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14 Mar, 2020

Parasha Pekude

Éxodo: 38:21-40:38

Haftara: 1 Reyes 7:51-8:21

 

Accediendo a la presencia de Dios.

En esta parashá leemos de algo maravilloso sucedido delante de los ojos del pueblo. Todos los hijos de Israel pudieron contemplar algo que nunca había sido presenciado por ningún ser humano desde los días de Adam. Este hecho daría sentido a los primeros capítulos del libro de Levítico y causaría que ciertos procedimientos fueran instituidos por el pueblo para manejarlo apropiadamente.

¿A que nos referimos? Hacemos referencia a la presencia del Eterno que vino a morar en el tabernáculo (Mishkan) con una intensidad tan grande, como en ningún otro lugar de la tierra. Este acontecimiento es descrito con detalles en los últimos versículos del libro de Éxodo, donde leemos:

“Finalmente erigió el atrio alrededor del tabernáculo y del altar, y puso la cortina a la entrada del atrio. Así acabó Moisés la obra. Entonces una nube cubrió el tabernáculo de reunión, y la gloria de El Eterno llenó el tabernáculo. Y no podía Moisés entrar en el tabernáculo de reunión, porque la nube estaba sobre él, y la gloria de El Eterno lo llenaba.” (Éxodo 40:33-35).

¿Puedes imaginarte el suceso? ¿Puedes imaginarte ver un lugar lleno de la gloria del Eterno literal y visiblemente? ¿Te imaginas estar en frente de semejante lugar? ¿Tendrías coraje para acercarte, si ni siquiera Moisés puede entrar por la intensidad de la presencia de Dios? ¿Has estado en un lugar donde acercarte inapropiadamente a la divinidad pueda incluso quitarte la vida?

En pocos lugares la enorme brecha entre Dios y nosotros puede verse de manera tan grafica. No importa si eres Moisés mismo, un mortal está separado de poder acceder a la presencia de Dios por su pecado y sus impurezas físicas, contacto con muerte o abandono de vida, que harían que la presencia de Dios lo fulminen.

A menudo, cuando digo esto, personas relacionadas con los escritos apostólicos y con profecías de Ezequiel me dicen: “¿Cómo puedes decir eso? ¿Acaso no crees que el Espíritu Santo esta en nosotros como dice la escritura? ¿No has leído que tenemos las arras de la promesa del espíritu santo en Efesios? ¿Acaso no dice Ezequiel 36 que él mismo pondrá, su espíritu en nosotros? ¿Cómo puedes decir que no podemos acceder a la presencia de Dios en nuestro cuerpo?”

Para aclarar a lo que nos referimos, dos cosas deben de ser establecidas: Primero, es totalmente cierto que la escritura dice que todo aquel que ha sido regenerado por Elohim (Dios), recibe el espíritu santo (Ruaj Hakodesh) prometido por Dios. Todo aquel que le entrega su vida al Eterno y reconoce a su Mesías como el único sacrificio por sus pecados para tener parte en el mundo futuro, experimenta el don del espíritu santo, tal como está escrito:

“A todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.” (1 Corintios 12:13).

“En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, la buena nueva de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa” (Efesios 1:13. Traducción del autor).

A lo largo de todo este estudio, en ningún momento se está poniendo en tela de juicio, la realidad del Espíritu Santo en todos los creyentes judíos y gentiles que conforman el cuerpo del Mesías.

Segundo, lo que queremos dar a entender es que la intensidad de la presencia de Dios que habitaba en el tabernáculo o en el templo, no es la misma que mora en cada creyente al día de hoy. Si esto fuese así, nos fulminaría de inmediato por su increíble poder y por nuestra incapacidad de tolerar una presencia tan santa y pura y con tanta intensidad. Es pues una diferencia de grado de intensidad de la que estamos hablando.

El tabernáculo, en los días del desierto, y el templo en los días de Salomón, eran lugares en donde la presencia de Dios era experimentada como en ningún otro espacio de nuestro mundo. La imposibilidad en nosotros mismos para acércanos a Dios es claramente apreciada en la narración de esta parashá.

El gran comentarista D Thomas Lancaster resumió esto magistralmente cuando nos dice: “Estamos inhabilitados de acercarnos a él. Él es vida, nosotros somos mortales. Él es puro; nosotros impuros. Él es infinito; nosotros somos finitos. Él es santo; nosotros comunes. Él es trascendente; nosotros no. Él hombre no puede, en sí mismo, entrar en su presencia” (“What about the sacrifices?”, Daniel Lancaster, pág. 5. First Fruits of Zion, 800.775.4807, www.ffoz.com. Traducción del autor)

Los hijos de Israel estaban a punto de experimentar algo no conocido por Enoc, Noé, Shem, Abraham, Isaac, Jacob, Judá ni por ningún antiguo: La presencia de Dios morando con intensidad sobre un espacio de la tierra. Ahora la pregunta surge ¿Para qué tener dicho lugar cuando no puedes aproximarte a él? ¿O acaso había una manera de acceder a este lugar seguramente por algún medio? La respuesta es sí, y este medio para garantizar la seguridad del adorador, y que la presencia de Dios siguiera morando en el tabernáculo, es el tema de más de la mitad del libro de Levítico. Nos referimos a los sacrificios, en hebreo “Korbanot”.

Después de ver la trascendencia de Dios y el problema de la excelsa santidad de su presencia al final del libro de Éxodo, podemos hacer una rápida introducción del principal objetivo de los sacrificios descritos en la Torá de Moisés. Dichas ofrendas, han estado entre las cosas más malinterpretadas de la escritura debido a la inserción de pensamientos posteriores y por el desconocimiento del contexto hebreo de la biblia. Es nuestra intención comenzar a aclarar este fascinante tema.

Es bueno recordar aquí lo que mencionamos en el comentario de la parashá Tetsavé. Una opinión muy popular (en su mayoría en círculos cristianos) es la que va de la siguiente manera: “Cuando un Israelita pecaba antes que Jesús viniera, el tenía que ir al templo y presentar un sacrificio por sus pecados y alcanzar vida eterna; una vez venido Jesús, eso ya no es necesario pues él se ofreció por nosotros para siempre.”

Según esta noción, antes de venir nuestro Maestro, la vida eterna se obtenía ofreciendo sacrificios que expiaban eternamente por el pecado de cada Israelita (claro está, acompañando esto con arrepentimiento). El conjunto de sacrificios se ofrecía para este fin. Toros, machos cabríos, vacas, cabras y demás tenían que morir por el hombre, antes de la venida de Yeshúa, para que este fuese salvo en el juicio final.

Venido el Mesías ya no hay necesidad de ningún sacrificio más. El sacerdocio Aarónico ha quedado obsoleto y ahora el servicio del templo es totalmente innecesario. En esta postura, los sacrificios ofrecidos por Aarón eran la condición, o incluso la causa instrumental para la salvación eterna.

Hay varios problemas con esta posición:

  • Si Yeshúa vino a abolir el sacerdocio Aarónico, entonces se contradijo a sí mismo cuando dijo: “No penséis que he venido para abrogar la Torá o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Tora, hasta que todo se haya cumplido.” (Mateo 5:17-18). Las palabras de Yeshúa son claras: ningún mandamiento de la Torá pasará mientras hayan cielo y tierra, esto incluye al sacerdocio Aarónico.
  • Esta postura ignora el hecho de que una de las promesas del “Nuevo pacto” incluye el servicio de los cohanim y los levitas. Leemos en Jeremías lo siguiente: “Porque así ha dicho El Eterno: No faltará a David varón que se siente sobre el trono de la casa de Israel. Ni a los sacerdotes y levitas faltará varón que delante de mí ofrezca holocausto y encienda ofrenda, y que haga sacrificio todos los días.”(Jeremías 33:17-18).

En la misma promesa, El Eterno anuncia que no faltará a David un varón que se siente en su trono, ni a los sacerdotes un varón que ofrezca holocausto; mientras haya día y noche (33:20-21) ¡Vaya manera más enfática de describir la continuidad del servicio del sacerdocio Aarónico! Ezequiel visualiza el templo que será construido en la era mesiánica, con todas las ofrendas siendo llevadas a cabo por sacerdotes hijos de Aarón (Ezequiel 40-46). Claramente, Jeremías y Ezequiel, ven a un sacerdocio Aarónico en funciones en la era Mesiánica cuando hablan de esos días y del Nuevo Pacto. ¿Cómo se podría decir que está abolido entonces?

 

  • Esta postura tiene una falla lógica y basta con un nombre para hacerla colapsar: Daniel. El profeta Daniel estuvo la mayor parte de su vida en Babilonia y murió sin ver el templo construido nuevamente por Zorobabel. Si los sacrificios eran el medio de expiación eterna ¿Cómo fue posible la salvación de Daniel quien salió en el 606 AEC, siendo un muchacho para Babilonia, exiliado por Nabucodonosor?

 

  • Un verso de los registros apostólicos cuestiona seriamente esta postura. Leemos en el libro de Hechos: “Pero pasados algunos años, vine a hacer limosnas a mi nación y presentar sacrificios (gr. Prosphora). Estaba en ello, cuando unos judíos de Asia me hallaron PURIFICADO en el templo, ” (Hechos 24:17-18. énfasis y paréntesis añadidos)”. Para algunos la noción de Pablo ofreciendo un sacrificio cumpliendo un voto de Nazareo y diciendo que se estaba purificando es completamente confusa e inaceptable. Si los discípulos mismos no renunciaron a la vida del templo sino que siguieron participando activamente ¿Cómo entonces se podría decir que ellos vieron cancelado el sacerdocio Aarónico?

Estas cuatro razones hacen imposible la postura convencional en torno al sacerdocio Aarónico. Sin embargo, hacen que surjan nuevas preguntas como las siguientes: “¿No era el sacerdocio Aarónico un medio de expiación eterna de pecados?”, “¿Cómo es posible que los apóstoles siguieran participando de estas ofrendas después de la muerte de Yeshúa?”, “¿No son acaso redundantes y hasta ofensivas a la sangre del Mesías?”, “¿Hay alguna manera de buscar una reconciliación entre estas dos cosas?”, “¿Se puede reconciliar la expiación eterna y única de la muerte del Maestro y el sacerdocio Aarónico?”. Veamos la respuesta a estas preguntas inmediatamente.

Kapará (Expiación): Purificación ritual para la presencia del Eterno.

La razón primordial del sacerdocio Aarónico era muy concreta: Mantener la purificación ritual tanto en el tabernáculo/templo, como en los hijos de Israel, para que la presencia de El Eterno continuara morando en medio de su pueblo. Los sacrificios que hablan de expiación, se refieren primariamente a purificación ritual y protección para estar en la presencia del Eterno y no profanar el lugar de su habitación. Sin todos estos sacrificios, se corría el riesgo de impurificar demasiado el lugar santo y hacer que la presencia del Eterno abandonara el lugar.

En el mismo libro de Shemot (Éxodo), podemos ver el concepto de expiación, no como perdón de pecados, sino como protección y purificación ritual. Está escrito lo siguiente: “Cada día ofrecerás el becerro del sacrificio por el pecado, para las expiaciones; y purificarás el altar cuando hagas expiación por él, y lo ungirás para santificarlo. Por siete días harás expiación por el altar, y lo santificarás, y será un altar santísimo: cualquier cosa que tocare el altar, será santificada.” (Éxodo 29:36-37).

Ciertamente el altar no tiene ningún pecado ni falta, para hacer expiación por él. Aún así, la Torá nos dice que se haría expiación por él durante siete días. ¿Cómo debemos entender esto? La respuesta es que la palabra “Kapar” (expiación) significa literalmente “cubrir”. Por ejemplo, esta palabra se encuentra en la narración del arca de Noé, donde El Eterno le dice:

“Hazte un arca de madera de gofer; harás aposentos en el arca, y la cubrirás (vekafartá) con brea por dentro y por fuera.” (Génesis 6:14).

Vemos como la raíz de la palabra “kapará” (expiación), no significa únicamente remoción de culpa o perdón de pecados, sino que tiene un significado primario en su etimología: Cobertura para protección. Es en este sentido, que se tiene que entender la expiación en el sacerdocio Aarónico: Cobertura, purificación ritual para poder estar delante de la presencia del Eterno y no impurificar el lugar o algo peor.

El escritor de hebreos nos dice claramente que las ofrendas hechas por los cohanim hijos de Aarón, no pueden quitar los pecados en el sentido de salvación eterna; lo que ellas proveían era purificación física y ritual/ceremonial de pecado e impurezas físicas. Las ofrendas de animales nunca fracasaron para dar vida eterna, nunca fue su intención hacerlo, su esfera de expiación y purificación era la esfera física y ritual. En síntesis, jamás tuvieron la intención de ser medios de vida eterna. Leemos por ejemplo:

“Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre del Mesías, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Elohim (Dios) vivo?” (Hebreos 9:13-14).

“porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados.” (Hebreos 10:4).

Es debido a esto, que los discípulos no vieron ninguna contradicción entre la muerte de Yeshua y los sacrificios ofrecidos en el templo: Ambos se mueven en esferas diferentes, uno en purificación física y ritual del pecado e impurezas, y el otro en purificación y salvación eterna del alma.

Por esta razón, Pablo pudo purificarse ritualmente en el templo sin que esto significase ninguna negación de la obra redentora de nuestro santo Maestro, Señor y Salvador Yeshua HaMashiaj. El punto del escritor de hebreos no es: “Los sacrificios del templo son malos y el de Yeshua es bueno”; sino: “Los sacrificios del templo son buenos pero el de nuestro Adon (Señor) Yeshua es mejor pues provee algo superior: Salvación Eterna a todos los que creen en su sacrificio”. ¡Bendito sea el Eterno por su salvación!

La razón primordial de los sacrificios en la Torá de Moisés era proveer purificación ritual en el tabernáculo y hacer posible la interacción entre el pueblo y la presencia de El Eterno. Sin embargo, otro objetivo secundario es también establecido en la tradición judía y en la carta a los hebreos.

¿Tabernáculo arriba y tabernáculo abajo?

Un segundo propósito de los sacrificios, el sacerdocio Aarónico y el tabernáculo erigido por Moisés, es ser una imagen, sombra o replica del tabernáculo celestial. Es decir, el tabernáculo debía funcionar como verdadera proyección e imagen de lo sucedido en el tabernáculo celestial; el lugar donde El Eterno mora en los cielos de los cielos.

Leemos en la tradición judía sobre esta relación:

“Esto es lo que Dios dijo a Moisés, ‘Así como lo has visto aquí arriba, copia el patrón abajo, si haces una réplica abajo de lo que está arriba, yo dejaré mi asamblea celestial y causaré que mi presencia more en medio de ustedes’” (Shemot Raba 35:6 comentando Éxodo 25:40).

La carta a los hebreos tiene un fuerte y asombroso paralelo con el Midrash. Ahí leemos: “Así que, si estuviese sobre la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo aún sacerdotes que presentan las ofrendas según la Torá; los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte.” (Hebreos 8:4-5).”

