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24 Ene, 2020

Parasha VaEra

Haftara: Yejezquel (Ezequiel) 28:25-29:21

 Resumen de la parashá: El Eterno indica a Moisés que no importa la primera reacción del faraón, El hará sus actos redentores en Egipto. El apareció a los patriarcas como “El Shaddai” mas no se dio a conocer a ellos en su nombre personal de cuatro letras (Y/H/V/H) y prometió darles la tierra de Canaán como heredad perpetua. El Eterno sacará, liberará, redimirá y tomará al pueblo de la esclavitud de Egipto a pesar de todo lo que el faraón diga o si sigue ignorando a Moisés. Moisés vuelve a los hijos de Israel, pero no lo escuchan por miedo a que faraón siga aumentando sus duras tareas. El Eterno dice a Moisés que lo ha constituido como “un Elohim” para faraón y Aaron sería su profeta. Moisés y Aarón son hijos de Amram de la tribu de Leví y se presentan delante del faraón a la edad de 80 y 83 años respectivamente. Aarón lanza su vara delante de faraón y se vuelve culebra, los hechiceros parecen replicar el milagro; pero sus varas son comidas por la vara de Aarón, el faraón se endurece. El Eterno trae sobre Egipto la plaga de la sangre, de las ranas, de piojos, conjuntos de animales (moscas), plaga sobre el ganado, ulceras y granizo, pero el corazón de faraón se endurece y no deja libre al pueblo.

“¡Levantaré la copa de la salvación!”.

En esta parashá vemos como un desconsolado Moisés, clama a El Eterno quejándose sobre su llamado. Después de ir ante Faraón, este, no dejó libres a los hijos de Israel, sino todo lo contrario: Recrudeció las labores del pueblo, exigiéndoles lo mismo sin darles paja para fabricar el ladrillo. Moisés se siente sumamente confundido, al fin del día, fue El Eterno quien lo envió y el resultado no parece ser proporcional a lo que esperaba, ¿Cómo reaccionaría El Eterno ante eso?

El Eterno indica a Moisés que él se reveló a los patriarcas con el título de “El Shaddai”, que significa “Todo-suficiente”. La palabra Shaddai está relacionada con dos palabras hebreas: “Shed” (Poder) y también “Shad” (Pecho). ¿Qué tiene que ver un pecho con poder y con El Eterno? La imagen se toma de la necesidad suplida que experimenta un bebe en el pecho de su madre, todo lo que necesita el bebe se encuentra en la leche de su madre; de igual manera El Eterno era todo lo que los patriarcas necesitaban por su gran poder. ¡Bendito sea su nombre!

Sin embargo, El Eterno declara: “Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como El Shaddai (Dios Todo-suficiente o Todopoderoso), mas en mi nombre Y/H/V/H no me di a conocer a ellos.” (Éxodo 6:3).

El Eterno indica que los patriarcas lo conocieron como El Shaddai, mas no con su nombre personal, conocido como el tetragramatón, que se translitera generalmente en versiones castellanas como “Jehová”. El tetragramatón proviene del verbo hebreo para “ser” y a Moisés le fue dicho que tenía que ver con la frase “Seré el que Seré”, traducido también como “Yo soy el que Soy”. ¿En realidad los patriarcas no conocían el nombre de El Eterno? ¿Cómo es que Abraham llamó al monte “Adonay Yire” si no lo conocía?

Debemos percatarnos que no se dice: “Mi nombre Adonay no les di a conocer a ellos” sino “no me di a conocer”, esto es, que no reveló a los patriarcas el significado de su nombre personal (aunque si conocían la pronunciación fonética del nombre) como si hizo con Moisés en la zarza ardiendo (Midrash Lejaj Tov, Yalkut Moshiaj: Vaera 1).

Los patriarcas conocieron a El Eterno como el gran suplidor de sus necesidades, el Dios que hace concebir estériles, El Dios que libra poderosamente, El Dios que guarda de todo mal, el Todo-suficiente. Sin embargo, en torno a sus promesas en un futuro considerable ellos no conocieron empíricamente la fidelidad de Dios revelada en su nombre. Ellos murieron sin heredar la tierra de Canaán.

Moisés estaba a punto de conocer a El Eterno en su atributo de fidelidad perpetua, de ahí que El mismo que ES AHORA, SERÁ SIEMPRE FIEL EN EL FUTURO. Moisés estaba a punto de atisbar a El Eterno en acción peleando por su pueblo, y guardando su pacto incluso con generaciones posteriores con fidelidad inquebrantable.

Después de explicar esto, El Eterno da cuatro promesas muy importantes en la biblia y en el judaísmo, y que serán objeto de nuestro estudio:

“Por tanto, dirás a los hijos de Israel: Yo soy El Eterno; y yo os sacaré (hb: Vehotzeti) de debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré (hb: Vehitzlati) de su servidumbre, y os redimiré (hb: Vega’alti) con brazo extendido, y con juicios grandes; y os tomaré (hb: Velakajti) por mi pueblo y seré vuestro Dios; y vosotros sabréis que yo soy El Eterno vuestro Dios, que os sacó de debajo de las tareas pesadas de Egipto.”. (Éxodo 6:6-7. Paréntesis con hebreo añadido).

Con cuatro expresiones de poder, El Eterno promete liberar a Israel de Egipto. Estas cuatro promesas son importantísimas en el judaísmo por muchas razones. La principal de ellas es que fueron la base para la institución de las cuatro copas de vino del seder de Pesaj (conocida como “Pascua judía”).

Si observamos atentamente la última cena que Yeshúa tuvo con sus discípulos, nos daremos cuenta de que era una cena de Pesaj, incluso él mismo dijo:

“Id, preparadnos la pascua para que la comamos… El Maestro te dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos?… Fueron, pues, y hallaron como les había dicho; y prepararon la pascua… ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca!” (Lucas 22:8, 11, 13, 15).

De manera que la “Cena del Señor” no es nada más, que una celebración de Pesaj con un nuevo significado mesiánico dado por Yeshúa en el pan sin levadura y el vino. Cuando Pablo dice: “Cada vez que coméis de este pan” (1 Corintios 11:26)  no se refería a cualquier pan; sino al pan sin levadura (“Matsá” en hebreo) que representa su cuerpo sin pecado, tal como se dice: “Pues para esto fuisteis llamados; porque también El Mesías padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca” (1 Pedro 2:21-22).

Conocer los elementos de Pesaj es mandatorio para todo discípulo de Yeshúa, sea judío o gentil. Sin un entendimiento de Pesaj, cualquiera puede privarse del conocimiento óptimo de lo que significa la “Cena del Señor” y su relación con la Torá.

La fiesta de Pesaj fue ordenada en Éxodo 12:1-28. En síntesis, aconteció por primera vez al salir de Egipto pues fue celebrada el mismo día de la muerte del primogénito del faraón. El ángel del Eterno saldría por toda la tierra de Egipto haciendo la más severa de las plagas: Muerte de primogénitos. Para no verse afectados, los hijos de Israel tenían que tomar un cordero el día 10 de Aviv (Éxodo 12:3), debían de guardarlo por cuatro días y matarlo el día 14, entre las dos tardes (Éxodo 12:6). Su carne sería comida con panes sin levadura y hierbas amargas (12:8) y su sangre sería puesta en los dinteles y postes de las casas de los hijos de Israel (12:22).

Al hacer esto, la sangre sería señal para que el Ángel del Eterno evitara la muerte en esa casa. La Torá dice que el ángel del Eterno “pasará sobre (hb: Pasaj) aquella puerta” (Éxodo 12:23, hebreo en paréntesis añadido).

Es por esto, que el nombre de la festividad es “Pesaj” pues viene de la raíz de “Pasar sobre” (“Pasaj”) en hebreo y conmemora cuando el ángel pasó sobre las casas de Israel, no matando ninguno de sus primogénitos. El significado puede verse en ingles donde Pesaj es llamada “Passover”, literalmente “Pasar sobre”.

Este acontecimiento marcaría la historia nacional de Israel, es más, sería la celebración de la independencia de Israel, por ello era requerido ser parte de la nación para celebrarla. Si un extranjero habitaba entre los hijos de Israel, debía de ser circuncidado para participar del cordero de pesaj (aunque podía participar de los otros elementos, como, por ejemplo, panes sin levadura y hierbas amargas siendo incircunciso, pero no del cordero. ver talmud Pesajim 96a). Al ser circuncidado y haciendo la conversión legal, pasaba a ser “como uno de vuestra nación” (Éxodo 12:18). Al no haber templo hasta el día de hoy no se sacrifica ningún cordero, y la celebración en la actualidad no lo tiene.

¿Dónde entra el vino en todo esto? El vino en Pesaj no es una institución bíblica, a diferencia de los panes sin levadura (Matsot) y las hierbas amargas (Maror), las copas de vino fueron añadidas por los sabios de Israel para dar gozo a la fiesta y para hacer una santificación con vino de la fiesta. Si buscamos en toda la torá, nunca encontraremos el mandamiento de tomar vino en esa noche, fueron los sabios de Israel quienes introdujeron esto. Yeshúa, como veremos más adelante, cumplió con la cena de Pesaj según los estándares bíblicos y tradicionales de la época, como buen judío.

¿Por qué fueron cuatro? Leemos en el Midrash:

“Cuatro redenciones son expresadas aquí ‘Los sacaré’, ‘Los liberaré’, ‘Los redimiré’, ‘Los tomaré’. Esto corresponde a los cuatro decretos que Faraón promulgó contra ellos. También correspondientemente, los sabios establecieron cuatro copas para la noche de Pesaj para cumplir lo que dice: ‘Levantaré la copa de salvaciones e invocaré el nombre del Eterno’.” (Shemot Raba 6:4).

El verso es del Salmo 116:13 y dice literalmente “Kosi Yeshuot” esto es “la copa de las salvaciones”. Los jajamim (sabios) añadieron esto a la fiesta para levantar la copa de “salvaciones”, esto es 4 en total, como remembranza de cada acto liberador.

Los nombres de estas copas son:

  • La copa de la santificación (Kidush).
  • La copa de la liberación.
  • La copa de la redención.
  • Copa de Alabanza, Copa del desposorio, Copa de la consumación.

En torno a la cuarta copa, diversas fuentes dan diferentes nombres y transmitimos los más comunes. En la cena de Pesaj se recuerda cada promesa de salvación que El Eterno dio a su pueblo en Egipto.

Como todo buen judío, Yeshúa participó de estas copas en la última Pesaj que celebró con sus discípulos. Todo parece indicar que fue la tercera copa la que pasó a sus discípulos diciendo que era simbólica de la “sangre del nuevo pacto que es derramada por muchos”.

¿Cómo lo sabemos? La tercera copa es llamada también “la copa de la bendición” pues es bebida después de la comida, cuando se dice la “Birkat HaMazon”, esto es la bendición por el sustento. Está escrito del suceso de la última Pesaj, lo siguiente:

“Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí.” (1 Corintios 11:25 Énfasis añadido).

Y también se nos dice:

“La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre del Mesías? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo del Mesías?” (1 Corintios 10:16).

Estos dos versos confirman, que la copa que Yeshúa pasó a sus discípulos y le dio el significado mesiánico de su sangre, fue la tercera copa, esto es, la copa de la redención o la copa de bendición. Aquella copa que recordaba la redención con brazo extendido de Egipto por medio del cordero y su sangre en los dinteles ahora tendría un significado mesiánico: “La sangre del “cordero de Dios” que quita el pecado del mundo (Juan 1:29) ha sido derramada para la liberación de la condenación y el poder del pecado ¡Qué gran redención!”

Es por ello que cada vez que como creyentes participamos de la cena de Pesaj, lo hacemos recordando lo que significa para nosotros la muerte del Maestro: Nuestra santificación, liberación, redención y motivo de alabanza. Todo creyente está invitado a sumergirse en el significado de Pesaj y aprender muchísimo más de nuestro Maestro quien la celebrara y nos dejara el mandamiento de hacerlo todos los años “en memoria” de Él.

¿Por qué no únicamente una copa de vino?

Quizás podríamos preguntarnos: si la liberación en Egipto solamente fue una ¿Por qué son cuatro copas y no solamente una? Esta sería una pregunta valida ya que el pueblo judío no salió cuatro veces de Egipto sino una sola vez, ¿No sería lógico utilizar una sola copa? Al fin y al cabo ¿Acaso no está escrito “Levantaré la copa de las salvaciones” hablando de una sola?

Es bueno comprender que las cuatro promesas hechas a la generación que salió de Egipto, son tomadas como “Una redención individual en sí misma”. Cada una de las promesas, marcó un paso de la redención completa y son vistas como “liberaciones individuales” que en conjunto forman todo lo que se conoce como “Litziat Mitzraim” o “La salida de Egipto”.

El Midrash que citamos arriba, por ejemplo, dice, “4 redenciones son expresadas aquí”. Cada promesa describe un acto salvador de Dios, en cada una El Eterno anuncia bondades adicionales y vemos como diagrama el proceso de redención de Egipto. Consideremos cada promesa individualmente y sus implicaciones:

  • “y yo os sacaré [hb: Vehotzeti] de debajo de las tareas pesadas de Egipto”.

Esto es, la liberación de las tareas pesadas que el Faraón impuso, tal como se dice: “Entonces pusieron sobre ellos comisarios de tributos que los molestasen con sus cargas; y edificaron para Faraón las ciudades de almacenaje, Pitón y Ramesés.” (Éxodo 1:11). 

Aaron Eby apunta que la palabra “Sivlot” hace referencia a duras tareas y está presente en ambos pasajes, Aaron nos dice: “La palabra cargas (Sivlot) no se refiere simplemente a servidumbre, sino que describe la áspera aflicción y opresión que la acompañaba” (Messiah Journal 114, the blueprint of redemption, Aaron Eby, First Fruits of Zion, 800.775.4807, www.ffoz.org. Traducción libre). 

  • “Os libraré (hb: Vehitzlati) de su servidumbre”.

 Puede haber una servidumbre sin tareas pesadas, así que después de librar a los hijos de Israel de las “Sivlot”, El Eterno también los libraría de cualquier tipo de servidumbre. Según el comentarista Neftali Zvi Yehuda Berlín (Netziv por su acróstico) esto ocurrió después de la séptima plaga (ídem 36).

  • “Os redimiré (hb: Vega’alti) con brazo extendido, y con juicios grandes”.

 El Eterno no únicamente promete librar al pueblo de duras tareas, ni solamente sacarlos de todo tipo de servidumbre; además de ello, promete redimir al pueblo con despliegue de poder milagroso y eliminar en sus juicios a sus enemigos, principalmente al faraón. Esta promesa fue cumplida primordialmente en la plaga de los primogénitos y en el cruce del Mar de Juncos, donde el faraón fue destruido para siempre y el pueblo cantó: “Tu diestra, oh Eterno, ha sido magnificada en poder; Tu diestra, oh Eterno, ha quebrantado al enemigo.” (Éxodo 15:6). 

  • “Os tomaré (hb: Velakajti) por mi pueblo y seré vuestro Dios”.

 El fin del proceso es cuando El Eterno toma a Israel como su especial tesoro de entre todos los pueblos de la tierra y lo invita a ser una nación santa (“Goy Kadosh” en hebreo). El Eterno no solo libraría a los hijos de Israel de duras tareas, ni de todo tipo de servidumbre, no solamente destruiría con gran poder al enemigo; además de todas estas maravillosas cosas, faltaba la más importante: Tenerlo a él como Dios y que tomara a Israel por pueblo.

Es debido a esto, que en Pesaj, tomamos cuatro copas de vino, no basta con una para recordar las cuatro etapas de la redención en Egipto. Cada una es remembranza de un acto específico de la gracia de Dios concedida a Israel, cada copa en el Seder de Pesaj es un recuerdo a cada hijo de Israel de lo que “El Eterno hizo conmigo” (Éxodo 13:8).

Podemos notar también un gran paralelismo entre la redención de Egipto y la redención de nuestras almas por medio de nuestro Maestro Yeshúa El Mesías. El ha hecho cuatro cosas similares en su sangre.

Por medio de él, El Eterno nos libró de la condenación del pecado, esa dura carga que teníamos bajo nosotros, tal como está escrito:

“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Yeshúa El Mesías” (Romanos 8:1).

El Eterno no solamente nos ha librado de la dura condenación de nuestros pecados, Él también nos libra del poder y la servidumbre al pecado, ahora hemos recibido el espíritu del Eterno y podemos hacerle frente a cualquier tentación y pecado según el poder que opera en nosotros, tal como está escrito:

“y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.” (Romanos 6:18),

“Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.” (Romanos 6:22).

“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.” (2 Timoteo 1:7).

“sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado” (Romanos 6:6)

Al haber recibido el espíritu de Dios prometido en los profetas por medio del Mesías, hemos recibido la capacidad de no servir más al pecado, estamos libres de toda servidumbre a él según el poder que hemos recibido. Todo esto es por la inmensa gracia en Yeshúa El Mesías.

A parte de esto, El Eterno nos ha redimido del poder del reino de las tinieblas con su brazo poderoso y según su misericordia, tal como está escrito:

“con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.” (Colosenses 1:12-14).

Y todo esto lo hizo con el objetivo de tomarnos como sus hijos y tenerlo a él como nuestro Padre y Dios, tal como se nos dice:

“Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, (Padre)!” (Romanos 8:15)

“un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.” (Efesios 4:6)

“porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.” (Efesios 2:18).

En Yeshúa nuestro Mesías hemos recibido la libertad de la condenación del pecado, del poder del pecado, de la potestad de las tinieblas y hemos sido declarados “hijos de Dios” (Juan 1:12) ¡Bendito sea El Eterno por la gran salvación en su Mesías que se entregó por nosotros!

Esperemos que en la próxima Pesaj podamos reflexionar como nunca antes en la gran salvación que hemos recibido y que podamos ver más personas traídas a los pies del Rey de reyes y Señor de señores.

¡Shabbat Shalom!

Isaac Bonilla

22 Nov, 2019

Parasha Jayei Sara 5780

Bereshit 23:1-25:18

     Pocos son los humanos que pueden alcanzar el nivel de carisma; un amor claro y sincero por las personas, como lo expresaron Abraham y Sara. Según la tradición judía, eran personas dedicadas a hacer el bien al prójimo. Los midrashim cuentan como su tienda fue construida con cuatro entradas que estaban abiertas para atraer invitados de todas partes, cualquier viajante cansado era bienvenido, (1) esto dando a entender, que eran tsadikim (justos) que siempre estaban pendientes de los demás para ayudar en lo que estuviera a su alcance.

La recompensa de su justicia haría de ellos los padres de una multitud de personas. Abraham es el padre del pueblo judío y de los justos de las naciones; por otro lado, Sara es la matriarca por excelencia, y una de las mujeres más grandes dentro de la historia bíblica, una mujer que a pesar de todo siempre estuvo con su esposo y lo acompañó a cada uno de sus viajes y aventuras a través de toda la vida del patriarca.

Abraham dejó su tierra y Sara también, él abandonó la idolatría de su pueblo y ella también, Abraham fue a la tierra de Canaán y también Sara. En sus días hubo hambre y Abraham descendió a Egipto y allí vivió una de las pruebas más grandes cuando el faraón secuestró a Sara, pero eso no la privó de seguir el camino de fe que su esposo había emprendido. Y como si eso no hubiera sido poco, fue secuestrada una segunda vez y en esta segunda ocasión sería Abimelec rey de Gerar.

Después de “la prueba de fuego” que sería la décima de las pruebas a las cuales fue sometido el patriarca, llegamos al momento de la muerte de Sara, y allí es donde vemos solo a Abraham después de años de estar juntos. Ahora había llegado el momento de decir hasta pronto a la vida de aquel matrimonio de Justos (tsadikim). Hoy la Torá nos narra la muerte de Sara al inicio de la Parashá y finaliza con la muerte de Abraham Avinu.  Y son esos dos acontecimientos que marcaran el rumbo del estudio de esta semana.


“Y vivió Sara ciento veintisiete años; estos fueron los años de la vida de Sara. Y murió Sara en Quiriat-arba, que es Hebrón, en la tierra de Canaán; y Abraham fue a hacer duelo por Sara y a llorar por ella.” (Bereshit 23:1-2 LBLA)

En esta Parashá la Torá comienza hablándonos de la vida de una mujer que ha muerto, una gran paradoja. La Torá comienza diciendo los años que vivió Sara, luego y sin mayores detalles dice: Y murió Sara. Pero a pesar de todo hay algo maravilloso en este relato, ya que hay más vida que muerte. Si somos acuciosos notaremos que, en el primer versículo de esta porción semanal de la Torá, encontramos en dos ocasiones la frase: Jayei Sara (Las vidas de Sara). Esto es muy interesante porque la Torá da más realce a la vida de Sara, que a su muerte.

Y aún más interesante es que, es la primera vez que se menciona la edad en la cual muere una mujer, en su caso más preciso: Sara. Y es por la forma como la Torá enumera sus años de vida que los sabios han extraído valiosa información para nosotros. Esta sección de la Torá comienza de la siguiente manera:

“Vayihyú Jayei Sará, mea shaná, veesrim shaná, vesheva shanim, shenei Jayei Sará.” Si el texto hebreo lo traducimos de manera literal quedaría de la siguiente manera: “Los días de las vidas de Sara fueron, cien año, y veinte año, y siete años, los años de las vidas de Sara”

Llama mucho la atención que el texto mencione tres veces: shaná “año” (dos veces en singular y uno en plural [años “shanim”]; y un cuarto de manera compuesta: Shenei “los años de”) siendo honestos con la Escritura esto no es nada novedoso, ya que esta manera de hablar es parte del estilo bíblico y lo mismo sucede cuando la Torá narra la muerte de Ismael (Bereshit 25:17). En el caso particular de Sara, esta fragmentación de los años de su vida ha generado ciertos comentarios para elogiar la vida de la matriarca. Por ejemplo:

Rabí Iosef Dov Soloveitchik Z”L explica que la grandeza de Sara y su rol dentro del pacto de la comunidad puede ser entendido por las palabras de Rashí: ella tenía 100 años, ella tenía 20 años, ella tenía 7 años.  La mayoría de las personas pasan de un período de su vida a otro, dejando atrás el período anterior, quizás llevando con ellas algunas memorias.  Cada una de estas edades – 100, 20, 7 – tienen algo único.  La edad de 7 tiene inocencia; la edad de 20 tiene fuerza; la edad de 100 tiene sabiduría.  El secreto de la grandeza de Sara era que a través de toda su vida ella tuvo 100 y 20 y 7.  (2)

Y fue a los 127 años de la vida de Sara que llegó el momento, que le llega a todo hijo de Adam: la muerte. Fue una vida de muchos desafíos, desaciertos, pero al final tuvo el regalo más grande que el cielo le dio: un hijo. Sara una mujer estéril (Bereshit 11:30) y si queremos añadir amarillismo, la Torá dice que ya le había cesado la costumbre de las mujeres (Ibíd. 18:11), y todo esto generó una amalgama de emociones que generaron dudas, pero a pesar de todo; esto hizo que el milagro de la concepción de Isaac fuera más grande y de mayor gloria.

A los noventa años de su vida dio a luz a Isaac y este sería el mayor regalo del cielo, el milagro más grandioso y su vida quedaría marcada desde allí en adelante. A pesar de esto, Sara tuvo luchas espirituales a lo largo de su vida y la escritura no los esconde para que nosotros podamos aprender de ellos; hoy hablaremos de dos de ellos: Agar y la duda.

Una persona y un sentimiento serian lo que pondrían un toque gris a la vida de la matriarca, quizás la duda sería un factor que generó desesperación por ser madre y tomó la idea de darle a Abraham a su sierva Agar y que posteriormente seria su “talón de Aquiles”. Ya que ella misma noto que Agar “la miraba con desprecio” (Bereshit 16:5) y reconoció que no fue la mejor decisión.

Más adelante en su historia la duda minó una vez más su corazón y no creyó a la palabra del ángel quien llegó para anunciar el nacimiento de Isaac, ella se rio y cuestionó los factores humanos: la edad de su esposo y su “menopausia”; serian gigantes que se levantaban en su contra, pero la palabra tenía que cumplirse y a pesar de esos pensamientos que minaban su mente, el poder del mensaje de los ángeles cambió su perspectiva de lo Divino: “Acaso habrá algo imposible para Dios?” (Ibíd. 18:14).

Como hemos visto hasta aquí Sara tuvo una vida llena de emociones y de retos que confrontaron su fe, pero que al final todo rindió frutos para bien, fue la esposa que estuvo en cada momento con Abraham, y sobre todo se convirtió en la madre de Isaac, el hijo de la promesa; el hijo que sería el epitome de su fe.

Sara experimentó muchos acontecimientos tristes en su vida, pero no se dejó vencer por ellos, a pesar de un par de decisiones con las cuales tuvo que lidiar en su vida, la gran mayoría los aceptó con alegría, tanto lo bueno como lo malo. Es por eso que Rashí dice que todos sus años fueron iguales en bondad: “shavim letová” (iguales en bondad) significa que, aun cuando se enfrentaba a situaciones difíciles y poco placenteras, siempre decía: “Gam zu letová” (esto también es para bien). (3)

Y esta frase quizás nos recuerde lo que dijera un Rabino del primer siglo, para animar a los creyentes de la comunidad de Roma, a todos aquellos que habían reconocido la gracia que se había derramado a través del Mesías. Es la misma palabra para los creyentes de nuestro siglo, el mismo poder y el mismo ánimo que dio a los creyentes del primer siglo es la misma palabra que tenemos que recibir para llenarnos de confianza a los que amamos a Dios como está escrito:

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien.” (Romanos 8.28 RV95)

Todo ayudó para bien en la vida de la matriarca como bien lo dice Rabí Hirsch: “La mudanza desde su terruño hacia Canaán, los años de esterilidad, las veces que fue raptada, la guerra, la mala conducta de Agar e Ismael y en particular, el desafío de recibir huéspedes diariamente en su hogar en forma sostenida. ¿Cuál sería la homilía indicada? Solamente la que cuenta la propia Torá: “Cien años, veinte años y siete años” en cada etapa de su vida, Sara hizo lo que debía hacer en cada aquella etapa. No necesito hacer nada especial para ser recordada. Los justos no necesitan monolitos ni pirámides, pues sus acciones son el medio por el cual son recordados.” (4)

La muerte de Abraham

En esta Parashá no solamente encontramos la muerte de Sara, sino también las Escrituras nos narran el deceso del patriarca. Según lo descrito por la misma Torá: “Abraham era viejo, bien avanzado en años; y el Eterno había bendecido en todo a Abraham” (Bereshit 24:1 RV95). Que epitafio más hermoso seria que en cada una de nuestras tumbas se escribiera: “El Eterno lo bendijo en todo.”

Abraham había recibido bendición de todo tipo, en todo y de todo; quizás no había ningún rubro en el cual la bendición del Eteno no haya llegado. Las mismas Escrituras dan testimonio de su riqueza, cuando declaran que era muy rico, en ganado, plata y oro (Bereshit 13:2). Y a pesar de su condición económica y su estatus dentro de la sociedad era una persona bondadosa.

Como dicen los sabios de Israel: “Hubieron justos que poseyeron riquezas en este mundo por las cuales no se les privo de su recompensa en el  Olam Habá (mundo venidero), porque utilizaron lo que poseían  leshem shamayim (en nombre del cielo)” (5)

Este sano equilibrio entre riquezas y bondad; entre fortuna y humildad; entre prosperidad y fe. Fue lo que hizo la diferencia y lo catapultó al reconocimiento mundial como un hombre justo (Tsadik). Su fe y amor al Eterno quedo demostrado, pues a cada lugar que Abraham llegaba edificaba un altar, además de todo lo dicho con antelación, Abraham era un adorador. Las riquezas y la prosperidad no lo privaban de adorar al Eterno, y eso -y otras cualidades- lo hicieron grande, entre todos los protagonistas de la Biblia. He aquí algunos calificativos dados a Él, en la escritura:

  • Profeta (Bereshit 20:7)
  • Príncipe de Dios (Ibíd. 23:6)
  • Amigo de Dios (Isaías 41:8)
  • Padre del pueblo de Israel (Isaías 51:2; Juan 8:56)
  • Padre de todos los creyentes en Yeshúa (Romanos 4:11; Gálatas 3:29)

Esto y mucho más fue lo que hizo de Abraham un gigante de la fe, y mejor aún como todos lo conocemos: el padre de la fe. Pero también sabemos que no fue fácil llegar hasta el pódium en donde ahora está su nombre. El camino no fue fácil, pero pudo andar en el cómo lo dice el profeta: “los camino del Eterno son rectos, por ellos andarán los justos.” (Oseas 14:9)

Antes de morir, Abraham se apresura como es su costumbre (hacerlo todo con diligencia) a buscar esposa para su hijo Isaac. Y después del relato en donde Isaac encuentra esposa la Torá narra que Abraham toma otra mujer con quien concibe seis hijos; pero a pesar de todo, es a Isaac a quien hereda todos sus bienes.

Es aquí donde llegamos al final de la vida del patriarca y las Escrituras narran su final:

“Los días que vivió Abraham fueron ciento setenta y cinco años. Exhaló, pues, el espíritu, y murió Abraham en buena vejez, anciano y lleno de años; y fue reunido a su pueblo.” (Bereshit 25:7-8 RV95)

Que el Eterno permita que nuestras vidas tengan un propósito y un sentido y que acabemos nuestra carrera en buena vejez y llenos de vida como fueron los últimos días de Abraham, nuestro padre en la fe. Y se cumpla lo que está escrito:

“Estimada es a los ojos del Señor la muerte de sus santos.” (Salmo 116:15)

Notas:

  1. Midrash Bereshit Rabá 48:9
  2. Rabí Ari Kahn, Comentario a la Parashá jayei Sara
  3. Rabí Moshé Bogomilsky, Hablaras de Torá, Pág. 83
  4. Rabí Shimshom Rafael Hirsch, Comentario a la Parashá Jayei Sara
  5. Tiferet Tzion
    
    

    Bajo las alas del Dios de Israel

    Francisco Hidalgo

10 Abr, 2019

Parasha Metsora

Vayikra (Levítico) 14:1-15:33

Haftará: 2 Reyes 7:3-20

¿El Mesías Leproso?

La parashá de esta semana tiene por nombre “Metsorá”, comúnmente traducido como “Leproso” o “El que tiene Tsaraat”. En años sin doble Adar (no bisiestos) se lee junto con la parashá pasada, esto es “Tazría”. Su contenido es también únicamente dos capítulos: uno que cubre el tema de la purificación del Metsorá cuando se sana, y el otro que habla sobre cosas que acarrean impureza ritual o ceremonial y la manera de tratarlas.

El tema de las impurezas rituales de Levítico 15, sigue la misma línea de las impurezas que hemos comentado hasta el momento: todas se relacionan con contacto con muerte o salida/perdida/abandono de vida. En el caso de los flujos seminales o de una mujer, el concepto se mantiene al ser derramamientos de sustancias relacionadas con la vida (semen o sangre) que provienen de los aparatos que dan vida (esto es, órganos reproductores).

Mantener pureza ritual era sumamente importante cuando el tabernáculo existía (también más tarde con el templo). El pueblo no debía acceder al lugar donde la presencia manifiesta del Eterno moraba con tanta intensidad para no impurificar el santuario y hacer que la presencia se marchará, o peor aún, que consecuencias nefastas sucedieran (como el caso de Nadab y Avihu).

La torá da un sumario del objetivo de estas leyes al final del capítulo 15 donde leemos:

“Así apartareis de sus impurezas a los hijos de Israel, a fin de que no mueran por sus impurezas por haber contaminado mi tabernáculo que está entre ellos” (Levítico 15:31)

Habiendo dicho esto, quisiera comentar un aspecto bastante interesante de la parashá que tiene relación con el Mesías, tanto en la escritura como en la tradición judía. Quizás este sea el aspecto más curioso, paradójico y confuso de todo lo que se dice del Mesías en la literatura judía. Nos referimos al tema del “Mesías Leproso”.

Un grupo de Rock muy conocido sacó una canción con ese título en inglés (Leper Messiah, Metalica) y habla sobre abusos religiosos en nombre del Mesías. Cuando hablamos de “El Mesías leproso”, esto no tiene ninguna relación con dicha canción. El curioso título de “Jivrá”, esto es “leproso” en arameo, aplicado al Mesías, tiene su base en el capítulo 53 de Isaías y en el talmud.

El titulo aplicado al Mesías se encuentra en el talmud en el tratado Sanedrín; en dicho tratado, cada escuela de pensamiento estaba discutiendo los títulos del Mesías y proveyendo textos bíblicos para respaldarlo. Shiloh, Yinon, Janina, Menajem son los cuatro ejemplos extraídos de diversos pasajes por los diferentes discípulos de escuelas rabínicas. Al final del pasaje se nos dice:

“Los rabinos dijeron: su nombre es el ‘erudito leproso’ como está escrito: Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.” (Sanedrín 98b).

¿El leproso un titulo mesiánico? ¿Qué estaban pensando los rabinos cuando dedujeron semejante titulo? ¿Qué tiene que ver Isaías 53 con esta idea que parece totalmente descabellada? ¿Acaso no es verdad que el judaísmo considera que Isaías 53 no se refiere al Mesías sino a Israel en el exilio?

En primer lugar, es totalmente falsa la noción que indica que Isaías 53 no es un texto mesiánico en el judaísmo. Como hemos mencionado en otros artículos, Rashi fue la primera autoridad en sugerir que el texto hablaba de Israel y su sufrimiento en el exilio y no del Mesías. Dicha posición es entendible cuando consideramos la época de Rashi, y toda la persecución cristiana hacia los judíos e incluso sus conversiones forzadas al catolicismo. Claramente la posición de Rashi fue influenciada por esta realidad y su postura no está libre de esta actitud reactiva ante el cristianismo de su época.

Sin embargo, la inmensa mayoría de fuentes judías de ayer y hoy, han considerado al texto de Isaías como una referencia claramente mesiánica. El talmud, el zohar, el Midrash, Abarbanel, Herz Homberg, Eliyah de Vidas, Moshe Alshej son solo algunos ejemplos de fuentes judías antiguas, que consideraban el pasaje como una profecía mesiánica.

En tiempos modernos, ni más ni menos que Menajem Mendel Schneerson, el sabio más popular del siglo pasado, expuso el significado mesiánico de Isaías 53. Dentro de la literatura de rabinos posteriores a Rashi, incluso encontramos firmes desacuerdos con su postura no de uno sino de varios rabinos. Es por estas razones, y por una exegesis sencilla del pasaje, que la interpretación mesiánica de Isaías 53 tiene mayoría en el judaísmo, a pesar de lo que puedan decir grupos anti misioneros del siglo XXI.

En segundo lugar, la interpretación no es descabellada sino que tiene una firme base en el texto hebreo de Isaías. La palabra que se ha traducido como “azotado”, es la palabra hebrea “Nagúa” que literalmente significa “llagado”. “Nagúa” comparte la misma raíz de “Nega” que significa “llaga” y es utilizada mayoritariamente para referirse a la enfermedad de Tzaraat, como podemos ver en los siguientes versos:

“Habló El Eterno a Moisés y a Aarón, diciendo: Cuando el hombre tuviere en la piel de su cuerpo hinchazón, o erupción, o mancha blanca, y hubiere en la piel de su cuerpo como llaga de lepra (Hb Nega Tsara’at), será traído a Aarón el sacerdote o a uno de sus hijos los sacerdotes.” (Levítico 13:1-2, paréntesis de clarificación añadidos)

“Cuando hubiere llaga de lepra (Nega Tsara’at) en el hombre, será traído al sacerdote” (Levítico 13:9, paréntesis añadidos).

En otras palabras, el profeta Isaías está diciendo que, ¡El Mesías sería considerado como un leproso y rechazado como tal! ¡Vaya palabras mayores para describir el rechazo que el Mesías sufriría y su papel profético!

Es debido a esta similitud lingüística, que los sabios del talmud, acertadamente le dan el título al Mesías de “Jivra”, pues es un titulo que describe proféticamente el rol del Mesías. Si bien es cierto, podríamos decir que no es un titulo glorioso como “Príncipe de paz” o “Admirable consejero” pero es igualmente importante para comprender una faceta de su misión. De más está decir, que el titulo no debe tomarse literalmente.

Cuando consideramos las cosas asociadas con un “Metsorá” (Leproso) podemos ver un cuadro sumamente interesante sobre el Mesías y su misión de siervo sufriente:

  • Isaías nos dice que “nosotros le tuvimos por llagado”. Las autoridades del pueblo judío rechazaron al Mesías considerándolo como algo desagradable e impuro como un leproso. Hasta el día de hoy, un gran número de judíos asocian su nombre con impureza.
  • Adicional a esto, se pensaría que su sufrimiento se debe a un castigo divino que ha caído sobre él por su pecado, por eso Isaías añade: “por herido de Dios y abatido”. Como hemos mencionado, la enfermedad de Tsara’at era universalmente asociada con un castigo divino por pecados de maledicencia, soberbia, profanación del nombre de Dios y otros.
  • El aspecto de un “Metsorá” era el de una carne deteriorándose, símbolo de muerte. Incluso el talmud lo enumera entre los que están vivos pero es como si estuvieran muertos (Nedarim 64a). El aspecto del Mesías en su sufrimiento sería como un llagado, su muerte sería tan violenta que su carne, al igual que la del Metsorá, parecería llena de heridas o llagas.

¿Conoces a alguien que siendo judío, nunca pecó ni hubo engaño en su boca como dice Isaías 53:9? ¿Alguien que sea considerado como alguien impuro aun por la mayoría del pueblo judío? ¿Alguien que sufrió por el pecado de Israel? ¿Alguien que fue considerado un malhechor y que en realidad sufría por nuestros pecados? ¿Alguien que en su muerte haya experimentado un deterioro de su carne? Ciertamente solo hay un nombre para este perfil del Mesías: Yeshua de Nazaret.

A parte de estas consideraciones, también debemos mencionar la fuerte conexión con la muerte y resurrección, que un Metsorá poseía en su rito de purificación, después de curarse. El simbolismo tiene claras alusiones a muerte y resurrección como podremos observar.

Consideremos los increíbles paralelos entre la purificación del Metsorá el día de su sanidad, con la purificación de aquellos que habían tenido contacto con un muerto:

Del proceso de purificación del Metsorá se nos dice:

“Después tomará la avecilla viva, el cedro, la grana y el hisopo, y los mojará con la avecilla viva en la sangre de la avecilla muerta sobre las aguas corrientes; y rociará siete veces sobre el que se purifica de la Tzaraat, y le declarará limpio; y soltará la avecilla viva en el campo. Y el que se purifica lavará sus vestidos, y raerá todo su pelo, y se lavará con agua, y será limpio; y después entrará en el campamento, y morará fuera de su tienda siete días.” (Levítico 14:6-8).

Del proceso de purificación de aquel que tenía contacto con muerto, leemos:

“Y Eleazar el sacerdote tomará de la sangre con su dedo, y rociará hacia la parte delantera del tabernáculo de reunión con la sangre de ella siete veces…Y para el inmundo tomarán de la ceniza de la vaca quemada de la expiación, y echarán sobre ella agua corriente en un recipiente…Y el limpio rociará sobre el inmundo al tercero y al séptimo día; y cuando lo haya purificado al día séptimo, él lavará luego sus vestidos, y a sí mismo se lavará con agua, y será limpio a la noche.” (Números 19:4, 17, 19).

Los paralelos entre el Metsorá y la persona que se purificaba ritualmente al haber tenido contacto con un muerto son numerosos. El mensaje es claro: El Metsorá es casi un muerto viviente; la degradación de su carne se consideraba un símbolo de muerte, y los paralelos en los procedimientos de purificación hacen la conexión aun más fuerte.

La diferencia más notable entre los dos procesos, son los animales utilizados para la purificación: En el caso de la purificación ritual por contacto de muerte, una vaca roja y sus cenizas eran combinadas con agua para ser rociada en el impuro; por otro lado, en el caso del Metsorá, la Torah nos dice que eran dos avecillas puras.

La primer avecilla se mataba y la segunda avecilla se dejaba ir en el campo después de rociar al que se sanaba de Tsaraat siete veces con la sangre del avecilla que había sido inmolada. El simbolismo con toda certeza es que el Metsorá había vuelto a la vida, en cierto sentido. El ave muerta representa el estado del Metsorá al estar con su enfermedad, siendo un muerto caminando; la ave libre que se suelta, es para indicar la nueva vida del Metsorá, incorporándose de nuevo a la vida del templo, siendo restaurado. En un sentido, el Metsorá estuvo muerto pero ahora vive.

Esto da un factor adicional sumamente importante al título “Jivra” aplicado al Mashiaj. Las dos avecillas utilizadas en la purificación del Jivra son alusiones de la muerte y resurrección que el Mesías tendría después de poner su vida en expiación por el pecado. Isaías 53:7-10 habla de cómo el Mesías pone su vida en expiación y luego “vive por largos días”. ¡El titulo de Jivra cubre todos estos aspectos y se cumplen de manera asombrosa en Yeshua nuestro Mesías!

Es en Yeshua nuestro Mesías, que tenemos una fuente inagotable de vida, y vida en abundancia. Su rechazo por autoridades del Israel de su época, en ningún sentido son una negación de su veracidad: Todo lo contrario, siguen el patrón descrito por los profetas, tal como está escrito:

“y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Mesías padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día;” (Lucas 24:46)

Por la gracia del Eterno, nosotros hemos reconocido al verdadero Mesías. Judíos y temerosos de Dios de entre las naciones, hemos venido a su señorío y lo hemos aceptado como el Salvador de nuestras vidas. El fue puesto por el pecado de Israel y del mundo y vendrá prontamente para gobernar a todo el mundo, desde Jerusalén. La única diferencia es que ahora, no vendrá a hacer ningún sacrificio por pecados sino a implantar la redención final: la era mesiánica, la era de paz, justicia, tranquilidad que todos esperamos, y a juzgar a vivos y muertos.

“así también El Mesías fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.” (Hebreos 9:28)

“Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.” (Hechos 17:30-31)  

שבת שלום

¡Shabbat Shalom!

Isaac Bonilla

30 Mar, 2019

Parasha Tazria

Vayikra (Levítico): 12:1-13:59

Haftará: 2 Reyes 4:42-5:19

El Tabernáculo de lo incorruptible.

La parashá de esta semana es sumamente corta, tiene únicamente dos capítulos, uno que habla acerca de la ley para una mujer que da a luz, y el otro sobre la enfermedad bíblica “Tsaraat”, conocida como “lepra bíblica” (Diferente a la enfermedad de “Hansen” que en nuestros días se conoce como lepra). Debido a su extensión, regularmente se lee junto con la parashá “Metsorá”, con la excepción de un año judío que tenga doble mes de Adar.

A pesar de su longitud, podemos aprender una cosa con facilidad de esta parashá: El Eterno es el Dios de la vida y la muerte no es el ideal. La muerte en palabras de Pablo es “el postrer enemigo que será destruido” (1 Corintios 15:26). La muerte será lo último que será removido de este mundo para llevarlo al estado ideal de las cosas, primero en la era Mesiánica de manera parcial, y en el mundo venidero de manera total.  ¿Cómo podemos aprenderlo de las leyes de la parturienta y de la “Tsaraat”? Comentaremos brevemente los aspectos más relevantes de estos capítulos para entender bien este enunciado.

En ambos capítulos, apreciamos como el concepto de la presencia de Dios manifiesta en el tabernáculo y su rechazo a la muerte, descomposición o corrupción son notables. Como hemos mencionado anteriormente, el contacto literal y simbólico con muerte o abandono de vida era causal de impureza ritual; la intensidad de la presencia del Eterno que habitaba en el tabernáculo en el desierto, y luego en el templo, no podía residir en un lugar donde constantemente dichas impurificaciones fueran traídas.

Para purificar el templo de dichas impurezas, y hacer que la presencia del Eterno permaneciera en el lugar, el altar tenía que ser expiado con los respectivos korbanot. Pecados o impurezas, que causaban una impurificación mayor incluso en el lugar santísimo, eran expiados una vez al año en Yom Kippur.

¿Cómo aprendemos esto en esta parashá? ¿Cuál era la razón para la impurificación ritual de la mujer que daba a luz un hijo? ¿Cómo entender que la mujer debía traer una ofrenda por el pecado (Jatat)? ¿Qué pecado realizó al tener un hijo? ¿Es acaso pecado hacer lo que El Eterno expresó cuando bendijo diciendo: “Fructificaos y multiplicaos” (Gen 1:28,9:1)?

La Torá menciona: “Habla a los hijos de Israel y diles: La mujer cuando conciba y dé a luz varón, será inmunda siete días; conforme a los días de su menstruación será inmunda. Y al octavo día se circuncidará al niño. Mas ella permanecerá treinta y tres días purificándose de su sangre; ninguna cosa santa tocará, ni vendrá al santuario, hasta cuando sean cumplidos los días de su purificación.” (Levítico 12:2-4).

Como podemos observar la mujer tendría 7 días de impureza ritual del mismo grado de su menstruación; seguido de esto, pasaría treinta y tres días purificándose de su sangre sin poder ir al santuario, lugar donde la presencia manifiesta de El Eterno moraba. La causa de la impurificación parece estar dentro de las mismas líneas generales de las demás impurezas: contacto literal o simbólico con muerte o abandono de vida.

Al haber salido una vida (niño) de la mujer, esto le producía impureza ritual, siendo de mayor grado en los primeros siete días después de su nacimiento. La abundante pérdida de sangre y el “abandono” de la vida del niño que antes formaba parte de ella; era la causa de su impurificación. En un sentido, ella estaba “perdiendo vida”.

En el caso de dar a luz una niña, la Torá nos dice: “Y si diere a luz hija, será inmunda dos semanas, conforme a su separación, y sesenta y seis días estará purificándose de su sangre.” (Levítico 12:5).

¿Por qué el doble de la impureza en el caso de una niña? ¿Es esto machismo en la biblia o algo similar? La razón para la impurificación de mayor longitud de días, no tiene nada que ver con machismo. Al igual que con el niño, la mujer está perdiendo vida al dejarla salir de su cuerpo al dar a luz; sin embargo, ha sido explicado que en el caso de la niña, algo adicional debe de tomarse en cuenta: La niña tiene en sí misma, la capacidad de dar vida potencial y biológicamente hablando. Ella en el futuro será una fuente de vida, una nueva vida que saldrá de su interior. Es quizás por esta razón, que el nacimiento de la niña es, por así decirlo, una doble pérdida o abandono de vida¸ causando con esto una impurificación superior.

Otro aspecto que ha dado mucha controversia, es lo señalado en el verso 12:6 del libro de Levítico donde se indica: “Cuando los días de su purificación fueren cumplidos, por hijo o por hija, traerá un cordero de un año para holocausto, y un palomino o una tórtola como ofrenda por el pecado (hb. Jatat), a la puerta del tabernáculo de reunión, al sacerdote”

¿Por qué se requería una ofrenda por el pecado en este caso? ¿Cuál era el pecado de la mujer? Esta controversial pregunta generó muchas interpretaciones y especulaciones entre los jajamim (sabios). Por ejemplo, Shimon Bar Yojai enseña que el sacrificio por el pecado es debido a la posibilidad de que la mujer, a la hora del parto, pronunciara palabras indecorosas y era necesario proveer de una ofrenda de pecado por ello.

Abarbanel, por su parte, indica que es por haber pasado por una “prueba” en el dolor del parto y por la posibilidad de haber tenido malos pensamientos al atravesarla. Leemos en el talmud, que una mujer, en el dolor del parto, pudo haber formulado un voto de ¡No tener relaciones con su esposo nunca más!

Las especulaciones de los jajamim, pueden tener un grado de veracidad y la última podría ser considerada graciosa por las mujeres que han atravesado un parto; sin embargo, no parecen proveer de una razón satisfactoria para el sacrificio de Jatat. Quizás la razón radique en algo más sencillo y más en línea con el tema de la impurificación ritual, que ha sido notado por comentaristas contemporáneos.

Ciertamente las palabras “Jatah” o “Jatat” están relacionadas con la palabra en hebreo para pecado (Jet). Sin embargo, la palabra Jatat puede tener un significado alterno. Por ejemplo leemos en la Torá, lo siguiente:

“Y lo degolló; y Moisés tomó la sangre, y puso con su dedo sobre los cuernos del altar alrededor, y purificó (Vayjate) el altar;” (Levítico 8:15)

La palabra que se ha traducido como “purificó” es la palabra “Vayjate” que viene de la palabra “Jatah”. Como podemos ver, la palabra “Jatah” también tiene el significado de “purificación”; incluso, como hemos mencionado en la parashá Vayikra, el erudito judío Jacob Milgrom, se refiere a la ofrenda de Jatat, primariamente como “Ofrenda de purificación” antes que “Ofrenda por el pecado”. El menciona también, que en el contexto de los sacrificios, la palabra “expiación”, debe entenderse primariamente como “purificación ritual” o “cobertura ritual”.

Con esto en mente, podemos entender el porqué de la ofrenda de Jatat en el caso de la mujer parturienta: No tiene que ver con un pecado cometido por ella; sino con purificación ritual necesaria para reinstalarse a la adoración en el templo. Es debido a esto, que inmediatamente después de mencionar la necesidad de traer una ofrenda de “Jatat”, la Torá nos dice: “y será limpia del flujo de su sangre” (12:7).

El mensaje era claro: El contacto con muerte o con abandono de vida, incluso simbólicamente hablando, debía de tener purificación para poder estar en el lugar donde la presencia manifiesta de El Eterno moraba. El Eterno es el Dios de la vida y en su tabernáculo no debe de haber contacto con muerte o abandono de vida (Obviamente la excepción necesaria a esto es la muerte de los animales que se ofrecían. Esto era necesario para obtener la sangre de los mismos donde se encuentra la vida según la Torá).

El célebre Rabino, Lord Jonathan Sacks nos dice de esto:

“El judaísmo es una protesta contra las culturas centradas en la muerte. “No son los muertos los que alaban al Señor, ni los que descienden al silencio” (Salmo 115) “¿Qué provecho hay en mi muerte, cuando descienda a la fosa? ¿Puede el polvo conocerte? ¿Puede anunciar tu verdad?” (Salmo 30). Mientras abrimos un Sefer Torá decimos: “Todos los que se aferran al Señor tu Dios están vivos hoy” (Deut. 4: 4). La Torá es un árbol de vida. Dios es el Dios de la vida. Como Moisés lo puso en memorables palabras: “Elige la vida” (Dt. 30: 19)… El dominio de Dios es la vida. Por lo tanto no puede estar asociado de alguna manera con indicios de muerte. Esta es la forma en cómo Judá Haleví explica las leyes de pureza en su obra El Kuzari:

Un cuerpo muerto representa el más alto grado de pérdida de la vida, y una extremidad leprosa es como si estuviera muerta. Es lo mismo con la pérdida de semilla, ya que había sido dotada de poder viviente, capaz de engendrar un ser humano. Por lo tanto, su pérdida forma un contraste con la vida y la respiración (Kuzari, II: 60).

Las leyes de la pureza se aplican exclusivamente a Israel, sostiene Haleví, precisamente porque el judaísmo es la religión suprema de la vida, y sus adherentes son, por tanto, híper-sensibles incluso a las distinciones más sutiles entre la vida y la muerte.” (Chief Rabbi Lord Jonathan Sacks, “Holiness and Childbirth”, Traducción del autor)

En nuestros días, sin un templo en donde la presencia del Eterno mora con intensidad sin igual, al grado de ser peligroso acercarse inapropiadamente, estos conceptos de impureza ritual  no tienen tantas implicaciones para nuestras vidas. Únicamente algunas cosas de impurezas rituales de la Torá, son completamente relevantes para nosotros hoy en día (La Nidá de una mujer por ejemplo, debido a la prohibición de relaciones con una mujer en su menstruación). Sin embargo, el mensaje comunicado, es una gran lección para todos: La muerte no es el ideal del Eterno, un día la eliminará y restaurará todas las cosas.

En esta misma línea de pensamiento, debemos entender el caso del “leproso”. Antes de seguir debemos aclarar que la enfermedad modernamente conocida como “lepra” (Enfermedad de Hansen), no es la enfermedad que la biblia relata en Levítico 13 y 14. El síndrome de Hansen, es una enfermedad en donde la sensibilidad nerviosa se pierde paulatinamente, y esto es causal de infecciones, daños y otras lamentables condiciones que se generan en la enfermedad de Hansen.

La “Tsaraat” bíblica es una enfermedad de la piel y no de los nervios. Jacob Milgrom, una vez invitó a un conocido dermatólogo a estudiar los aspectos de la “Tsaraat” bíblica y este concluyó que la ciencia moderna, no conoce ninguna enfermedad que pueda ser la referida en la Torá. En otras palabras, la lepra de hoy en día no es la enfermedad referida en la biblia. La confusión de esto, comenzó cuando Juan de Damasco empezó a referirse a la enfermedad de Hansen como “Lepra” en el siglo IX de nuestra era.

Maimonides indica que la enfermedad era sobrenatural en su totalidad; tanto su padecimiento como su cura. El nos dice: “Era un milagro que se perpetuaba en la nación, como el de las aguas amargas de la mujer sospechosa de adulterio”. (Maimonides, Guía de los Perplejos, tomo III, cap. 47)

El también nos dice en su obra Mishné Torá: “La palabra tsara’at es una denominación general que abarca numerosas cosas parecidas entre sí, pues se aplica el mismo nombre a la blancura de la piel humana, a la caída de partes del cabello de la cabeza y de la barba, y también al cambio de color de vestiduras o casas. Este cambio de las ropas y de las casas, al que la Torá denomina con el nombre general de tsara’at no es cosa natural, sino que fue una señal portentosa para los israelitas, a fin de prevenirlos contra la maledicencia” (Mishné Torá, leyes de Tsaraat 16:10).

Es pues claro que la enfermedad era un padecimiento sobrenatural que venía, según los rabinos, mayoritariamente por el pecado de la maledicencia (Como en el caso de Miriam, ver Números 12). Esta enfermedad consistía en una serie de padecimientos en la piel que hacían ver al que la padecía como una especie de “cadáver viviente”. Al tener el aspecto de piel que indicaba decaimiento o corrupción, estaba impedido de entrar al santuario, donde la presencia de Dios residía.

Vemos como nuevamente, en términos generales, la Tsaraat también provee impurificación bajo el mismo principio: Contacto literal o simbólico con muerte o abandono de vida. Al ver las numerosas leyes rituales que tienen que ver con este mismo concepto, podemos preguntarnos ¿Hay alguna duda sobre la condición ideal del ser humano? ¿Es la muerte algo ideal en el plan del Eterno para la humanidad? Absolutamente no.

Esta parashá nos muestra con gran intensidad, la gran “enemistad” que El Eterno tiene con la muerte. Al ser causada por el pecado de todos nosotros, y en sentido original y general, con el primer pecado cometido, es una afrenta al Eterno. Como hemos mencionado en parashot anteriores, el tabernáculo terrenal es sombra y replica del tabernáculo celestial y del mundo venidero; en este sentido, El Eterno nos anuncia algo claro: El acabará finalmente con la muerte y el pecado pues constituyen dos cosas no ideales en su voluntad perfecta.

Leemos en los profetas y en los escritos apostólicos, como esto es expresado en términos muy tajantes:

“Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará Hashem el Señor toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque El Eterno lo ha dicho.” (Isaías 25:8).

“De manos del Seol los redimiré, los libraré de la muerte. Muerte, yo seré tu muerte; yo seré tu destrucción, Seol.”(Oseas 13:14)

“¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?” (1 Corintios 15:55).

Es en nuestro Señor y Salvador, Yeshua El Mesías, que el ideal ha comenzado a cumplirse. Su resurrección es la esperanza dichosa de todos aquellos que lo hemos recibido como nuestro Mesías,  Salvador  y nuestro Rey. El murió para que nosotros también podamos estar eternamente con El Eterno, tal como está escrito:

“Mas ahora El Mesías ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos.” (1 Corintios 15:20-21).

Lo anunciado en la Torá y los profetas, sobre la final victoria de la humanidad sobre la muerte, se ha empezado a cumplir en nuestro Rey Yeshua de Nazaret de la casa de David. Es en él, donde todo el mundo tiene una fuente de perdón y vida eterna. En él podemos estar seguros de que la muerte ha empezado a ser “sorbida en victoria”

שבת שלום

¡Shabbat Shalom!

Isaac Bonilla

P.D El artículo completo en ingles del Rabino Jonathan Sacks puede leerse en la siguiente dirección:

http://www.rabbisacks.org/covenant-conversation-tazria-metsorah-holiness-and-childbirth/

24 Mar, 2019

Parasha Shemini

Levítico: 9:1-11:47

Haftará: 2 Samuel 6:1 – 7:17

Mata y come: ¿No judíos? ¿tocino? ¿Ambos?

La parashá de esta semana es corta en contenido pero puede ser muy extensa al comentarla. El primer día de funciones de los hijos de Aarón como sacerdotes del Eterno, la muerte de Nadab y Abihu y las leyes bíblicas de alimentación para los hijos de Israel, son las divisiones más genéricas de esta parashá.

En esta ocasión comentaremos un tema muy controversial y malinterpretado en la mayoría de círculos de la cristiandad. Una visión con símbolos propios de los profetas y de la tradición judía, revelada a un apóstol judío del Mesías judío ha sido interpretada para ¡abolir la Torá de los judíos! Nos referimos precisamente a la visión de Shimon Kefa (Pedro) antes de visitar a Cornelio.

Como todos sabemos, la historia se encuentra en todo el capítulo 10 del libro de Hechos. Para recordar el contexto, un hombre justo llamado Cornelio, recibe una visión del Eterno a eso de las 3:00 PM (hora novena según el horario del primer siglo). En esta visión, un ángel le indica que sus oraciones han sido contestadas y que mande a buscar a Shimon, quien tiene por sobrenombre “Kefas” (Pedro).

Cornelio era un “temeroso de Dios”, en hebreo “Yire Elohim” (Hechos 10:2). Así se denomina en el judaísmo, a un gentil que ha abandonado la idolatría y se ha acercado al Eterno sin dar el paso, por una u otra razón, de convertirse en judío vía circuncisión (ver Salmo 135:19-21, Salmo 118:1-4). Dichos “temerosos de Dios” eran bienvenidos en la sinagoga como amigos y eran vistos positivamente por la comunidad judía; sin embargo, no gozaban de las responsabilidades ni de los derechos de un judío o de un prosélito (converso a judío vía circuncisión).

Dicho esto, Cornelio manda a llamar a Pedro conforme a la orden del ángel. Mientras ellos iban por el camino, Pedro estaba orando y le preparaban algo de comer cuando le sobrevino un éxtasis y una visión. Lo presenciado por Kefa es relatado de la siguiente manera:

“Y vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra; en el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo. Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come. Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás. Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común.” (Hechos 10:11-15).

Luego de eso, los enviados de Cornelio llegaron y llevaron a Pedro con ellos y entraron en la casa de Cornelio, donde anunció la buena nueva de salvación a toda su casa. Lo demás es historia conocida, se puede indagar aun más en el resto del capítulo 10.

¿Qué significaba la visión? Dejemos que el mismo Pedro nos conteste: “Y les dijo: Vosotros sabéis cuán abominable es para un varón judío juntarse o acercarse a un extranjero; pero a mí me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo;” (Hechos 10:28).

El mensaje estaba claro para Kefa: Aquellos gentiles que él y muchos otros de su nación, veían en términos degradantes, eran amados por Dios y tenían un espacio en el mensaje de Redención en Yeshúa nuestro Mesías. Lo que había sido concebido como el mensaje de la salvación de Israel, ahora era claramente el mensaje de salvación de Israel y el mundo.

Sin embargo, muchos círculos del cristianismo ven en la visión, un segundo mensaje para Pedro. En esta cosmovisión, El Eterno no estaba únicamente preocupado por el hombre, sino también por el animal. Según esta interpretación, El Eterno le estaba diciendo a Pedro y compañía que ya no tendrían que rechazar a un gentil como hermano, ni tampoco abstenerse de alimentos prohibidos por Él mismo 1500 años atrás. En síntesis, El Eterno estaba poniendo a Cornelio en la congregación y al tocino en el menú de Pedro.

Los que sostienen esta postura incluso argumentan diciendo: “Si la intención era únicamente los gentiles, ¿por qué usar la visión de animales? ¿No querrá Dios decir algo con respecto a la comida también? Al fin y al cabo, la ley de Moisés según lo que Pedro dice, consideraba abominable juntarse a un no judío. ¿No será que Pedro entendió que ambas leyes estaban siendo abolidas?”.

¿Es cierto esto? ¿Es cierto que Dios estaba “matando dos pájaros de un tiro” con la visión? ¿Es razonable la conclusión? ¿Existe otra alternativa a la hora de entender lo acontecido? Para dar una interpretación racional, contextual e histórica de lo acontecido en la visión de Pedro, debemos de revisar ciertos factores y limpiar malinterpretaciones surgidas con el paso del tiempo.

Primeramente, debemos decir que hay serios problemas con la postura que enseña que en la visión de Pedro, El Eterno estaba aboliendo las leyes dietéticas de la Torá (contenidas en su mayoría en Levítico 11 y Deuteronomio 14). Veamos los principales problemas de esta postura:

  • Si El Eterno esta aboliendo las leyes dietéticas de la Torá (Kashrut), entonces Yeshúa mintió cuando dijo: “No penséis que he venido para abrogar la Torá o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Torá, hasta que todo se haya cumplido.” (Mateo 5:17-18). Las palabras de Yeshúa son claras: ningún mandamiento de la Torá pasará mientras hayan cielo y tierra, esto incluye a las leyes de Kashrut.
  • Nunca Pedro informa de este nuevo “hallazgo teológico” a sus compañeros judíos. El relata la visión a sus compatriotas pero jamás dice algo como: y esto significa queridos hermanos que desde ahora ¡todo judío puede comer cerdo, liebre, camello y todo cuanto queremos!”. La interpretación y el entendimiento de todos al final fue: “Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo: ¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!” (Hechos 11:18). Si ni siquiera los primeros discípulos entendieron que este era un significado añadido de la visión, ¿Es lógico creer que siglos después, líderes del cristianismo posterior, lo entendieron mejor?
  • Lucas relaciona textualmente siempre a Cornelio y los gentiles, con la visión y nunca con la comida. Por ejemplo, vemos la clara relación en el texto que dice: “Y mientras Pedro estaba perplejo dentro de sí sobre lo que significaría la visión que había visto, he aquí los hombres que habían sido enviados por Cornelio, los cuales, preguntando por la casa de Simón, llegaron a la puerta.” (Hechos 10:17).
  • El sacrificio de Yeshúa fue hecho para purificar a los hijos de los hombres de todos sus pecados. El no murió para limpiar al cerdo, al armadillo ni al ratón sino a Israel y al mundo.
  • Tenemos testimonio de que mucho tiempo después, los discípulos judíos de Yeshúa, continuaban observando los mandamientos de Dios dados por Moisés. Incluso Jacobo, para eliminar toda duda sobre la observancia de Pablo, le dijo que finalizara un voto de Nazir (Nazareo) para que todos comprendieran “que no hay nada de lo que se les informó acerca de ti, sino que tú también andas ordenadamente, guardando la Torá (ley).” (Hechos 21:17-24). Si los discípulos tiempo después, seguían siendo fieles judíos creyentes en Yeshúa como Mesías de Israel, ¿Cómo se podría decir que Pedro entendió que estaba permitido comer cerdo, algo prohibido para todo judío?

Estos son solo algunos de los principales problemas que tiene dicha posición, por la que debe considerarse como una interpretación deficiente de la escritura.

En segundo lugar, para entender un poco más sobre la visión, debemos de clarificar ciertas cosas: No es cierto que la Torá de Moisés prohíba a un judío interactuar con un extranjero. Leemos en la Torá por ejemplo: “Y te alegrarás delante de El Eterno tu Dios, tú, tu hijo, tu hija, tu siervo, tu sierva, el levita que habitare en tus ciudades, y el extranjero, el huérfano y la viuda que estuvieren en medio de ti, en el lugar que El Eterno tu Dios hubiere escogido para poner allí su nombre.” (Deuteronomio 16:11. Enfasis añadido).

Este verso de la Torá habla de la celebración de las fiestas solemnes realizadas en Jerusalén, donde el extranjero estaba invitado a tener plena interacción con los hijos de Israel. En ningún lado de la Torá, encontramos una ley que diga más o menos: “no os acerquéis a un no judío”.

¿Por qué consideraba Pedro “abominable” juntarse a un extranjero? Debido a la alta contaminación ritual y espiritual de los gentiles del primer siglo, los rabinos preocupados por la integridad espiritual del pueblo, fijaron como norma preventiva, no entrar a la casa de ningún gentil. Esto debido a que podía ser un lugar donde hubiera ídolos, impurificación ritual por muertos enterrados ahí, comida no apta para el consumo judío, etc.

Leemos en la Mishná por ejemplo: “Las residencias de los gentiles son impuras” (Mishna Oholot 18:7). Debido a esta precaución rabínica impuesta como mandato (en hebreo “Guezera”), Pedro y otros judíos rechazarían ir donde un gentil. Algo grande tendría que pasar para hacer un lado un mandamiento rabínico preventivo observado por todo Israel, para ir donde un no judío.

Los rabinos consideraban a los gentiles susceptibles de impurezas rituales, éticas y espirituales y para preservar la santidad del pueblo judío, aconsejaban la menor interacción posible. Incluso, metafóricamente ciertos judíos se referían a los gentiles como animales impuros, debido a sus prácticas deplorables en la sociedad romana del siglo primero.

Por ejemplo, el Midrash compara al imperio de babilonia, medo-persa, griego y romano con los cuatro animales que la Torá ofrece como ejemplos de animales impuros, esto es, el camello, el damán, la liebre y el cerdo (Midrash Vayikra Raba 13:5).

La frase de Yeshúa: “ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos” (Mateo 7:6) es una exhortación a no desperdiciar enseñanzas espirituales profundas con romanos que no querían saber nada de Dios ni de su palabra.

Aaron Eby acertadamente nos dice: “Como podemos ver, los componentes de esta visión son típicos del simbolismo judío. Es una parábola profética. Tomar esta visión en sentido literal (como si Dios deseaba que Pedro comiera reptiles) sin interpretar el simbolismo sería como leer Daniel 7 y creer que es acerca de bestias monstruosas literales con múltiples cuernos y cabezas” (“Biblically Kosher”, Aaron Eby, pág. 42. First Fruits of Zion, 800.775.4807, www.ffoz.org.)

Cuando comprendemos este contexto, está claro porque Pedro y compañía entendieron el mensaje claramente, y porqué era necesaria una visión para causar esta resolución en Pedro: Algo sobrenatural debía de pasar para dejar claro que El Eterno había hecho algo grandioso, esto es, la purificación espiritual de los gentiles por la fe en su nombre y en su Mesías.

La precaución de Pedro y otros judíos con respecto a los gentiles tenía cierta razón por sus impurezas y prácticas abominables; sin embargo, El Eterno informa a Pedro que no tiene de que preocuparse pues ÉL MISMO hará algo increíble: El purificará el corazón de los gentiles; ante esto, Pedro ya no tendría nada que temer.

Esto fue exactamente lo que Pedro dirá después en Hechos 15, donde relatando lo acontecido con Cornelio apunta: “y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones.” (Hechos 15:9).

La reacción de los discípulos judíos a quienes Pedro dio el informe en Hechos 11 no fue decir: “¡De manera que Dios quiere que comamos cocodrilo!”, sino que fue: “¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!”

En ese día las puertas del mensaje de la redención a través del sacrificio de Yeshúa se abrieron a los gentiles también. Hasta ese momento, el mensaje había sido anunciado a judíos únicamente (Hechos 2, 5, 11:19) y a los samaritanos, quienes también tenían raíces israelitas (Hechos 8:1-25). Después de la visión de Pedro y la incorporación de Pablo, el mensaje se llevó a todas las naciones también. ¡Bendito sea el Eterno por su gran misericordia!

Vemos como la visión no es para nada una abrogación de las leyes dadas al pueblo judío por mano de Moisés. Dichas leyes son normativas y obligantes para todo judío, por ser responsabilidades de pacto con Dios. Obviamente esto, no como medio o mecanismo legal para justificación eterna, sino para vivir rectamente delante de Dios y cumplir con la misión de ser una nación sacerdotal y luz a las naciones.

Entre creyentes en Yeshúa, hay cierta controversia sobre si estas leyes son obligatorias para discípulos gentiles de Yeshúa como lo son para todo hijo de Israel o en qué grado deben de ser observadas por temerosos de Dios. La primera posición es que no son obligatorias debido a que son leyes de santidad adicional que El Eterno dio a Israel por ser una nación sacerdotal entre El Eterno y las demás naciones.

La segunda, que es muy similar a la perspectiva “One law theology” (“Teología una sola ley”) en este punto, es que son obligatorias tanto para gentiles y judíos al tener instrucciones dietéticas claras de parte de Dios.

Una tercera posición enseña, que si bien es cierto los no judíos no están obligados a guardarlas en su totalidad, deberían hacerlo según sus posibilidades para identificarse con el Mesías judío, sus emisarios y la ciudadanía espiritual del Israel Mesiánico que han recibido, al hacerlo, el Eterno premiará su devoción. Si estos gentiles visitan comunidades mesiánicas, deben de observar estas leyes con mucha más razón y establecer un estándar mínimo de observancia comunitaria.

En mi opinión, un no judío debería abstenerse de animales que no son “Kosher” por los siguientes motivos:

  1. Disciplina espiritual: Al enseñarle al cuerpo a no comer ciertas cosas, de manera subconsciente estamos adquiriendo dominio propio que es tan necesario en otras áreas de la vida.
  2. Confraternidad con Israel: Un discípulo no judío de Yeshúa, bien podría abstenerse de estos animales, como señal de compañerismo o relación espiritual con Israel. Hacerlo por los motivos correctos puede ser un poderoso mensaje entre las naciones.
  3. Cercanía con El Eterno: Cada mandamiento de la torá es una oportunidad para conectar con Dios. Un no judío puede abstenerse de estos animales con una actitud como está: “Padre celestial, a pesar de no tener esto como prohibido, a partir de hoy no comeré más de estos animales. He comprendido que tú los prohibiste a Israel como una manera de hacer, incluso de la alimentación, una oportunidad para la santidad. Quiero acercarme incluso más a ti, y por ello te dedico incluso mi alimentación siguiendo los parámetros que tu diste a tu pueblo Israel.”
  4. Obtener recompensa: Cada mandamiento también trae recompensa celestial, cuando se hace con la motivación correcta. Maimónides, uno de los más grandes sabios judíos, dijo de esto: “No debemos impedir a un gentil que desea llevar a cabo uno de los mandamientos de la Torá para recibir recompensa por hacerlo, probado que lo haga como es requerido.” (Mishné Torah, Hiljot Melajim 10:10).

En Mikdash Meat y también en Comunidades Unidas en el Mesías, creemos en la tercera posición al ser la que hace más justicia al texto bíblico y el contexto histórico.

Conclusión

Hemos visto como la visión de Pedro, no era una “misión” para comer reptiles y anfibios; sino una manera grafica y muy fuerte de explicar que el plan de redención en Yeshúa incluye a las naciones sin necesidad de convertirse en judíos, tal como está escrito:

“Pues os digo, que Yeshúa El Mesías vino a ser siervo de la circuncisión para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a los padres, y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia, como está escrito: Por tanto, yo te confesaré entre los gentiles, Y cantaré a tu nombre. Y otra vez dice: Alegraos, gentiles, con su pueblo. Y otra vez: Alabad al Señor todos los gentiles, Y magnificadle todos los pueblos.” (Romanos 15:8-11).

שבת שלום

¡Shabbat Shalom!

Isaac Bonilla

21 Feb, 2019

Parasha Ki Tisá

Shemot (Exodo) 30:11-34:35

 Haftara: Melajim Alef (1 Reyes) 18:20-39

¿Gracia vs Ley?

En esta parashá leemos muchas cosas en la Torá siendo quizás la más relevante el pecado del becerro de oro cometido por los hijos de Israel, cuando aguardaban a Moisés quien tardó en descender del monte donde recibía la Torá. Muchísimos comentarios se han expuesto a lo largo de los siglos a cerca del becerro de oro, tanto dentro del cristianismo como en el judaísmo. En esta ocasión, tocaremos un tema que a menudo provee mucha confusión, esto es el tema de la “Gracia de Dios”.

Muy a menudo en círculos del cristianismo, se suelen oír pensamientos como: “la gracia vino con Jesús porque antes era el tiempo de la ley”, “la gracia es lo contrario a la ley”, “la ley de Moisés no contiene gracia” y otros. En síntesis, frecuentemente la gracia es la antítesis de la Torá (Ley). Un verso bíblico es usado mucho para enfatizar estos conceptos como contrarios, esto es Juan 1:17 donde se dice: “Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Yeshúa El Mesías.”

La explicación es obvia para algunos: “la ley vino con Moisés, la gracia con Yeshúa”. ¿Es esto así? ¿No encontramos el concepto de gracia en las páginas del Tanaj, conocido como “El antiguo testamento”? Veremos que en efecto hay más gracia de la que podemos imaginar en el Tanaj y luego veremos qué quiso decir Yohanan (Juan) en el capítulo 1 de su libro.

En principio, debemos decir tajantemente una realidad: La gracia de Dios no es un concepto exclusivo ni nuevo de los escritos apostólicos, conocidos como “Nuevo testamento”. Vemos a un Dios lleno de gracia desde el inicio de la Torá y en el transcurso de la historia de Israel. Por ejemplo, leemos con respecto a Noé lo siguiente: “Pero Noé halló gracia ante los ojos de El Eterno.” (Génesis 6:8).

Claramente desde la narración del diluvio, vemos a un Dios todopoderoso, lleno de gracia hacia sus criaturas. Esto no ha escapado a los sabios judíos quienes dijeron en el Midrash: “Noaj fue salvado, no porque lo merecía, sino porque halló gracia.” (Bereshit Raba 28:8).

La palabra hebrea para gracia es “Jen” que significa: “gracia, favor, hermosura, agrado, simpatía, belleza”. Podemos ver la palabra claramente expresando belleza en el proverbio 31 donde leemos: “Falso es la belleza (Jen) y vana la hermosura, la mujer con temor al Eterno es la digna de alabanza” (Proverbios 31:30).

Claramente el concepto de gracia incluye el concepto de ser aceptado, ser visto con agrado y hallar favor delante de alguien. Este concepto es el mismo cuando se trata de la gracia divina, encontrar gracia delante de Dios, significa que Él nos vea con agrado, con hermosura, encontramos favor delante de él para tratarnos con gracia. ¡Bendito sea El por su infinita gracia!

En esta parashá, claramente la Torá describe a El Eterno como un Dios lleno de gracia cuando enumera lo que el judaísmo conoce como los trece atributos de misericordia (Midot HaRajamim).

El judaísmo encuentra en los atributos revelados a Moisés en Éxodo 34: 6-7, una de las más bellas y exactas descripciones de la naturaleza de Dios. Ahí leemos: “Y pasando El Eterno por delante de él, proclamó: ¡El Eterno! ¡El Eterno! Dios, misericordioso (hb. Rajum) y lleno de gracia (hb Janun); tardo para la ira, y grande en bondad y verdad; que guarda bondad a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado”.

La palabra “Janun” es precisamente derivada de la palabra gracia en hebreo (“Jen”). Claramente Moisés recibió la revelación de un Dios lleno de gracia que se vuelve del juicio y perdona inmerecidamente. Si observamos el castigo que Dios anuncia originalmente, y lo que Moisés obtiene al final, veremos cómo Moisés, sin ningún tipo de méritos de parte de los hijos de Israel, pudo interceder delante del Eterno quien perdonó y dio de su gracia.

Primeramente, El Eterno dijo a Moisés: “Ahora pues, déjame que se encienda mi ira en ellos, y los consuma; y haré de ti una gran nación” (32:10). Moisés intercede apelando a la honra del nombre de El Eterno diciendo ¿qué dirán los egipcios si haces esto? Y apelando al pacto hecho con Abraham, Isaac y Jacob (32:11-13). La respuesta de El Eterno es volverse de la ira anunciada inicialmente (32:14) y el no aniquilará en un juicio sumario al pueblo. Podemos llamar a esto “primera intercesión”.

Luego El Eterno anuncia: “yo enviaré delante de ti el ángel, y echaré fuera al cananeo y al amorreo, al heteo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo (a la tierra que fluye leche y miel); pero yo no subiré en medio de ti, porque eres pueblo de dura cerviz, no sea que te consuma en el camino.” (33:2-3). El Eterno mismo enviaría un ángel con el pueblo, pero su presencia no iría con ellos, el pueblo era de dura cerviz y Él no andaría en medio de ellos por el riesgo a consumirlos en su ira por sus múltiples malas acciones. Moisés intercede nuevamente diciendo: “Y dijo Moisés a El Eterno: Mira, tú me dices a mí: Saca este pueblo; y tú no me has declarado a quién enviarás conmigo. Sin embargo, tú dices: Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado también gracia en mis ojos. Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo.” (33:12-13).

El Eterno ahora dice que su presencia irá con Moisés, tal como está escrito: “Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso.”. Es decir a parte del ángel que enviaría, El Eterno acepta que su presencia vaya pero con Moisés únicamente. Esta podemos llamarla la segunda intercesión.

A continuación, Moisés sigue intercediendo y no se conforma con que El Eterno vaya únicamente con él y pide que El Eterno ande con él y con el pueblo diciendo: “¿Y en qué se conocerá aquí que he hallado gracia en tus ojos, yo y tu pueblo, sino en que tú andes con nosotros, y que yo y tu pueblo seamos apartados de todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra?” (33:16. Énfasis añadido).

El Eterno responde que Moisés ha encontrado gracia delante de él y que también hará esto último diciendo: “También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y te he conocido por tu nombre.” (33:17). Podemos llamar a esto la tercer intercesión; después de esto, Moisés increíblemente ¡Pide aún más! No satisfecho con lo obtenido, Moisés pide una revelación de la gloria de El Eterno, una comprensión más íntima de quien es este Dios tan lleno de amor con el que ha estado dialogando.

Él dice: “Te ruego que me muestres tu gloria.” (33:18). El Eterno accede diciendo que el dejará ver un pequeño destello de su gloria (metafóricamente “su espalda”) pero jamás su ser (metafóricamente “su cara”) pues no hay hombre que pueda vivir al contemplar esto (33:19-20). El Eterno accede haciendo pasar su bondad delante de Moisés quien estará detrás de la peña y revela los trece atributos que vimos anteriormente. Podemos llamar a esto la cuarta intercesión.

Después de esto, cabría la pregunta: ¿Puede alguien en verdad decir que Moisés y los hijos de Israel no conocieron la gracia de Dios? ¿Podríamos decir que el concepto de gracia es nuevo y no conocido por Moisés después de toda esta “gracia sobre gracia”? Absolutamente no.

La gracia de Dios no es contraria a la ley de Dios. La Torá es la guía de santidad para los hijos de Dios para que podamos obedecerlo dentro de sus normas y caminos. La gracia es aquel favor que encontramos delante de él, que hace que nos trate como no nos merecemos, sino con un favor inmerecido y no obtenido por nosotros mismos. La Torá está ahí para señalar al pecado, la gracia está ahí para perdonar al pecador que se arrepiente.

Así ha sido, así es y así será por siempre. Esto no es desconocido al judaísmo, por ejemplo, leemos en una fuente judía: “Sin misericordia divina, un pecado no podría simplemente desaparecer de las escalas de la justicia meramente porque el pecador se ha arrepentido” (Jumash Stone Edition, 509. Traducción del autor).

Es totalmente falso que en el Tanaj no hay gracia: la vemos con Noaj, con Moisés, con David, con Sansón, con Abraham, con Jacob, con Daniel, etc. Lo que sucede es que en los registros apostólicos y con la venida del Mashiaj podemos percibir más claramente la gracia de Dios que siempre ha existido.

¿Cómo es que Juan contrapone los dos conceptos entonces? En primer lugar, debemos decir que la palabra “pero” no está en el manuscrito de Juan. Es decir, la palabra “pero” ha sido agregada como un intento de clarificación, pero no fue escrita por el apóstol mismo. Es por eso que la versión textual reina Valera lee el verso así: “porque la ley por Moisés fue dada; gracia y verdad vinieron por Yeshúa El Mesías” (Juan 1:17, versión textual).

Como vemos, Juan no está haciendo una contraposición de dos cosas opuestas, sino que está comparando dos cosas complementarias y sucesivas en el tiempo. El pueblo recibió el primer pacto (El Eterno comprometiéndose a hacer de Israel una nación especial, y el pueblo comprometiéndose a cumplir la Torá) y la Torá por mediación de Moisés. Este pacto era absolutamente bueno, pero hubo un problema que registra Jeremías: “ellos invalidaron mi pacto” (Jeremías 31:32).

El pueblo entrará en la era mesiánica en un Nuevo pacto en donde el menor de ellos tendrá una revelación de El Eterno como nunca antes, ya que ninguno tendrá necesidad de decir “conoce al Eterno, pues todos me conocerán”. La base de este nuevo pacto fue la sangre ofrecida por el Mesías mismo, fuente de gracia y verdad para Israel quien podrá incondicionalmente disfrutar de perdón nacional de pecados cuando se cumpla lo escrito: “Todo Israel será salvo” (Romanos 11:26) y también: “porque perdonaré la iniquidad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:34).

En este sentido, Juan no está diciendo que Moisés no conoció la gracia, o que la gracia es contraria a la Torá. Lo que él está diciendo es que la recepción de la Torá se dio por medio de Moisés y el sacrificio que provee gracia incondicional y el nuevo pacto vino por medio de Yeshúa. Esto es complementario y no contradictorio o contrario entre sí.

Alternativamente, una segunda opción podría ser la intención de Juan: Moisés dio al pueblo la revelación de la Torá donde se dicen dos cosas aparentemente contradictorias. Leemos que Dios es “misericordioso (hb. Rajum) y lleno de gracia (hb Janun); tardo para la ira, y grande en bondad y verdad” (Exodo 34:6) y al mismo tiempo leemos que “de ningún modo tendrá por inocente al culpable”. (Exodo 34:7) y que incluso visita la maldad del pecador generaciones después (Si sus descendientes no se arrepienten claro).

¿Cómo es posible que El Eterno perdone la rebelión, la culpa y el pecado, y al mismo tiempo diga que de ningún modo tendrá por inocente al culpable? ¿No es esto una anulación de su justicia o de su gracia? Esto es lo que se percibió con claridad con la venida de Yeshúa. La gracia (al perdonar al pecador) y la verdad (al castigar el pecado en Yeshúa) se juntaron y pudimos ver cuál es la base legal por la que El Eterno puede ser justo y lleno de gracia al mismo tiempo. Yeshúa tomó nuestro pecado, recibiendo el juicio y veracidad de Dios, mientras que nosotros recibimos por su merito la gracia, tal como se nos dice: “La bondad y la verdad se han encontrado, la justicia y la paz se dieron un beso” (Salmo 85:10).

“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” (2 Corintios 5:21).

En otras palabras, lo que Juan está diciendo, es que Moisés reveló la Torá donde se encuentra la descripción de los trece atributos; sin embargo, fue hasta la revelación de Yeshúa y su sacrificio, que comprendimos como “la gracia y verdad” podían juntarse, y como no había contradicción entre la justicia y la gracia de Dios. De Yeshúa y de “su plenitud tomamos todos y gracia sobre gracia” (Juan 1:16).

Finalmente podemos ver un tercer significado adicional o alterno: Lo dicho por Juan puede tener que ver con la interpretación de la Torá que el Mesías dio. Quizás Juan está diciendo que la Torá (como texto o código de ley) fue dada por Moisés, mientras que la explicación de la Torá que revela la gracia y verdad de Dios como nunca antes, vino por medio del Mesías. Esto es similar a lo que dice el Midrash (una antigua fuente judía): “La Torá que la persona estudió en este mundo es aire frente a la Torá del Mashíaj” (Kohelet Raba 11:7).

De una cosa podemos estar seguros: La gracia de Dios no es el plan “B” del Eterno ante el fracaso de la Torá, y Juan 1:17 no respalda este pensamiento. La gracia de Dios es algo que siempre ha sido manifestado en cierto grado, y se dejó ver como nunca antes, aquel día en aquel madero donde la justicia y la misericordia se juntaron y cuando nuestro Maestro dijo: “Consumado es” (Juan 19:30) proveyendo la fuente de gracia, misericordia, bondad y verdad para Israel y el mundo.

Es por la gracia del Mesías y su sangre, que podemos encontrar perdón de todas nuestras transgresiones de la Torá (pecados) que hemos cometido. Es en él, que todos pueden encontrar perdón y siempre un medio de expiación y reconciliación eterna, tal como se nos dice:

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16).

“Pero ahora, aparte de la Torá (es decir no por nuestro esfuerzo en adherirnos a los preceptos), se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la Torá y por los profetas (esto es anunciada en ellos); la justicia de Dios por medio de la fe en Yeshúa El Mesías, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios (como diría el Rey David (Salmo 143:2): “No se justificará delante de ti ningún ser humano”), siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Yeshúa El Mesías,” (Romanos 3:21-24. Paráfrasis añadida).

 

¡Shabbat Shalom!

Isaac Bonilla

25 Dic, 2018

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05 Nov, 2018

Haftará Toldot

Haftará Toldot

Malají(Malaquías) 1:1-2:7

 

“Los sacerdotes no dijeron: ¿Dónde está El Eterno? Y los que tenían la ley no me conocieron; y los pastores se rebelaron contra mí, y los profetas profetizaron en nombre de Baal, y anduvieron tras lo que no aprovecha. “(Jeremías 2:8)

La vida de un pueblo, una comunidad o una familia gira alrededor del conocimiento o la ignorancia de los gobernadores, líderes, o cabezas de hogar. El amor o el desdén hacia el Eterno o las cosas sagradas dependen de sus comentarios, frases o acciones.

Si creemos que Dios nos ama, probablemente esperaremos que las cosas marchen bien y en perfecta armonía, pero si dudamos de su amor toda dificultad o problema será una evidencia de su falta de amor, pero nunca meditamos en demostrar nuestro amor hacia él. Consecuentemente tendremos una actitud infantil o caprichosa, y estaremos en un campo de batalla: Si él me bendice y prospera, él será el centro de mi alabanza, pero sino recibo lo que quiero, mi alabanza, mi oración y mi servicio serán mediocres.

Un pensamiento similar tenía el pueblo que había vuelto de Babilonia, sus sacrificios eran defectuosos, y profanaban el altar del Eterno, esto porque ellos dudaban del amor eterno que Dios tenia y que demostraba con ellos. Al parecer no lo comprendían y por ende el respeto y la honra al Eterno habían decaído, a tal punto que ofrecían animales defectuosos sobre el altar y la avodá HaShem se había convertido un mero ritual frio y sin sentido.

Malaquías es el último de los profetas escritores, su ministerio se desarrolló en el siglo V (465-432 AEC Aprox.) fue el tercer profeta post-exilio, junto con Hageo y Zacarías.

Mientras Hageo y Zacarías dieron mensajes de aliento al pueblo, para recobrar los ánimos de la nación y para la reanudación de los trabajos del templo, Malaquías dirigió su vaticinio de exhortación al sacerdocio, a los líderes y a la nación completa.

Su mensaje no fue de ánimo, sino una exhortación muy fuerte por el desdén en la Avodah HaShem; todos habían caído en una religiosidad, un mero ritualismo; su corazón se había apartado del propósito primario de la adoración en el templo. Resulta hasta inverosímil, que el pueblo Judío acabada de salir de un exilio en Babilonia durante setenta años, y en lugar de ser fervorosos en el servicio a El Eterno, muchos eran fríos e irrespetuosos por las cosas sagradas.

Introducción del libro.

Malaquías es el último profeta escritor, su profecía no es precisamente lo que esperaríamos encontrar. Cualquiera podría concluir, que después de los mensajes de Hageo y Zacarías, el pueblo había logrado su máximo sueño: construir el templo. Y así como el templo estaba en pie, la gente estaba llena de gratitud al Eterno por estar en su tierra, en su pueblo y con el centro de adoración en pie. Pero trágicamente no era así.

La ciudad estaba habitada, el templo había sido construido, la idolatría había sido erradicada del país; pero la indolencia, la soberbia y el desdén por lo divino oscurecían la ciudad y el templo.

El historiador bíblico John Bright, comenta: “Los sacerdotes aburridos de sus deberes, no veían nada malo, en ofrecer al Señor animales enfermos o lisiados (Mal. 1:6-14), y su parcialidad al interpretar la Ley había degradado su oficio a los ojos del pueblo (Mal. 2:1-9). Se descuidada el sábado y se permitían los negocios en él (Neh. 13:15-22). El incumplimiento de los diezmos (Mal. 3:7-10), obligó a los Levitas a abandonar sus deberes para poder vivir (Neh. 13:10). Además había echado raíces el sentimiento de que no había ninguna ventaja en ser fiel a la Ley (Mal. 2:17; 3:13-15)… Al pobre que hipotecaba sus campos en tiempos de escasez, o para pagar los tributos, se le embargaban los bienes, y juntamente con sus hijos era reducido a la esclavitud.”

La analogía entre la Parashá y la Haftará consiste en la relación entre Esav (Esaú) y Ya’akov (Jacob), tema predominante en la Parashá. Por supuesto, Malají se referirá a Esaú como pueblo de Edom y a Jacob como pueblo de Israel.

El resto de la profecía contiene una severa amonestación contra los cohanim (sacerdotes) de los primeros tiempos del segundo Templo de Jerusalem. La tergiversación del valor del sacrificio ritual que llegaba a proporciones inimaginables, y otros temas que ya citamos al principio.

“Carga de la palabra de El Eterno contra Israel, por medio de Malaquías. Yo os he amado, dice El Eterno; y dijisteis: ¿En qué nos amaste? ¿No era Esaú hermano de Jacob? Dice El Eterno. Y amé a Jacob, y a Esaú aborrecí, y convertí sus montes en desolación, y abandoné su heredad para los chacales del desierto. Cuando Edom dijere: Nos hemos empobrecido, pero volveremos a edificar lo arruinado; así ha dicho El Eterno de los ejércitos: Ellos edificarán, y yo destruiré; y les llamarán territorio de impiedad, y pueblo contra el cual El Eterno está indignado para siempre. (Malají 1.1-4)”

La frustración y desanimo por las constantes amenazas de sus enemigos ya habían hecho mella en la construcción del templo y la ciudad. Ahora que todo estaba edificado, ellos sentían un rechazo de parte de Dios porque “el exilio” aún no había terminado; aunque habían regresado después de 70 años en Babilonia, aun no eran libres. Los Medos y los persas eran la nueva hegemonía mundial, y el pueblo estaba sojuzgado por este imperio.

Ellos decían ¿en que nos amaste? ¿Nos amaste y permitiste que el babilonio nos sitiara, nos conquistara, nos llevara cautivos y que destruyera nuestra ciudad y el templo?

Lo que muchos no analizaban, es que todo esto les sucedió por haberse apartado del buen camino de la torá al haber violado el pacto (Lev. 26). Su pregunta era infundada por que no era la primera vez que El Eterno les expresaba su amor incondicional, amor al cual ellos habían fallado.

El amor de El Eterno por su pueblo fue manifestado cuando Él los saco de Egipto de la casa de servidumbre:

“Porque tú eres pueblo santo para El Eterno tu Dios; El Eterno tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra. No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido El Eterno y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; sino por cuanto El Eterno os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres, os ha sacado El Eterno con mano poderosa, y os ha rescatado de servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto. (Deuteronomio 7:6-8)

Vemos por lo menos dos razones por las cuales El Eterno ama al pueblo, estas son: 1) porque El Eterno había tenido misericordia 2) Por el pacto que hizo con los padres. Pero ellos se olvidaron de que El Eterno los había amado desde los días de su Juventud, como escribió el profeta: “Cuando Israel era muchacho, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo.” (Oseas 11:1).

Cuando Israel ensanchaba su territorio, cuando eran prósperos y cuando su milicia era poderosa, menospreciaron las palabras del Eterno en su torá (Os. 8:12), e ignoraron las reprensiones de los profetas:

“Y no oyeron ni inclinaron su oído; antes caminaron en sus propios consejos, en la dureza de su corazón malvado, y fueron hacia atrás y no hacia adelante, desde el día que vuestros padres salieron de la tierra de Egipto hasta hoy. Y os envié todos los profetas mis siervos, enviándolos desde temprano y sin cesar; pero no me oyeron ni inclinaron su oído, sino que endurecieron su cerviz, e hicieron peor que sus padres. Tú, pues, les dirás todas estas palabras, pero no te oirán; los llamarás, y no te responderán. Les dirás, por tanto: Esta es la nación que no escuchó la voz de El Eterno su Dios, ni admitió corrección; pereció la verdad, y de la boca de ellos fue cortada.” (Jeremías 7:24-28).

A pesar de lo escrito en la torá y en los profetas, el pueblo no estaba completamente convencido del amor del Eterno. Hashem les recuerda, a través del profeta Malaquías, su amor desde el principio, cuando el aceptó a su padre Jacob y no a Esaú. “Amé a Jacob, y a Esaú aborrecí” (1.2-3)

Ese amor hacia Jacob era el que ellos no entendían; ellos estaban reedificando y tenían la promesa de ser la cabeza de todos los montes, de ser la ciudad del gran rey y sobre todo que de ellos saldría el Mesías, la estrella de Jacob. En contraposición Esaú, aunque reedificara sus ruinas, volvería a ser destruido: “Ellos edificarán, y yo destruiré; y les llamarán territorio de impiedad, y pueblo contra el cual El Eterno está indignado para siempre.” (1:4).

La evidencia histórica es la mayor prueba de esa palabra: El pueblo de Israel está en su tierra, pero de Esaú solo existen ruinas, nunca fue reconstruido y hoy toda su gloria solo es un bonito centro de atracción turística: Petra, la ciudad de piedra.

Antes de pasar al siguiente punto esclareceremos en que consiste el aborrecimiento hacia Esaú. No es que en realidad el Eterno ame a Israel y odia a Esaú.

Cuando Malaquías dice “A Esaú aborrecí”, hace uso de un hebraísmo, una manera de hablar en la cultura hebrea. En realidad, no significa que se odia a una persona; sino que, en comparación con otra, se ama menos a alguien. Esto lo encontramos evidenciado en la torá:

  • “Y se llegó también a Raquel, y la amó también más que a Lea; y sirvió a Labán aún otros siete años (Génesis 29:30)
  • “Si un hombre tuviere dos mujeres, la una amada y la otra aborrecida, y la amada y la aborrecida le hubieren dado hijos, y el hijo primogénito fuere de la aborrecida (Deuteronomio 21:15). No es que un hombre viva con dos mujeres una amada y la otra odiada, sino que sucede lo mismo que con Jacob y Raquel y lea, una era muy amada y la otra menos amada.

Al entender esto podemos comprender lo que Malaquías está diciendo: La máxima prueba de amor por Jacob es que lo había elegido como su pueblo, y no a Esaú. El amor de elección y de pacto había sido mucho mayor para con Jacob y podía verse expresado en observar las ruinas de Edom y su ciudad Petra.

A pesar de la muestra del amor y la bondad del creador por su pueblo, este perecía no corresponder las manifestaciones de amor: El pueblo se había vuelto frio e indiferente, en la adoración. Esto era manifestado a través de los sacrificios, ofrendas y diezmos.

El servicio al Eterno (Hebreo:Avoda HaShem) se había convertido en un mero rito estéril y sin sentido, la indolencia era el diario vivir en el templo sagrado. El respeto y el honor hacia el creador del universo y hacia su redentor y salvador se habían hecho casi nulos; el respeto por las cosas santas y el honor al Eterno se había vuelto un mero rito religioso.

“El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? Y si soy señor, ¿dónde está mi temor? Dice El Eterno de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre? En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis: ¿En qué te hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa de El Eterno es despreciable. Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo, cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto? Dice El Eterno de los ejércitos.” (Malají 1:6-8)

Parece inverosímil, pero es real: El pueblo acababa de salir de un exilio, tenía la protección divina y sobre todo su amor manifestado en su retorno, repatriación y la construcción del santo templo; pero a pesar de todo, ellos sentían un desdén por las cosas santas. Los sacrificios habían perdido todo sentido, y quienes los ofrecían se habían vuelto indiferentes.

El pueblo deshonraba al Eterno al presentar animales no aptos para el sacrificio y los sacerdotes erraban al aceptar estos animales que la torá no permitía. Los encargados de enseñar esto eran ellos, pues en sus labios el pueblo buscaría la torá (2:7).

La primera de las reprimendas que da el Eterno a través del profeta, iba dirigida hacia los sacerdotes, pues ellos habían profanado el nombre del Eterno al ofrecer “pan inmundo” sobre el altar. Si los sacerdotes no hubieran recibido ni ofrecido animales defectuosos que el pueblo les presentaba, nunca hubieran deshonrado el altar.

El pueblo los llevaba y los sacerdotes los aceptaban, los ofrecían sin ningún problema. ¿Quién era más culpable? ¿Quién los llevaba o quien los ofrecía sobre la mesa del Señor? La respuesta es sencilla: los sacerdotes. ¿Por qué? Porque ellos eran los conocedores de la torá, y en la torá se prohibían que los animales tuvieran defectos:

“Habla a Aarón y a sus hijos, y a todos los hijos de Israel, y diles: Cualquier varón de la casa de Israel, o de los extranjeros en Israel, que ofreciere su ofrenda en pago de sus votos, o como ofrendas voluntarias ofrecidas en holocausto a El Eterno, para que sea aceptado, ofreceréis macho sin defecto de entre el ganado vacuno, de entre los corderos, o de entre las cabras. Ninguna cosa en que haya defecto ofreceréis, porque no será acepto por vosotros. Asimismo, cuando alguno ofreciere sacrificio en ofrenda de paz a El Eterno para cumplir un voto, o como ofrenda voluntaria, sea de vacas o de ovejas, para que sea aceptado será sin defecto. Ciego, perniquebrado, mutilado, verrugoso, sarnoso o roñoso, no ofreceréis éstos a El Eterno, ni de ellos pondréis ofrenda encendida sobre el altar de El Eterno” (Levítico 22:18-22)

La torá establece los tipos de animales y las cualidades que estos deberían de tener, para poder ser aceptados en el altar. Si el pueblo por desconocimiento los llevaba a ofrecer, los que tenían el deber de aceptarlo o rechazarlo eran los sacerdotes.

Esto nos enseña que los líderes son los responsables del comportamiento de nuestras comunidades. El liderazgo en un gran privilegio, pero de igual tamaño y peso es la responsabilidad. Los sacerdotes no exhortaban al pueblo por ende este continuaba llevando una ofrenda que deshonraba el nombre del Eterno.

La honra y el respeto no solo se expresan en palabras sino en cómo materializamos nuestro respeto y honor. La honra no es solo una mera expresión en frases retóricas, sino también en lo que nosotros le damos a nuestro Creador.

En la época del tabernáculo o el templo, la adoración y la honra al Eterno se hacía manifiesta a través de las ofrendas que el pueblo llevaba, los animales (Si ese era el caso) tenían que ser perfectos, sin ningún defecto, pero no solo eso, sino también debía el oferente hacer aquella ofrenda con una disposición correcta. En su corazón debía de haber gratitud y alabanza para su hacedor. Si el animal era perfecto pero la intención del corazón no lo era, la letra del mandamiento se cumplía, pero era algo inerte y sin sentido; y peor aún, cuando el animal era defectuoso y la intención incorrecta, el respeto y el honor del Eterno se reducía a nada.

¿Qué sucede ahora cuando no hay templo y nuestra ofrenda diaria es la oración? ¿presentamos un sacrificio de labios que honra y da alabanza al Eterno o estamos en igual o peores circunstancias que el pueblo en los tiempos de Malaquías?

La experiencia de la oración no es una mera repetición mecánica. En el judaísmo se enseña que existe una oración que sale de lo profundo del corazón y se le conoce como “Tefilá shel Halev” (oración del corazón) y también se enseña que al momento de orar se debe tener un nivel de concentración (Kavaná). Esto aplica a todo lo que hagamos en aras de los cielos, nuestra oración, nuestra alabanza, nuestro servicio, etc.

Si no lo hacemos así, con el respeto debido para honrar al Eterno, entonces es un “Guf bli neshamá” (cuerpo sin vida). Un mero ritualismo, y no cumplimos el principal de todos los mandamientos: amaras a El Eterno tú Dios con todo tu corazón.

Nuestro Rabí y Salvador Yeshúa, lo dijo muy claro al declarar que ese era el más grande de todos los mandamientos: “Yeshúa le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; El Señor nuestro Dios, El Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos” (Marcos 12:29-31)

Nuestro amor implica entregar todo, y todo es todo, y eso es algo que nos cuesta entender. El pueblo estaba deshonrando al Eterno al no dar lo mejor de sí, al no honrar a su creador con todo lo que ellos tenían y eso implicaba sus bienes.

La honra al Eterno implica dar de nuestros bienes: “Honra a El Eterno con tus bienes, Y con las primicias de todos tus frutos; Y serán llenos tus graneros con abundancia, Y tus lagares rebosarán de mosto.” (Proverbios 3:9-10)

Fácil es criticar el estado del pueblo en los tiempos de Malaquías, pero es difícil confrontar nuestra realidad y darnos cuenta de que algunos podemos estar en igual o en peor condición que el pueblo.

Ellos podían apelar a la ignorancia y a su contexto, pero nosotros tenemos toda la revelación de la escritura. Nuestra actitud al Eterno parece igual, cuando no honramos al Eterno con nuestros bienes, ni los ponemos al servicio de nuestro ministerio. Y si lo hacemos ¿Cómo y por qué lo hacemos?

¿Lo hacemos con la mejor de nuestras disposiciones o no? ¿Lo hacemos por amor o por obligación? Que el espíritu de santidad que ha sellado nuestros corazones nos lleve a toda verdad y nos enseñe a poner nuestras habilidades, nuestros recursos, nuestro tiempo, a su servicio y para su honra. Sobre todo, que podamos exaltar su nombre y llevar su mensaje a todos los pueblos.

Bajo las alas de Dios de Israel

Francisco Hidalgo

 

31 Oct, 2018

Yitzjak Lichtenstein: Judío ortodoxo, talmudista y creyente en Yeshúa hasta la muerte.

La idea común en nuestro mundo concerniente al pueblo judío es simplemente: “Los judíos no creen en Jesús”, más que diferenciar al pueblo judío por el Shabbat o por la torah, la distinción más rápida, fuerte e inmediata es la no creencia en Jesús.

Al mismo tiempo, ser cristiano es reconocer la mesianidad de Jesús y su rol suficiente en la salvación eterna. De ahí que, en la opinión popular no se puede creer en Yeshua (Jesús) sin ser cristiano y no se puede creer en él sin dejar de ser judío. ¿Será posible creer en Yeshua (Jesús) sin ser cristiano y siendo judío? Dos palabras nos dan la respuesta: Isaac Lichtenstein.Isaac Lichtenstein nació el 9 de Abril de 1825, un séptimo día de panes sin levadura en Nikolsburg en una familia judía ortodoxa, en 1850 se convirtió en un rabino de distrito en Tapiószele, Hungría. Era un celoso rabino ortodoxo amado por su congregación. El Rabino tuvo su primer encuentro con el nuevo testamento cuando un maestro judío le acercó una biblia con el Nuevo testamento incluido. Lichtenstein lo reprendió y le quitó el libro confinándolo por aproximadamente treinta años a la esquina de su librera.

En 1882 un escándalo tocó profundamente a la comunidad judía en Hungría. Una niña de 14 años desapareció de su villa en Tiszaeszlar, días antes de Pesaj. Un rumor comenzó a circular: “Los judíos la secuestraron, la mataron ritualmente y usaron su sangre para comer matzah”. Además de ser uno de los rumores más ridículos de la historia, era un mito común en esas épocas.

Una gran campaña antisemita estalló contra los judíos en Hungría, en el parlamento se hablaba de expulsarlos a todos. Incluso un niño judío de 5 años fue sobornado y obligado a declarar sobre el asesinato de la niña. Los cristianos que guardaban antisemitismo en su corazón destaparon lo peor de su interior.

El cargo se debilitó cuando un rio exhibió el cuerpo de Ester (la niña de 14 años que había desaparecido) sin señales de violencia. Lichtenstein había sido víctima de antisemitismo en su niñez cuando un hombre golpeó a su padre por no hacerle espacio para pasar; además de eso fue víctima de pedradas en más de una vez al dejar la sinagoga. El escándalo de Tiszaeszlar parecía ser la confirmación del odio y antisemitismo de Jesús y los cristianos. Lichtenstein diría en un libro:

“¿Qué impresión puede un judío formarse de una religión cuyos confesores sostienen tal decadente sospecha?” (Two letters. Citado de “The everlasting Jew”, Jordan Levy y Daniel Lancaster, ffoz, 800-775-4807, www.ffoz.org, pág. 11. Traducción libre).

La verdad salió a la luz y el caso fue cerrado como muerte natural. Algo que llamó profundamente la atención de Lichtenstein fue la tenaz defensa, que algunos cristianos hicieron de los judíos. El erudito Franz Delitzsch por ejemplo, citando el nuevo testamento, llamaba a un cambio de actitud hacia los judíos.

Lichtenstein profundamente impactado, decidió averiguar por si mismo ¿Quién era el verdadero Jesús? El Rabí Húngaro tomó el mismo nuevo testamento que había decomisado hace más de treinta años y su vida jamás fue la misma. Hasta el día de hoy recordamos sus impresiones al leer los registros apostólicos: “Buscaba espinas y encontré rosas; descubrí perlas en lugar de guijarros, en lugar de odio amor, en lugar de venganza perdón” (judaism and Cristianity. Citada de “The everlasting Jew”, Jordan Levy y Daniel Lancaster, ffoz, 800-775-4807, www.ffoz.org, pág. 13. Traducción libre).

Poco tiempo después, Lichtenstein privadamente hizo inmersión en nombre de Yeshua él solo. Desde ahí se consideró discípulo del gran rabí galileo.

A pesar de mantener su creencia oculta, en un Shabbat Lichtenstein menciona la frase “sepulcros blanqueados” y finalmente anuncia públicamente su fe en Yeshua. El escándalo estalló por esa declaración.

Nuestro buen Rabino es llamado a Budapest y se presenta ante un Bet Din, los integrantes son: Rabbi Samuel Kohn, Rabí Meyer Kayserling Y Rabí Samuel L’w Brill. Los tres al unisonó le decían ¡Retráctate! Lichtenstein respondía: “Caballeros, con mucho gusto me retractaré si me convencen que estoy equivocado”. Kohn respondió: “No es cuestión de convencimiento, sino todo lo que debes hacer es retractarte”.

Lichtenstein no se retractó y al ver que no podían doblegarlo, Kohn le sugirió bautizarse y unirse a una iglesia y declararse cristiano. Lichtenstein le respondió: “No tengo intención de unirme a ninguna iglesia”, el había encontrado en Yeshua “El verdadero judaísmo” y no la razón para abandonar a su pueblo

Toda su vida rechazó el bautismo cristiano y murió como judío ortodoxo, nadie le quito su puesto de rabino, su gente lo siguió amando y renunció a su oficio de rabino por su avanzada edad y su salud; sin embargo siguió manteniendo su titulo con la comunidad aunque ya no era su encargado.

El papa oyó de él y le envió su representante ofreciéndole grandes cosas, él rehusó esta y todas las demás ofertas de unirse al cristianismo y dejar de ser judío, él dijo: “Me mantendré en mi nación, amo a Cristo y creo en el Nuevo Testamento; pero no me uniré a la cristiandad. Así como el profeta Jeremías, después de la destrucción del templo, a pesar de las generosas ofertas de Nabucodonosor y el capitán de su ejército, escogió en su lugar mantenerse y lamentar entre las ruinas de la santa ciudad y con el despreciado remanente de sus hermanos” (Ibíd., pág. 24).

Nuestro incansable Rabí enfrentó valientemente toda la persecución por su fe y su familia (su esposa e hijos) vinieron a creer en Yeshua también. El murió en 1908 en un Hoshana Raba, su tumba está en el cementerio judío de Budapest. Su inscripción dice: “Aquí yace y también se levantará, nuestro maestro el rabí Yitzjak Lichtenstein (pueda su recuerdo ser bendito) que dejó este mundo en el día de Hoshana Raba y fue enterrado en Simjat Torah 5669”.

Lichtenstein no conoció en sus días ninguna congregación de judíos creyentes en Yeshua, él se sentiría muy feliz al ver el rápido crecimiento del movimiento que él impulsó. Todos los judíos creyentes en Yeshua, recuerdan al célebre y sabio Rabí Lichtenstein.

Hay ciertas cosas que debemos destacar sobre Él, las cuales son grandes enseñanzas para todo el cuerpo del Mesías.

  1. Su positivo concepto de los registros apostólicosA menudo escucho en círculos mesiánicos que cuentan con teologías superficiales, frases que tienden a socavar la confiabilidad de los registros apostólicos (conocidos como Nuevo testamento). El hecho que la critica textual e histórica ha revelado que hay fragmentos pequeños que son añadidos tardíos que no formaban parte de los manuscritos originales, ha creado una fobia en estos círculos. Algunos tienden a ver con menosprecio a dichos escritos y los ven con una confiabilidad reservada. Por otro lado, están los anti-misioneros que indican que ningún judío que lea el “Nuevo testamento” por si solo encontrará judaísmo. Lichtenstein es un testimonio de la ingenuidad de ambas cosas, él siendo un rabino leyó los escritos apostólicos sin la influencia cristiana antisemita que lo rodeaba e hizo la siguiente descripción de ellos:“Había pensado que el Nuevo testamento era impuro, una fuente de orgullo, de egoísmo arrogante, de odio, de la peor clase de violencia. Pero mientas lo abría, me sentí particular y maravillosamente. Una repentina gloria, una luz, resplandeció en mi alma. Buscaba espinas y encontré rosas” (Judaism and christianity Citado de “The everlasting Jew”, Jordan Levy y Daniel Lancaster, ffoz, 800-775-4807, www.ffoz.org, pág. 13)
  2. Su noción de que un judío creyente en Yeshua, no debe dejar de ser judíoUn error muy popular entre los judíos que no creen en el mesiazgo de Yeshua, es que todos los judíos creyentes en él y los no judíos que los siguen en el movimiento mesiánico, desean que los judíos dejen de ser judíos y se conviertan a otra religión. Esto es entendible por el pasado, en donde el judío fue sometido a un esfuerzo constante de “des-judaización”. Sin embargo, el miedo es simplemente eso: miedo infundado. A pesar de que algunos judíos tristemente han dejado de practicar la torá que es parte fundamental del pacto ancestral con Dios, esto no significa que sea lo deseado ni la universalidad en el movimiento. Esta no fue la intención ni de Yeshua ni de sus emisarios.Creo que Isaac Lichtenstein no pudo expresar mejor esto. Cuando a él se le dio la opción en múltiples oportunidades de bautizarse y unirse al cristianismo y dejar de ser judío, la rechazó siempre. En uno de sus libros él dice:“¿Israel cesará de ser una nación cuando al final reconozcamos en el Mesías a nuestro redentor y Rey? ¿Debemos entonces nosotros ser absorbidos en la cristiandad, y habrá un fin a nuestro pueblo divinamente santificado? ¡De ninguna manera!” (ibíd. 85)

    Lichtenstein entendió perfectamente el mesianismo de Yeshua: El judío debe de seguir siendo judío, debe de observar la torah más celosamente que nunca, el no judío no debe de guardar todo lo que el judío hace, sino los aspectos universales de la Tora. El férreo testimonio del rabí talmudista hasta la muerte, rechazando el bautismo cristiano y quedándose en el seno del judaísmo, es un testigo al mundo del verdadero mensaje de Yeshua para judíos y gentiles.

  3. Su defensa de los jajamim del talmudEn algunos círculos cristianos y mesiánicos se trata a la tradición de Israel legada por los rabinos como “la levadura farisaica”. El concepto negativo se basa en malinterpretaciones del talmud, por la generalización de opiniones particulares y otros errores a la hora de arribar al talmud. Lichtenstein hizo un libro llamado “The talmud on trial” en donde explica algunos pasajes talmúdicos malinterpretados y defiende a la viva tradición de Israel. Su ejemplo es un testimonio de la relación que debe de haber con el talmud en los creyentes en Yeshua, y de lo falso que es el cargo anti misionero que dice que los discípulos de Yeshua buscan destruir el judaísmo.
  4. Su defensa de los “verdaderos cristianos”En nuestros días, hay muchos creyentes criados en iglesias cristianas que se desencantan con el cristianismo por las creencias erróneas que pululan por los aires de las iglesias (teología del reemplazo, antinomianismo, teología de la prosperidad, emocionalismos frenéticos, sentimientos anti-Israel, etc). Estas personas se atraen por el movimiento mesiánico y automáticamente convierten al cristianismo en su blanco de ataques. Absolutamente todo lo que tenga que ver con los cristianos es “pagano”, “cristiano”, “algo de roma” y quien sabe cuántas cosas más.Aunque es cierto que el cristianismo tiene fallas históricas que recientemente se empiezan a corregir, tampoco es cierto que sea un sistema totalmente corrompido por el error. Muchos cristianos son creyentes en Dios, con una sinceridad y santidad muy altas. No es sano que se arremeta tan intensamente contra un movimiento que ha sido usado por El Eterno para diseminar su palabra en el mundo. ¿Hay muchos cristianos hipócritas? Pues sí, virtualmente en cada movimiento humano hay personas que no viven por el estándar que dicen vivir. Sin embargo, también están los que no son hipócritas, los que representan lo mejor del cristianismo y que son personas sinceras con las que se puede dialogar en un ambiente serio y de respeto.Lichtenstein entendió perfectamente que el cristianismo tenía ciertas cosas malas y que en el pasado había hecho muchas cosas malas. Al mismo tiempo entendió que había personas entre los no judíos que estaban en el cristianismo, en donde el amor, la bondad y la santidad eran innegables. En los días de Lichtenstein habían judíos ateos y no por ello el condenaría al sistema llamado judaísmo por individuos que no daban el ancho. El compara a esos judíos “de nombre solamente” con los cristianos que son únicamente “de nombre”.

    El rab dice: “Pero les digo sobre la autoridad del pleno sentido del Nuevo testamento, que los cristianos que no aman a cada uno, aquellos cuyos corazones no palpitan el amor y hermandad por su prójimo, sin importar su clase o raza, que son vengativos o hacen mal de cualquier clase, son cristianos en nombre solamente” (ibíd. 84)

    Lichtenstein recuerda a sus hermanos judíos los orfanatos, instituciones benéficas sin ningún lucro, hospitales con fines sociales, obras de beneficencia, etc. Todo el bien que ha sido hecho por esos cristianos que en realidad viven la parte ética de la torah y de la enseñanza de Yeshua. El pregunta ¿De dónde salió esto? ¿De dónde salió esto en el mundo gentil?, esto no se conocía en la Grecia ni en la Roma previa a Yeshua. El legado positivo de Yeshua en el mundo gentil es innegable. Cada vez que un cristiano hace algo mal, no es porque Yeshua lo mandó, es porque él no es consistente con su Maestro. La ética, la moral, las altas enseñanzas de Yeshua han tenido un impacto en el cristianismo que no se puede ignorar.

    Lichtenstein tenía claro que el cristianismo no es para judíos, el judío debe de seguir observando el estilo de vida de la torah y la comunidad de Israel. Sin embargo, si consideraba que el cristianismo (una vez purificado de los errores históricos) podría ser un movimiento sano entre los no judíos.

    Nuestra misión no es sepultar al cristianismo, sino ensenar a todo creyente no judío, a cumplir nuestro rol juntamente con Israel en compañerismo y no en rivalidad, en complemento y no en reemplazo, en amor y no en odio, en confianza y no recelo.

Conclusión

La vida del rabí Yitzjak Lichtenstein es un ejemplo de múltiples cosas: entrega, coraje, sinceridad, fidelidad a la Torah y a Israel, el amor a Yeshua, mente equilibrada, bondad, auto sacrificio. Sería bueno que en cada Hoshana Raba (el séptimo día de la fiesta de Sukot) todos los creyentes judíos y no judíos recordaran un momento a aquel gran hombre, pionero incansable de la fe en Yeshua dentro del judaísmo. Aquel que hizo posible que hoy haya un movimiento que lo respeta y sigue con más fuerza que nunca.

Gracias a El Eterno nos regocijamos en Hoshana Raba junto al rabí Húngaro que sacó “aguas con alegría de las fuentes de Yeshua (salvación)” (Isaías 12:3)

Con bendición
Isaac Bonilla

29 Oct, 2018

Los libros de la tradición Judía

Todo libro requiere del contexto para entenderse de manera óptima. Sin ese contexto se corre el riesgo de malinterpretar el escrito, aparte de esto, la opinión de los eruditos que han estudiado dichos libros es valiosísima a la hora de entenderlo. Si estamos hablando de un código legal dichos comentarios adquieren un valor trascendental, sería iluso perder esa riqueza en el estudio de cualquier libro ¿No?

¿Qué tal en la biblia y en el Judaísmo? ¿Existen versos o libros que nos ayuden a entender el contexto de la biblia? ¿Hay recopilaciones de opiniones importantes sobre la biblia? Es nuestra intención hacer una breve introducción en este estudio, una introducción al mundo de los escritos judíos.

En nuestros días tenemos una abundancia de libros judíos a nuestro alcance, debemos saber que libros son considerados una autoridad en el judaísmo y que son fuentes de la tradición(halaja).

Los principales escritos de la tradición son:

1. El Targum
2. La Mishna
3. El Talmud
4. El Midrash
5. El Zohar
6. El Shuljan Aruj

Para tener una idea correcta de lo que es el judaísmo, su historia, sus creencias y su desarrollo debemos saber que son estos libros. En esta ocasión veremos en breve a cada uno de ellos.

Los Targumim

El hebreo tárgum puede significar interpretación o traducción. Se le conoce como targumim a la paráfrasis del texto bíblico de importancia para el estudio bíblico judío, se reconoce como oficiales a dos targumim.

  1. El Targum de Onkelos: Es la paráfrasis aramea del texto de la torah. El talmud atribuye a Onkelos; quien se dice es un sobrino de Tito que se convirtió al judaísmo y realizó esta paráfrasis (Meguilah 3a). Muchos creen que en realidad se culminó en el año 400 de nuestra era. Los judíos de Yemen aún lo leen en su liturgia y es considerado de gran valor en el judaísmo.
  2. El Targum de Yonatan: Es un tárgum de los profetas atribuido a Yonatan Ben Uziel. