentes en Yeshúa, estamos teniendo pequeños anticipos de la gloria venidera y participamos de la providencia divina que nos consuela y nos exhorta a seguir adelante mientras nos protege.

No en vano Shaul de Tarso, escribe sobre los acontecimientos del libro de números y nos dice:

“Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos.” (1 Corintios 10:11)

Si Pablo pensaba que las lecciones del libro de Números son de amonestación para nosotros, es porque su contenido tiene muchísima importancia para todos. Este es otro aspecto que hace del libro de Bamidbar compatible con su nombre hebreo.

Como veremos en las siguientes parashot, el libro de Bamidbar puede darnos grandes lecciones de ética y disciplina (musar), puede hacernos comprender muchas cosas que no podemos discutir en otros libros con tanta claridad, incluso puede formar en nosotros una perspectiva profética muy ordenada y substanciosa (escatología), ¡Quien dijo que era aburrido! ¡Todos deberíamos estar emocionados por descubrir lo que El Eterno tiene para nosotros en este gran tesoro!

Lastimosamente así como un desierto, el libro de Bamidbar también tiene historias tristes y trágicas: la rebelión de Koraj, la muerte del transgresor de Shabbat, el suceso de los 10 espías, etc. Esto debe de ser la mayor área de reflexión al acercarnos a él: Aprender cómo no repetir actitudes similares a las de los tristemente celebres protagonistas de dichas acciones.

¡Comencemos a aprender del desierto y como El Eterno puede darnos revelación, aliento, lecciones y provisión en el!

El Señor de los ejércitos.

¿Alguna vez has reparado en el título “Adonay Tzebaot”, esto es, “El Señor de los ejércitos”? Muchas veces oímos ese dicho pero no tenemos una imagen clara de su significado ni de su relevancia profética o de su importancia para nuestra vida espiritual.

Al llegar a la parashá de Bamidbar, una cosa salta a nuestra mente inmediatamente: El Eterno es un Dios de orden y es el Señor de huestes físicas y espirituales. El orden de marcha de sus campamentos, el orden para reunirse y como se tenían que asentar alrededor del Mishkan, la frase “todos los que salen a la guerra”, etc. son solo algunas cosas que deberían de hablar poderosamente a nuestro corazón.

No nos confundamos, no soy un gran erudito de la jerga o ciencia militar, simplemente tenemos que entender ciertos conceptos provenientes de la disciplina y el orden militar para dar una alerta a nuestra vida y nuestra obediencia a El Eterno: Somos la milicia espiritual de El Eterno en esta tierra; tal como un General o un Coronel, exige orden, disciplina y respeto a la autoridad, El Eterno espera esto de nosotros.

Muchas veces, vemos en la instrucciones dadas a las tribus de Israel, reglas minuciosamente elaboradas y con un orden milimétrico; quizás admiremos los detalles, pero difícilmente nuestra naturaleza caída quiere someterse a semejante grado de disciplina. Olvidamos nuestro llamado, su importancia y su seriedad, El Eterno no está bromeando cuando pide que seas parte de su ejército activo para redimir a esta humanidad.

Shaul de Tarso, el emisario de Yeshúa nuestro Mesías a las naciones gentiles, ocupa tres analogías para describir nuestra disciplina y nuestro trabajo en El Eterno; el nos compara a soldados, luchadores y labradores (2 Timoteo 2:3-7). Tenemos que tener una resolución de soldado, incluso para sufrir por el avance del reino del Eterno, luchar para ganar la batalla y labrar el campo para que El Eterno pueda hacer avanzar su programa de redención a través de nosotros.

Si nosotros somos soldados de un gran rey, es increíble ver como nuestra obediencia o sumisión a ese Rey es tan inconsistente, cambiante y socavada. Muchas personas dicen: “Yeshúa es el Rey Mesías” o “El Eterno es el Rey de mi vida”, pero en un sentido muy sentimental con poco contacto con la voluntad de obedecer. Así como no hay opción para obedecer a un rey mortal, tampoco debería de haberla para obedecer al Rey de Reyes y Señor de señores.

La disciplina de la primera parashá del libro de Bamidbar debe de asombrarnos y admirarnos, pero sobre todo de impactarnos y hacernos cambiar. El Eterno es “Adonay Tzebaot” y nosotros somos su ejército, el nos ha dado un llamado y una misión, nosotros debemos de trabajar por ella, Él nos ha dado mandatos, debemos obedecer. Lo más grandioso es que a diferencia de los ejércitos terrenales, nuestro Rey y Jefe, es amor, piedad y nuestro Padre celestial, ¡Cómo no hemos de servirle!

La disciplina es algo que nuestra inmadurez rechaza, pero es algo necesario de aprender, tal como está escrito:

“El hijo sabio acepta la disciplina de su padre, pero el escarnecedor no escucha la reprensión.” (Proverbios 13:1).

A menudo es escuchado en algunos círculos cristianos algo como: “si pero eso era en el Antiguo testamento, ahora ya no estamos bajo esa disciplina”, “Jesús no es alguien que tenga esa connotación de juicio y de condenación, sino de gracia”  y otras cosas. Dichas aseveraciones son infundadas al considerar la escritura detenidamente y no de manera superficial.

Ciertamente Yeshúa, en su primera manifestación, no tenía la misión de hacer un juicio condenatorio sobre el mundo, tal como está escrito:

“Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.” (Juan 3:17).

Sin embargo, eso no significa que nunca habrá una cara de juicio de parte del Rey Mesías. Muchos cristianos apuntan a que el pueblo judío esperaba mayoritariamente a un Mesías libertador, un Mesías guerrero, un David, un Judas Macabeo, pero no un cordero que sufre por el pecado. Aunque la noción de un Mesías sufriente no es ajena al judaísmo antiguo, como lo hemos visto anteriormente, es cierto que la figura de un Mesías libertador y guerrero tomo predilección en la mente judía del primer siglo. Sin embargo, dicha percepción no era del todo equivocada, hay muchos textos que describen al Mesías en un rol militar, liberando a Israel y peleando las batallas del Eterno, consideremos únicamente algunos de ellos:

“Pero yo he puesto mi rey sobre Sion, mi santo monte. Yo publicaré el decreto; El Eterno me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, Y como posesión tuya los confines de la tierra. Los quebrantarás con vara de hierro; Como vasija de alfarero los desmenuzarás. Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes; Admitid amonestación, jueces de la tierra. Servid a El Eterno con temor, Y alegraos con temblor. Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; Pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían.” (Salmo 2:6-12).

“Juró El Eterno, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre Según el orden de Melquisedec. El Señor está a tu diestra; Quebrantará a los reyes en el día de su ira. Juzgará entre las naciones, Las llenará de cadáveres; Quebrantará las cabezas en muchas tierras. Del arroyo beberá en el camino, Por lo cual levantará la cabeza.” (Salmo 110:4-7)

“Después saldrá El Eterno y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla.  Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur.” (Zacarías 14:3-4).

El hecho de que la manifestación del Mesías sufriente preceda en orden y tiempo a la manifestación del Mesías triunfante y vencedor, no elimina la realidad de la segunda. Muchas veces, esto no se tiene presente en algunos círculos tradicionales del cristianismo causando un error similar al que se critica del judaísmo del primer siglo: Perder de vista un aspecto del Mesías. Ciertamente el Mesías no vendrá para “poner su otra mejilla” en la batalla contra el inicuo de Isaías 11:4, conocido como “Anticristo” en el cristianismo y como “Armilus” en el judaísmo.

El tabernáculo de Israel y las tribus acampando en derredor de él, son una imagen del tabernáculo celestial, donde las huestes angélicas del Eterno residen. Yeshúa dijo que podría pedir “doce legiones de ángeles” (Mateo 26: 53)  que corresponden a las doce tribus de Israel alrededor del tabernáculo. El primero que marchaba, en la peregrinación en el desierto, era el príncipe de la tribu de Juda, Najshon Ben Aminadab (Números 10:14); de igual manera, El Rey Mesías, la raíz de David, el león de la tribu de Juda, será el primero que marche, irrumpiendo desde los cielos para defender a Israel y causar la redención final. ¡Esos días serán tan gloriosos! ¡Muy dichosos los que vean al Rey Mesías venir con el poder de su reino!

Yeshúa no ejecutó esta misión mesiánica en primer lugar porque debía de morir por el pecado de Israel y del mundo. Otra razón es porque Israel, como nación, no hizo Teshuva (arrepentimiento), y por lo tanto, el reino de Dios que estaba a las puertas, no pudo manifestarse completamente en esos días. Veremos más de esta segunda razón en las siguientes parashot del libro de Bamidbar.

Mientras eso llega, hemos sido dejados con una misión por nuestro Maestro: judíos y gentiles debemos de trabajar arduamente por la restauración de todas las cosas, la proclamación de las buenas nuevas de redención, y la reparación del mundo. Somos el ejercito espiritual de El Eterno y el tiene grandes expectativa de nosotros.

¡Que El Eterno nos conceda su fuerza para ser dignos miembros de su ejército!

שבת  שלום

¡Shabbat Shalom!

Isaac Bonilla

13 May, 2020

Parasha Behar

Levítico 25:1-26:2

Haftara: Jeremías 32:6-27

Shemitá y Yovel: Reposo, libertad y restauración

¿Quién no ha oído la frase “Año sabático”? “Necesito un año sabático” decimos algunos, aludiendo a necesitar un descanso largo para restablecer plenamente todas nuestras fuerzas. Esta noción de un descanso largo, completo, duradero está basado en la parashá de esta semana, en donde vemos los dos años más importantes de la nación de Israel: El año de Shemitá y el año de Yovel (Jubileo).

La parashá de esta semana, únicamente consiste de 57 versos y su tema más relevante es el descanso de la tierra en un ciclo de 7 años, y el año de jubileo, donde habría proclamación de libertad a personas sometidas a servidumbre, recuperación de tierras de patrimonio ancestral y descanso. El año de Shemitá y el año de Yovel, son dos aspectos de mucho interés en la Torá. Pretendemos en este breve comentario, abordar los aspectos más básicos de ellos y su mensaje para nuestras vidas.

La Torá introduce estos años diciendo:

“Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra que yo os doy, la tierra guardará reposo para El Eterno. Seis años sembrarás tu tierra, y seis años podarás tu viña y recogerás sus frutos. Pero el séptimo año la tierra tendrá descanso, reposo para El Eterno; no sembrarás tu tierra, ni podarás tu viña. Lo que de suyo naciere en tu tierra segada, no lo segarás, y las uvas de tu viñedo no vendimiarás; año de reposo será para la tierra. Mas el descanso de la tierra te dará para comer a ti, a tu siervo, a tu sierva, a tu criado, y a tu extranjero que morare contigo; y a tu animal, y a la bestia que hubiere en tu tierra, será todo el fruto de ella para comer. Y contarás siete semanas de años, siete veces siete años, de modo que los días de las siete semanas de años vendrán a serte cuarenta y nueve años. Entonces harás tocar fuertemente la trompeta en el mes séptimo a los diez días del mes; el día de la expiación haréis tocar la trompeta por toda vuestra tierra. Y santificaréis el año cincuenta, y pregonaréis libertad en la tierra a todos sus moradores; ese año os será de jubileo, y volveréis cada uno a vuestra posesión, y cada cual volverá a su familia.” (Levítico 25:2-10)

La Torá nos habla de dos años importantísimos para el pueblo judío: El año conocido como “Shemitá”, el cual es de reposo para la tierra donde no se siembra ni se siega, y el año de Yovel. El año de Yovel consiste en libertad a personas que habían caído en servidumbre, la recuperación de casas o terrenos que alguien había vendido por una situación adversa, todo esto, agregado al reposo de  la tierra. Estas leyes deberían de ser observadas dentro de la tierra de Israel únicamente y por eso la Torá declara al introducir estas leyes:

“Cuando hayáis entrado en la tierra que yo os doy” (25:2)

Desde un punto de visto agrario, la Torá procuraba tener normas de equidad entre los hijos de Israel, no fomentando la esclavitud perpetua sino reduciéndola a siete años (Exodo 21:1-2). Si había un año de Jubileo dentro de esos siete años, el que se había vendido como esclavo, salía libre. Además intentaba una norma de balance social y económico en la sociedad, al permitir a personas que vendían sus propiedades por motivos adversos, recuperarlas. En una sociedad agrícola, nadie vendería su heredad, salvo por causas de emergencia y de adversidad; en este aspecto, la Torá permitía tiempos para redimir la heredad, y de no darse, salía en el jubileo y retornaba a su dueño original, tal como está escrito:

“Por tanto, en toda la tierra de vuestra posesión otorgaréis rescate a la tierra. Cuando tu hermano empobreciere, y vendiere algo de su posesión, entonces su pariente más próximo vendrá y rescatará lo que su hermano hubiere vendido. Y cuando el hombre no tuviere rescatador, y consiguiere lo suficiente para el rescate, entonces contará los años desde que vendió, y pagará lo que quedare al varón a quien vendió, y volverá a su posesión. Mas si no consiguiere lo suficiente para que se la devuelvan, lo que vendió estará en poder del que lo compró hasta el año del jubileo; y al jubileo saldrá, y él volverá a su posesión.” (Levítico 25:24-28)

La justica, benevolencia, equidad, bondad son reflejadas en estas leyes como en pocos lugares al mismo tiempo. Además de ello, algo más era requerido de la nación para poder vivir en semejantes estándares de observancia y bendición: Total fe y confianza en El Eterno.

Se necesitaba tener total confianza en El Eterno para poder dejar de hacer trabajos agrícolas todo un año con la plena certeza que El Eterno bendeciría a la nación. Si Israel vivía en estos estándares de santidad, la tierra sería lo más cercano a un paraíso edénico.

Toda la evidencia señala que los años de Shemitá y Yovel no fueron observados en su gran mayoría, incluso se nos afirma en el libro de Crónicas, que en gran medida el exilio babilónico vino por la falta de observancia de estos años y la terrible injusticia que imperó en la antigüedad, tal como está escrito:

“Los que escaparon de la espada fueron llevados cautivos a Babilonia; y fueron siervos de él y de sus hijos, hasta que vino el reino de los Persas; Para que se cumpliese la palabra de El Eterno por la boca de Jeremías, hasta que la tierra hubo gozado de reposo; porque todo el tiempo de su asolamiento reposó, hasta que los setenta años fueron cumplidos.” (2 Crónicas 36:20-21)

Para El Eterno estos años eran de suma importancia, pues le permitían glorificar su nombre en Israel, dando provisión en abundancia, al ver que la nación cumplía con sus obligaciones de pacto y nación sacerdotal. Lastimosamente, las leyes no fueron observadas.

Los años de Shemitá y de Yovel aluden a la era mesiánica de igual manera que el Shabbat Semanal. Como el talmud nos dice: “El shabbat es una sexagésima parte del mundo por venir” (Berajot 57b). El Shabbat semanal, con su reposo, dedicación al estudio de la Torá, alabanza a Dios y sentido de paz es una sombra del milenio, la era mesiánica, el reino de los cielos.

De igual manera, el año de Shemitá presagia al reino mesiánico: Tal como en el año de Shemitá, la tierra misma daba a comer a todos, en la era mesiánica, gran prosperidad de la tierra habrá para saciar el hambre de todos, tal como se dice:

“En aquel día, dice El Señor de los ejércitos, cada uno de vosotros convidará a su compañero, debajo de su vid y debajo de su higuera.” (Zacarías 3:10).

La tierra volverá al estado optimo y no se necesitarán grandes trabajos para hacerla producir; en un sentido “lo que nazca de si”, nos alimentará a todos ¡Qué gran bendición ha preparado El Eterno en su reino! ¡Cuán agradecidos y ansiosos debemos estar para alcanzar los días del Mesías y la renovación de la tierra!

Como podemos ver, cada “Shabbat” señala un aspecto de la era mesiánica y añade más información a esos días tan gloriosos que todo creyente debe añorar diciendo: “¡Venga tu reino!”. Debe de ser nuestro ardiente deseo, poder adelantar el establecimiento de su reino, haciendo buenas acciones, llevando las buenas nuevas de redención del Eterno en Yeshúa y amando verdaderamente al Eterno y nuestro prójimo.

El año de Jubileo también retiene otro aspecto de la era Mesiánica: En la era mesiánica, la servidumbre de Israel y el dominio de los pueblos gentiles terminará. Israel será nuevamente una nación soberana con la teocracia más justa que se haya visto sobre la tierra. El Rey Mesías gobernará con equidad, justicia y bondad a todas las naciones desde Jerusalén. Jerusalén y el templo se convertirán en el anhelo de todas las naciones para aprender los caminos del Dios de Israel, tal como se nos dice:

“Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de El Eterno como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de El Eterno, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la Torá, y de Jerusalén la palabra de El Eterno. Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra.”(Isaías 2:2-4)

“Yo publicaré el decreto; El Eterno me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, Y como posesión tuya los confines de la tierra.” (Salmo 2:7-8).

Además de esto, el pueblo judío como un todo, volverá a su tierra ancestral, de la misma manera que la persona que vendía su propiedad, volvía en el año de Jubileo, tal como se nos dice:

“Y levantará pendón a las naciones, y juntará los desterrados de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra.” (Isaías 11:12)

“No obstante, he aquí vienen días, dice El Eterno, en que no se dirá más: Vive El Eterno, que hizo subir a los hijos de Israel de tierra de Egipto; sino: Vive El Eterno, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra del norte, y de todas las tierras adonde los había arrojado; y los volveré a su tierra, la cual di a sus padres.” (Jeremías 16:14-15)

“Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios. Y os guardaré de todas vuestras inmundicias; y llamaré al trigo, y lo multiplicaré, y no os daré hambre. Multiplicaré asimismo el fruto de los árboles, y el fruto de los campos, para que nunca más recibáis oprobio de hambre entre las naciones.” (Ezequiel 36:28-30).

La era mesiánica será el periodo de tiempo más glorioso de todos, el rey Mesías enseñará la palabra del Eterno a Israel, y este al mundo entero, la paz perdurará, habrá prosperidad de la tierra y una profunda santidad, justicia y equidad.

¡Quiera El Eterno que añoremos ese tiempo y lo haga venir prontamente y en nuestros días!

¡Shabbat Shalom!

Isaac Bonilla

12 May, 2020

Parasha Bejukotay

Levítico 26:3-27:34

Haftara: Jeremías 16:19-17:14

Mandamientos: Andar, guardar y poner por obra.

En esta semana arribamos a la última parashá del libro de Levítico. La parashá “Bejukotay” es la última parashá pero para nada la menos importante, muchos conceptos poderosos son extraídos de ella y podemos edificar nuestras vidas, instruir en justicia y corregir el error con sus hermosas palabras, que El Eterno nos dejó por mano de Moshé.

La parashá Bejukotay consiste de dos capítulos: en el capítulo 26 se encuentran las bendiciones y maldiciones a las que Israel estaría sujeta como nación de pacto y nación sacerdotal; por su parte, el capitulo 27 trata de el tema de las cosas o personas dedicadas a El Eterno. La mayoría de eruditos y sabios de la Torá, consideran el capitulo 27 como un apéndice del libro y ven en el capítulo 26 el verdadero final del libro de Vayikrá (Levítico).

Antes de entrar en el tema en donde nos enfocaremos, es bueno corregir un triste malentendido que es común en grupos de “Raíces hebreas” provenientes del cristianismo, e incluso en algunos sectores del cristianismo. El error consiste en leer las bendiciones y maldiciones como promesas de retribución individual para todos los seres humanos, es decir, la creencia en que si guardas la Torá, serás bendecido; si no lo eres, es porque no estás guardando los mandatos del Eterno.

Esta híper-simplificación de pensar en obediencia-es-bendición-material y desobediencia-es-falta de-bendición material, es tan antigua como la historia misma. Desde los tiempos de Job, una teología superficial era popular: “Si te va bien, es porque estás bien con El Altísimo; sino, es porque ¡estas mal!”.

Ciertamente podemos decir que es una bendición andar rectamente delante del Eterno, y que en última instancia, la desobediencia tiene consecuencias; sin embargo, esto no es una regla universal, absoluta e inequívoca, ni mucho menos siempre relacionada con bienes materiales. Vemos personas muy justas, sumidas en pobreza o pasando problemas muy duros; por otro lado, vemos personas con malos caminos delante de Dios, prosperar. El mensaje es claro: La retribución divina es algo que descansa en la infinita sabiduría de El Eterno, en su justicia y en cosas que él conoce y nosotros no, no es con reglas blanco-o-negro.

Este es el tema del Salmo 73 y de todo el libro de Job: Corregir la simple teodosia (creencia de justicia divina) que los amigos de Job promulgaban: “Los que sufren o son pobres, es porque no son buenos para con El Eterno”. Uno de los capítulos de la biblia que ha sido malinterpretado para tener esta teología, es precisamente el que nos ocupa en esta parashá.

¿Pero acaso no dice esta parashá claramente que la obediencia trae bendición y la desobediencia maldición? Si lo dice, pero en su contexto. Si revisamos la sección de Levítico 26, nos daremos cuenta que no son promesas inequívocas de bendición individual para todo el mundo; sino que son promesas de bendición nacional y colectiva para Israel.

Leemos en la Torá por ejemplo:

“Si anduviereis en mis decretos y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra, yo daré vuestra lluvia en su tiempo, y la tierra rendirá sus productos, y el árbol del campo dará su fruto. Vuestra trilla alcanzará a la vendimia, y la vendimia alcanzará a la sementera, y comeréis vuestro pan hasta saciaros, y habitaréis seguros en vuestra tierra. Y yo daré paz en la tierra, y dormiréis, y no habrá quien os espante; y haré quitar de vuestra tierra las malas bestias, y la espada no pasará por vuestro país.” (Levítico 26:3-6, énfasis añadido).

Claramente la Torá habla en lenguaje plural para enfatizar que esto no es bendición individual ni una ley inquebrantable de retribución. Las bendiciones y maldiciones vendrán a la nación entera como producto del caminar de la mayoría de Israelitas.

Si Israel, como nación, vivía a la altura de sus responsabilidades de pacto con El Eterno, El Eterno cumpliría con la nación y haría un paraíso en la tierra de Israel y bendeciría cosechas, su población, daría victorias militares, etc. Si Israel, como nación, no vivía en lo esencial del pacto, El Eterno castigaría duramente a la nación sacerdotal.

En este sentido, cabía la posibilidad que alguien que no fuera tan justo, alcanzara bendición por el merito general de la nación y viceversa: Justos alcanzarían penurias por los malos caminos de la nación, como un todo (Este fue precisamente el caso de Jeremías, Ezequiel y Daniel, quienes se vieron directamente afectados por el exilio babilónico, con todo y ser justos).

Usar este verso para juzgar el estado de alguien delante de Dios en base a su prosperidad económica, es irresponsable y apresurado. Es bueno entender esto, antes de comenzar a entrar en materia de las bendiciones y maldiciones de la Torá en Levítico 26.

Obviamente esto no significa, que no haya ningún tipo de bendición individual a los que guardan los mandamientos, simplemente debemos de leer este capítulo en su contexto histórico para no pensar que estamos delante de leyes absolutas de prosperidad individual y caer en la trampa de pensar en la creencia superficial existente de los días de Yeshúa: los-prósperos-son-los-que-están-bien-con-Dios-y-los-pobres-no.

El Eterno bendice a sus hijos, conforme a su obediencia, su voluntad y su profunda sabiduría. Si una buena persona experimenta escasez, para nada es señal inequívoca de desobediencia. La ausencia de bendición económica no implica necesariamente que una persona este mal con El Eterno. Es esto lo que tiene que quedar claro para tener la perspectiva historia y contextual del capítulo 26 de nuestro libro.

Aclarado esto, es bueno notar que la Torá guarda en gran medida el formato de un pacto de la antigüedad en oriente entre un rey poderoso y sus vasallos. En estos pactos se mencionan favores recibidos por el rey, obligaciones de sus vasallos y consecuencias de la obediencia o desobediencia a estas reglas. La Torá sigue este formato indicando que el gran Rey, El Eterno, ha hecho muchas bondades a sus siervos, sus leyes y las bendiciones y maldiciones.

Al iniciar a enumerar las bendiciones, la Torá nos dice:

“Si anduviereis en mis decretos y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra, yo daré vuestra lluvia en su tiempo, y la tierra rendirá sus productos, y el árbol del campo dará su fruto.” (Levítico 26:3-4)

Al ver la frase “andar en mis decretos”, “guardar mis mandamientos” y “ponerlos por obra”, podríamos llegar a pensar que dichas frases quieren decir lo mismo, y que son redundantes en tan poco espacio. ¿Por qué la Torá ocupa estas tres frases para describir la obediencia a los mandamientos? ¿Por qué no únicamente una de ellas?

Rashi indica que las frases precisamente son tres etapas de la obediencia de El Eterno y su Torá. La frase “anduvieres en mis decretos” alude a estudiar los mandamientos intensamente,  “guardareis mis mandamientos” es aprenderlos a realizar de la manera correcta, y finalmente, “pusiereis por obra” implica el cumplimiento mismo del mandamiento. Estas tres cosas forman parte del proceso de la obediencia de los mandamientos, y si la nación judía los realiza alcanzará bendición nacional.

Muchas veces uno de estos pasos es obviado por nosotros: Algunas veces, estudiamos la palabra del Eterno como una tarea que debemos de hacer, pero no con la pasión necesaria para verdaderamente aprender. En ocasiones estudiamos y aprendemos pero no llevamos a cabo los mandamientos del Eterno. En otras ocasiones, cumplimos los mandamientos, pero sin tener en cuenta su significado, causando frialdad en nuestro andar con El Eterno.

En la teología de muchos círculos del cristianismo histórico, se ha llegado a creer que la Torá no estaba supuesta a ser puesta por obra por los hijos de Israel; sino que era un grupo de mandamientos que únicamente debían de ser entendidos pero no necesariamente llevados a la práctica.  Este pensamiento está detrás de frases como: “¿Acaso no sabías que la circuncisión en la carne era una imagen de la circuncisión del corazón?”, “En la ley podíamos aprender del Mesías, Dios no quería que esta fuera una ley eterna para su pueblo”, etc.

El Eterno no estaba bromeando cuando dijo a los hijos de Israel que tenían que poner por obra sus mandamientos. El Eterno ha instituido leyes para toda la humanidad y también mandamientos de santidad adicional al pueblo judío por ser la nación sacerdotal, receptora de la palabra de Elohim. La circuncisión, las fiestas, el shabbat, las mezuzot, las ofrendas del templo eran y son más que “lecciones teológicas”, eran mandatos imperativos del Eterno a todo Hijo de Israel. El significado espiritual de estas cosas en ninguna manera las anula, todo lo contrario, las fundamenta y las llena de sentido.

El hecho de que la circuncisión de la carne es un presagio o una señal de un corazón sensible y sumiso a la voluntad del Eterno, no significa que por ello pierda su aplicación y obligatoriedad a todo descendiente físico de Abraham. Este pensamiento asume que ni los patriarcas, ni Moisés, ni Jeremías, ni Isaías, ni Daniel, ni Elías sabían el significado espiritual del mandamiento. Por supuesto que lo entendían, simplemente que el entendimiento del significado no anula el cumplimiento del mandato.

Todo aquel que únicamente estudia las leyes del Eterno o su palabra, por el conocimiento en sí mismo está cometiendo un grave error. Si su intención final no es guardar los mandamientos que aplican a su vida (como hemos mencionado, no todos los mandamientos de la Torá son obligatorios a todas las personas) sino únicamente aprender por aprender, tendrá un mayor juicio ya que conocía mejor la voluntad del Eterno.

No hay tal cosa como “gnosticismo judío”, debemos, en palabra de D T Lancaster: “estudiar para aprender, y aprender para hacer” (Weekly E-drash, Parashát Bechukotai, “Study to learn, learn to do”, Daniel Lancaster, First Fruits of Zion, 800.775.4807, www.ffoz.org.)

Que El Eterno nos haga estudiar su palabra, aprenderla, atesorarla y llevarla a la práctica en la vida diaria en cada una de las esferas de nuestra existencia.

¿Caminar con frialdad?

En las maldiciones de esta parashá, encontramos una frase que ha sido objeto de debate por la complejidad existente al traducirla. Muchas fuentes judías han aportado para la correcta traducción del término y de la frase, y al considerar una traducción posible, encontramos un gran significado para nuestras vidas.

La frase a las que nos referimos es la del verso 26:21 donde leemos:

“Si anduviereis conmigo en oposición, y no me quisiereis oír, yo añadiré sobre vosotros siete veces más plagas según vuestros pecados.”.

La frase en hebreo es: “Ve’im telju imi qeri” y es el término “qeri”, el que no es tan claro en su significado, pues puede tener varias derivaciones etimológicas. Por ejemplo, Rashbam y Sifra la traducen como “caminar conmigo inconsistentemente”, asumiendo que la palabra “qeri”, viene de “miqre”, que significa “suceso accidental” en el sentido de algo no continuo.

Una posible traducción muy interesante de este término, es la ofrecida por Rabbi D.Z Hoffman quien considera que la palabra se deriva de “Qor”, que significa frío. Esta misma palabra se encuentra en Génesis 8: 22 donde se nos dice:

“Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío (Qor) y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche.”

Si la palabra “qeri” en efecto se deriva de “qor”, el texto leería de la siguiente manera:

“Si anduviereis conmigo fríamente, y no me quisiereis oír, yo añadiré sobre vosotros siete veces más plagas según vuestros pecados.” (Levítico 26:21)

Esto debe de darnos una gran lección a nuestras vidas: No importa cuánto conocimiento de la palabra del Eterno tengamos, no importa cuanta sabiduría, no importa incluso cuán diligentes seamos en nuestro andar, un ingrediente que nunca debe de faltar es el fervor en nuestro servicio.

A menudo tendemos a olvidar el fin por los medios, muchas veces perdemos el bosque por los arboles en nuestro caminar, tenemos que sentarnos y reflexionar ¿Cuál es el objetivo de todo esto? ¿Para qué lo hago? Todo nuestro conocimiento, sino tiene amor al Eterno, es totalmente vano, como se nos dice: “El conocimiento envanece, pero el amor edifica.” (1 Corintios 8:1).

El conocimiento de la Torá motivado únicamente por saber-más-que-los-demás es totalmente vano y muerto, no es un motivo puro. Canticos de alabanza, ritos, oraciones, bendiciones y danzas, pero sin fervor, son bonitos medios de alabanza y adoración al Eterno sin dar su resultado esperado.

¿Cuántas veces hemos orado con monotonía? ¿Cuántas veces hemos cantado salmos mecánicamente? ¿Cuántas veces estudiamos la palabra con el fin de engrandecernos y gloriarnos? Como un gran hombre dijera: “la fría ortodoxia jamás reemplazará a una cálida relación con Dios”.

Esta parashá debe de darnos un gran mensaje: Lo que sea que hagamos, debe de ser hecho con pasión, con fervor, con entusiasmo, con emotividad, con amor, con dulzura, cosas que van más allá de lo legal pero que son indispensables. En toda relación de amor y respeto, lo legal es únicamente el punto de partida y el sendero, se necesita mucho más que eso para el estado intenso.

Es por ello que la Torá declara más adelante: “Por cuanto no serviste a El Eterno tu Dios con alegría y con gozo de corazón, por la abundancia de todas las cosas, Servirás, por tanto, a tus enemigos que enviare El Eterno contra ti” (Deuteronomio 28:47-48).

Una verdadera relación con El Eterno es el ferviente anhelo y el ideal, tanto en el judaísmo como en el cristianismo. El fervor no es solo de pentecostales o jasidicos, El Eterno no espera devoción solo de carismáticos o de los breslovim, el nos está esperando a todos en el dulce lugar de su cálida presencia.

¡Que El sea el que nos ayude a servirle con fervor, entusiasmo y mucho amor! 

שבת  שלום

¡Shabbat Shalom!

Isaac Bonilla

04 May, 2020

Parasha Emor

Levítico 21:1-24:23

Haftará: Ezequiel 44:15-31.

“Nadie os juzgue: ¿Pablo declaró abolidas las fiestas judías?”.

En la parashá de esta semana, leemos de un tema muy interesante para todo estudioso de la biblia, un tema que es relevante tanto para judíos como gentiles y que posee muchísimo material para escudriñar. Nos referimos a las festividades judías registradas en Levítico 23 y que se encuentran en esta parashá.

Se ha hablado mucho de las festividades judías, las fiestas o tiempos señalados por El Eterno, y de sus múltiples tópicos: Su sentido primario y agrícola, su significado histórico y espiritual para el pueblo judío, los diferentes acontecimientos ocurridos en las fiestas, y sobre todo, su significado escatológico. Lastimosamente, a menudo también se ha hablado negativamente de las fiestas que nuestro Dios dio a su pueblo.

Una postura de muchos círculos cristianos es que Yeshúa abolió las fiestas de Levítico 23. Al haber cumplido la ley, el “nos libró” de la necesidad u obligación de guardar la fiesta de panes ázimos, la fiesta de los tabernáculos, etc. Cada fiesta tenía un significado mesiánico y por tanto, venido el Mesías, las fiestas carecen de significado para nosotros.

Uno de los versos más usados para proponer dicha doctrina es Colosenses 2:16. Cuando este verso es leído superficialmente, y desconociendo el contexto de los dichos de Pablo, puede llevarnos a malinterpretarlo y pensar erróneamente. La lectura convencional y clásica que círculos cristianos han tenido de este verso, ha sido la base para argumentar en contra de las fiestas.

Leemos ahí lo siguiente:

“Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es del Mesías.” (Colosenses 2:16-17)

El entendimiento teológico popular va de la siguiente manera: “Pablo está diciendo a los colosenses que nadie debe de juzgarlos por no observar las fiestas o considerarlas relevantes. Además, ellos no consideraban importantes las leyes de alimentación de la ley y no se sometían a ellas. Todo esto era sombra de lo que había de venir y presagiaban al Mesías. Una vez venido, no tiene ningún sentido”.

En pocas palabras, Shaul de Tarso estaba diciéndoles que no se dejaran criticar por no observar las festividades. En dicha posición, los que están juzgando a los creyentes de Colosas quieren que ellos observen las fiestas pero los Colosenses no lo hacen. En síntesis, es una crítica por su abstencionismo o su falta de participación en las fiestas.

Esta postura lamentablemente carece de solidez, al considerar los siguientes aspectos:

  • Si Pablo estuviera sugiriendo a los creyentes de Colosas que las fiestas, los Shabatot y las lunas nuevas, son irrelevantes, estaría en conflicto con profecías que aún están por cumplirse. Zacarías 14 dice que en la era Mesiánica, cuando el Mesías regrese e imponga el reino de Dios en toda su expresión, las naciones subirán a celebrar la fiesta de los tabernáculos (Zacarías 14:16-18). El profeta Isaías menciona que en esos días “de mes en mes, y de Shabbat en Shabbat, vendrán todos a adorar delante de mí, dijo El Eterno.” (Isaías 66:23). Si las fiestas aún son una realidad profética futura, ¿Cómo Pablo podría enseñar contra ellas o restarles importancia?
  • La Torá no legisla sobre bebidas Si la suposición de creer que los críticos de los colosenses se basaban en la Torá es cierta, ¿Cómo los juzgaban con respecto a su bebida? No hay mandamiento de la Torá que legisle restricciones de bebida para un judío o un no judío (El voto de Nazareo, es un caso especial y algo voluntario y no la regla estándar).
  • Las personas que estaban dando estos problemas tenían “culto a los ángeles” (Colosenses 2:18). Esto los sitúa totalmente fuera del judaísmo, quien no conoce adoración a seres angélicos, sino únicamente al Eterno.
  • La base de los críticos de los Colosenses no pudo haber sido la Torá, sino otro tipo de reglas que intentaban poner a estos creyentes. Pablo llama a estas reglas: “Mandamientos de hombres” (2:22) e incluso da los siguientes ejemplos de estos: “No manejes, ni gustes, ni aun toques” (Colosenses 2:21). Tales mandamientos no están en la Torá de Moisés, y no son para nada, mandamientos dados por Dios al pueblo judío, sino mandamientos de hombres, como él menciona.

Habiendo considerado estos cuatro aspectos, la postura convencional de este verso, carece de solidez y tenemos que buscar una mejor alternativa para entender el verso. Debemos de considerar el contexto histórico y el contexto inmediato del verso, para poder hacerlo.

Todo parece indicar que el problema de los colosenses no era una amenaza judaizante que quería exigirles cosas que ellos no estaban haciendo; sino una amenaza de origen gentil que quería prohibirles cosas que si estaban haciendo. Esta amenaza incluso tiene un nombre conocido: Ascetismo.

El ascetismo es una escuela filosófica que enseña que para poder purificarnos debemos de abstenernos de muchos placeres y tratar duramente nuestro cuerpo y ponerlo en sumisión y rígida disciplina, esto incluye la abstención casi permanente o incluso permanente de cosas licitas. De hecho su etimología proviene de “Askesis” que significa “disciplina” o “formación”, esto debido a su énfasis en la purificación mediante la abstención del placer, y la rigidez corporal.

La vida física es vista generalmente como un mal necesario o desafortunado en algunos casos. No son raros latigazos auto-infligidos para expiar culpas o para purificar la carne de su mal, esto es muy frecuente en monjes de distintas religiones ascetas.

El ascetismo era popular en la antigua Grecia y después en la cultura romana, quien se vio grandemente afectada por la primera. Colosas, una ciudad de frigia, no escapaba a la influencia de filosofías griegas que eran comunes en aquellos entonces. Todo parece indicar, que este era el problema de los colosenses en primer lugar, y no una influencia de judíos queriendo imponerles cosas obligatorias para el judío (por fidelidad de pacto) a los gentiles.

De hecho, Pablo arranca esta sección diciendo:

“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según el Mesías.” (Colosenses 2:8).

Explícitamente Pablo menciona a “filosofías” y “tradiciones de hombres” en su carta. El punto aquí, no son los mandamientos de la Torá y personas queriendo imponer a gentiles, requerimientos que son obligantes únicamente a un descendiente de Abraham. El punto de alerta de Pablo es no dejarse desviar por “Filosofías”.

Un eje fundamental del ascetismo es la creencia en que tenemos que hacer algo para purificarnos eternamente con Dios o el cosmos. Otro aspecto, es que debemos de abstenernos de ciertas cosas en virtud de infligirnos disciplina para expiar culpas y “purificarnos”.

Pablo invertirá del verso 9 al 14, demostrando porque esto no es una posición válida para un creyente gentil en Yeshúa. El menciona tres cosas fundamentales a los creyentes en Colosas:

  • La plenitud de Yeshúa nuestro Mesías. (Colosenses 2:9)

Pablo menciona que sobre el Mesías mora “la plenitud de la divinidad (deidad)”. Una referencia a la profecía de Isaías 11 donde se menciona, que sobre el Mesías, reposarían los siete espíritus del Eterno. Ahí leemos:

“Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. Y reposará sobre él el Espíritu de El Eterno, espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de El Eterno.” (Isaías 11:1-2).

La plenitud del Espíritu del Eterno mora en el Mesías como en ningún otro. El Midrash Vayikra Raba 15:2 menciona a Rabbi Aja, enseñando que “Incluso el Espíritu Santo que reposa sobre los profetas, lo hace por medida”. Sobre el Mesías, sin embargo, El Eterno haría reposar la plenitud de su espíritu.

El punto de Pablo es: “Con semejante líder ¿Quién necesita a filósofos que meramente especulan doctrinas de hombres? ¡Nosotros tenemos la verdadera sabiduría con nuestro Señor!”. La plenitud del Mesías, su sabiduría, su conocimiento, su consejo y poder, son la base para demostrar la competencia de nuestra fe. Pablo arranca su argumentación con este punto pues será la base de los siguientes dos.

  • Nuestra Plenitud en el Mashiaj. (Colosenses 2:10-12)

Inmediatamente después de mencionar la plenitud del Mesías, Pablo recuerda a los creyentes gentiles de Colosas, todo lo que han recibido por medio de él. El menciona que “vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.” (2:10). Es decir, no necesitamos a nadie más como Mediador entre Dios y nosotros, El Eterno ha ungido a Yeshúa y lo declaró Señor y Mesías, por lo tanto, es el cabeza y estamos completos en él. Nuestra “purificación eterna” no viene de la abstención de placeres lícitos, ni duro trato al cuerpo, sino por su obra redentora.

Los críticos de los colosenses, buscaban influirlos con “filosofías” que contenían, en palabras del mismo Pablo: “culto a los ángeles” (Colosenses 2:18) y “culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo” (Colosenses 2:23). Su manera de perfeccionamiento consistía en la negación de cosas licitas, una elucubrada jerarquía espiritual y culto a ángeles, y duro trato al cuerpo. Este era su medio de expiación, redención y santificación.

Pablo proclama que los discípulos gentiles ya han recibido esto en el Mesías, y están completos en él. En él, dirá Pablo, hemos recibido la circuncisión del corazón (Regeneración), anunciada por Moisés y los profetas. Hemos sido sepultados en él, en el bautismo (Tevilá) recibiendo el reconocimiento legal como parte del Cuerpo del Mesías. Hemos recibido redención, poder para vencer el pecado por su espíritu y la circuncisión del corazón. ¿¡Podríamos pedir mayores bendiciones espirituales!?

  • El perdón de pecados en Yeshúa.

Inmediatamente Pablo menciona que hemos recibido perdón eterno de pecados al haber recibido la reconciliación en Yeshúa Nuestro Mesías. El Eterno lo puso como expiación de pecados a Israel y el mundo, todos aquellos que lo aceptan, experimentan la regeneración (Tito 3:5) y perdón de pecados. De ahí que Pablo diga:

“Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz,” (Colosenses 2:13-14).

Pablo menciona que nuestros pecados fueron clavados en la cruz juntamente con el Mesías. Nuestro cuerpo de pecado fue cargado a él en el madero, como menciona Pedro en su carta, tal como está escrito:

“quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.” (1 Pedro 2:24).

Hemos recibido vida Eterna y perdón de pecados en Yeshúa. No es necesario dar un “duro trato al cuerpo” ni abstenerse de disfrutar cosas que nos son licitas como bebidas o comidas para lograr esto. La vida eterna y perdón de pecados no se encuentra en abstencionismo de bebida o comida aprobada por Dios, ni tampoco en tratar con rigidez nuestro ser. La expiación eterna ha venido con El Mesías, por cuyo sacrificio somos aceptos delante del Eterno.

Erróneamente se ha pensado que el “acta de decretos” que Pablo menciona, es la Torá. El Mesías nunca clavó la ley en la cruz, Pedro no menciona que él llevará el mandamiento de “No matar” o “no dirás falso testimonio” en el madero. Fue nuestro pecado, nuestras transgresiones de la ley que él cargó, no la ley misma. El mismo declaró que ningún mandamiento de la Torá sería abolida mientras hayan cielo y tierra (Mateo 5:17-19).

Pablo tiene en mente a nuestros pecados, esa era el acta que “nos era contraria” y que el Mesías clavó en la cruz al morir por Israel y el mundo. Esta realidad es expresada por Pablo para poder tener base en su argumentación contra las restricciones ascéticas de sus adversarios.

Inmediatamente después de mencionar estas tres cosas, Pablo dice:

“Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es del Mesías. Nadie os prive de vuestro premio,” (Colosenses 2:18).

Los críticos veían con malos ojos el sano disfrute que los colosenses tenían en Shabbat, lunas nuevas y días de fiesta al comer y beber de una manera permitida. Ellos querían “privar de su premio” a los colosenses mandándoles no observar esto y no comer y beber como lo hacían. Paradójicamente, al estudiar el contexto del verso, resulta que en lugar de ser una crítica por no observar las fiestas, ellos ¡los criticaban por observarlas!

El punto de Pablo entonces no es: “Esta bien, no celebren las fiestas ni santifiquen el Shabbat, no dejen que nadie los critique por eso”, sino todo lo contrario: “No dejen que nadie los critique por guardar las fiestas, por comer y beber sana y espiritualmente en Shabatot o en lunas nuevas. Todo esto es una sombra de algo grande que está por venir: la Era Mesiánica. Todo esto presagia al Mesías y su reino, que nadie les prive de participar en estas festividades que anuncian algo tan importante”.

El ascetismo y privarse de legítimos disfrutes de la creación, era común en la cultura griega. Diógenes, Hiparquía, Crates el Cínico, Porfirio, Empédocles, son solo algunos ejemplos de famosos ascetas de la antigüedad, algunos anteriores o posteriores al tiempo de Pablo. El vegetarianismo y el duro trato al cuerpo, despojo de todo bien, eran doctrinas filosóficas de estos pensadores. Parece ser que desde una época muy temprana, estas escuelas filosóficas empezaban a ser una amenaza para los creyentes gentiles. La posterior adopción de monasterios, monjes y el ascetismo cristiano de los siglos III y IV, son sólo el lógico resultado de no haber atendido a las exhortaciones de los apóstoles.

En la era Mesiánica, los profetas señalan banquetes de prosperidad y bendición sobrenatural. Miqueas menciona que en esos días “se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente; porque la boca del Eterno de los ejércitos lo ha hablado.” (Miqueas 4:4. Ver también Zacarías 3:10). Las festividades, su comida y bebida es un presagio de esta realidad aún por ser manifestada ¡Cuan increíble es poder ser parte de un anticipo de esto! ¡Qué trágico debe de ser que alguien nos prive de semejante ensayo profético!

Es aquí donde cobra sentido el hecho de que el texto mencione no ser juzgados “en bebida”. La Torá no menciona una prohibición de bebidas en sí mismas. Ciertamente se prohíbe la borrachera, pero no se señala ninguna bebida como prohibida. Cuando comprendemos que los críticos, juzgaban a los creyentes de Colosas por participar de bebidas en las fiestas y no por abstenerse de observarlas todo el texto cobra sentido.

Otro aspecto a señalar es que Pablo no dice, como a menudo se parafrasea erróneamente, que todo esto ERA sombra de lo que HABÍA de venir. El dice que esto ES SOMBRA DE LO QUE HA DE VENIR. Es decir, todavía es algo futuro, no es algo que quedo obsoleto antes de los días de Pablo, ni en sus días.

Pablo continúa su exposición diciendo:

“Pues si habéis muerto con El Mesías en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques (en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso? Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne.” (Colosenses 2:20-23)

Tal como mencionamos, los críticos contra quienes Pablo arremete, tenían una filosofía basada en mandamientos de hombres que predicaban el ascetismo y la abstención de cosas buenas. Frases como “No gustes” o “No toques” eran sus mandamientos de hombres. Esto no tiene nada que ver con la Torá, ni con el judaísmo, sino con filosofías griegas que potencialmente desviarían a los creyentes del camino correcto.

Las fiestas son una sombra de lo que ha de venir. Todas anuncian actos de redención del Eterno Dios de Israel y presagian la era Mesiánica, el Reino de Dios, la era de paz y tranquilidad anunciada por los profetas, en la que el Mesías, reinará a todas las naciones desde Jerusalén. Esto es un profundo tesoro para los creyentes de origen gentil y no deben de ser privados de estas bendiciones.

En la fiesta de panes sin levadura, tenemos una oportunidad de recordar la salida Egipto, la muerte de nuestro Maestro y despojarnos de nuestro Jamets, que es el pecado. En Shavuot (Pentecostés) recordamos la dadiva de la Torá en esa época y el derramamiento de la Ruaj Hakodesh (Espíritu Santo). En Yom Teruá, tenemos una oportunidad para proclamar la soberanía de Dios, sus juicios venideros y escudriñar nuestros caminos al oír el shofar. En Yom Kippur, nos presentamos para un día especial con nuestro Padre, quien está dispuesto a renovar nuestra comunión y perdonar nuestras faltas. En sukot, nos regocijamos por la bendición de El Eterno y anunciamos la era Mesiánica. Todas las fiestas son importantes y participar de ellas es una bendición enorme.

¡Que nadie nos prive de nuestro premio y de estas convocaciones de Santidad!

שבת  שלום

¡Shabbat Shalom!

Isaac Bonilla

26 Abr, 2020

Parasha Kedoshim

Vayikra (Levítico) 19:1-20:27

Haftara: Amos 9:7-15

Jurar o no jurar: Ese es el dilema

En el comentario a la parashá Mishpatim, vimos algunos de los versos del sermón del monte en el tema: “Yeshúa, la Torá y los Mas yo os digo”. En esta ocasión, nos gustaría comentar el verso del sermón del monte que habla sobre los juramentos y la enseñanza que Yeshúa dio sobre ellos. Si alguien quiere revisar los comentarios a “ojo por ojo, diente por diente” y “¿Aborrecerás a tu enemigo?” puede referirse a la parashá Mishpatim.

Una enseñanza a menudo escuchada en círculos del cristianismo histórico, es que proferir un juramento está prohibido. Esto es basado, primordialmente,  en la enseñanza de Yeshúa cuando dijo: “Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera;  ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey.”(Mateo 5:34-35).

Una interpretación popularmente conocida, es que Yeshúa aquí prohibió todo tipo de juramento y estableció, que esta no debe ser una práctica entre sus discípulos. ¿Es cierto esto? ¿Yeshúa esta prohibiendo abruptamente todo juramento? Dicha posición tiene dos problemas inmediatos:

  • Si jurar es una práctica reprochable ¿Cómo es que la Torá permitía dicha práctica en Deuteronomio (Devarim )10:20?¿Cómo es también que grandes profetas y justos hicieron uso de este recurso? (Gen. 21:31,Esdras 10:5,1º Reyes 18:15,2º Reyes 2:2)
  • Si todo lo demás que excede al “si” y “no” proviene del mal ¿Cómo se explica el hecho de que aun EL ETERNO juró por sí mismo? (Gn 22:16, Salmo 110:5). Si El Eterno hizo juramentos, ¿Cómo se podría decir que es, inherentemente malo, realizarlos?

Es obvio que Yeshúa no puede estar prohibiendo todo juramento y diciendo que todo aquel que no se conforma al “si” y al “no” esta bajo influencia del maligno. Para poder tener una mejor opinión debemos de recordar el propósito del juramento y el contexto histórico del dicho de Yeshúa.

El propósito del juramento era darle al oyente de una promesa o compromiso, plena seguridad de que esto se iba a llevar a cabo. En el caso de El Eterno, lo usa porque comprende nuestra incredulidad y, debido a esto, hace uso de este recurso, para enseñarnos que el asunto es firme de parte de él. Así que el juramento tenía por objetivo dar seguridad extra al oyente del compromiso.

Todo parece indicar, que en la época de Yeshúa algunos judíos habían caído en una práctica que torcía el propósito del juramento, y propiciaba un “agujero legal”. El mandamiento de la Torá que leemos en esta parashá establecía lo siguiente: “Y no juraréis falsamente por mi nombre,  profanando así el nombre de tu Elohim. Yo EL ETERNO” (Vayikra 19:12)

Como lo que se prohibía híperliteralmente en la Torá, era jurar falsamente por su nombre, parece ser que algunos judíos empezaron a jurar por cosas, en aras de tener la posibilidad de jurar falsamente por otras cosas sin incurrir en la “transgresión” de este mandamiento. En otras palabras, se pensaba que estaba prohibido jurar falsamente por el nombre de Dios; pero no jurar falsamente por otras cosas.

Esta malinterpretación hizo que el juramento cayera en una categoría degradable, ya que no era más una seguridad sino una enorme duda, ya que si alguien decía: “Te lo juro por Jerusalén”, él podía estar pensando en no cumplir dicha promesa.

Un manuscrito hebreo medieval de Mateo llamado “Du Tillet” dice en este verso: “No juréis por ninguna cosa” en lugar de “en ninguna manera”. Es muy probable que este manuscrito preserve una mejor variante textual del dicho de nuestro Maestro. Lo que Yeshúa está haciendo aquí, no es prohibir algo que la Torá permitió, ya que él mismo dijo que no había venido a abrogar la Torá (Mateo 5:17); lo que él está haciendo es establecer que no se debe jurar falsamente por cosas, porque al final, el juramento es igualmente vinculante.

Yerushalaim (Jerusalén) es la cuidad del gran Rey, por tanto, todo juramento es igualmente obligante, y no se puede jurar falsamente por ella. Si alguien no quiere comprometer su palabra reforzándola con un juramento, entonces que hable claro y que su “si” sea siempre “si” y su “no” sea “no”. Si para asegurar su palabra se le ocurre jurar falsamente por una cosa, con la ilusión de finalmente quebrantar dicho juramento, eso proviene del mal porque desde el inicio está pensando en ejecutar una maldad. Esta interpretación hace total sentido al contexto y resuelve satisfactoriamente nuestras dudas.

Uno de los comentaristas protestantes de nuestros días, aunque con una generalización claramente cuestionable, comenta acertadamente sobre esta misma conclusión: “Por ejemplo, como se ha señalado antes, los juramentos que implicaban el nombre de Dios eran obligatorios para el judío, pero otros que implicaban el “cielo” o la “tierra” no eran obligatorios” (Evis Carballosa, “Mateo La revelación de la realeza de Cristo”, pág. 223).

En conclusión, podemos decir que lo que Yeshúa está haciendo es prohibir todo juramento falso, ya sea por el nombre de Dios, o por cualquier cosa. El como juez supremo puesto por El Eterno, en su tarea de explicar la Torá de manera pura y óptima, está hablando fuertemente contra prácticas desleales, que hacían que Israel perdiera su santidad de nación sacerdotal.

Ahora, adicional a esto, el Maestro parece desalentar la practica del juramento (aunque no dice que es un pecado hacerlo) en sus discípulos. Cada creyente en Yeshúa debería tener una integridad y sinceridad tan grande que bastaría únicamente con “si” o “no” para saber que se propone o que emprenderá. En otras palabras, aunque el juramento es permitido, Yeshúa desalienta la práctica para llamar a sus discípulos a una integridad superior.

Los rabinos de los primeros siglos se expresaron en líneas similares en el talmud y en el midrash (muy probablemente por la gran influencia de nuestro Maestro Yeshúa). Veamos por ejemplo algunos textos:

“Nunca estés acostumbrado a tomar votos, porque al final los ignorarás e incluso abusarás de los juramentos, que son más graves.” (Nedarim 20a)

“Pero está escrito: “Y si te abstienes de hacer votos, no habrá pecado en ti” (Deuteronomio 23:23), lo que indica que es preferible no hacer votos. Y está escrito: “Es mejor que no prometas, a que prometas y no pagues” (Eclesiastés 5: 4); y se enseña en un baraita con respecto a ese verso: mejor que ambos, uno que jura y no paga, y uno que jura y paga, es alguien que no hace ningún voto en lo absoluto; Esta es la declaración del rabino Meir.” (Julin 2a)

“El rabino Eleazar dice: No, o cualquier expresión negativa, puede ser un juramento, y sí, o cualquier expresión positiva, puede ser un juramento.” (Shevu’ot 36a)

Basados en textos como Deuteronomio 23:23 y Eclesiastés 5, los rabinos establecen que no es bueno acostúmbranos a hacer votos o juramentos ya que puede causar dos problemas:

  1. Podemos llegar a transgredir estas promesas o juramentos y hay un castigo severo por hacer esto.
  2. Al hacer votos y promesas a cada momento, estamos diciendo implícitamente que nuestra palabra es de poca confianza y a menudo debe ser reforzada con un juramento para que valga algo.

Todo esto, está en línea con el pensamiento de nuestro Maestro, quien no estaba diciendo que un voto o juramento esta terminantemente prohibido o que sea pecado, pero si desalentaba a sus discípulos en este aspecto por las razones expuestas. Parece ser que para nuestro Maestro, los únicos votos o juramentos que deberían hacerse son los requeridos por necesidad en la ley bíblica o las leyes cívicas de cada nación (al testificar en una corte o en el matrimonio, por ejemplo).

Su enseñanza debe darnos un fuerte mensaje a cada uno de nosotros: El valor que tiene nuestra palabra. A menudo somos ligeros de labios, prometemos cosas que no cumplimos, aseguramos precipitadamente o negamos sin meditar. Un verdadero discípulo de Yeshúa, judío o gentil, debe distinguirse por una cosa: Integridad en su habla. Una vez escuché a alguien decir: “Somos esclavos de lo que decimos y dueños de lo que callamos”, ¡Cuánta razón tenía!

Como vemos en este parashá, ser santo implica ser diferente, actuar diferente, hablar diferente, tratar diferente a las personas, tener leyes y preceptos que nos diferencian del resto. La integridad, de palabra y obra, es algo sumamente importante. Sin integridad, no puede haber nada, no se puede confiar en una persona que no es integra y que no cumple su palabra. Nuestro Maestro nos está llamando a un compromiso férreo a ser santos, tal como se nos dice:

“sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.” (1 Pedro 1:15-16)

Es muy probable que Pedro haya tenido en mente la sección de la Torá que estudiamos esta semana. En primer lugar, Pedro cita de Levítico 19 la frase “Sed santos, porque yo soy Santo”. En segundo lugar, el capítulo 19 de Levítico, da diversos mandamientos sobre muchos aspectos de la vida: Honra a padre y madre, Shabbat, amar al prójimo como uno mismo, como vestir, como sembrar el campo, leyes de reverencia al anciano, al templo, etc. En fin, cuando Pedro dice: “santos en toda vuestra manera de vivir” se está refiriendo a que tenemos expectativas de Dios en cada aspecto de nuestra vida, algo abordado extensamente en esta parashá.

Esperemos que El Eterno pueda darnos siempre su santidad y nos aparte con sus mandamientos para poder vivir justa, recta y piadosamente, como Él quiere

שלום שבת

¡Shabbat Shalom!

Isaac Bonilla

25 Abr, 2020

Parasha Ajare Mot

Levítico 16:1-18:30

Haftará: Ezequiel 22:1-16

Yom Kippur: Purificación y renovación nacional.

En esta parasha leemos sobre el día de Yom Kippur, el día de purificación nacional decretado en la Torá y el momento de la expiación de los hijos de Israel y el mobiliario del templo. Muchas interrogantes rodean este tema como la razón de dos machos cabríos en Yom Kippur, que hacía necesario Yom Kippur, etc. Intentaremos resolver a grandes rasgos algunas interrogantes acerca de este día tan especial para El Eterno y el pueblo judío.

Después de describir las diversas impurezas que conllevan inmundicia ritual o ceremonial (Lv. 12-15) la Torá introduce el mandato de El Eterno a Moisés, en donde se describe el proceso de Yom Kippur. La relación es obvia: Yom Kippur esta después, temáticamente en la Torá, debido a que es la manera de purificar precisamente lo que se ha descrito anteriormente. Tanto pecados como impurezas físicas conllevan impurificación ritual y Yom Kippur es la manera anual de contrarrestar esto para evitar que la presencia del Eterno termine marchándose del templo.

De hecho, la Torá introduce el tema de Yom Kippur de la siguiente manera:

“Habló El Eterno a Moisés después de la muerte de los dos hijos de Aarón, cuando se acercaron delante del Eterno, y murieron.” (Levítico 16:1)

La Torá introduce el capítulo de Yom Kippur con una mención de la muerte de los hijos de Aaron. Como hemos comentado en parashot anteriores, el contacto literal o simbólico con muerte o abandono de vida es lo que causaba prácticamente todas las impurezas rituales. El contacto con muerte era algo que causaba la mayor impureza ritual posible; de este modo, la Torá relaciona la narración de Yom Kippur con la muerte de los hijos de Aaron, para enfatizar la gran impurificación ritual que esto causó. La muerte de los hijos de Aaron ocurrió en el tabernáculo, siendo una causa de impurificación ritual primaria y de gran urgencia y trascendencia. Aquellas impurificaciones de gravedad mayor tenían que ser expiadas en Yom Kippur puesto que incluso contaminaban ritualmente el lugar santísimo.

De esta manera, Yom Kippur era el día de renovación espiritual en Israel, era un día que marcaba un año más de gozar de la presencia divina; sin el procedimiento de Yom Kippur y una espiritualidad buena de los hijos de Israel, la Shejiná (presencia divina) tarde o temprano acabaría por marcharse. Lo más importante para Israel era que la presencia de El Eterno estuviera en medio de su pueblo en su tabernáculo, tal como Moisés dijo:

“¿Y en qué se conocerá aquí que he hallado gracia en tus ojos, yo y tu pueblo, sino en que tú andes con nosotros, y que yo y tu pueblo seamos apartados de todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra?” (Éxodo 33:16).

Nacionalmente, mantener la presencia de El Eterno en el tabernáculo y cumplir las prescripciones de nación de pacto, eran la prioridad número uno. Lastimosamente como sabemos, la presencia del Eterno terminó yéndose del templo de Salomón (como lo registra Ezequiel) por causa de las múltiples impurificaciones y pecados del pueblo. Yom Kippur era la renovación espiritual de Israel y la continuidad de la armonía en la relación entre El Eterno y su pueblo.

Yom Kippur era la oportunidad de hacer una purificación del más alto nivel y de las más graves impurificaciones. A pesar de que otros sacrificios se ofrecían regularmente de manera más frecuente, el procedimiento de Yom kippur era igualmente necesario. ¿Por qué era necesario si había sacrificios diarios? Podemos mencionar al menos tres razones más importantes:

  • Los sacrificios de días normales tenían una connotación más personal que colectiva. Yom kippur era la renovación nacional de la comunión entre El Eterno y el pueblo.
  • Los sacrificios diarios hacían expiación por el altar del holocausto y por la persona para que El Eterno morara ahí y para que el oferente pudiera estar en semejante lugar. Yom kippur era el único día donde se hacía expiación por el kodesh kadashim (Lugar santísimo) y lo que en el estaba. Este tipo de purificación únicamente podía hacerse una vez al año. (Levítico 16:33, Exodo 30:10).
  • Debido a las muchas impurezas de los hijos de Israel que no eran purificadas diariamente por “x” o “y” razón, cada año el sumo sacerdote tenía que hacer una expiación por todo lo que componía el tabernáculo. Está escrito en la Torá: “Y hará la expiación por el mikdash hakodesh, y el tabernáculo de reunión; también hará expiación por el altar, por los sacerdotes y por todo el pueblo de la congregación” (Levítico 16:33).
  • En Yom Kippur también se hacía una expiación sumaria por los pecados intencionales que los hijos de Israel habían cometido; algo que no se alcanzaba con los sacrificios traídos ocasionalmente por un individuo. Daniel Lancaster nos dice de esto:

“(las ofrendas de purificación) purificaban el santuario de los pecados involuntarios de Israel, pero ellos no ofrecían al santuario purificación por la contaminación contraída por los pecados intencionales de la nación. Dejado sin purificar, el nivel de contaminación podía alcanzar un punto crítico en el que la presencia de Dios se retiraría del santuario. El sumo sacerdote prevenía que la impureza alcanzara ese nivel espiritualmente toxico al entrar al lugar santísimo una vez al año y realizar un ritual de purificación” (Torah Club vol. V: Depths of the Torah, pág. 1043, Daniel Lancaster, First Fruits of Zion, 800.775.4807, www.ffoz.org. Traducción del autor)

Derek Leman nos dice:

“Se asume que el santuario se contamina por pecados sin arrepentimiento y por medio de Israelitas fallando en purificar sus impurezas. El propósito del sistema de sacrificios, por lo tanto, no era expiar por completo al pueblo, transformándolos para vida eterna. Era, más bien, para limpiar el templo de la contaminación causada por la muerte humana y el pecado para que Dios habite en un área simbólicamente libre de la muerte y el pecado. Las personas también deben ser limpiadas para que puedan ser capaces de acercarse a Dios en el altar, habiendo tenido la contaminación de la muerte simbólicamente eliminada. El santuario de Israel era un microcosmos del cielo, un lugar en donde la presencia de Dios habitó literalmente, tal como en el cielo y un lugar que fue purificado del residuo de la muerte y la transgresión. Si la casa terrenal tenía que ser purificada continuamente y el pueblo requería limpieza para acercarse, se deduce que cuando venga lo perfecto necesitaremos algo más extensivo que la purificación ritual. La expiación del Templo implica la necesidad de algo más grande, que es descrito por el profeta sacerdotal Ezequiel, como una aspersión divina con agua limpia, recibiendo un nuevo corazón y espíritu, y siendo dotados con el Espíritu de Dios (Ezequiel 36: 25-27). Nuestra preparación para vivir permanente con Dios necesitaría ser mayor que el símbolo, que era el templo.” (Daily Portion 4-18, Derek Leman)

Estas razones hacían que Yom Kippur no pudiera ser sustituido por los sacrificios regulares, pues había necesidad de una expiación colectiva, sumaria y de mayor trascendencia. Descuidar esto equivalía a ser negligentes con la parte más íntima e importante del tabernáculo, y posteriormente del templo: El lugar santísimo (Kodesh Kadashim).

Yom kippur era la oportunidad de una renovación colectiva, era declarar solemnemente el deseo de que El Eterno siguiera morando en medio de su pueblo en el tabernáculo. Era como decir: “aquí estamos, somos tu pueblo y te amamos. Queremos que tú presencia esté con nosotros siempre, ¡Haz de nosotros tu heredad! ¡Hemos pecado en este año pero queremos tu perdón y expiación! ¡No nos abandones!”.

Se ha discutido mucho sobre la ceremonia de los dos machos cabríos. Una opinión indica que el macho cabrío enviado al desierto representaba el alejamiento de los pecados de Israel. Gráficamente esto significaba que los pecados de la nación y sus impurezas habían sido alejados de El Eterno y el moraría siempre entre su pueblo.

Otra opción indica que el macho cabrío que se ofrecía en expiación era símbolo de muerte y el macho cabrío que se enviaba al desierto era símbolo de vida. Simbólicamente, la nación experimentaba una nueva vida cada Yom kippur y la diferencia yacía en la purificación ritual (expiación) que se llevaba a cabo ese día.  La costumbre de despeñar el macho cabrío “Para Azazel” parece haber sido adoptada tardíamente, para evitar la noción de un sacrificio u ofrenda a otro ser (Mishná Yoma 6:6).

Mientras todo esto sucedía, cada hijo de Israel debía de cesar labores y ayunar para demostrar que la verdadera espiritualidad era la final condición para que El Eterno morara entre su pueblo, tal como se nos dice:

“Día de reposo (Shabbat Shabbaton) es para vosotros, y afligiréis vuestras almas; es estatuto perpetuo.” (Levítico 16:31)

“Y Samuel dijo: ¿Se complace El Eterno tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de El Eterno? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros.” (1 Samuel 15:22).

“Mis santuarios menospreciaste, y mis días de reposo has profanado. Calumniadores hubo en ti para derramar sangre; y sobre los montes comieron en ti; hicieron en medio de ti perversidades.” (Ezequiel 22:8-9)

El ritual simbólico y ritual era importante, pero mayormente el arrepentimiento y la espiritualidad del pueblo que era, a la postre, lo que causaría una acumulación de pecados e impurezas grande, imposible de tolerar por la santidad de la presencia divina.

Es pues este el propósito principal de Yom kippur: proveer de una purificación ritual trascendente, sumaria y colectiva para hacer que la presencia del Eterno siguiera morando en su pueblo. La concepción de que Yom kippur era una ritual para alcanzar vida eterna o tener parte en el mundo venidero es un tanto anacrónica e inexacta histórica y contextualmente.

¿Qué es Yom kippur para nosotros hoy en día?

Al no estar en pie el templo de Jerusalén, y como consecuencia sin tener la gloria de El Eterno morando en él, Yom kippur pierde una gran parte de su trascendencia y significado. El propósito principal de Yom kippur era purificar a la nación para que la presencia siguiera morando entre el pueblo; sin templo esto no puede cumplirse lógicamente. Sin embargo, esto no significa que no tenga ningún significado para nuestros días, puesto que podemos aprender muchísimas cosas de Yom kippur y celebrar el ayuno para obtener un increíble crecer espiritual.

Los creyentes en Yeshúa hemos recibido el poder de lo alto que nos permite vivir en victoria sobre el pecado, el creyente en Yeshúa recibió el Espíritu santo de la promesa y podemos ir a Yom Kippur con la firme resolución de abandonar ciertas áreas de pecado en nuestra vida. Yom kippur es la oportunidad de reflexionar en nuestro caminar con el Eterno, y mediante el espíritu de poder que se nos ha dado, abandonar de una vez por todas nuestros pecados.

Yom kippur es la oportunidad de renovarnos y reconciliarnos con nuestro padre. La relación no está en peligro por el merito del justo de justos, pero nuestros pecados pueden mermar la armonía de la relación. Nuestro padre nos espera en esta cita, iremos ante él quebrantados de corazón pues eso no es despreciado por él.

¿Cuál es el sentido que tiene para un creyente en Yeshúa guardar el ayuno de Yom kippur? ¿Esta nuestro destino eterno en juego cada Yom Kippur? Absolutamente no, ciertamente hemos recibido vida eterna y el perdón total de nuestros pecados mediante la sangre de Yeshúa HaMashiaj; esto no está en discusión, ni se debe de celebrar Yom Kippur para obtener salvación o vida eterna, esto es algo que fue hecho por el sacrificio eterno del cordero de Elohim.

El nos liberó del poder y de la condena eterna del pecado. Esto no anula el hecho de que continuamos pecando día a día hasta el día de la resurrección (donde seremos libres de la presencia del pecado), esto hace que necesitamos un arrepentimiento continuo y buscar el rostro de El Eterno para recibir su perdón como padre. Yom kippur es el día perfecto para renovar nuestra devoción a El Eterno y recibir su perdón como Padre. Este es el día en donde venimos ante nuestro padre, humillados y quebrantados para que nuestra relación se renueve.

¡Que siempre podamos renovarnos hasta que el día de la consumación llegue!

שלום שבת

¡Shabbat Shalom!

Isaac Bonilla

04 Abr, 2020

Parasha Tzav

Levítico: 6:8-8:36

Haftará: Jeremías 7:21 – 8:3; 9:22-23

“¡Hablad de todas sus maravillas!”

En la parashá pasada estudiamos los tipos de korbanot (sacrificios) enumerados en la Torá, en los primeros 5 capítulos de Levítico. En dichos capítulos, aprendimos grandes lecciones sobre los sacrificios que se ejecutaban en el tabernáculo y luego en el templo. En esta parashá seguiremos considerando las lecciones espirituales y teológicas que encontramos en las korbanot, específicamente en una de las categorías de sacrificios: Los sacrificios de Paz (Shelamim).

El sacrificio de paz tiene varias peculiaridades dignas de atención y explicación. Vimos los principales aspectos en la parashá pasada y ahora veremos más aspectos del mismo, su significado y sus sub-categorías.

Leemos en esta parashá lo siguiente:

“Y esta es la Torá (ley) del sacrificio de paz que se ofrecerá a El Eterno: Si se ofreciere en acción de gracias, ofrecerá por sacrificio de acción de gracias tortas sin levadura amasadas con aceite, y hojaldres sin levadura untadas con aceite, y flor de harina frita en tortas amasadas con aceite. Con tortas de pan leudo presentará su ofrenda en el sacrificio de acciones de gracias de paz. Y de toda la ofrenda presentará una parte por ofrenda elevada a El Eterno, y será del sacerdote que rociare la sangre de los sacrificios de paz. Y la carne del sacrificio de paz en acción de gracias se comerá en el día que fuere ofrecida; no dejarán de ella nada para otro día. Mas si el sacrificio de su ofrenda fuere voto, o voluntario, será comido en el día que ofreciere su sacrificio, y lo que de él quedare, lo comerán al día siguiente.” (Levítico 7:11-16).

De esto se extrae que el sacrificio de paz tiene por lo menos tres sub-categorías:

  • Sacrificio de acción de gracias (Hb. “Korban Todá”)
  • Sacrificio por voto (Hb. “Korban Neder”)
  • Sacrificios voluntario (Hb. “Nedaba”)

Al ser todos sacrificios de paz (Shelamim), estas sub-categorías comparten cosas en común pero también poseen ciertas diferencias en sus procedimientos y significados. Estas diferencias que superficialmente parecen accidentales o intrascendentes, transmiten poderosos mensajes para nuestro entendimiento de la escritura y nuestro crecimiento espiritual.

En primer lugar consideremos la primera de estas diferencias: En el sacrificio de acción de gracias, toda la carne debía de ser consumida en el mismo día. En la ofrenda por votos o  en la voluntaria, se podía dejar para el día siguiente y comerla, siempre y cuando, si el que la comía, estaba ritualmente puro. ¿Por qué era esto así? ¿Por qué el Korban Todá únicamente podía ser comido en el mismo día? ¿Hay alguna intención para esto? ¿Qué nos comunica esto, hoy en día, en nuestro servicio a El Eterno?

La razón para esto es simple: Traer mayor gloria al Eterno y santificar su nombre al brindarle loor y alabanza. ¿De qué manera? Al tener que consumir la carne el mismo día, la persona invitaba a muchos más amigos y familiares para poder acabar la carne y que no quedara para el día siguiente. Al invitar una mayor cantidad de gente, la persona relataría las bondades que El Eterno había hecho con ella, con alabanza y agradecimiento ante muchas personas. Esta ley traía el objetivo de santificar el nombre de El Eterno ante muchas personas.

¿Te imaginas la escena? Tu, tu familia, tus amigos en el templo de Jerusalén compartiendo una comida relatando las bondades del Eterno, junto a sus sacerdotes. El lugar donde El Eterno residía con intensidad inigualable, se convierte en tu sede de alabanza delante de todos tus conocidos, compartiendo una comida especial.

Esto nos enseña una gran lección espiritual: Relatar las bondades que El Eterno nos ha dado, es una gran alabanza a su nombre. Al santificar su nombre entre muchas personas, nos hacemos parte de la gran oración enseñada por nuestro maestro: “Santificado sea su nombre” (Mateo 6:9).

Dar gloria a El Eterno con agradecimiento de corazón, con gozo, con fervor es un gran mandamiento, tal como se nos dice:

“Proclamad entre las naciones su gloria, En todos los pueblos sus maravillas. Porque grande es El Eterno, y digno de suprema alabanza;” (Salmo 96:3-4).

“Alabad a El Eterno, invocad su nombre; Dad a conocer sus obras en los pueblos. Cantadle, cantadle salmos; Hablad de todas sus maravillas. Gloriaos en su santo nombre; Alégrese el corazón de los que buscan a El Eterno.” (Salmo 105:1-3, énfasis añadido).

“Del poder de tus hechos maravillosos hablarán los hombres, Y yo publicaré tu grandeza.” (Salmo 145:6)

El agradecimiento al Eterno por todas sus misericordias, bondades y benevolencias es la clave para una vida llena de dicha y felicidad. Solamente aquel que está agradecido con lo que tiene, puede vivir en completa paz; si bien es cierto, todos tenemos el derecho a siempre querer mejorar, debemos de estar conformes con lo que tenemos al momento (Conformes sin ser conformistas). Muchas personas viven su vida renegando por lo que no tienen y menospreciando lo que tienen; por otro lado, nosotros debemos de vivir conformes y alegres con lo que tenemos, y esforzándonos por mejorar en paz y dedicación.

Aquel que es agradecido, es alguien de espíritu afable, con templanza y quien vive en paz con Dios y con los hombres. Una de las máximas maldiciones de este siglo, es su consumismo galopante quien siempre nos hace creer lo “desdichados” que somos por lo que no tenemos y que salió ayer en el mercado.

Como creyentes en El Eterno y discípulos de Yeshúa debemos de estar agradecidos y hacer de nuestra vida una continua alabanza al Eterno, tal como se nos dice:

“Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en el Mesías Yeshúa.” (1 tesalonicenses 5:18).

¿Estamos dispuestos a empezar a vivir agradecidos ante todas las circunstancias?

“No dejarás que tu Santo vea corrupción”.

Como hemos comentado en parashot anteriores, una gran parte de los procedimientos que se llevaban a cabo en el templo, están asociados con evitar el contacto literal o simbólico con la muerte. Esta es la razón, por ejemplo, por la cual no se podía presentar una ofrenda vegetal con levadura y quemarla en el altar. La levadura al ser obtenida por agriar una cantidad de masa y aplicarla a más nueva, es vista como sinónimo de corrupción o decaimiento.

Varías leyes que veremos más adelante, también nos comunican que el contacto literal con muerte o estar simbólicamente en contacto con abandono de vida, era causal de impurificación ritual. La prohibición de los cohanim (sacerdotes) de impurificarse por muerto, entra en la misma categoría. El mensaje presentado en el tabernáculo es sencillo y claro: Dios está en contra de la muerte, le desagrada y al final, la eliminará.

Una de las leyes del sacrificio de paz, ilustra también este concepto. Leemos en la Torá lo siguiente:

“Mas si el sacrificio de su ofrenda fuere voto, o voluntario, será comido en el día que ofreciere su sacrificio, y lo que de él quedare, lo comerán al día siguiente; y lo que quedare de la carne del sacrificio hasta el tercer día, será quemado en el fuego. Si se comiere de la carne del sacrificio de paz al tercer día, el que lo ofreciere no será acepto, ni le será contado; abominación será, y la persona que de él comiere llevará su pecado.” (Levítico 7:16-18)

El sacrificio de voto o voluntario, podía ser comido incluso el día siguiente, pero nunca en el tercer día. ¿Por qué razón? En un mundo sin refrigeradoras y sin persevantes avanzados como los que tenemos hoy en día, la carne no pasaba mucho tiempo sin tornarse rancia o empezar a perder su sabor original y optimo. El tercer día, es el día designado por la Torá como un límite de precaución para evitar la posibilidad de comer carne que se empezaba a poner rancia o acida. Esto es así, debido a la simbología que transmitía: En la presencia de Dios, la muerte o la corrupción no son ideales y no deben estar ahí. Nuevamente vemos el simbolismo la-muerte-no-es-agradable expresado en esta ley.

A parte de este significado, podemos ver también una alusión a la resurrección del Mesías en la ley del sacrifico de paz. Así como la carne del sacrificio de paz no podía ser comida habiendo en ella “corrupción”, el Mesías de Israel fue resucitado luego de un periodo corto sin que su carne viera corrupción, tal como está escrito:

“Porque no dejarás mi alma en el Seol, Ni permitirás que tu santo vea corrupción.” (Salmo 16:10).

El Salmo 16 fue citado precisamente por Kefa (Pedro) en su conocida disertación en Shavuot (pentecostés). Ahí él expresó que una fuerte indicación mesiánica yacía en este salmo, tal como está escrito:

“Porque no dejarás mi alma en el Hades, Ni permitirás que tu Santo vea corrupción. Me hiciste conocer los caminos de la vida; Me llenarás de gozo con tu presencia. Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Mesías para que se sentase en su trono, viéndolo antes, habló de la resurrección del Mesías, que su alma no fue dejada en el sepulcro, ni su carne vio corrupción. A este Yeshúa resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.” (Hechos 2:27-32).

Yeshúa debía resucitar antes de que su carne viera corrupción para cumplir este aspecto mesiánico del Salmo 16. Al resucitar al tercer día, un periodo corto de tiempo, su carne no vio una corrupción perceptible y sustancial (sabemos por la medicina que algo de corrupción en un cuerpo muerto comienza minutos después de la muerte) y pudo cumplirse lo dicho por el Rey David. Esto es probablemente lo que Shaul de Tarso tenía en mente cuando dijo:

“Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que el Mesías murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;” (1 Corintios 15:3-4. Énfasis añadido).

Muchos críticos han preguntado: ¿Dónde, en todos los profetas, se había anunciado que el Mesías resucitaría al tercer día? Pablo dice que el Mesías “resucitó al tercer día conforme a las escrituras”, ¿Dónde está semejante profecía? ¿Se equivocó Pablo diciendo que estaba anunciado algo que no fue dicho por ningún profeta?

En efecto, ningún profeta dijo algo como: “El Mesías resucitará al tercer día” o algo similar. Ciertamente podemos deducir la muerte del Mesías en los profetas (Daniel 9:26, Isaías 53:9) e incluso su resurrección (Isaías 53:10) pero nada que literalmente indique que sería al tercer día.

Podemos explicar esta aparente discrepancia en varias maneras posibles:

  • La frase de Pablo se refiere únicamente a la primera parte de la oración, es decir que el Mesías “resucitaría” conforme a las escrituras. La parte del “tercer día” es información añadida que es conocida por Pablo; sin embargo, la parte que está en las escrituras y a la que se refiere, es a la resurrección del Mesías en sí.
  • Pablo no está diciendo que la resurrección al tercer día este basada en las escrituras; sino que es conforme a las escrituras. Es decir, a pesar de no haber una profecía explicita con esa información, no contradice el patrón que la escritura describe sobre el Mesías sino que es consistente con él.
  • Pablo está haciendo referencia al texto de Oseas 6:2, donde se nos dice: “Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él.”. La única debilidad de esta postura, es que el texto habla literalmente de Israel y no del Mesías. Podría ser una alusión mesiánica secundaria ya que el Mesías, es el israelita por excelencia y sigue similitudes con Israel en su vida; pero no un cumplimiento literal de una profecía.
  • Pablo está haciendo una alusión al salmo 16, indicando que, para que el Mesías no viera corrupción como se indica ahí, debía de resucitar en un tiempo corto, esto es al tercer día.

La última opción es a nuestro juicio la más prometedora para explicar el verso. Las demás tienen grados de certidumbre pero la que parece hacer mas justicia a lo dicho por Pablo, es la última. Pablo no estaba cometiendo un error, sino que está diciendo algo perfectamente coherente y en la línea con los profetas hebreos.

En el siglo primero, había muchas teorías sobre cuando un cadáver empezaba su descomposición irreversible, el tercer día es señalado frecuentemente con ese proceso de corrupción. Por ejemplo, leemos de la historia de Lázaro, que cuando Yeshúa iba a resucitarlo y pidió abrir el sepulcro se le dijo: “Señor, hiede ya, porque es de cuatro días.” (Juan 11:39).

Claramente esto indica que la descomposición se percibía como irreversible del tercer día en adelante. Es debido a esto, que Yeshúa se esperó hasta el cuarto día para resucitarlo (Juan 11:6, 17).

Un dato de la tradición parece dar más luz a la razón por la que Yeshúa se esperó hasta el cuarto día. En la tradición judía incluso se especulaba hasta que momento el alma de una persona se iba totalmente del cuerpo, ¿era simultaneo? ¿Era inmediato? ¿Había un ínfimo o mínimo periodo de transición? Dentro de este marco de especulación, leemos lo siguiente:

“Bar Kapará dijo: El peso del duelo no es sino al tercer día. Por 3 días el espíritu vaga por la tumba, preguntándose si podría retornar al cuerpo, pero cuando ve la cara desfigurándose, entonces no flota más y deja el cuerpo asimismo” (Bereshit Raba 100:7)

Esto explica porque Yeshúa esperó hasta el día cuarto: Nada discutiría que esto era un milagro inequívoco de Dios, su periodo de corrupción irreversible había arrancado ya, y aquel que lo resucitará, probaría ser aprobado de lo alto, pues Lázaro estaba ya corrompiéndose en su carne.

Esto también nos enseña como la resurrección al tercer día del Mesías sin pasar del mismo, está fuertemente respaldada por la Torá, los profetas e incluso la tradición judía. El Mesías de Israel ha sido el primogénito de entre los muertos; en él, la resurrección ha comenzado. El Mesías ahora es corporal y espiritualmente incorruptible, esto lo capacita para poder reinar por mil años tal como establece el libro de Revelación.

El dijo en aquella ocasión a la hermana de Lázaro, aquellas palabras que han resonado por siglos y siglos: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Juan 11:25). Nuestro Señor venció la muerte y entonces ha sido exaltado más que Abraham, que Moisés y que los ángeles ministeriales. La victoria que la humanidad tendrá finalmente sobre la muerte, ha comenzado en el más hermoso de los hijos de los hombres: Yeshúa de Nazaret, nuestro Mesías y Salvador.

La Torá alude al enorme desagrado que El Eterno tiene en la muerte en diversas leyes de los sacrificios; al escudriñarlas detenidamente hemos encontrado tesoros en su palabra y en la tradición del pueblo judío, que nos fortalecen y nos hacen crecer en el conocimiento de su voluntad para la humanidad.

Es en el Mesías, nuestra paz para con Dios, que la derrota a la muerte ha comenzado. Solo nos queda esperar el cumplimiento total de la gloriosa profecía: “Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará Hashem El Señor toda lágrima de todos los rostros” (Isaías 25:8)

¡QUE SEA PRONTO Y EN NUESTROS DIAS!

שבת שלום

¡Shabbat Shalom!

Isaac Bonilla

04 Abr, 2020

Parasha Vayikra

Levítico: 1:1-6:7

Haftara: Isaías 43:21-44:23

Los korbanot: Su clasificación y significado.

En esta parashá comenzamos a estudiar el interesante libro de Levítico, conocido en el judaísmo como “Vayikra”. Como hemos mencionado, el patrón para nombrar los libros en la Torá, es con la primera palabra del mismo; en este caso, nuestro libro se llama “Vayikra”, que traducido es “Y llamó”. El libro nos provee de leyes rituales, sacrificios, expansión de temas y obligaciones éticas de los hijos de Israel, y al final, las bendiciones y maldiciones del pacto entre Israel y El Eterno.

En esta parashá haremos una introducción a las interesantes leyes sobre los sacrificios y como pueden enseñarnos grandes verdades hasta el día de hoy. Contrario a la opinión de muchos, Levítico no es un libro llano y aburrido que no tiene nada que enseñarnos en este siglo. Levítico tiene una riqueza increíble tanto de teología como de ética y acción en este mundo.

Las cinco categorías principales de ofrendas son las siguientes:

  • Olá (Ofrenda de ascensión): También conocida como “Holocausto” que significa “todo quemado”. Este tipo de ofrenda era completamente consumida por el fuego en el altar, las razones para traer este tipo de ofrendas no son especificadas y podía traerse como señal de reverencia a Dios, petición de algo, alabanza a Dios reconociendo su suprema autoridad y otras. Antes de la dadiva de la Torá por medio de Moisés, era la ofrenda por excelencia de los patriarcas y de los antiguos. Fue la ofrenda hecha por Noaj (Noé) al bajar del arca (ver Gn 8:20). El significado de quemar toda la ofrenda es “Todo mi ser está dedicado a ti. Asi como todo este animal es quemado y sube en ascensión a las alturas en el altar, yo entrego todo de mi para tu servicio”. Era considerada una ofrenda de gran honra puesto que el oferente no obtenía nada de la carne para sí, sino que todo era hecho como alabanza a Dios. Esta ofrenda no tiene que ver con pecados directamente.
  • Minjá: Se ha traducido como “oblación” y también como “ofrenda vegetal”. La traducción más literal es “tributo”, como la ofrenda dada a un rey. Este tipo consiste de una ofrenda vegetal que puede ser de una cantidad de harina, tortas cocidas en horno, sartén o cazuela. Si se traía sola la harina, había que ponerle un poco de incienso (Levítico 2:1), si se traían tortas u hojaldres cocidos no era necesario. Ninguna levadura podía traerse en este tipo de ofrenda, la levadura es sinónimo de corrupción o decaimiento, esto debido a que el método antiguo de leudar, era mezclar la masa nueva con un residuo de masa que se había dejado agriar de días anteriores (Llamada en hebreo “Seor”). En el tabernáculo, la presencia de Dios podía experimentarse con intensidad muy fuerte, el Dios de la vida no puede estar en un lugar donde hay muerte o corrupción. El pecado y la muerte son las dos cosas que no son parte del ideal de Dios y que nos separan de él. En su tabernáculo no podía presentarse la muerte pues Él es la existencia y la vida misma.

La ofrenda de Minjá no tiene que ver con pecados en lo absoluto, nada de pecados es mencionado en todo el capítulo 2 de Levítico y cualquiera podía voluntariamente traer una ofrenda vegetal. Al ser la harina (o tortas cocidas) algo más económicamente alcanzable, para muchos la Minja era el holocausto de las personas de bajos recursos. Si alguien quería alabar a Dios y expresarlo con una ofrenda, pero no tenía para llevar un toro o un cordero, podía hacerlo con una ofrenda de Minja.

Esta ofrenda también tiene antecedentes previos a la entrega de la Torá a través de Moisés. Se nos informa en Génesis que Caín ofreció una ofrenda de Minja, pero no fue vista con buenos ojos por su actitud al hacerlo; lo contrario de su hermano Abel.

  • Shelamim (Ofrendas de paz): Esta ofrenda se traía voluntariamente para expresar gratitud por algo recibido de Dios, por simplemente estar muy conforme sobre como la vida del oferente estaba marchando, como expresión de estar muy bien con su familia y con Dios. La ofrenda de paz no tiene que ver con pecados sino con regocijo y estar bien delante de Dios. De esta ofrenda, parte de la carne y las grasas eran quemadas sobre el altar, otra parte (la espaldilla) era del sacerdote y lo demás era para que el oferente y sus invitados comiesen delante de Dios, con la condición de estar ritualmente puros (Levítico 7:12-20). Este tipo de sacrificio podía ser ofrenda de agradecimiento (Korban Todá), ofrenda de votos u ofrenda voluntaria como se verá en la siguiente Parashá. Algunos rabinos consideraron a la ofrenda de agradecimiento, la mayor de todas haciendo referencia al salmo 50, donde se dice: “El que sacrifica Todá me honra” (Salmo 50:23). Ampliaremos más sobre los interesantes detalles de este tipo de sacrificio en la siguiente parashá.

 

La ofrenda de Shalom, es también pre-existente a la entrega de la Torá ya que se puede encontrar en Exodo 24:5, antes de que las regulaciones de los sacrificios fueran recibidas.

  • Jatat (Ofrenda de purificación o “De pecado”): Esta ofrenda esta generalmente relacionada con pecados de yerro de una persona común, el sumo sacerdote, el sanedrín, o un Rey o príncipe de tribu. Sin embargo, también era ofrecida en ocasiones en donde no había pecado del oferente como el caso de la mujer parturienta (Ver Levítico 12:8) o el caso de aquel que hacía voto de Nazir (nazareo). Debido a esto y basado en textos hebreos, se le ha dado también el nombre de “ofrenda de purificación”. La sangre del sacrificio de Jatat era tomada por el sumo sacerdote y se rociaba hacia el velo que dividía al lugar santísimo; esto era hecho en el caso que el pecado de yerro hubiera sido cometido por el Sumo sacerdote o por el sanedrín.

En el caso de un pecado de una persona común o un príncipe, solo se aplicaba la sangre al altar del holocausto, que estaba afuera del tabernáculo (Levítico 4:22-30). La explicación dada a esta diferencia es clara: En el primer caso, el pecado se consideraba más grave y hacía una impurificación ritual más severa en el tabernáculo por tratarse de figuras públicas relacionadas con la fe y el culto del pueblo. El rey era más una figura política y no tanto religiosa y el Israelita común no tenía el nivel de responsabilidad de un Cohen gadol o un sanedrín (concilio). La parashá nos enseña aquí el principio que un pecado de un líder religioso tiene más impacto y consecuencia espiritual ¡Que El Eterno nos libre de ser piedra de tropiezo o causar daños a otros desde posiciones de liderazgo!

La expiación hecha al altar, al velo, a los cuernos del altar del incienso y del holocausto deben de ser entendidas en su contexto: Esta expiación era una purificación ritual del pecado, el pecado contamina ritualmente el lugar y debe de ser purificado con esta ofrenda para que la presencia de Dios no vaya tarde o temprano a abandonar el tabernáculo/templo. Como Jacob Milgrom notó: La palabra “Kiper” o “Kapar” tiene en su forma verbal llamada “Piel” siempre el significado de “purificación ritual”. Veremos más detalles de esta ofrenda en el comentario a la parashá Tazria.

  • Asham: Llamado “sacrificio de culpa”, se ofrecía cuando se tenía que hacer restitución al haber causado un daño a un hermano israelita defraudándolo con bienes, haber hurtado o haberse metido con las cosas consagradas al Eterno. Esta ofrenda siempre está relacionada con pecados. Al haberse arrepentido, el hombre debe de resarcir completamente de lo que defraudó de cosas sagradas o su prójimo y añadir un quinto más.

 

La ofrenda de Asham enseña claramente que un pecado contra nuestro prójimo es también contra Dios. Expresa también que el verdadero arrepentimiento debe buscar resarcir el daño cuando es posible y dar muestras de no volver a hacerlo otra vez.  Nuestro arrepentimiento para con Dios no anula nuestra necesidad de reparar el daño hecho si es necesario.

Tanto la ofrenda de Asham como la de Jatat son innovaciones de la Torá, sin precedentes en la vida de los patriarcas o previo a ellos. Únicamente tienen sentido en la vida con un tabernáculo o templo en pie, esto debido a que su tarea principal es purificar ritualmente o cubrir ritualmente el altar y el mobiliario del templo de las impurezas y pecados de los hijos de Israel.

Como podemos ver al apreciar las descripciones de las categorías principales de sacrificios, la noción de que todos los sacrificios tienen que ver con perdón de pecados es falsa. Únicamente uno de ellos está siempre relacionado con ciertos pecados muy puntuales (Asham) y otro en la mayoría de las veces con pecados de yerro (Jatat) pero no siempre tiene dicha relación (caso de la parturienta por ejemplo).

En el caso de los sacrificios que hablan de expiación, ya hemos dicho que en este caso, la palabra expiación debe entenderse primariamente como cobertura de protección o purificación ritual del mobiliario del templo y del oferente para poder acceder al lugar de la presencia del Eterno. Ahora alguien podría preguntar ¿Cómo trabajaba este tipo de expiación? ¿Qué enseñaba la simbología a cada Israelita antiguamente y a nosotros el día de hoy? Veámoslo a continuación

Expiación ritual: Proceso, simbología y significado.

Como hemos mencionado en porciones anteriores, la trascendencia de Dios, su inmortalidad, pureza y santidad, hacen que estemos muy alejados de Él. Al haber un lugar con la presencia de Dios con una intensidad tan fuerte, ciertos procedimientos deben de realizarse para acceder a su presencia y para purificar las impurezas y pecados de los hijos de Israel.

El gran erudito judío, Jacob Milgrom, acertadamente apunta que la sangre nunca era aplicada a la persona sino al altar (pocas excepciones a esta regla como la ofrenda de consagraciones); esto debido a que el altar en las sociedades antiguas, era visto como un punto de contacto con la divinidad.

La Torá nos dirá que todo lo que el altar toque es santificado, lo que es ofrecido en el altar es elevado como ofrenda a Dios. En el holocausto por ejemplo, un hombre se acercaba (recordemos que la palabra “Korban” precisamente viene de la raíz para “acercarse”) a Dios en su lugar santo y al imponer su mano sobre el animal que iba a ofrendar, el se identificaba plenamente con él. A partir de la imposición de manos, simbólicamente ocurría una transferencia de identidad.

Paso siguiente, el cordero o toro era ofrecido en el altar y su sangre era esparcida en el altar. Simbólicamente se consideraba como si la sangre y la vida misma del que traía la ofrenda subía ante Dios “en olor grato”. En la Torá se nos dice claramente lo siguiente con respecto a la sangre:

“Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras personas; y la misma sangre hará expiación de la persona.” (Levítico 17:11)

La sangre en la Torá, es el vehículo de la vida de la persona o de un animal. Al ofrecer la sangre del animal y al haberse hecho una imposición de manos previamente, se consideraba como si la vida de la persona misma era ofrecida a Dios en el altar, como alabanza. Esta sangre proveía una “cobertura ritual” a la persona para estar delante de Dios, quien lo consideraba totalmente apto para estar en su presencia.

De esto leemos en la Torá, concerniente al holocausto:

“Si su ofrenda fuere holocausto vacuno, macho sin defecto lo ofrecerá; de su voluntad lo ofrecerá a la puerta del tabernáculo de reunión delante de El eterno. Y pondrá su mano sobre la cabeza del holocausto, y será aceptado para expiación suya.” (Levítico 1:3-4).

En el contexto del holocausto, cuando hablamos de expiación, debemos de entender que no estamos hablando de perdón de los pecados y propiciación de un Dios justo y su ira; no hay ninguna indicación de esto en Levítico 1. Numerosas teorías fueron esgrimidas antiguamente por los rabinos para explicar qué tipo de expiación proveía el sacrificio de Olá. Gracias a descubrimientos y erudición moderna, podemos entenderlo mejor en nuestros días. De lo que se trata es expiación o cobertura ritual para poder adorar a Dios en un santuario con una presencia tan intensa residiendo en él. La persona misma simbólicamente era elevada ante Dios y era esto, la disposición de la persona y su anhelo de estar delante de Dios, lo que era olor grato delante del Eterno.

Las ofrendas de Jatat y Asham por otro lado hablan de una expiación, en el sentido de purificación ritual de las impurezas y pecados de los hijos de Israel. En el sistema ritual y simbólico del tabernáculo y luego del templo, las impurezas físicas de los hijos de Israel y pecados graves cometidos por yerro o ciertos pecados voluntarios, impurifican el altar y el tabernáculo.

Es debido a esto, que la sangre se aplicaba al altar del holocausto (que estaba a la entrada del tabernáculo), y en caso de la ofrenda del sanedrín y el Cohen Gadol, que por ser mas graves causaban más impurificación, se aplicaban al altar del incienso (que estaba delante del lugar santísimo, únicamente separado por el velo) y al velo.

Derek Leman, lo expresa excepcionalmente cuando nos dice: “La noción de Levítico (Y Ezequiel) es que los pecados del pueblo (junto a su contacto literal y simbólico con muerte) contaminan el santuario, como smog que mancha el altar y el templo, y lo hace un lugar en donde Dios no quiere morar (Ver Lev. 15:31 y Núm. 19:20). La sangre de las ofrendas purifica el santuario de pecado y muerte. Si el altar y el santuario no son regularmente purificados, la presencia de Dios partirá. El pecador es perdonado por impurificar el altar y el santuario”. (Derek Leman, Daily Davar sobre Levítico 4).

Es debido a esto que la noción que indica que los sacrificios eran un mecanismo de vida eterna o de perdón eterno de pecados es un tanto anacrónica. Los sacrificios tienen que ver en su inmensa mayoría con adoración, alabanza, honor al Eterno y con purificación ritual o expiación para acceder óptimamente a su lugar de adoración.

La muerte de Yeshúa es una ofrenda superior, ofrecida en el tabernáculo celestial. Su muerte efectivamente es base legal de vida eterna y perdón de pecados para todo aquel que acepta el regalo de la salvación de Dios.

En un sentido, la muerte de Yeshúa cumple las sombras proféticas de los sacrificios de Levítico, sin anularlos: Por medio de él, como un holocausto, tenemos acceso a El Eterno con confianza tal como está escrito:

“Teniendo un sumo sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.” (Hebreos 10:21-22).

Él es la ofrenda sin pecado, el pan de vida que da vida Eterna. Tal como toda ofrenda de Minja es ofrecida sin levadura, Yeshúa es una ofrenda perfecta sin pecado, tal como se nos dice:

“Pues para esto fuisteis llamados; porque también el Mesías padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca;” (1 Pedro 2:21-22).

En él tenemos paz para con Elohim, tal como se nos dice:

“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Yeshúa El Mesías” (Romanos 5:1).

Además, Él cumple satisfactoriamente el papel de ofrenda de pecado (Jatat) y de reparación o culpa. En él, El Eterno cargó todas nuestras culpas, tal como se nos dice:

“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Corintios 5:21).

“Con todo eso, El Eterno quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida como ofrenda de culpa (hb. Asham)” (Isaías 53:10).

Yeshúa nuestro sacrificio eterno delante del Eterno, ya fue ofrecido por nosotros y estamos completos en Él. Entender más sobre los sacrificios nos ayuda a entender lo superior de la ofrenda de su vida, y además como cumplió aspectos de sombra profética de las ofrendas de Levítico. Su sangre está ahí para todo aquel que desea tener certeza de vida eterna ¿Qué esperas aun tu para venir a Él? ¿Qué esperamos los que ya lo hemos hecho para anunciarlo a otros?

שבת שלום

¡Shabbat Shalom!

Isaac Bonilla

14 Mar, 2020

Parasha Vayakhel

¿Sensualidad o espiritualidad?

Éxodo 35:1-38:20

Haftará: 1 Reyes 7:40-50

En la parashá de este shabbat aparentemente tenemos una mera repetición de aspectos señalados en la parashá Terumá y en la parashá Tetsavé. Si considerásemos la Torá como un libro más, podríamos pensar que no hay nada nuevo en esta repetición; sin embargo, sabemos que no hay cosas superfluas en la Torá, sino que, así como El Eterno es infinito, las lecciones que podemos extraer de Él y su palabra son también infinitas.

En esta ocasión, quisiera tratar uno de los temas más interesantes de la parashá desde el punto de vista familiar, uno particularmente relevante para mujeres. En esta parashá trataremos la fuente de bronce en donde Aarón y sus hijos se lavaban los pies y las manos, y como las mujeres fueron las que contribuyeron para la construcción de la misma.

Leemos en la Torá lo siguiente: “También hizo la fuente de bronce y su base de bronce, de los espejos de las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión.” (Éxodo 38:8).

Estas mujeres, según una interpretación de los sabios, comenzaron a reunirse en el lugar donde el tabernáculo estaba siendo erigido. Cuando la estructura básica estaba siendo construida, esto creó una gran emotividad en estas mujeres quienes se reunían, usualmente, para contemplar con entusiasmo la edificación del Mishkan (tabernáculo). Estas mujeres oyeron que una fuente de bronce (En hebreo “Kior”.) habría de construirse y decidieron donar sus espejos para su construcción.

¡Cuán increíble era el amor por El Eterno de estas mujeres! Estando en el desierto, decidieron sacrificar sus artículos de belleza personal en aras de la purificación de los cohanim (sacerdotes). Para ellas, su aspecto físico impecable, debía de ser sacrificado cuando se tratase de servir a El Eterno. El Eterno las honró haciendo que su donación fuera conocida en la Torá. A parte de la ofrenda de los príncipes (Números 7:1-89), es la única ofrenda en donde la Torá registra el donante.

La opinión de Ramban (Rabí Moisés Ben Najman, un gran rabino Medieval) y de Ibn Ezra, es que las mujeres eran personas sumamente espirituales y quisieron donar esto para ser participes de la obra del tabernáculo. Ellas escuchaban los mandamientos, y venían incluso a orar ahí y quisieron sacrificar su belleza personal por la santidad de los cohanim, los representantes delante de Dios.

Por otro lado, Rashi da una opinión diferente, basada en un Midrash: Cuando Moisés oyó que las mujeres querían donar sus espejos para hacer la fuente, él rechazó la oferta. Esto fue hecho, debido a que él pensó, que no era conveniente que la fuente se hiciera con objetos que habían tenido fines comunes y sensuales. Sorprendentemente ¡El Eterno le mandó tomarlos!, esto debido a que explicó: “¡Estos regalos me son más caros que todos los otros presentes, porque fue gracias a estos espejos que las mujeres dieron a luz a miles de judíos, cuando estaban en Egipto! Cuando sus esposos se sentían oprimidos por el trabajo esclavo, estas mujeres les llevaban alimentos y bebidas y los alimentaban. Los llevaban a sus espejos para que cada una pudiera verse en el espejo con su esposo y atraerlos diciéndoles “¡Soy más hermosa que tu!”

De esta manera, El Eterno pensaba que era perfectamente aceptable que estos espejos, que habían logrado la preservación del pueblo judío, fueran donados para la fuente de bronce. Al oír esto, Moisés aceptó la ofrenda de las mujeres alegremente.

Aunque aparentemente, las opiniones de Rashi y de Ramban son contradictorias, pueden ser perfectamente reconciliadas. La opinión de Rashi aparentemente sugiere que estas mujeres eran personas preocupadas por su belleza física. La opinión de Ramban, sugiere que no se preocupaban por su belleza física.

¿Cuál de las dos actitudes es la esperada en una mujer del Eterno? Podemos decir que las dos son esperadas en su momento oportuno. Estas mujeres estaban preocupadas por su belleza física, siempre que esto no interfiriera con su belleza espiritual. Estas mujeres eran bellas tanto espiritual como físicamente. Estuvieron preocupadas por su belleza física, manifestando la gracia que Dios naturalmente les dio, y haciendo que sus familias pudieran superar sus problemas siendo un verdadero apoyo para sus esposos. Al mismo tiempo, cuando la espiritualidad llamó a la puerta, ellas decidieron donar estos artículos a aquel que les había dado su belleza. En síntesis, eran mujeres que tenían como prioridad la espiritualidad sin descuidar su belleza física.

Esto es precisamente lo que El Eterno espera de nuestras esposas. Claramente El Eterno espera que una mujer que es su hija, sea bella y pueda ataviarse para su marido y lucir elegantemente con recato. ¡Es totalmente ilógico concebir que Dios creara un ser tan bello para pedirle que luzca de manera fea!

El texto de Isaías 3:16-24, obviamente no es un mandamiento dado a las mujeres para lucir mal. Es una descripción del juicio que vendrá a Israel en el exilio causado por el enemigo. En otras palabras es la descripción de un castigo por la maldad de las hijas de Sión, en ninguna manera es un mandamiento o la voluntad de Dios para todas las mujeres. Esto es claramente el sentido cuando se sigue leyendo el texto (versos 3:25-4:1) y se habla de varones cayendo a espada y 7 mujeres echando mano de un hombre por la aflicción del momento ¡Difícilmente un texto que hable sobre la voluntad perfecta de Dios!

Al mismo tiempo, El Eterno espera que la belleza exterior de nuestras hijas y esposas sea el reflejo de su belleza interior. La espiritualidad está por encima de la belleza física. La gracia interna por encima del encanto externo, el atavío interno por encima del atavío externo. Esto es precisamente lo que quiso decir el Shaliaj (apóstol) de nuestro Maestro cuando dijo:

“Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios. Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos;” (1 Pedro 3:3-5).

Claramente Pedro no está diciendo que el oro o un vestido elegante estén prohibidos; simplemente el enfatiza que la belleza perdurable que no se pierde es la interna  y por tanto es lo que debe de tener el mayor interés para una mujer del Eterno. Asi como las mujeres del tabernáculo eran bellas en su exterior, pero aun más bellas en su interior; nuestras mujeres deben de tener este orden de prioridades.

Estas mujeres tuvieron el merito de hacer posible la purificación ritual de los cohanim (sacerdotes) hijos de Aarón, para que pudieran oficiar en el tabernáculo, y posteriormente en el templo. Esto es una gran lección para nuestras mujeres: Sus buenas obras y su santidad y pureza, pueden ser determinantes para un hogar recto e integro delante del Eterno, tal como está escrito:

“La mujer sabia edifica su casa; Mas la necia con sus manos la derriba.” (Proverbios 14:1)

En un mundo rodeado por estereotipos, rodeado de sensualidad y arrastrado por los deseos debemos de encontrar en la escritura, la fuente de nuestra vida. Nuestras mujeres no deben sentirse menos bellas que las que cumplen con los estándares, la cultura exhibicionista y con los excesos de Hollywood. El Eterno nos hizo a todos y ha puesto una chispa de belleza en cado uno de nosotros, Él nos acepta como somos y tiene un propósito para nosotros y abundante amor.

Es a la postre, la belleza interna la que permanece y hace lucir verdaderamente hermosa a una mujer, tal como está escrito: “Engañosa es la gracia, y fugaz la hermosura; La mujer que teme al Eterno, ésa será alabada.” (Proverbios 31:30).

¿Qué sucede cuando las prioridades se desvían y una mujer permite que su sensualidad o sus deseos vayan en contra de su espiritualidad? Lamentablemente aquí sucede exactamente lo contrario.

Leemos por ejemplo en el libro del profeta Samuel lo siguiente: “Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de El Eterno…Pero Elí era muy viejo; y oía de todo lo que sus hijos hacían con todo Israel, y cómo dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión. Y les dijo: ¿Por qué hacéis cosas semejantes? Porque yo oigo de todo este pueblo vuestros malos procederes. No, hijos míos, porque no es buena fama la que yo oigo; pues hacéis pecar al pueblo de El Eterno.” (1 Samuel 2:12-24).

Todos conocemos la historia de los hijos de Eli: Dos sacerdotes completamente malvados que hacían pecar al pueblo y menospreciaban el servicio de Dios y sus ofrendas. Dios pronunció un juicio sumamente severo contra ellos como veremos más adelante. Lo que es curioso del texto es la mención de “las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión”.

La frase es casi idéntica en hebreo a la que encontramos en Éxodo 38:8. Estas dos narraciones son las únicas en toda la biblia en donde se menciona a mujeres que velaban en el tabernáculo de Reunión, y tienen una fuerte conexión y una gran lección para nuestros días.

A diferencia de sus ancestras, las mujeres de los días de Samuel no velaban en el tabernáculo de reunión con motivos puros; todo lo contrario ¡lo hacían con los motivos más impuros posibles! Estas mujeres no ofrendaban sus espejos para la purificación ritual de los sacerdotes; ¡sino que ofrecían sus cuerpos para la impureza moral  de los sacerdotes!

¡Qué ironía! Tan cerca del tabernáculo pero tan lejos de Dios. Estas mujeres habían hecho lo contrario a lo que vemos en la construcción del tabernáculo del desierto: permitieron que sus deseos sensuales fueran más importantes que su espiritualidad ¡Cuidado hermana con ese afán de ser objeto de deseo en una comunidad de creyentes!

Y así como aquellas mujeres habían sido un apoyo en la construcción del tabernáculo, estas mujeres fueron uno de los tropiezos que llevaron a un severo juicio contra los sacerdotes y la ciudad donde el tabernáculo estaba. La cuidad donde el tabernáculo estaba en días de Eli y Samuel, era la ciudad llamada “Shiloh”. Leemos en el mismo libro de Samuel lo siguiente:

“Y todos los años aquel varón subía de su ciudad para adorar y para ofrecer sacrificios a El Eterno de los ejércitos en Shiloh, donde estaban dos hijos de Elí, Ofni y Finees, sacerdotes de El Eterno.” (1 Samuel 1:3).

¿Qué fue de Shiloh? Tanto la arqueología como la biblia, confirman un severo juicio que fue ejecutado por Dios a dicha ciudad israelita. Rastros arqueológicos descubiertos recientemente, confirman que un voraz incendio causado por un ejército enemigo consumió a la ciudad de Shiloh. Poco después de lo sucedido con los hijos de Eli, los filisteos robaron el arca del pacto y se especula que ellos incendiaron la ciudad, matando a muchos hombres (1 Samuel 4:9-10).

A pesar que la escritura no registra que sucedió exactamente con Shilo y quien causó el fuego que la consumió, si tenemos la razón por la que El Eterno permitió que sucediera. El profeta Jeremías dice siglos después, lo siguiente:

“Andad ahora a mi lugar en Shilo, donde hice morar mi nombre al principio, y ved lo que le hice por la maldad de mi pueblo Israel.” (Jeremías 7:12)

Desde ese día, Shilo fue relacionada con destrucción, signo de castigo, juicio y reprensión. La corrupción moral de los sacerdotes hizo que El Eterno castigará duramente a su pueblo y entregará el arca del pacto en manos de los filisteos.

El mensaje no puede ser más claro: Mujeres espirituales hicieron que los sacerdotes obtuvieran una fuente de purificación ritual en la edificación del tabernáculo; mujeres malvadas hicieron que los sacerdotes tuvieran una fuente de corrupción sexual y moral, propiciando la destrucción de Shilo, el primer lugar donde le tabernáculo residió.

El poder de una mujer es mucho, el proverbio indica que una mujer sabia edifica su casa pero la necia la destruye. El potencial que El Eterno ha puesto en una mujer es asombroso, cuando una mujer desarrolla su potencial espiritual es verdaderamente algo extraordinario; cuando lo contrario pasa, las consecuencias son lamentables.

Toda mujer que lea este comentario debería hacerse estas preguntas ¿Con quién te identificas? ¿Qué tan importante es la espiritualidad para ti? ¿Qué tan preocupada estas por tu belleza física descuidando tu santidad? ¿Estás comprometida con el avance del Reino de Dios en la tierra? ¿Eres un soporte para tu esposo o para tu padre? ¿Es El Eterno, el supremo objeto de tu alabanza de corazón? ¿Estás cerca del Eterno y cerca del tabernáculo, o solo cerca del segundo?

Esperemos que El Eterno siempre nos haga ofrendarle nuestro corazón y que nuestro servicio le sea agradable

שבת שלום

¡Shabbat Shalom!

Isaac Bonilla

www.childthemewp.com