Es debido a esto, que no hay ninguna contradicción entre el templo de Jerusalén y el tabernáculo celestial, entre los sacrificios y la muerte de Yeshua. Ambas cosas son complementarias en lugar de contradictorias y podemos aprender increíbles verdades espirituales al penetrar en los significados de las ofrendas del templo.

Los sacrificios, en un sentido, son sombra de lo que nuestro Mesías hizo por nosotros en la cruz en aquel día en donde la justicia y la misericordia se juntaron. Para entender aun mejor su sangre derramada por nosotros y sus alcances, es necesario comprender bien los sacrificios comandados en la Torá.

En las siguientes parashot, cuando iniciamos el interesante libro de Vayikra (Levítico), profundizaremos en cada uno de los tipos de sacrificios, corregiremos ciertas nociones erróneas y veremos de qué manera la purificación ritual trabajaba en los días del templo de Salomón y el tabernáculo.

Quiera El Eterno regalarnos su entendimiento en Levítico como nos lo dio en el libro de Shemot (Éxodo), el cual finalizamos diciendo junto a todo el pueblo judío:

JAZAK, JAZAK VENITSJAZEK!!!! (¡FORTALECETE, FORTALECETE Y SEAMOS FORTALECIDOS!)

  

שבת שלום

¡Shabbat Shalom!

Isaac Bonilla

29 Feb, 2020

Parasha Tetsave

Shemot (Exodo) 27:20-30:10

Haftara: Ezequiel 43:10-27

¿Dos sacerdocios, dos templos y dos esferas de servicio?

En la parasha de esta semana encontramos diversas instrucciones sobre el mishkan (tabernáculo) que Moisés tendría que levantar en el desierto para que El Eterno morara en medio de su pueblo. En el comentario de la parasha pasada, vimos como los instrumentos del mishkan, y el orden en cómo fueron enumerados, tienen una gran mensaje para nuestras vidas; la porción de este shabbat no es la excepción pues contiene temas muy interesantes para comprender la Torá y gran parte de los escritos apostólicos y la relación entre ambos.

En este estudio, hablaremos sobre el sacerdocio Aarónico, su institución, naturaleza y diversos malentendidos en torno a el. En las siguientes parashot continuaremos comentando los aspectos más importantes del tabernáculo y del sacerdocio Aarónico; ciertamente, el comentario a esta parasha pretende ser el marco de referencia de los próximos comentarios.

Un gran número de interpretaciones forzadas, mal entendidos, exageraciones y explicaciones superficiales, se han dado en torno al sacerdocio eterno que Aarón y sus hijos heredaron directamente de parte de El Eterno.

A menudo oímos cosas como: “Desde que Jesús vino, el abolió todo el sacerdocio levítico”, “Desde el año setenta, no hay ninguna expiación posible para el pueblo judío pues el templo fue destruido”, “el sacerdocio Aarónico fue instituido a Israel como castigo después del becerro de oro, pero nunca fue la intención original”, “los primeros discípulos dejaron de ofrecer ofrendas o participar en los sacrificios después de la muerte de Yeshúa”.

Muchos de estos enunciados expresan interpretaciones convencionales del sacerdocio Aarónico provenientes de grupos del cristianismo histórico. ¿Son todos ciertos? ¿Son algunos ciertos? ¿Habrá una interpretación alternativa de esto?

La institución del sacerdocio Aarónico previa al becerro de Oro.

Sería bueno comenzar echando un vistazo a la institución misma del sacerdocio Aarónico, para ello debemos de leer en la Torá, donde se dice lo siguiente:

“Harás llegar delante de ti a Aarón tu hermano, y a sus hijos consigo, de entre los hijos de Israel, para que sean mis sacerdotes; a Aarón y a Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar hijos de Aarón. Y harás vestiduras sagradas a Aarón tu hermano, para honra y hermosura. Y tú hablarás a todos los sabios de corazón, a quienes yo he llenado de espíritu de sabiduría, para que hagan las vestiduras de Aarón, para consagrarle para que sea mi sacerdote.” (Éxodo 28:1-3).

Claramente esto fue acontecido en la cumbre del monte donde El Eterno estaba hablando con Moisés antes del pecado del becerro de oro en Exodo 32. Si bien es cierto, hay partes de la Torá que no están en un estricto sentido cronológico como se ha demostrado claramente por los sabios; sin embargo, no hay ninguna razón, ni implícita o explícita,  para dudar de la cronología de las órdenes recibidas por Moisés en los 40 días y 40 noches que estuvo en el monte.

En otras palabras, no hay ninguna razón para creer que la institución del sacerdocio Aarónico (Exodo 28) haya sucedido después del pecado del becerro de oro (Exodo 32). Lo contrario es cierto: hay todas las razones para creer que ocurrió antes, y que El Eterno lo había designado como Cohen (sacerdote) antes del pecado del becerro de oro.

La noción de que el sacerdocio Aarónico viene después del becerro de oro, se debe muchas veces a una confusión entre el sacerdocio Aarónico y el servicio de los levitas en lugar de los primogénitos de Israel.

Claramente podemos ver la diferencia entre el sacerdocio, que pertenecía a Aarón y sus hijos, y el servicio en el tabernáculo de reunión que obtuvo la tribu de Leví. No todo Levita podía ser sacerdote, sino que únicamente los levitas que eran descendientes de Aarón; los levitas por su parte, tenían asignadas otras tareas que originalmente estaban destinadas para los primogénitos de Israel.

Leemos en el incidente del becerro de Oro lo siguiente:

“Se puso Moisés a la puerta del campamento, y dijo: ¿Quién está por El Eterno? Júntese conmigo. Y se juntaron con él todos los hijos de Leví…Y los hijos de Leví lo hicieron conforme al dicho de Moisés; y cayeron del pueblo en aquel día como tres mil hombres. Entonces Moisés dijo: Hoy os habéis consagrado a El Eterno, pues cada uno se ha consagrado en su hijo y en su hermano, para que él dé bendición hoy sobre vosotros.” (Éxodo 32:26-29)

Luego leemos:

“Porque mío es todo primogénito de entre los hijos de Israel, así de hombres como de animales; desde el día que yo herí a todo primogénito en la tierra de Egipto, los santifiqué para mí. Y he tomado a los levitas en lugar de todos los primogénitos de los hijos de Israel. Y yo he dado en don los levitas a Aarón y a sus hijos de entre los hijos de Israel” (Números 8:17-19).

En estos versos claramente se puede apreciar la diferencia entre el servicio de los levitas y el sacerdocio Aarónico. Claramente los levitas tenían la labor de ayudar a los hijos de Aarón y no la de ser sacerdotes y ofrecer incienso y otras tareas sacerdotales.

Es muy probable que la decisión de tomar a los levitas en lugar de los primogénitos, fue provocada por el incidente del becerro de oro y que de no haber sido por ello, los primogénitos hubieran sido los ayudantes de Aarón. Sin embargo, esto en nada afecta a la intención original de tomar a Aarón como sacerdote. De esta manera vemos que la posición que indica, que Aarón fue tomado como sacerdote posterior al becerro de oro, no tiene una base solida en la escritura ni en la lógica.

Las funciones de Aarón y su sacerdocio: Malentendidos.

Otra de las cosas más malinterpretadas en torno al sacerdocio Aarónico es en lo que respecta a sus funciones y al objetivo de las mismas. Una opinión muy popular es la que va de la siguiente manera: “Cuando un Israelita pecaba antes que Jesús viniera, el tenía que ir al templo y presentar un sacrificio por sus pecados y alcanzar vida eterna; una vez venido Jesús, eso ya no es necesario pues él se ofreció por nosotros para siempre.”

Según esta noción, antes de venir nuestro Maestro, la vida eterna se obtenía ofreciendo sacrificios que expiaban eternamente por el pecado de cada Israelita (claro está, acompañando esto con arrepentimiento). El conjunto de sacrificios se ofrecía para este fin. Toros, machos cabríos, vacas, cabras y demás tenían que morir por el hombre, antes de la venida de Yeshúa, para que este fuese salvo en el juicio final.

Venido el Mesías ya no hay necesidad de ningún sacrificio más. El sacerdocio Aarónico ha quedado obsoleto y ahora el servicio del templo es totalmente innecesario. En esta postura, los sacrificios ofrecidos por Aarón eran la condición, o incluso la causa instrumental para la salvación eterna.

Hay varios problemas con esta posición:

  • Si Yeshúa vino a abolir el sacerdocio Aarónico, entonces se contradijo a sí mismo cuando dijo: “No penséis que he venido para abrogar la Torá o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Tora, hasta que todo se haya cumplido.” (Mateo 5:17-18). Las palabras de Yeshúa son claras: ningún mandamiento de la Torá pasará mientras hayan cielo y tierra, esto incluye al sacerdocio Aarónico.
  • Esta postura ignora el hecho de que una de las promesas del “Nuevo pacto” incluye el servicio de los sacerdotes y los levitas. Leemos en Jeremías lo siguiente: “Porque así ha dicho El Eterno: No faltará a David varón que se siente sobre el trono de la casa de Israel. Ni a los sacerdotes y levitas faltará varón que delante de mí ofrezca holocausto y encienda ofrenda, y que haga sacrificio todos los días.”(Jeremías 33:17-18). En la misma promesa, El Eterno anuncia que no faltará a David un varón que se siente en su trono, ni a los sacerdotes un varón que ofrezca holocausto. Ezequiel visualiza el templo que será construido en la era mesiánica, con todas las ofrendas siendo llevadas a cabo por sacerdotes hijos de Aarón (Ezequiel 40-46). Claramente, Jeremías y Ezequiel, ven a un sacerdocio Aarónico en funciones en la era Mesiánica cuando hablan de esos días y del Nuevo Pacto. ¿Cómo se podría decir que está abolido entonces? 
  • Esta postura tiene una falla lógica y basta con un nombre para hacerla colapsar: Daniel. El profeta Daniel estuvo la mayor parte de su vida en Babilonia y murió sin ver el templo construido nuevamente por Zorobabel. Si los sacrificios eran el medio de expiación eterna ¿Cómo fue posible la salvación de Daniel quien salió en el 606 AEC, siendo un muchacho para Babilonia, exiliado por Nabucodonosor? 
  • Un verso de los registros apostólicos cuestiona seriamente esta postura. Leemos en el libro de Hechos: “Pero pasados algunos años, vine a hacer limosnas a mi nación y presentar sacrificios (gr. Prosphora). Estaba en ello, cuando unos judíos de Asia me hallaron PURIFICADO en el templo, ” (Hechos 24:17-18. énfasis y paréntesis añadidos)”. Para algunos la noción de Pablo ofreciendo un sacrificio cumpliendo un voto de Nazareo y diciendo que se estaba purificando es completamente confusa e inaceptable. Si los discípulos mismos no renunciaron a la vida del templo sino que siguieron participando activamente ¿Cómo entonces se podría decir que ellos vieron cancelado el sacerdocio Aarónico?

Estas cuatro razones hacen imposible la postura convencional en torno al sacerdocio Aarónico. Sin embargo, hacen que surjan nuevas preguntas como las siguientes: “¿No era el sacerdocio Aarónico un medio de expiación eterna de pecados?”, “¿Cómo es posible que los apóstoles siguieran participando de estas ofrendas después de la muerte de Yeshúa?”, “¿No son acaso redundantes y hasta ofensivas a la sangre del Mesías?”, “¿Hay alguna manera de buscar una reconciliación entre estas dos cosas?”, “¿Se puede reconciliar la expiación eterna y única de la muerte del Maestro y el sacerdocio Aarónico?”. Veamos la respuesta a estas preguntas inmediatamente.

Aarón y su sacerdocio: Purificación ritual para la presencia del Eterno.

La razón primordial del sacerdocio Aarónico era una sola: Mantener la purificación ritual tanto en el tabernáculo/templo, como en los hijos de Israel, para que la presencia de El Eterno continuara morando en medio de su pueblo. Los sacrificios que hablan de expiación se refieren primariamente a purificación ritual o ceremonial y protección para estar en la presencia del Eterno y no profanar el lugar de su habitación. Sin todos estos sacrificios, se corría el riesgo de impurificar demasiado el lugar santo y hacer que la presencia del Eterno abandonara el lugar.

En esta misma porción podemos ver el concepto de expiación, no como perdón de pecados, sino como protección y purificación ritual. Está escrito lo siguiente:

“Cada día ofrecerás el becerro del sacrificio por el pecado, para las expiaciones; y purificarás el altar cuando hagas expiación por él, y lo ungirás para santificarlo. Por siete días harás expiación por el altar, y lo santificarás, y será un altar santísimo: cualquier cosa que tocare el altar, será santificada.” (Éxodo 29:36-37. Énfasis añadido).

Ciertamente el altar no tiene ningún pecado ni falta para hacer expiación por él. Aún así, la Torá nos dice que se haría expiación por él durante siete días. ¿Cómo debemos entender esto? La respuesta es que la palabra “Kapará” (expiación) significa literalmente “cubrir”. Por ejemplo, esta palabra se encuentra en la narración del arca de Noé, donde El Eterno le dice:

“Hazte un arca de madera de gofer; harás aposentos en el arca, y la cubrirás (v’kafartá) con brea por dentro y por fuera.” (Génesis 6:14).

Vemos como la raíz de la palabra “kapará”, no significa únicamente remoción de culpa o perdón de pecados, sino que tiene un significado primario en su etimología: Cobertura para protección. Es en este sentido, que se tiene que entender la expiación en el sacerdocio Aarónico: Cobertura, purificación ritual para poder estar delante de la presencia del Eterno y no impurificar el lugar o algo peor (por ejemplo el caso de Nadab y Avihu).

El escritor de hebreos nos dice claramente que las ofrendas hechas por los cohanim hijos de Aarón, no pueden quitar los pecados en el sentido de salvación eterna; lo que ellas proveían era purificación física y ritual/ceremonial de pecado e impurezas físicas. Las ofrendas de animales nunca fracasaron para dar vida eterna, nunca fue su intención hacerlo, su esfera de expiación y purificación era la esfera física y ritual. En síntesis, jamás tuvieron la intención de ser medios de vida eterna. Leemos por ejemplo:

“Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre del Mesías, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (Hebreos 9:13-14).

“porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados.” (Hebreos 10:4).

Es aquí donde encontramos la clave de nuestras preguntas pasadas: El sacerdocio Aarónico es un sacerdocio terrenal, en el santuario terrenal que provee purificación ritual y física del cuerpo y a los diversos utensilios del templo. El sacerdocio de Yeshúa, según el orden de Melquisedec, es un sacerdocio celestial en el tabernáculo celestial, con su propia sangre, que provee salvación eterna y purificación de nuestra alma y conciencia.

Para ser sacerdote según el orden Aarónico se debe de tener una descendencia específica, esto es, ser hijo de Aarón. El sacerdote según Melquisedec debe de tener un requisito según la escritura: Tener vida Eterna. Esta escrito: “Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.”. En otras palabras, Yeshúa fue declarado sacerdote según el orden de Melquisedec, para servir en el tabernáculo celestial, por su resurrección pues se debe de cumplir: “Eres sacerdote para siempre”.

Estos dos tipos de sacerdocio no son excluyentes sino complementarios. El escritor de Hebreos indica que el tabernáculo terrenal es una réplica del tabernáculo celestial y que si Yeshúa estuviera en la tierra, no sería sacerdote en lo absoluto. Leemos lo siguiente:

“Así que, si estuviese sobre la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo aún sacerdotes que presentan las ofrendas según la Torá; los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte.” (Hebreos 8:4-5).

Es debido a esto, que los discípulos no vieron ninguna contradicción entre la muerte de Yeshúa y el sacerdocio Aarónico: Ambos se mueven en esferas diferentes, uno en purificación física y ritual del pecado e impurezas, y el otro en purificación y salvación eterna del alma. Veamos el cuadro donde vemos resumido lo que venimos tratando

Sacerdocio Aarónico Sacerdocio según el orden de Melquisedec
Se hereda por linaje y descendencia. Se debe tener vida Eterna.
Tabernáculo terrenal. Tabernáculo celestial.
Sangre de Toros y machos cabríos. Sangre del Mesías de Israel.
Purificación ritual del cuerpo y mobiliario del templo. Purificación del alma.

Por esta razón, Pablo pudo purificarse ritual o ceremonialmente en el templo sin que esto significase ninguna negación de la obra redentora de nuestro santo Maestro, Señor y Salvador Yeshúa El Mesías. El punto del escritor de hebreos no es: “El sacerdocio Aarónico es malo y el de Yeshúa es bueno”; sino: “El sacerdocio Aarónico es bueno pero el de nuestro Señor Yeshúa es mejor pues provee algo superior: Salvación Eterna a todos los que creen en su sacrificio”. ¡Bendito sea el Eterno por su salvación!

Como veremos en las siguientes parashot, la gloria de El Eterno habitaba en el tabernáculo con una intensidad sin igual, y se debía de tener una purificación ritual y física para poder estar en semejante lugar para estar seguro y que la gloria del Eterno siguiera habitando ahí. Veremos el concepto del tabernáculo terrenal siendo una copia y replica del tabernáculo celestial en la tradición judía. Profundizaremos en el concepto de la expiación que proveían los sacrificios, como purificación ritual o ceremonial. También veremos en el comentario de Levítico, las distintas clases de sacrificios para comprenderlos apropiadamente y tener una visión libre de desarrollos teológicos posteriores que prueban ser inadecuados para entender la Torá.

Conclusión.

Después de ver una introducción al sacerdocio Aarónico, sus funciones, los principales malentendidos en torno a él y su verdadero objetivo primordial, podemos ver claramente la correspondencia entre el sacerdocio de Aarón y el sacerdocio eterno de Yeshúa nuestro Rey según el orden de Melquisedec. Los machos cabríos nunca podrán dar vida eterna, únicamente aquel que fue precursor nuestro a los cielos, puede hacernos participe de la naturaleza divina. Las ofrendas que proveen purificación ritual, física son buenas; sin embargo, la ofrenda de Yeshúa es superior por mucho: Por esa ofrenda fuimos todos santificados y se nos dio vida eterna en su nombre, el Éspíritu santo de la promesa y podemos tener acceso al trono de El Eterno, confiados y en certidumbre, tal como está escrito:

“porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.” (Hebreos 10:14)

“acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia” (Hebreos 10:22)

¡Shabbat Shalom!

Isaac Bonilla

28 Feb, 2020

Haftará Tetzaveh

Ezequiel 43:10-27

      “La esperanza de la reedificación del templo nació el mismo día de su destrucción hace casi 2.000 años. El rabí Akiva confortó a sus colegas que lloraban, proclamando que si las profecías de la destrucción se han cumplido, el cumplimiento de la de la redención y la reedificación seguramente ha de venir después. En el curso de 2.000 años, el pueblo judío nunca ha olvidado al templo… el sueño de reedificar el templo se extiende a través de cincuenta generaciones de judíos, cinco continentes e innumerables mares y océanos. La oración para la reedificación se repite en tantos idiomas como los que la humanidad conoce. Estas oraciones… ahora adquieren una nueva dimensión con el regreso del pueblo a la tierra de Israel… esta nueva dimensión es: una posibilidad [la reedificación del templo]” (Thomas Ice)

Este ha sido el anhelo que ha permanecido por casi dos mil años dentro del corazón de cada judío: La reconstrucción del templo. Esto porque cuando el templo se reconstruya, el exilio llegará a su fin, las tribus volverán a la tierra que el Eterno prometió a los patriarcas, esta recibirá con los brazos abiertos al pueblo que durante dos milenios ha orado tres veces al día pidiendo la reconstrucción del templo, el retorno de la presencia divina y el retorno de los exiliados.


      “Y tú, hijo de hombre, describe el templo a la casa de Israel, para que se avergüencen de sus iniquidades, y tomen las medidas de su plano. Y si se avergüenzan de todo lo que han hecho, enséñales el diseño del templo, su estructura, sus salidas, sus entradas, todos sus diseños, todos sus estatutos y todas sus leyes. Y escribe esto ante sus ojos para que guarden todas sus leyes y todos sus estatutos, y los cumplan.” (Ezequiel 43:10-11 LBLA)

Ezequiel fue uno de los sacerdotes que fueron llevados cautivos en la segunda incursión militar de Nabucodonosor, rey de Babilonia, aproximadamente en el año 598 AEC. él registra que fue cinco años después que él tuvo la visión del texto en cuestión, esto es, el quinto año de la deportación del rey Joaquín, que corresponde al año 593 AEC aproximadamente (2 Reyes 24:10-16; 2 Crónicas 36:9-10)

Su trasfondo sacerdotal se muestra en su preocupación por la pureza ceremonial (4:14) y el énfasis sobre el templo (40-48). él dedica los últimos capítulos a la descripción del tercer templo. Así se le llama al templo que será construido en un futuro distante desde la fecha de su oráculo, pero que Be’ezrat Hashem nosotros seremos testigos de su construcción, prontamente y en nuestros días.

A lo largo de la historia del pueblo de Israel y dentro de las páginas de la escritura, encontramos el registro de dos templos que han sido construidos y que trágicamente también han sido destruidos. En cada ocasión esto ha dado pie al exilio, y así como han sido dos templos los destruidos, de igual manera se enumeran dos exilios principales.

El templo era una de las promesas que El Eterno había hecho a los hijos de Israel cundo estos estaban a punto de entrar a la tierra prometida designándole como “el lugar que Adonay vuestro Dios escogiere de entre todas vuestras tribus, para poner allí su nombre para su habitación.” (Devarim 12:5)

La promesa no solamente era hacer una estructura, un templo, sino que el propósito primario era que su presencia iba a residir allí, en el lugar que él escogiera. Cuando tuvieran paz o reposo de sus enemigos, entonces él pondría su nombre en la habitación que harían para que residiera allí su presencia, que era el objetivo primario, desde la construcción del tabernáculo: “Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos.” (Shemot 25:8)

Dos templos se levantaron sucesivamente sobre el monte Moriá o Moriah, (2 Crónicas 3:1) en Jerusalén. El primero fue edificado por Salomón, el segundo por Zorobabel y posteriormente este sufrió una modificación por Herodes el Grande. Es por esto que al templo de los días de Yeshua, se le conoce como “el templo de Herodes”.

I. El templo de Salomón

Como dijimos antes, este comentario nos lleva a otro motivo por el cual, el escritor sagrado nos da una cifra específica. A criterio personal no creo que la cifra sea simbólica, pero tampoco es de descartar que suceda lo mencionado por el comentario, esto es, que hubieron doce generaciones desde el primer sumo sacerdote que ministró en el tabernáculo, hasta el primer sumo sacerdote que ministraría en el templo.

Una vez que Israel adquirió características de nación, se hizo necesario contar con un santuario central, un lugar de reunión para todo el pueblo, símbolo de su unidad en el culto a su Dios, como la Torá misma lo menciona cuando iban a tomar posesión de la tierra prometida (Devarim 12:10-14).

Esta promesa se concretizó 480 años después cuando el rey Salomón edificó casa para el Eterno como lo registra el primer libro de los reyes capitulo seis.

El Primer Templo de Jerusalén fue construido por el rey Salomón alrededor del año 966 AEC y su construcción tardo siete años 959 AEC (existen comentaristas que datan la fecha de inauguración en el 957) (1 Reyes 6:38), funcionó como santuario principal de los hijos de Israel.

Trágicamente los hijos de Israel se apartaron de las buenas leyes y el templo fue saqueado y destruido por los Babilonios en el 586 AEC y esto trajo, como consecuencia el exilio Babilónico; el templo y el pueblo sufrían saqueos y grupos de personas eran deportadas, hasta que finalmente la ciudad y el templo fueron tomados, saqueados y destruidos, como lo registran las escrituras: (Jeremías 52:12-13; 2 Reyes 25:8-10). El templo de Salomón perduró durante casi cuatro siglos, desde su inauguración 959 (957) hasta el 586 AEC.

II. El templo de Zorobabel

      El retorno del exilio babilónico (539/8 AEC), hecho posible por el decreto de Ciro, fue pequeño y poco prometedor. Los que volvieron eran pocos en número, y sus recursos tan escasos que frecuentemente necesitaban refuerzos de los judíos que habían quedado en Babilonia. El templo que edificaron es un buen ejemplo de esto: Cuando se echaron los cimientos, los ancianos que habían visto la primera casa (el templo de Salomón) lloraban en alta voz, pero los jóvenes, que habían nacido en el exilio, daban gritos de alegría (Esdras 3:12).

La construcción de este segundo templo tardó unos veinte años desde el decreto para su construcción en el 539 por el rey Ciro el persa (2 Crónicas 36:23). Tres años después comenzaron la construcción pero debido a fuertes enfrentamientos con sus vecinos, los cuteos que habían repoblado Samaria, los trabajos se detuvieron hasta la llegada de los profetas Hageo y Zacarías que dieron valor al pueblo y este reinició los trabajos hasta finalizarlos en el 516 AEC (Esdras 6:15)

III. El tercer templo

      Desde la destrucción del Segundo templo de Jerusalén en el año setenta de nuestra era, el pueblo judío ha orado para que Dios permita la reconstrucción del tercer templo. Esta oración ha sido parte de la tradicional oración (Amida) que todo judío realiza tres veces al día. A pesar de seguir sin construirse, la idea y el deseo de un tercer templo es sagrada para el judaísmo.

Y no solo debería de ser un anhelo para el pueblo Judío, sino también para todos los creyentes en el Dios de Israel, esto es, todos aquellos que hemos nacido de nuevo por los méritos del Maran Rabenu Yeshua HaMashiaj. Esto debido a que, de la construcción del templo, depende el cumplimiento de muchas profecías.

Como dijimos antes, la espera por la construcción del tercer templo inició desde la destrucción del segundo; el pueblo judío siempre ha estado a la espera de una ocasión para su construcción. Desde los días de rabí Akiva se inició al sueño de la reconstrucción, pero el emperador Adriano disolvió este sueño al destruir por completo a Jerusalén.

La edificación del templo es uno de los eventos que abrirá las puertas a otros eventos de nivel mundial, siendo la más importante de todas, el regreso de nuestro amado Mesías. Este evento o acontecimiento traerá la esperada restauración final de Israel y esto implica: la reunión de las doce tribus en su tierra, el final del exilio, el reinado del Mesías desde Jerusalén a todas las naciones y entre todos estos eventos está el cumplimiento de una profecía muy importante: El regreso de la presencia divina al templo como lo predijo Ezequiel: “La gloria del SEñOR entró en el templo por el camino de la puerta que da hacia el oriente.” (43:4)

Podríamos seguir enumerando los enormes beneficios que traerá la edificación del tercer templo, pero previo a estos sucesos de esperanza, la última envestida del maligno se dejara ver. La humanidad conocerá el caos que traerán los últimos tiempos, pero al final de todo, vendrá nuestro Señor y Salvador, y traerá la paz tan anhelada por Israel y las naciones.

Bajo las alas de Dios de Israel
Francisco Hidalgo

22 Feb, 2020

Haftará Terumá

1 Reyes 5:12-6:13

     Toda religión tiene por lo menos un ser al cual adorar y un lugar establecido donde reunirse para su adoración, su culto y buscar experimentar una relación interpersonal. La religión de Israel no está lejos de esta realidad: Cuando el pueblo salió de Egipto, el Eterno dio instrucciones precisas para la construcción de un lugar temporal para su presencia. Esta temporalidad iba a depender del tiempo entre su construcción y el momento histórico cuando el pueblo tomara posesión de la tierra prometida y de otros requisitos para la edificación de un lugar estable, un lugar entre las tribus de Israel. Esto era lo que El Eterno había revelado a Moshé y que encontramos en la torah.

Habían por lo menos dos requisitos fundamentales dados por la torah para el momento de la edificación del templo: Primero, tenía que ser en el lugar que él escogiera entre una de las tribus de Israel; en segundo lugar, el pueblo tenía que estar en un periodo de paz, ellos tenían que descansar de sus enemigos. Estos requisitos al fin eran una realidad, y consecuentemente la construcción del templo no era una utopía sino la materialización de un proyecto divino; el encargado de hacer realidad los anhelos del pueblo y del rey David, era precisamente su hijo Salomón, quien tendría el enorme privilegio de construirle casa al Eterno Dios de Israel.


      “Y sucedió que en el año cuatrocientos ochenta después que los hijos de Israel salieron de la tierra de Egipto, en el cuarto año del reinado de Salomón sobre Israel, en el mes de Zif, que es el segundo mes, comenzó él a edificar la casa del SEñOR.” (1 Reyes 6:1 LBLA)

Zif es el nombre con el cual la biblia identifica al mes de Iyar del calendario hebreo actual. Cabe destacar que en la época bíblica, los nombres de los meses del calendario eran distintos a los del calendario hebreo actual. En el TaNaK (A.T.), sólo figuran los nombres antiguos de cuatro meses, a saber: Abib (Devarim 16:1), Zif, Etanim (1 Reyes 18:2) y Bul (1 Reyes 6:38); por lo demás, el TaNaK (A.T.) designa los meses asignándoles un número ordinal: primero, segundo, etc. (Zacarías 8:19). Sin embargo, algunos escritos exilios y post-exilios ya nombran a los meses con los nombres que hoy les conocemos, por Ej. “Tebet” (Ester 2:16)

La nota cronológica al principio da no solo la fecha del comienzo de la obra de construcción en relación con el reinado de Salomón, sino también en relación con el tiempo que pasó desde el éxodo de Egipto (litziat Mitzrayim). Probablemente hay dos razones principales para esto.

  • Primero, se invita a que se haga una comparación entre los dos eventos; sugiere que la construcción del templo fue un evento en la historia de Israel tan significativo como la salida de Egipto, esto es el nacimiento de la nación.
  • Segundo, al poner el proyecto del templo en su contexto histórico, nos recuerda que el Eterno es un Dios cuyos propósitos se realizan y cuyos planes generalmente son a largo plazo; así fue con la promesa de un lugar en el cual: “poner allí su nombre y morar en él” (Devarim 12:5).

La exactitud del dato histórico nos lleva a extraer fechas muy importantes, esto es, el año en el cual se inició la construcción del templo y, en segundo lugar, la fecha del “litziat Mitzrayim” (salida de Egipto). A continuación citare dos comentarios con respecto al verso en cuestión y esto nos ayudará a tazar algunas fechas, y otra razón probable por la cual se inicia con esa fecha este relato.

      La sincronización entre ciertos hechos en los gobiernos de los reyes Israelitas posteriores a salomón y los datos cronológicos asirios, establecen que el cuarto año de su reinado fue 966 a.C. De acuerdo con éx. 11:40 los hijos de Israel vivieron en Egipto cuatrocientos treinta años. Sabemos, además, que salomón reino durante cuarenta años (11:42). Si la división del reino ocurre al morir Salomón en 932 a.C., se corrobora que el cuarto año de su reinado seria alrededor del año 966 a.C. Si el éxodo de Israel se sitúa cuatrocientos ochenta años de 966, es posible que ocurriera ca. 1446″ (comentario del capítulo 6:1 de la N.V.I. edición de estudio).

Este comentario nos ayuda a identificar que el año en el cual se inició la construcción del templo, sería el 966 antes del Mesías, esto es en el cuarto año del reinado de Salomón. Esto nos sugiere que Salomón inició su reinado en el año 970 AEC. El dato de la N.V.I. nos indica que la división del reino ocurrió en el 932 o 931 AEC.

El siguiente comentario nos revela otro dato muy interesante, y esto es, que desde la salida de los hijos de Israel de Egipto pasaron doce generaciones de cuarenta años cada una y esto nos da los cuatrocientos ochenta años. “En el año cuatrocientos ochenta después que los hijos de Israel salieron de Egipto: Esta fecha podría ser una cifra simbólica. Según parece, el tiempo se ha calculado dividiendo en doce generaciones (de cuarenta años cada una) el período transcurrido entre el éxodo de Egipto y el reinado de Salomón. Es probable, además, que de este modo se haya querido dar cabida a doce generaciones de sacerdotes, desde Aarón hasta Azarías. Cf. 1 Cr 6.3-9; 6.50-53.” (Cometario del capítulo 6:1, de la versión Dios Habla Hoy)

Como dijimos antes, este comentario nos lleva a otro motivo por el cual, el escritor sagrado nos da una cifra específica. A criterio personal no creo que la cifra sea simbólica, pero tampoco es de descartar que suceda lo mencionado por el comentario, esto es, que hubieron doce generaciones desde el primer sumo sacerdote que ministró en el tabernáculo, hasta el primer sumo sacerdote que ministraría en el templo.

En conclusión podemos decir que la construcción del templo tuvo lugar en el cuarto año del reinado de salomón, esto es, el año 966 AEC; sin embargo cabe mencionar que existen otros comentarios que tazan la fecha del inicio de la construcción en otro año, esto es, el año 960 AEC. A criterio personal, la fecha más acertada es la primera, esto porque la división del reino tuvo lugar entre los años 932-931 AEC. Estas son las fechas que varios de los estudiosos vierten, y es una buena cantidad de eruditos que utilizan estas fechas, para ubicar los relatos bíblicos en sus tiempos probables. Pasemos ahora a considerar la tarea que Salomón tuvo delante de él.

Sin lugar a dudas el proyecto del templo era un proyecto muy grande, esto porque tenían que construirle casa al “Ein Sof” (infinito Dios de Israel). Menuda empresa la que tenía el rey Salomón y todo Israel: Hacer un lugar de adoración, un lugar donde el cielo y la tierra se juntaban, la presencia reducida del Eterno iba a residir en el templo que Salomón construiría.

Ahora después de mucho tiempo, el arca y los demás objetos sagrados del tabernáculo, tendrían un lugar permanente entre una de las tribus de Israel, esto es la tierra de Benjamín. Siendo más específicos, sería en Jerusalén, la ciudad de David.

El sueño del rey David estaba cerca de hacerse una realidad, no sería construido por sus manos, pero su hijo tendría el enorme privilegio de hacer una casa donde la presencia del Eterno residiría con una manifestación e intensidad como en ningún otro lugar.

La construcción del Templo de Jerusalén fue el evento más importante del reinado de Salomón; gracias al mismo, su nombre se ha recordado hasta 30 siglos después de su muerte. Ya en la Biblia el Templo acapara la mayoría de los escritos donde aparece el rey Salomón, su fama ha trascendido los tiempos y, como edificio ideal concebido por Dios, constituye hasta hoy un importante referente y fuente de inspiración.

El templo de Jerusalén era y será el único lugar de adoración óptima y genuina (esto en el contexto de adoración de la torah) al único Dios verdadero. El templo garantiza la seguridad de las promesas dadas a Israel, como nación de Dios y su pueblo; por eso el deseo actual que sea reedificado. Para poder experimentar la promesa que el Eterno dio a salomón, Dios esperaba que la nación que había escogido de entre todos los pueblos fuera distinta. Su sagrada distinción sería guardar los mandamientos, esta era la garantía de su presencia en el templo y sobre todo, de la providencia especial sobre el pueblo escogido, como lo registra el final de nuestra Haftará:

“Y la palabra del SEñOR vino a Salomón, diciendo: En cuanto a esta casa que estás edificando, si tú andas en mis estatutos, cumples mis ordenanzas y guardas todos mis mandamientos andando en ellos, yo cumpliré mi palabra contigo, la cual hablé a David tu padre, habitaré en medio de los hijos de Israel, y no abandonaré a mi pueblo Israel.” (1 Reyes 6:11-13 LBLA)

Bajo las alas de Dios de Israel
Francisco Hidalgo

22 Feb, 2020

Parasha Terumah

Exodo 25:1-27:19

Haftara: 1 Reyes 5:12-6:13

“Y habitaré en medio de ellos”.

En la porción de esta semana, vemos diversas instrucciones dadas por El Eterno para la construcción del Mishkan (tabernáculo). En la mayoría de los casos estas leyes parecen “aburridas” o con poco contenido para nuestras vidas actuales; lo contrario sucede como veremos en este estudio, pues son de gran trascendencia y significado para nuestras vidas.

En primer lugar, las leyes del tabernáculo nos hablan sobre el deseo de El Eterno de estar presente entre su pueblo. El no es un Dios ausente que no está interesado en la vida de su pueblo; él está plenamente deseoso de tener una residencia entre los hombres y estar cercano a ellos. Esta parashá nos muestra los diversos pasos para la construcción de un lugar único, donde la presencia del Eterno moraría con una intensidad sin igual.

En segundo lugar, nos muestra las prioridades de la vida espiritual en el tabernáculo. Si vemos atentamente el orden de las instrucciones, veremos que El Eterno empezó desde lo más interno a lo más externo, por ejemplo, la Torá enumera las instrucciones de construcción en el siguiente orden:

  • El arca del pacto (ubicada en el lugar “Kodesh kadashim” o lugar santísimo, dentro del velo).
  • La mesa para el pan de la proposición. (Al lado norte del tabernáculo en frente del velo. Ver Exodo 26:35)
  • La Menorá (candelabro) de oro. (Al lado sur del tabernáculo en frente del velo. Ver Exodo 26:35)
  • El tabernáculo mismo
  • El altar de bronce o el altar del holocausto. (Ubicado a la puerta del tabernáculo. Ver levítico 4:7)
  • El atrio del tabernáculo.

Esto nos deja una gran enseñanza: El Eterno está primeramente preocupado por nuestro interior, por lo más íntimo de nuestro ser, por nuestro corazón, nuestro espíritu, nuestra mente, nuestra alma. El está interesado primordialmente en el interior de cada hombre, lo exterior tiene su lugar; sin embargo el nivel de precedencia es de adentro hacia afuera.

Yeshúa y el profeta Isaías enseñaron en contra de algo que hoy se conoce como “ritualismo”, esto es la mera ejecución de ritos religiosos o ceremoniales sin ninguna repercusión interna y espiritual. Tanto en los días de Isaías como de Yeshúa, parte del pueblo sufría de un ritualismo seco, tal como se nos dice:

“Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí.” (Mateo 15:7-8).

“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia. ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio.” (Mateo 23:25-26).

En los pasajes, Yeshúa critica el ritualismo de algunos fariseos de su generación y nos advierte sobre los peligros de una religión sin espiritualidad, sin devoción, sin entusiasmo, sin gozo y alegría de corazón.

Esto no es un peligro único del judaísmo, en el cristianismo moderno vemos personas más preocupadas por trivialidades que por ser un verdadero discípulo del Maestro y cambiar e impactar el mundo con su mensaje, sus obras y su ética. Es un vicio inherente del ser humano, fijarse en lo externo pues es lo que produce honra delante de quienes nos rodean y es lo más fácil de hacer. La verdadera devoción: eterna, interna, espiritual es a menudo la parte difícil de nuestro caminar; sin embargo, es lo más preciado para El Eterno.

Para que El Eterno haga su morada en nosotros y haga de nosotros su heredad debemos de estar limpios interna y externamente, en ese orden. El Eterno mora con el humilde de corazón, tal como se dice:

“El Eterno dijo así: El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis pies; ¿dónde está la casa que me habréis de edificar, y dónde el lugar de mi reposo? Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice El Eterno; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.” (Isaías 66:1-2).

¿Quieres que El Eterno ande contigo en todo camino? ¿Quieres morar en su presencia? ¿Deseas poder sentir a El Eterno en cada paso, cada minuto, cada situación? ¿Deseas decir junto con el salmista “El Señor es mi luz y mi salvación”? El Eterno quiere tu corazón sobre todas las cosas. El ha instituido días de fiesta, remembranzas, ceremonias, mandamientos, etc; sin embargo, todo eso es un medio para llegar a un fin: Que lo sirvas con el corazón gozoso, tal como se nos dice: “Por cuanto no serviste a El Eterno tu Dios con alegría y con gozo de corazón, por la abundancia de todas las cosas, servirás, por tanto, a tus enemigos” (Deuteronomio 28:47-48).

Todo lo demás es secundario, lo más íntimo en el lugar santísimo era el arca del pacto, del testimonio de Dios y su pueblo. El arca del pacto corresponde al corazón del hombre de donde mana la vida como está escrito:

“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.” (Proverbios 4:23)

Es fácil perder el foco y distraerse con cosas como ir a una comunidad de creyentes, estar en un servicio de oración, en una disertación de la Torá, celebrar una fiesta del Eterno, guardar Shabbat, etc. Todas estas cosas son muy importantes pues son el vehículo de nuestra devoción como pueblo; el corazón, sin embargo, debe de ser el motor mismo de ese vehículo; la razón por la que hacemos todas las cosas externas, debe de ser porque nuestro interior reboza de amor por El Eterno.

EL corazón es donde la palabra de El Eterno debe de morar, es debido a esto que el Shema Israel nos dice: “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón;” (Deuteronomio 6:6). Cada Hijo de Israel, cada justo de entre las naciones que teme al Eterno debe de poner la palabra de El Eterno no únicamente en su mente, sino en su corazón.

Incluso la letra inicial y la letra final de la Torá nos dan el mismo mensaje: La primera letra de la Torá (Bet) y la ultima (Lamed), forman la palabra “Leb” que significa “Corazón”. El mensaje es claro: El Eterno quiere que su palabra este en nuestro corazón, en nuestro ser más íntimo, ahí donde reaccionamos ante cualquier situación por instinto adquirido por nuestra espiritualidad; en el área en donde nuestra fidelidad, a ese sentir, es absoluta y universal.

La culminación máxima de El Eterno en la era Mesiánica consiste, precisamente, en poner la Torá en el corazón de su pueblo. El nuevo pacto, o la nueva alianza, no consiste en una nueva Torá sino en poner esa Torá en el corazón de cada hijo de Israel como nunca antes, tal como se nos dice:

“He aquí que vienen días, dice El Eterno, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice El Eterno. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice El Eterno: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.” (Jeremías 31:31-33).

Aunque los discípulos de nuestro Santo Maestro, Yeshúa El Mesías, podemos disfrutar de un anticipo de esto, por el espíritu que hemos recibido de parte de El Eterno como arras de la redención final (Efesios 1:13-14), la plenitud y el total cumplimiento de esto, aún está por venir. En la era mesiánica, el conocimiento del Eterno cubrirá la tierra como las aguas cubren la mar (Isaías 11:9), la profecía de Jeremías dice que la Torá estará escrita en el corazón del pueblo como nunca antes, a tal grado que nadie dirá: Conoce a El Eterno, pues todos lo conocerán. En esos días, conoceremos al Eterno como nunca antes, pues la Torá será explicada por el Rey Mesías mismo, tal como se dice en el midrash: “La Tora que la persona estudió en este mundo es vana frente a la Tora del Mesías” (Kohelet Raba 11:8).

¡Que esos días vengan pronto y el reino del Eterno venga rápidamente!

¡Shabbat Shalom!

Isaac Bonilla

15 Feb, 2020

Haftará Mishpatim

Jeremías 34:8-22, 33:25-26

La experiencia es la evidencia, así reza un adagio popular, y en efecto la experiencia es una poderosa evidencia. El pueblo judío sabía perfectamente bien que era no ser dueño de su vida.

Habían permanecido en la servidumbre de Egipto durante siglos, y finalmente conocieron la libertad, a través de hechos poderosos y sorprendentes. Hoy la historia era diferente, ellos eran libres, pero habían tomado de entre sus hermanos a personas de escasos recursos que eran sus esclavos, y el momento de declarar libertad había llegado.

¿Qué iba a suceder? ¿Se pregonaría libertad en todo el territorio o algo más iba a suceder?

El rey y el pueblo se reunieron en el templo y llegarían a un acuerdo, este acuerdo tendría como resolución la libertad de todos los esclavos y esclavas del país; pero algo inusual ocurriría ese año, y esto sería, que, así como acordaron dar libertad, así también fue la pronta reacción para volver atrás, y anular el pacto de libertad. En ese contexto entra en el escena el profeta Jeremías anunciando el juicio que vendría sobre el rey Sedequías y el reino del sur (Judá).


      “Palabra que vino a Jeremías de parte del SEñOR, después que el rey Sedequías había hecho un pacto con todo el pueblo que había en Jerusalén para proclamarles libertad: que cada uno debía poner en libertad a su siervo y a su sierva hebreos, para que nadie retuviera a un judío, hermano suyo, en servidumbre.” (Jeremías 34:8-9 LBLA)

El rey Sedequías fue el último rey de Judá, su reinado se extendió unos once años (598/7–587/6 a.M.), fue colocado en el trono por Nabucodonosor en lugar de Joaquín, su sobrino. Luego el rey de Babilonia puso como rey en lugar de Joaquín a Matanías, su tío, y le cambió el nombre por el de Sedequías. (2 Reyes 24:17)

Su reinado lo comenzó a la edad de veintiún años (2 Reyes 24:18) después de una campaña militar, en la cual el rey de Babilonia, se llevó cautivo a Babilonia a Joaquín, a la madre del rey, a las mujeres del rey, a sus oficiales y a los poderosos de la tierra. (2 Reyes 24:15), y a todos los hombres de guerra, artesanos y herreros.

A pesar de haber recibido el reino en un estado caótico y debilitado por las guerras con los babilonios y las personas que estos se habían llevado cautivos, él no fue conocido como un rey que buscaba la voluntad del Eterno, caso contrario, es conocido como un rey que menospreció la palabra del profeta Jeremías y esto hizo que su reinado finalizara con la destrucción de la ciudad y del templo, y él se convertiría en el último rey que utilizaría el trono de David. El reino había perdido la gloria que una vez tuvo, pero él no se arrepintió.

Nabucodonosor invadió Judá con su ejército y puso sitio a Jerusalén. El sitio fue levantado por un tiempo para hacer frente a los egipcios que se acercaban (Jeremías 37:5), pero, como predijo Jeremías (34:21-22) cuando el hambre dentro de la ciudad alcanzó su punto máximo, el muro fue perforado y la ciudad cayó (2 Reyes 25:3-4; Jeremías 52:6-7). El templo fue saqueado y quemado y el pueblo llevado al exilio (2 Reyes 25:17-20).

Sedequías huyó hacia el Jordán, donde fue capturado y llevado al cuartel de Nabucodonosor en Ribla. Allí sus hijos fueron ejecutados en su presencia. Luego le sacaron los ojos y lo llevaron a Babilonia (2 Reyes 25:4-7; Jeremías 52:7-11).

Como dijimos antes él heredó o mejor dicho él fue puesto por Nabucodonosor como rey de Judá, no experimentó ningún temor al Eterno y a las cosas santas; tanto fue así, que puso en prisión al profeta Jeremías (Jeremías 32:1-4), solamente por decirle que el rey de los caldeos los iba a destruir.

El texto de Jeremías, nos da pie para una especulación, por supuesto una especulación probable y apegada a la torá. Y es que probablemente lo que sucedió en ese momento fue un año de shemitá. El pueblo juntamente con el rey reconoció la importancia que ese año tenía, esto es: la remisión. Estaban sitiados y un último respiro de santidad de parte del rey Sedequías y del pueblo en general brotaría de sus almas, esto era dar libertad al esclavo hebreo, a aquel por lo difícil del momento quizás se había vendido como esclavo y que al séptimo año este tenía que salir libre y su deuda quedaba saldada: “Si un hermano tuyo, hebreo o hebrea, te es vendido, te servirá por seis años, pero al séptimo año lo pondrás en libertad”. (Devarim 15:12 LBLA)

La ciudad estaba sitiada, el rey no prestaba oído a la palabra del Eterno, y en lugar de atender las palabras del profeta, lo colocó en prisión y parece ser que fue en este contexto que ocurrió una violación grave de parte de los pocos habitantes que había en la ciudad. Ellos hicieron un pacto: dejar en libertad a los esclavos que habían adquirido, pero posteriormente se echaron a para atrás y los volvieron a esclavizar y el juicio fue eminente. Se arrepienten de dar libertad a los esclavos y no solo se arrepienten, sino que también los hacen volver a la esclavitud, ¿Qué fue lo que sucedió? Hoy pregonan libertad y mañana los vuelven a esclavizar. (Jeremías 34:11) ¿Qué fue lo que causó que una resolución tan buena haya sido abolida en tiempo record?

Existe la posibilidad que esto haya sucedido cuando el aliado estratégico de Sedequías, esto es el faraón de Egipto, salió para defender a la ciudad; quizás cuando el faraón se levantó con su ejército para pelear con Nabucodonosor, el pueblo sintió que el sitio llegaría a su fin, que Egipto vencería a los babilonios y que su ayuda no venía de guardar los preceptos de la torá, sino de confiar en el hombre. Probablemente esa fue la razón por la cual se retractaron del trato que habían hecho de liberar a los esclavos.

Jeremías sería el encargado de derribar su esperanza y de establecer que el babilonio los iba a destruir, y que el faraón de Egipto no tenía el poder de salvarlos del juicio decretado: “Entretanto, el ejército de Faraón había salido de Egipto, y cuando los caldeos que tenían sitiada a Jerusalén oyeron la noticia acerca de ellos, levantaron el sitio de Jerusalén. Entonces vino la palabra del SEñOR al profeta Jeremías, diciendo: Así dice el SEñOR, Dios de Israel: Así diréis al rey de Judá, que os envió a mí para consultarme: He aquí, el ejército de Faraón que salió en vuestra ayuda, volverá a su tierra de Egipto. Y volverán los caldeos y pelearán contra esta ciudad, la capturarán y le prenderán fuego.” (Jeremías 37:5-9 LBLA)

Este evento también es registrado por Flavio Josefo: “Al saber esto el rey de los babilonios marchó en su contra devastó la región y ocupó las plazas fuertes, y llegó a la misma ciudad de Jerusalem con el propósito de sitiarla. El egipcio, cuando supo de las tribulaciones en el que se encontraba su aliado Sedequías, con su gran ejército se dirigió a Judá a fin de obligar a levantar el asedio. En vista de esto el babilonio se retiró de Jerusalem y, en campaña contra los egipcios, peleó con ellos y los expulsó de toda Siria” (Antigüedades, Libro X, 7:3)

Es probable que esto haya acontecido en el 588 AEC dos años antes de la caída de la ciudad; como dijimos antes es muy probable que esto haya hecho que el rey y el pueblo se retractaran de dejar en libertad a los esclavos. Trágicamente esa decisión tuvo un precio muy caro, como el profeta se los hace saber: “Así dice el SEñOR: Vosotros no me habéis obedecido proclamando libertad cada uno a su hermano y cada uno a su prójimo. He aquí, proclamo contra vosotros libertad declara el SEñOR a la espada, a la pestilencia y al hambre; y haré de vosotros motivo de espanto para todos los reinos de la tierra.” (34:17 LBLA)

Al no haber cumplido el precepto de dar libertad a los esclavos, El Eterno daría libertad a algo sumamente nefasto: Espada, Pestilencia y hambre. El profeta cita el texto de Shemot 21:2, pero a la misma vez les recuerda que sus padres no cumplieron ese precepto y que ahora ellos estaban (o estuvieron) a punto de cumplirlo, pero al final se retractaron y esto haría que el juicio se liberara en su totalidad y la destrucción estaba a la vuelta de la esquina. Sedequías y el pueblo tuvieron la oportunidad de brillar con un último destello de santidad pero no quisieron.

Volver atrás, es una hermosa frase retórica, pero en el caso del Sedequías y el pueblo, volver atrás fue una muestra de un corazón endurecido. Promulgaron libertad, pero con esa misma pasión los volvieron a esclavizar y esto sería la gota que derramaría el vaso. La ira del Eterno se encendió contra aquella generación que veía y trataba a los más sencillos y necesitados del pueblo como objetos y no como personas que tenían dignidad. Quizá todos esos abusos hacia los siervos inspirarían a Pablo a decir: “como más que un esclavo, como un hermano amado… tanto en la carne como en el Señor”. (Filemón 1:6 LBLA)

Bajo las alas de Dios de Israel
Francisco Hidalgo

15 Feb, 2020

Parasha Mishpatim

Yeshúa, la Torá y los “Mas yo os digo”.

La parasha de esta semana tiene numerosas leyes dadas por El Eterno, a los hijos de Israel, por mano de Moshe (Moisés). La parasha toma su nombre de las primeras palabras de la sección y significa “Leyes” y ¡vaya que es una sección con muchas leyes! Muchas de estas leyes son malinterpretadas por lectores posteriores y es necesaria una explicación que está más allá de los espacios de este comentario.

En esta oportunidad quisiéramos referirnos a la famosa frase conocida como “La ley del talión”, esto es, “ojo por ojo, diente por diente”. Esta frase ha sido sumamente explotada negativamente en contra de la Torá y el judaísmo. Los ataques han venido de muchos frentes, como por ejemplo el famoso sarcasmo de Gandhi quien dijo: “Ojo por Ojo y el mundo acabará ciego”.

Sin embargo, el ataque más popular es precisamente con otra parte de una escritura judía. Nos referimos a los registros apostólicos y particularmente al libro de Mateo. En el sermón del monte, Yeshúa habla y menciona 6 veces la frase “Mas yo os digo” (Mateo 5:22, 28, 31, 33, 38, 44).

Los 6 “Mas yo os digo” tienen que ver con los siguientes temas:

  • Asesinato
  • Adulterio
  • Divorcio
  • Juramentos
  • La “ley del talión”.
  • El odio a los enemigos.

Esta particular frase ha dado mucho de qué hablar en la mayoría de círculos cristianos y se le asigna una importancia relacionada con la abrogación de la Torá. En otras palabras, la interpretación convencional de esta frase, es que Yeshúa estaba aboliendo la Torá escrita e instituyendo su opinión como de mayor peso. Esto se agudiza cuando se desconoce el contexto histórico de algunas frases y cuando se tiene un conocimiento superficial de la Torá.

¿En realidad Yeshúa estaba aboliendo cada mandamiento para restarle, añadirle o simplemente dejarlo sin ningún valor? ¿Esta Yeshúa predicando en contra de la Torá? La respuesta podría sorprender a muchos cuando se estudia los dichos de Yeshúa en su contexto judío del primer siglo.

La postura que indica que Yeshúa estaba aboliendo la Torá enfrenta por lo menos dos problemas insuperables. En primer lugar Yeshúa recién dijo 5 versículos atrás que él no había venido a abrogar al Torá, tal como se nos dice:

“No penséis que he venido para abrogar la Torá o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Torá, hasta que todo se haya cumplido.” (Mateo 5:17-18).

Es simplemente ilógico pensar que Yeshúa pueda contradecirse en tiempo record. De la manera más explícita y tajante, el prohíbe a sus seguidores siquiera concebir la idea, de que él ha venido a abolir la Torá. Ningún mandamiento de la Torá será abolido mientras haya cielos y tierra en esta era presente.

El segundo problema que experimenta esta postura es que no considera un factor trascendental: Yeshúa nunca dijo: “Está escrito…”, sino que dijo: “oísteis que fue dicho”. Aparentemente no hay un cambio esencial entre estas dos expresiones, pero como veremos hay bastante diferencia.

Si Yeshúa dice: “Esta escrito”, es obvio que está haciendo referencia a la Torá. Sin embargo, al decir “oísteis que fue dicho” él no está haciendo referencia a la Torá necesariamente. Podría estar haciendo referencia a la tradición oral y a ciertas interpretaciones conocidas en su tiempo y aceptadas como correctas.

En otras palabras, es probable que Yeshúa no esté atacando a la Torá misma; sino a interpretaciones de la Torá que no estaban del todo bien. Esto cambia radicalmente nuestro concepto de los “mas yo os digo” puesto que nos mueve de una abrogación de la Torá, a una corrección de interpretaciones de la Torá.

Podemos ofrecer dos evidencias para esta visión de los “Mas yo os digo”, una escritural y una proveniente de la tradición judía. Consideraremos el testimonio mismo del conocido “Sermón del monte” para dar evidencia solida sobre esta posición.

Yeshúa dijo lo siguiente: “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo.” (Mateo 5:43).

Claramente la primera parte del verso es una cita de Levítico 19:18 donde se nos dice: “amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo El Eterno.” Lo que llama la atención es que en ninguna parte de la escritura encontramos la segunda parte, esto es “y aborrecerás a tu enemigo”; lo contrario es cierto: En la Torá encontramos alusiones a no odiar a nuestro enemigo, no solamente con pensamientos sino con acciones. En esta misma parasha leemos lo siguiente:

“Si encontrares el buey de tu enemigo o su asno extraviado, vuelve a llevárselo. Si vieres el asno del que te aborrece caído debajo de su carga, ¿le dejarás sin ayuda? Antes bien le ayudarás a levantarlo.” (Exodo 23:4-5).

Esto es evidencia fuerte de que Yeshúa no está atacando a la Torá sino a interpretaciones populares de su tiempo, en torno a ciertas cuestiones de la vida cotidiana con base en la Torá. Yeshúa no podría estar atacando la Torá puesto que en ningún lado de ella está escrito eso. Otra línea de evidencia parece también apoyar lo que estamos diciendo y proviene de la tradición judía.

En la tradición judía se habla de que el Mashiaj (Mesías) vendría y corregiría interpretaciones erróneas de la Torá y ampliaría nuestro entendimiento de la misma. A la interpretación profunda que el Mesías daría y su enseñanza se le conoce como: “La Torá del Mashiaj”.

Leemos por ejemplo en el Midrash lo siguiente: “El Mesías elucidará las palabras de la Torá y corregirá los errores de entendimiento del pueblo”. (Bereshit Raba 98:9)

Una fuerte y antigua tradición en el pueblo judío, es la creencia que el Mesías aclararía cosas profundas de la Torá a Israel y corregiría las interpretaciones erradas que este pudiera tener. En circunstancias nuevas, en donde el juicio de la Torá no es tan claro, el Mesías diría la última palabra.

Pareciera que esta tradición se remonta a tiempos bastante antiguos puesto que podemos ver indicios de la misma en la conversación entre Yeshúa y la Samaritana. Los samaritanos eran una mezcla de Israelitas y cuteos, surgidos como resultado de la asimilación del reino del norte de Israel en la expatriación de diez tribus en el 722 AEC (ver 2 Reyes 17-18). En un sentido, los samaritanos eran “hijos de Abraham” pero que se habían apartado de la pureza de los mandamientos.

En la conversación, la mujer Samaritana le pregunta a Yeshúa, a quien ella identifica como profeta, lo siguiente:

“Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.” (Yohanan [Juan] 4:19-20).

Yeshúa responde que la salvación viene de los judíos y que los samaritanos no sabían lo que adoraban (vv 4:22), respaldando así al templo de Jerusalén, a quien Yeshúa consideraba: “La casa de mi padre” (Juan 2:16). Sin embargo, previendo el exilio que había de venir por la falta de arrepentimiento de Israel, llegaría la hora en donde no se adoraría ni en Jerusalén ni en Samaria (vv 4:23-24).

Inmediatamente después de oír la respuesta a esta incertidumbre legal y espiritual, la mujer dice a este “profeta”, lo siguiente:

“Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado HaMashiaj; cuando él venga nos declarará todas las cosas. Yeshúa le dijo: Yo soy, el que habla contigo.” (Juan 4:25).

Algo había claro para la mujer: Todas estas cosas que nos hacen dudar, todas estas cosas que han surgido desde los tiempos de Moshe que son producto de discrepancias, absolutamente todas se aclararan en la era mesiánica, cuando el Mashiaj venga. Si contamos con el hecho de que los samaritanos estaban bastante separados en su cosmovisión del judaísmo convencional del tiempo de Yeshúa, esto atestigua un origen antiguo de esta creencia.

Es precisamente esto lo que Yeshúa está haciendo en el sermón del monte: Elucidando las palabras de la Torá y corrigiendo nociones erróneas sobre ella. Ahora que hemos dado evidencia sobre la posición más viable y racional, podemos discutir que interpretaciones erradas estaba Yeshúa refutando.

1.      OJO POR OJO, DIENTE POR DIENTE.

Hay fuerte evidencia que parece señalar, que el verso de “ojo por ojo, diente por diente” se había convertido en el primer siglo en una justificante para la venganza personal, o para el rencor ante otro hijo de Israel o extranjero.

Yeshúa dice, comentando este verso: “No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra;” (Mateo 5:39). Claramente la interpretación que Yeshúa está atacando, establecía que un hombre podía resistir activamente a un compañero judío, vengarse de él o como se dice popularmente “tomarse la justicia en sus manos”.

Ecos de este pensamiento se hallan en algunas partes del talmud como por ejemplo donde leemos: “Rab Yohanan dijo en nombre de Rab Shimeon Bar Yehozadak: Cualquier erudito que no se vengue por sí mismo y retenga ira como serpiente, no es un verdadero erudito” (Yoma 22b-23a).

Aunque el talmud luego discute otros puntos de vista sobre las personas que no guardan rencor ni toman venganza, el punto es que hay indicios del pensamiento contra el que Yeshúa está predicando.

Pero acaso ¿no es ese el sentido del pasaje original? ¿No buscaba promover un principio de golpe por golpe y venganza? Como veremos la respuesta es un absoluto no. Algo que es muy frecuentemente olvidado, es que nunca la Torá habla del “ojo por ojo” como venganza personal sino como retribución judicial impartida por autoridades competentes. En otras palabras, el “ojo por ojo” no está supuesto a ser aplicado por cualquier israelita común y corriente, sino que estaba dirigido a los jueces de Israel.

Por ejemplo, leemos en la Torá: “Si algunos riñeren, e hirieren a mujer embarazada, y su hijo saliere, pero sin haber muerte, serán penados conforme a lo que les impusiere el marido de la mujer y juzgaren los jueces. Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe.” (Shemot [Exodo] 21:22-25).

Es pues claro que el principio de medida por medida, no debía ser aplicado por un ciudadano israelita común en venganza personal, sino que el verso habla sobre justicia impartida por los jueces. Así que, incluso si la ley del talión fuera literal (el talmud lo duda en el tratado Baba Kama 83b), su aplicación no haría que el mundo se quedara tuerto o ciego, como dijo Gandhi, pues no todo el mundo está supuesto a aplicarlo sino únicamente autoridades competentes.

El célebre rabino Jasídico Yehiel Tzvi Lichtenstein, quien llegó a creer en Yeshúa como Mesías en el siglo XIX, comentando este verso dice lo siguiente:

“La opinión de Yeshúa es que únicamente una corte de ley tiene el derecho de tomar venganza contra los transgresores, ya que el contexto del verso [de ojo por ojo] en la Torá, está hablando acerca de la asamblea, que es la corte. Exodo 21:22 también habla de los “jueces”, pero no del individuo buscando su propia retribución” (Yehiel Tzvi Lichtenstein sobre Mateo 5:38-39. Citado en “Torah Club Vol. 4: Chronicles of the Messiah”, “Sermon of the Mount I”, Daniel Lancaster, First Fruits of Zion, 800.775.4807, www.ffoz.org, pág 487. Traducción del autor).

Para dar una analogía que nos es conocida: Si un policía con una orden priva la libertad de la persona es algo perfectamente legal; si un individuo común hace eso es un grave delito llamado “secuestro”. ¿Cuál es la gran diferencia? En el primer caso es una autoridad la que ejecuta la justicia con un culpable según la ley; sin embargo, en el segundo caso es una persona común que ejecuta un delito o venganza personal según su propio criterio. Las dos cosas son totalmente diferentes como podemos ver.

Torá en Exodo 21:22-25 Interpretación errada de la Torá
Tema: Habla sobre justicia Tema: Habla sobre venganza
Impartida por: Una autoridad competente Impartida por: Un hombre común
Recibida por: hombre culpable tras juicio Recibida por: hombre inocente o culpable pero sin juicio correcto
Base legal: La ley Base legal: Criterio del que se venga

Yeshúa entonces corrigió a aquellos que ocupaban ese verso para aplicar una venganza hacia un desprecio o insulto (un golpe en la mejilla derecha es considerado un insulto serio en el judaísmo). Yeshúa enseña que no es la actitud correcta vengarse pues hay autoridades terrestres y una autoridad suprema en los cielos que hace retribución justa.

Es bueno aclarar que Yeshúa no está diciendo algo en contra de la defensa personal ante un asesino o ladrón que busca hacerte daño y a tu familia (De hecho, la escritura autoriza explícitamente la defensa personal ante situaciones de peligro en Exodo 22:2).Tampoco él está hablando en el contexto de una nación defendiéndose de un reino tiránico como la Alemania Nazi. El pacifismo absoluto no era el punto de Yeshúa, seguramente el no esperaría que David le “pusiera la otra mejilla” a Goliat, por ejemplo. La frase de poner la otra mejilla no debe tomarse literalmente como veremos (En el judaísmo tampoco la frase “Ojo por ojo, diente por diente” se entiende literalmente, sino que se enseña que el objetivo de la ley era que si alguien dañaba un ojo a su hermano, el tenía que reponer económicamente todo el porcentaje de dinero que este podía perder por ello. Ver Talmud Baba Kama 83b).

La frase de “poner la mejilla” ante una humillación o insulto tiene un trasfondo en el Tanaj (conocido como el “Antiguo testamento” en el cristianismo), donde leemos:

“Bueno es esperar en silencio la salvación del Eterno. Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud. Que se siente solo y calle, porque es Dios quien se lo impuso; Ponga su boca en el polvo, por si aún hay esperanza; Dé la mejilla al que le hiere, y sea colmado de afrentas.” (Lamentaciones 3:26-30).

El profeta Jeremías tampoco alienta a la venganza personal ante las afrentas o insultos; Yeshúa está totalmente en línea con Jeremías y con la Torá misma, pues leemos en el libro de Vaikra:

“No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Adonay.” (Levítico 19:18).

Después de reconstruir el contexto de Yeshúa podemos ver claramente su enseñanza: No debemos de tomar la venganza en nuestras manos, en este mundo probablemente habrá personas que nos insulten, humillen y busquen nuestro mal. Nuestra fe es que hay un Elohim en los cielos que juzga rectamente y que dará el justo pago a todo esto. Debemos esperar en su justicia y en su salvación mientras soportamos la injuria sin devolver nada malo. Debemos seguir el ejemplo de aquel que: “cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente;” (1 Kefa [Pedro] 2:23)

Como creyentes hay alguien que pelea nuestras batallas, libra nuestras querellas y defiende nuestra causa. El Rey justo creador del mundo, hace justicia tarde o temprano, en su tiempo y tiene mejor conocimiento de nosotros en cómo administrarla apropiadamente. Al no ser autoridades, no se nos ha delegado ejecutar la venganza del Eterno sino que él ha dicho: “Mía es la venganza y la retribución” (32:35).

De manera que Yeshúa no está ni aboliendo la Torá ni hablando en mal de ella, todo lo contrario está restaurando su significado y corrigiendo el entendimiento que algunos en su generación tenían de ella.

2.      ¿Aborrecerás a tu enemigo?

¿Qué diremos de la frase “Aborrecerás a tu enemigo”? Como ya mencionamos, esta frase no puede encontrarse en ninguna parte de la Torá. Podemos ir desde Bereshit (Génesis) hasta Devarim (Deuteronomio) y nunca encontraremos la orden de odiar a nuestro enemigo. Como mencionamos también, la Torá incluso ordena asistir a aquel que nos aborrece en momentos de apuro en lugar de odiarlo.

Cuando Yeshúa dice que tenemos que amar a nuestros enemigos, lo hace dentro del contexto de la comunidad y advierte que no debemos odiar a nadie, incluso al que nos aborrece. Esto es precisamente el espíritu de la Torá en Exodo 23:4-5 que nos manda auxiliar incluso al que ha decidido declararse nuestro enemigo.

De manera que en esta ocasión, tampoco Yeshúa está hablando en contra de la Torá; sino en contra de una interpretación errada de la Torá. Yeshúa no está diciendo que lo que dijo Moshe está mal y lo que dice él está bien. El está interpretando la intención original y óptima del mandamiento dado por Moshe y corrigiendo interpretaciones erráticas.

En el talmud parece haber un indicio de este pensamiento de algunos judíos del tiempo de Yeshúa, ahí leemos la siguiente opinión: “Todo aquel que comete una transgresión, odiar a esa persona es una mitzvah (mandamiento)” (Pesajim 113b).

Una versión de esta tradición, enseñanza u opinión de algunos judíos del tiempo de Yeshúa, es la criticada por nuestro santo Maestro y no la Torá misma. Nuestro Maestro nos está enseñando el principio de “Jesed” por el que tiene que vivir todo hijo de Israel: Hacer bien a los demás con amor, con bondad, con misericordia. Tal como Hashem da a todos, dice nuestro Rabino, debemos hacer bien a los que nos rodean para ser dignos herederos del título “hijos del Altísimo” por nuestras obras de bondad. Haciéndolo haremos que el reino de los cielos se aproxime y la rectificación del mundo se adelantará

Conclusión.

Hemos visto los dos más famosos “Mas yo os digo” del sermón del monte. La interpretación convencional ha sido, decir que Yeshúa está criticando a los mandamientos de la Torá; vimos buena evidencia para entender que Yeshúa no está abrogando la Torá con cada “Pero yo os digo” (Dicho sea de paso: Los versos bien podrían traducirse como “Y yo os digo” implicando continuidad,  y no “Mas yo os digo”, implicando contraste) sino corrigiendo ciertos pensamientos o enseñanzas erradas acerca de la Torá en su papel de Mesías de Israel, como anticipo de la era mesiánica.

Es de sumo gozo para nosotros, ser discípulos de nuestro Santo Maestro y poder contribuir a la restauración de todas las cosas. Es de sumo gozo para nosotros tener un anticipo de la era Mesiánica donde el Mesías mismo revelará los aspectos profundos de la Torá.  Que Hashem pueda hacernos hombres y mujeres de bondad para sufrir la afrenta, encomendando la causa al que juzga rectamente y también nos haga verdaderamente amar incluso a aquellos que no simpatizan con nosotros

שלום שבת

¡Shabbat Shalom!

Isaac Bonilla

13 Feb, 2020

Parasha Yitro

Shemot (Exodo) 18:1-20:23

Haftará: Yeshayahu (Isaías) 6:1-7:6; 9:5-6

 Resumen de la parasha: Yitro sacerdote de Madian, suegro de Moisés, oye lo que El Eterno ha hecho a Egipto y viene a Moisés con su mujer y sus dos hijos. Moisés lo recibe y narra las bondades de El Eterno a Israel; Yitro pronuncia bendiciones a El Eterno y ofrece sacrificios al Eterno. Yitro aconseja a Moisés que no cargue con todos los asuntos del Pueblo, sino delegarlo a líderes de 10,50,100 y 1000. Moisés oye la voz de Yitro y hace como le dice. Los hijos de Israel llegan al desierto del Sinaí en el tercer mes. El Eterno ofrece a Israel un pacto en donde si la nación obedece su voz, ellos serán un pueblo de reyes y sacerdotes y tendrán una relación especial con El Eterno. El Eterno es rey de toda la tierra y todos los pueblos son queridos por Él; sin embargo, ofrece a Israel ser su especial tesoro y tener una relación cercana e intima. Moisés refiere las palabras al pueblo quien acepta todas las cosas. El Eterno vendría a Moisés en una revelación nacional a la vista de todo el pueblo con el fin de que crean a Moisés para siempre. Moisés santifica al pueblo al tercer día. El Eterno aparece con truenos y con sonido de Shofar en el monte y pronuncia las “diez palabras” (conocidas como “Diez mandamientos”). El pueblo teme a El Eterno y pide a Moisés ser mediador entre El Eterno y ellos. El Eterno instruye sobre leyes de Idolatría  y sobre el altar.

Introducción a la Torá.

La parasha Yitro es una de las más fundamentales para entender la naturaleza de la Torá y para poder comprender los conceptos básicos de la misma. En esta ocasión quisiera detenerme por unos minutos y ofrecer un estudio introductorio de la Torá, sus características, su intención en el plan de El Eterno, los malentendidos surgidos a lo largo de la historia en torno a ella, y cómo podemos explicar fácilmente aspectos que han sido oscurecidos por erudición deficiente en el tema. Con la ayuda del Eterno, haremos un resumen que pretende enseñar los aspectos básicos de la Torá a quienes no los manejan, y al mismo tiempo, no aburrir a los que han avanzado un poco, introduciendo información novedosa.

Es bueno aclarar que a partir de aquí, entenderemos “Torá” como el cuerpo de leyes dadas al pueblo de Israel por mano de Moisés. Sabemos que la Torá es más que legislación, pues casi todo el libro de Bereshit (Génesis) es narrativo, y grandes partes de los demás libros de la Torá contienen narraciones en lugar de mandatos. De aquí en adelante, cuando hablemos de la Torá, estaremos haciendo alusión al conjunto de leyes que El Eterno dio al pueblo judío por medio de Moisés. ¡Empecemos nuestro viaje para comprender la Torá!

Torá: Instruyéndonos para dar en el blanco.

Comúnmente la gente habla de la Torá con su nombre más común: “La ley de Moisés”. Si bien es cierto, el concepto puede tener sentido, desde la perspectiva etimológica, Torá no es precisamente una “ley”. La palabra “Torá” significa “instrucción”, otras palabras en hebreo pueden significar “ley” como “mishpat” o “Jok”.

De hecho, la palabra “Torá” viene de la raíz “Yarah” que significa “apuntar” o “disparar” y está relacionada con “apuntar a algo para dar en el blanco”. Por otro lado, la palabra  para pecado que se hace sin intención (en hebreo “Jatah” o “Jet”) significa “Errar al blanco”. De ahí que en la biblia, lo contrario a la Torá, es el pecado, puesto que la Torá nos enseña en cómo dar en el blanco y el pecado es fallar al blanco.

A partir de aquí, la perspectiva de la Torá sufre un pequeño cambio pues ¿A quién no le gusta ser instruido? ¿Quién quisiera “errar al blanco” esto es pecar, siendo una persona espiritual? Leemos que en los registros apostólicos se nos dice:

“Todo aquel que comete pecado, infringe también la Torá; pues el pecado es infracción de la Torá.” (1 Juan 3:4).

Cualquiera que transgrede un mandamiento que aplica a él (No todos los mandamientos de la Torá aplican a toda la humanidad. En la Torá hay mandamientos para toda la humanidad, mandamientos obligatorios únicamente al judío, mandamientos para el rey, levitas, sacerdotes, etc) comete pecado, pues el pecado es la transgresión de la ley. Si no queremos “pecar”, lo que debemos de hacer es guardar los mandamientos pues no son gravosos, tal como se nos dice:

“Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos.” (1 Juan 5:3).

¿Qué nacido de nuevo no está llamado a vivir una vida sin pecado? ¿Qué hijo del Eterno rechazaría como rebelde ser instruido? ¿Cómo podríamos obviar los mandamientos de la Torá siendo esto un pecado? ¿Cómo podemos decir que sus mandamientos son una carga gravosa si la escritura dice que no? Hasta este momento hemos aprendido lo que es Torá y su significado etimológico. Ahora veremos cuál es el propósito de la Torá en su contexto histórico y a lo largo de la escritura en torno a la santificación de los hijos del Eterno.

La Torá y la liberación de Egipto.

“Deja ir a mi pueblo para que me sirva” era la repetida frase de Moisés al faraón hablando en nombre de El Eterno. La libertad de Egipto no era un fin en sí misma; sino el inicio de una relación con El Eterno. La libertad de Egipto era un prerrequisito para poder servir al Eterno.

Siempre ha sido digno de notar, que El Eterno no dio la Torá en Egipto y dijo al pueblo algo como: “Guarden estos mandatos para ser merecedores de que los saque de Egipto”. Lo contrario sucedió: fue hasta después de la salida de Egipto, que El Eterno dio la Torá al pueblo judío. El no dio la Torá al pueblo judío, como requisito para la libertad de Egipto, sino como consecuencia de haber salido de Egipto. Por así decirlo, El Eterno no dio la Torá para salir de Egipto; sino porque YA HABIAN salido de Egipto.

De esta manera, la Torá es el conjunto de reglas o normas dadas por El Eterno para servirle con amor y obediencia de pacto. El dio esta serie de legislaciones a Israel, revelando su voluntad y más de su carácter, para que se acercaran a él, bajo sus parámetros y para servirle con un corazón gozoso. Esto es exactamente lo mismo que sucede con nuestra salvación personal.

Aquí quisiera añadir lo escrito en nuestro estudio “¿Debe un creyente en Yeshúa guardar mandamientos de la Torá?” donde se dice:

“Primero vino la salvación, luego cuando el pueblo era ya libre de Egipto, El Eterno dio la Torá para que Israel viviese justa y piadosamente delante de Él. Esto es exactamente el plan de El Eterno para todo creyente en el cordero de Dios que quita el pecado del mundo: Primero somos salvos de la pena y del poder del pecado por la sangre de Yeshúa, y luego debemos vivir rectamente delante de él según los mitzvot (mandamientos) de la Torá. Salvos por gracia y santificados en los mandamientos de la Torá.

Incluso Shaul de Tarso exhibió dicho orden cuando expresó: “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente”. (Tito 2:11) ¿Que viene primero? La salvación por gracia ¿Y después? La santificación en la Torá, donde están los mandamientos para vivir sobria, justa y piadosamente.

Este orden puede ser apreciado en las fiestas de peregrinaje que El Eterno dio a su pueblo. La primera era Pesaj (Pascua), la segunda era Shavuot (Pentecostés) y la ultima Sukot (tabernáculos). La primera fiesta era un recordatorio de la salvación de Egipto por medio del cordero pascual, la segunda es recuerdo de la entrega de la Torá pues cae en la época en que la Torá fue dada. La última, recuerda que los hijos de Israel vivieron en cabañas en el desierto y anuncia nuestro futuro tabernáculo en la resurrección. El proceso de redención sigue ese mismo orden: Salvación (Pesaj), Santificación (Shavuot) y resurrección (Sukot).”

(http://temerososdedios.com/2018/10/29/deberia-un-creyente-en-yeshua-guardar-mandamientos-de-la-torah/)

En otras palabras: La salvación no es el fin del proceso de Redención, después de ser salvos, El Eterno espera que vivamos rectamente delante de Él, andando en sus mandamientos para vivir piadosamente en este mundo. Dada la regeneración hecha por el espíritu del Eterno en cada creyente, la obediencia es el resultado (no el requisito) necesario y esperado.

Uno de los propósitos de la Torá era, es y será proveer de una guía de santidad objetiva, para obedecer a Dios, y demostrar nuestro amor a Él apropiadamente. Esto no como requisito para salvación; sino precisamente porque hemos sido salvados.

Por así decirlo, la Torá no es el requisito para tener arco y estar en el ejército de El Eterno (ser su hijo siendo libre del pecado); la Torá es la guía de cómo, los que ya tenemos el arco, debemos apuntar para dar en el blanco.

Alguno a esta altura podría preguntarse: “¿Pero acaso no dice Pablo que guardar la ley es maldición?, ¿No es cierto que la Torá fue clavada en la cruz?”. Habiendo entendido el propósito de la Torá en torno a la santidad, pasaremos a clarificar ciertos conceptos que han sido oscurecidos a lo largo de los siglos al interpretar, los escritos apostólicos, fuera de su contexto judío del primer siglo.

¿Podría el verdadero “Pablo histórico” ponerse de pie?

La mayoría de personas que han estado en círculos cristianos, principalmente protestantes, consideran que la Torá es algo abolido, que no tiene ningún sentido para la vida de todo creyente en Yeshúa, y que no debería guardarse por ninguna razón. La mayoría de ocasiones, esto se debe a las enseñanzas convencionales del cristianismo con respecto a Pablo y su relación con la Torá. En otras palabras, la mayoría de personas basan su teología sobre la Torá no teniendo a Yeshúa y a sus dichos como base; en teoría, es Pablo el que provee la base más fuerte.

Todos conocemos esa versión de Pablo: La gente esta esclavizada por la ley y Pablo aparece liberándonos diciendo que “estamos bajo la gracia”. Pablo deja de ser judío y ahora expresa que la Torá es algo abolido, ya que si se guarda, se puede caer en la terrible sentencia expresada en Gálatas: “de la gracia habéis caído” (Gálatas 5:4).

Esta más allá de los alcances de este estudio, analizar cada uno de los pasajes donde Pablo parece hablar mal de la Torá. En esta ocasión únicamente haremos un brevísimo resumen para poder entender a Pablo apropiadamente dentro de su contexto, y no con pensamientos que nunca pasaron por su mente; dicho resumen no pretende ser exhaustivo sino proveer un marco de referencia para entender a Pablo.

Debemos decir antes que nada, que Pablo nunca habló contra la Torá en sí misma; sino que habla contra el mal uso de la Torá o contra enseñanzas erróneas sobre la Torá. No es lo mismo decir que la Torá es mala en si misma o abolida, a poner las cosas en perspectiva manteniéndose guardando la Torá.

La noción de Pablo declarando abolida la Torá, simplemente no es realista por tres razones:

  • Si él hizo eso, entonces contradijo a Yeshúa y a él mismo también. Yeshúa dijo: “No penséis que he venido para abrogar la Torá” (Mateo 5:17). Ahí el asegura que mientras existan “los cielos y la tierra” ningún mandamiento de la Torá sería abolido. También el mismo Pablo dijo: “¿Abolimos (Gr. Katargoumen) la Torá por la fe? En ninguna manera” (Romanos 3:31). Si Pablo, siempre si, declaró abolida la Torá, contradijo sus propias palabras y a Yeshúa.
  • Pablo mostró con pruebas que andaba ordenadamente guardando la Torá, tal como sabían los demás apóstoles cuando se presentó para cumplir voto de Nazir (Nazareo) junto a otros jóvenes judíos. Jacobo sabía que Pablo, al igual que ellos, andaba “ordenadamente guardando la Torá” (Hechos 21:24).
  • En la era mesiánica, después de la venida del Mesías, la Torá será guardada según los profetas. El profeta Zacarías menciona a la fiesta de los tabernáculos siendo guardada (Zacarías 14:14-16), Isaías habla de la Torá saliendo de Tzion en la era mesiánica (Isaías 2). Muchas otras referencias son encontradas en los profetas, concerniente a la Torá, siendo observada después de la venida del Mesías a gobernar sobre la tierra. ¿Cómo podría Pablo abolir todo eso?

Estas son las razones más obvias por las que la imagen de un Pablo anti-Torá, no calzan con la realidad de la evidencia. Otra alternativa más viable surge cuando consideramos el contexto de los dichos de Pablo y su intención.

En los días de Pablo, ciertos judíos profesaban dos tendencias erróneas en torno a la Torá como medio de justificación o salvación eterna. La primera era creer que para tener parte en el mundo venidero, uno tenía que ser parte de Israel y estar siempre “dentro”. Según esta perspectiva, Israel como nación de pacto era el medio de salvación eterna (Nota que no estamos hablando aquí de “Salvación por obras” sino “Salvación por ser judío”). El Eterno salvaría a todas las personas que estuvieran dentro-de-Israel. Para ser salvo únicamente se tenía que ser judío y cumplir con una adherencia mínima o modesta a los mandamientos, principalmente los que diferencian al judío de las demás naciones (Shabbat, Tzitzit, dieta Kashrut, festividades, etc.). Al estar dentro de la nación de pacto, se tenía asegurada la salvación. Esto es conocido en el mundo académico como “Nomismo de Pacto” o “Nomismo pactal” (Término acuñado por el gran erudito E.P Sanders, uno de los máximos exponentes y propulsores de la escuela interpretativa llamada “La nueva perspectiva sobre Pablo”).

De ahí, que algunos en el movimiento de Yeshúa, creían que era necesario que los gentiles se convirtieran en judíos para estar 100% seguros de su salvación eterna (ver Hechos 15) y que guardaran la Torá de la misma manera que el judío. Juan el Bautista dice a judíos que no se confíen en su estado de hijos de Abraham, ni crean que escaparan al juicio eterno de carácter individual confiando en ser parte de un colectivo físico (Mateo 3:7-9).

Debido a esto, Pablo luchó incansablemente contra esa creencia que era predicada a los creyentes gentiles (a los que él, había sido enviado): “tienes que convertirte a judío, debes de circuncidarte y estar dentro de Israel para ser salvo”. Gálatas, algunas partes de romanos, Efesios, Filipenses están referidas a esto.

Es bueno apuntar, que Pablo no está criticando la Torá en sí misma, ni está diciendo que ya no tiene que ser guardada por el judío. Su ministerio consistió en gran manera en criticar una creencia errada sobre la Torá y la relación de los gentiles con ella. Esto es clave para entender a Pablo, y no ponerlo en contra de lo que Yeshúa dijo en Mateo 5:17.

El segundo problema que Shaul atacó, es la creencia errónea que expresa que los mandamientos tienen por objetivo, ser un conjunto de réditos acumulados para justificarse eternamente delante de Dios. Esto ha sido llamado “legalismo”. Estas personas pensaban que su salvación dependía de su propio esfuerzo para guardar los mandamientos. Pablo corrigió fuertemente esto diciendo que no debíamos depender de las obras de la ley para ser justificados eternamente delante de Dios.

Pablo fue muy claro en decir: “No desecho la gracia de Dios; pues si por la Torá fuese la justicia, entonces por demás murió el Mesías.” (Gálatas 2:21). Para Pablo, la justificación eterna delante de Dios no era obtenida o ganada por acumulación de “x” número de obras por “x” numero de días. La justificación eterna es recibida por la fe y arrepentimiento con base en la gracia del Eterno.

Nuevamente, debemos de notar que Pablo no está atacando a la Torá, sino al mal uso que algunos hacían de la Torá. Esto puede ser comparado a un pastor evangélico que hoy en día se para en el pulpito y dice: “¡Ay de la gracia barata! ¡Libertinaje es y nada más que eso!”. ¿Pensaríamos que está hablando en contra de la gracia en sí misma, o en contra de una tergiversación de la gracia?

De igual manera que el libertinaje es un abuso, una perversión de la gracia de Dios, así también  el legalismo y el Nomismo pactal son una perversión de la Torá y un mal uso de ella. Por ello cuando Pablo habla de “depender de las obras de la ley”  o “estar bajo la ley” él esta aludiendo a una de estas dos creencias, y no a la Torá en sí misma. Este mismo hombre fue el que en el ocaso de su vida, dijo que no había hecho nada contra el pueblo judío ni contra los costumbres (Hechos 28:17).

Debemos de recordar que Pablo es el único escritor de la biblia del que se dice que es “difícil de entender” (2 Pedro 3:15-16). Factores como su erudición, términos técnicos que maneja, herramientas rabínicas de interpretación, su contexto, el hecho de que escribía mayoritariamente a gentiles sin esperar que esto fuera aplicado a judíos también, etc. hacen de él, alguien a menudo malinterpretado.

La mayoría de versos de Pablo pueden dividirse en una de estas categorías:

  • Versos en donde Pablo expresa que ya no estamos bajo la condenación de la ley. El dice de esto, que no estamos “bajo la ley”, esto es, temiendo la condenación eterna por nuestros pecados (De más está decir, que esto NO quiere decir “No obedezcan a los mandamientos de la Torá”). Entre estos versos podemos mencionar Gálatas 3:13, 5:18, Romanos 6:14.
  • Versos que indican que la salvación o justificación eterna no dependen de la observancia de la Torá o ser judío (Romanos 3:20-21, Gálatas 5:4, Gálatas 3:2, Gálatas 2:16, 2:21, etc).
  • Versos que indican que uno de los propósitos (no el único) de la Torá es llevarnos al Mesías al convencernos de pecado (Gálatas 3:24-25, Romanos 10:4).
  • Versos que hablan de no discriminación en el cuerpo del Mesías entre judíos y gentiles (no confundir con no distinción. Esto es debido a que hay mandamientos en la Torá como la circuncisión que únicamente son obligatorios al judío como obediencia de pacto). Como por ejemplo Gálatas 3:27-28, Colosenses 3:10-11

En este breve resumen hemos visto como Pablo andaba ordenadamente guardando la Torá (Hechos 21:17-24), de cómo dijo que no había hecho nada contra ella (Hechos 28:17) y como nunca atacó a la Torá en sí misma, sino a posturas erróneas sobre ella; mayoritariamente, las que ligaban la observancia de la Torá o ser judío como requisito de salvación eterna. Decir que la Torá es para salvación es erróneo para Pablo y ahí invirtió la mayor parte de su ministerio; sin embargo para él, también hubiera sido erróneo decir: “¡cualquiera puede quebrantar los mandamientos de Dios! ¡No importa si adulteras, mientes o deshonras a tu padre, ya esta abolido!”.

Invitamos a revisar nuestros estudios en la sección “Continuidad de la Torá” para mayor información.

Conclusión.

Hemos visto como la Torá es la manera de apuntar al blanco en nuestro andar con Dios, hemos visto que su principal propósito, es y era, servir como guía de santidad al revelar la voluntad del Eterno. Hemos visto como la salvación es por gracia en Yeshúa El Mesías, al judío primeramente y también al no judío, y como la Torá entra después como guía de obediencia al Eterno.

En la era mesiánica, los profetas describen como la Torá será enseñada por el Mesías a todo el pueblo judío y como saldrá desde Tzion a todas las naciones. Nosotros, podemos desde hoy disfrutar un presagio de eso y un anticipo y decir junto al salmista: “Abre mis ojos y contemplaré las maravillas de tu Torá” (Salmo 119:18).

¡Shabbat Shalom!

Isaac Bonilla

07 Feb, 2020

Parasha Beshalaj

31 Ene, 2020

Parasha Bo

Shemot (Exodo) 10:1-13:16

Haftará: Jeremías 46:13-28

 

Resumen de la parasha: El Eterno anuncia la octava plaga, langostas vendrán sobre toda la tierra de Egipto y comerán lo que dejó el granizo; Moisés anuncia esto al faraón y este, persuadido por sus siervos, acepta dejar ir al pueblo, pero únicamente los varones, sin los niños. Moisés indica que todos tienen que ir y son expulsados de la presencia del faraón. La langosta viene y causa grandes estragos en la tierra de Mitzraim (Egipto), faraón ruega a Moisés que retire la langosta y que ore a El Eterno para que perdone su pecado al menos solo esta vez. Moisés ora a El Eterno y las langostas se retiran; sin embargo, El Eterno endurece el corazón del Paro. El Eterno trae la plaga de las tinieblas durante 3 días sobre la tierra de Egipto, de manera que ninguno ve a su prójimo durante ese tiempo. Faraón deja ir a todo el pueblo con la condición de que no se vayan las ovejas; Moisés indica que ni una pezuña quedara pues no saben que les pedirá El Eterno de sacrificio. Faraón los expulsa de su presencia, advirtiendo a Moisés no ver más su rostro. El Eterno anuncia la muerte de los primogénitos, desde el primogénito del faraón hasta el de la sierva que está en el molino morirán; mas de los hijos de Israel no morirá ninguno. Para escapar de la plaga, los hijos de Israel tendrán que apartar un cordero el día 10 del mes de Aviv, guardarlo por 4 días e inmolarlo el día 14, su sangre tendría que ser puesta en los dinteles y postes de las casas. La carne del cordero sería comida asada por los hijos de Israel con panes sin levadura (Matzot) y hierbas amargas (Maror), en la noche del 15 de aviv. El heridor pasaría sobre (En hebreo: pasaj) las casas de los hijos de Israel, sin haber muerte ahí al ver la sangre en las puertas. Ese día será de perpetua memoria para los hijos de Israel, se instituye la celebración de la fiesta de panes sin levadura (Jag HaMatsot). A la medianoche, hay gran llanto en Egipto pues no había casa donde no hubiera un muerto. Faraón no se resiste más, y deja ir al pueblo, los egipcios apresuran al pueblo para que se marchen y estos se van desde Ramsés hasta llegar a Sukot. El Eterno ordena que todos los primogénitos de los hijos de Israel sean dedicados a Él, por causa de lo acontecido en Egipto, y ordena que las generaciones venideras conozcan la historia de la salida de Mitzraim en la fiesta de los panes sin levadura.

Pesaj y su significado hoy en día

En esta parasha leemos sobre la institución de quizás las más trascendental de las fiestas del pueblo judío; esto debido a que marca el inicio de la libertad física de Israel, su liberación de las garras de Egipto, y el inicio del calendario de festividades. Nos referimos a “Pesaj”, conocida en ingles como “Passover” y en español como “la pascua judía”.

Como todos sabemos, después de 9 oportunidades nada parecía cambiar en la persona del faraón. Quizás la única diferencia es que su corazón se endurecía cada vez más con cada plaga que pasaba, esas plagas que podían ser oportunidades de arrepentimiento, en su caso simplemente eran motivo de tropiezo y endurecimiento. El faraón quiso ser reconocido como el más obstinado de la historia de la Torá.

El Eterno anuncia la última de las plagas, algo que haría que faraón deje de ir de una vez por todas a los hijos de Israel, esto es la plaga de los primogénitos. Después de esto, dice El Eterno, el faraón no se resistirá más en dejarlos ir. Sin embargo, esta plaga sería diferente en algo: los hijos de Israel debían hacer algo para escapar de la plaga, a todo el procedimiento se le conoció como “La pesaj del Eterno”.

La Pesaj es ordenada en Exodo 12:1-28. Para no verse afectados, los hijos de Israel tenían que tomar un cordero el día 10 de Aviv (Exodo 12:3), debían de guardarlo por cuatro días y matarlo el día 14, entre las dos tardes (Exodo 12:6). Su carne sería comida con panes sin levadura y hierbas amargas (12:8) y su sangre sería puesta en los dinteles y postes de las casas de los hijos de Israel (12:22).

Al hacer esto, la sangre sería señal para que el Angel del Eterno (referido con el nombre personal de El Eterno por principio de agencia, esto es, “el enviado es igual al que lo envió”) evitara la muerte en esa casa. La Torá dice que el ángel del Eterno “pasará sobre (hb: Pasaj) aquella puerta” (Exodo 12:23, hebreo en paréntesis añadido).

Es por esto, que el nombre de la festividad es “Pesaj” pues viene de la raíz de “Pasar sobre” (Pasaj) en hebreo y conmemora cuando el ángel pasó sobre las casas de Israel, no matando ninguno de sus primogénitos.

A parte de los elementos que la biblia ordena, esto es, panes sin levadura, cordero y hierbas amargas, los sabios del pueblo judío instituyeron más elementos como las cuatro copas de vino para recordar los actos salvadores del Eterno (para más información sobre las cuatro copas de vino y la derivación bíblica que los sabios hicieron, ver el comentario a la parasha Vaera).

Es bueno aclarar que la sangre únicamente se puso en los dinteles de las puertas en la pesaj de la salida de Egipto. Después de salir de Egipto, El Eterno ordenó que la noche se guardara por todas las generaciones de los hijos de Israel; sin embargo, al ser una remembranza, no era, necesario poner la sangre del cordero nuevamente en las puertas, sino únicamente participar de la cena y hacerlo según sus leyes. (Muy importante aclarar por la falsa noción, que hasta hoy en día, ¡los judíos aplican sangre en sus casas en Pesaj!).

Aquella noche tenía que ser muy importante y tenía que ser una “noche de guardar” (interpretado algunas veces como “Noche de vigilia”) para los hijos de Israel. Sería un mandamiento muy importante relatar la salida de Egipto a sus descendientes para que nunca se olvidaran de sus humildes inicios y como El Eterno los libró de Egipto. Leemos en la Torá:

“Y cuando entréis en la tierra que El Eterno os dará, como prometió, guardaréis este rito. Y cuando os dijeren vuestros hijos: ¿Qué es este rito vuestro?, vosotros responderéis: Es la víctima de la pesaj de El Eterno, el cual pasó por encima de las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando hirió a los egipcios, y libró nuestras casas.” (Éxodo 12:25-27).

“Y lo contarás en aquel día a tu hijo, diciendo: Se hace esto con motivo de lo que El Eterno hizo conmigo cuando me sacó de Egipto.” (Éxodo13:8).

Debido a esto, Pesaj sería “la madre de todas las fiestas” pues conmemoraba la salida de Egipto, ya que el cordero fue comido el mismo día en que ellos fueron liberados del faraón y marcharon libres. Tan es así, que El Eterno ordenó que el mes de Aviv (más tarde también llamado Nisan) fuese el primero de los meses del año, tal como está escrito:

“Vosotros salís hoy en el mes de Aviv.” (Éxodo 13:4).

“Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año.” (Éxodo 12:2).

Cada vez que un judío se reúne a participar de la cena de Pesaj con otros judíos, se está celebrando la increíble bondad del Eterno, se está dando un mensaje al mundo: El Eterno es bueno y actúa dentro de la historia, él tiene un propósito para el pueblo judío y para el mundo entero. Su gran poder ha estado y estará con nosotros. No importa la persecución, siempre seremos como la zarza que arde pero nunca se consume. En esta noche, cada judío declara solemnemente la realidad de lo que se dice: “Yo soy El Eterno tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.” (Exodo 20:2).

El mensaje también tiene un gran significado para el mundo entero: El Eterno esta aquí, con nosotros, por nosotros, no es únicamente “El creador de los cielos y la tierra”, él también es “El Dios que te sacó de Egipto”. El es el Dios que no únicamente creó, sino que también sostiene a la creación y tiene cuidado de todos nosotros. Si su misericordia se fija en un pueblo esclavo para redimirlo, ¿Cuánto más en alguien libre? Si su poder bastó para sacar a una nación de la aflicción, ¿Cuánto más a un individuo?

Pesaj tiene un gran significado, al judío primeramente pero también al no judío. En su narración vemos el poder del Eterno, su misericordia, su gracia y podemos decir junto al salmista: “¡¡Hodu L’Adonay Ki Tov. Ki le’olam Jasdo!! (¡¡Alaben al Eterno pues es bueno. Porque para siempre es su Bondad!!)”.

Pesaj: ¡He aquí el cordero!

Cuando vemos detenidamente en la Torá, el titulo “Pesaj” es usado para hablar del cordero más que de la festividad, esto puede ser visto en el libro de Shemot (Éxodo), donde leemos:

“Y Moisés convocó a todos los ancianos de Israel, y les dijo: Sacad y tomaos corderos por vuestras familias, y sacrificad la pesaj.” (Éxodo 12:21).

El cordero mismo era “la pesaj de El Eterno” como podemos ver en este y en muchos versículos donde se habla de “comer la pesaj” o de “sacrificar la pesaj”. El cordero era central en Pesaj cuando el templo estaba en pie y era la primera cosa necesaria en la cena.

El cordero de Pesaj, a parte de su significado histórico en la salida del pueblo judío de Egipto, también es una alusión mesiánica. El cordero de Pesaj anunciaba lo que Yeshúa nuestro Mesías haría por nosotros en aquel 14 de Aviv cuando murió en una cruz.

El profeta Isaías había dicho del Mesías lo siguiente: “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas El Eterno cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.” (Isaías 53:6-7).

La imagen de un cordero inocente, sin mancha, eran símbolos para hablar de la suprema inocencia del Rey Mesías quien moriría por el pecado de Israel y del mundo aunque “nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca” (Isaías 53:9).

Cuando Yohanan El inmersor (Juan El Bautista) vio a Yeshúa nuestro Maestro en el rio Jordan, exclamó una descripción profética sobre él, quizás una de las más bellas y de más trascendencia, leemos que él dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” (Juan 1:29).

El cordero, símbolo de pureza e inocencia, de sumisión y dulzura, es sin duda alguna la metáfora más poderosa para describir a nuestro Maestro: inocente, integro, sin mancha, pero también sumiso a la voluntad del Eterno para dar la vida por cada uno de nosotros. Como se dice de él:”Con todo eso, El Eterno quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento” (Isaías 53:10).

No es una casualidad todo lo que se dio en aquel 14 de Aviv ni en los días anteriores. Hay numerosos paralelos entre el cordero de Pesaj y Yeshúa nuestro Maestro. Sin duda alguna, toda su muerte fue planeada por El Eterno desde antes de la fundación del mundo (1 Kefa [Pedro] 1:19-20), y por ello, su muerte es tan similar a lo sucedido con el cordero de pesaj y su capacidad de libertar. Consideremos algunas características del cordero de Pesaj que presagiaban la muerte del Mesías:

  • El cordero debía de ser macho, sin defecto, tenía que probar ser sin defecto alguno, en hebreo “Tamim” (Exodo 12:5). Yeshúa era sin defecto y fue probado por los diferentes grupos que conformaban el judaísmo del primer siglo (Herodianos, fariseos, sacerdotes, saduceos) sin que encontrasen falla en él, tal como está escrito:

“Pues para esto fuisteis llamados; porque también El Mesías padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca;” (2 Pedro 2:21-22).

“Y nadie le podía responder palabra; ni osó alguno desde aquel día preguntarle más.” (Mateo 22:46).

  • El cordero debía ser inmolado el día 14 de Aviv (Exodo 12:6). Yeshúa murió precisamente en el día 14 de Aviv el cual era el día de la preparación para la cena de Pesaj (el cordero se come cuando el día 15 inicia, después de la puesta de sol), tal como está escrito:
    “Entonces los judíos, por cuanto era la preparación, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel día de reposo era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí.” (Juan 19:31).
  • El cordero debía ser inmolado entre las dos tardes (Exodo 12:6), en hebreo “Bein Ha’arbaim”, que es aproximadamente a las tres de la tarde (Mishna Pesajim 5:1). Yeshúa murió precisamente a las tres de la tarde (la hora novena según el cálculo judío del primer siglo, el cual contaba las horas a partir de las 6:00 AM) tal como se dice en Mateo 27:46-50.
  • Ningún hueso del cordero debía de ser quebrado (Exodo 12:46), Ningún hueso de Yeshúa fue quebrado por los romanos pues ya había muerto, y no hubo necesidad de eso para acelerar su muerte, tal como se nos dice: “Mas cuando llegaron a Yeshúa, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliese la Escritura: No será quebrado hueso suyo.” (Juan 19:33,36).
  • El cordero debía ser comido con panes sin levadura y hierbas amargas (Exodo 12:8). Esto nos habla de la inocencia de Yeshúa, quien nunca pecó. Puesto que la levadura es a menudo un símbolo de corrupción, el pan sin levadura es su cuerpo sin pecado (La levadura en tiempos antiguos era obtenida dejando agriar un poco de masa (En hebreo: “Seor”) y añadiéndola después a masa nueva. La palabra para pan con levadura en hebreo “Jametz”, tiene la misma raíz de “Jometz”(vinagre), y “Jamutz” (agrio). Al ser esto así, la levadura era obtenida al dejar un poco de masa para que empezara un proceso de agriarse). Y además nos habla de nuestra maldad y la amargura de nuestra condenación, esto es, en las hierbas amargas. En él, su justicia fue imputada a nosotros y nuestros pecados fueron cargados a él.
  • La sangre del cordero, al ser aplicada en las puertas de las casas de los hijos de Israel, produjo la libertad de Egipto; de igual manera, la sangre de Yeshúa nos ha librado del poder del pecado y ahora somos libres para poder servir al Eterno. Así como no hubo muerte en ninguna casa donde estaba la sangre del cordero, si estamos “En el Mesías” y su sangre nos ha limpiado, no habrá muerte eterna para ninguno de nosotros, tal como se nos dice: 

“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Yeshúa El Mesías” (Romanos 8:1).

“Y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.” (Romanos 6:18)

“Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.” (Romanos 6:22).

Estos son los principales paralelos entre el cordero de Pesaj y Yeshúa nuestro Maestro. Al igual que todos los hijos de Israel que salieron de Egipto por medio del cordero de Pesaj en la primera redención, también nosotros, judíos y gentiles, hemos salido de “nuestro Egipto”, al haber sido libertados de la condenación y el poder del pecado, en el inicio de la segunda redención. No podemos más que estar, eternamente agradecidos al Eterno por esta salvación tan grande, esta liberación, redención, expiación que él ha hecho por nosotros por medio de su Ungido. ¡Bendito sea su nombre por nuestra libertad!

En Pesaj hay dos remembranzas: La primera es la libertad física de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, esto siempre debe de ser recordado por todo judío, creyente o no creyente en Yeshúa. La libertad en Egipto fue lo que marcó el inicio de la historia de Israel, el pueblo escogido para ser una nación santa y canal de bendición del Eterno al mundo. La segunda, es la muerte de nuestro Maestro, acontecida precisamente en un 14 de Aviv, el mismo día en que se inmolaba el cordero de Pesaj. El nos dio, al judío primeramente y también al no judío, libertad espiritual. En Él, El Eterno nos perdonó todos nuestros pecados y por sus llagas, hechas como cordero llevado al matadero, hemos sido curados.

Yeshúa es nuestro cordero de Pesaj, en su primera manifestación a Israel, vino como un cordero llevado al matadero, para poder ser el sacrifico para el pecado de Israel y el mundo. Podemos decir juntamente con Shaul (Pablo) de Tarso que: “nuestra pesaj, que es El Mesías, ya fue sacrificada por nosotros.”

Shabbat Shalom!
Isaac Bonilla

 

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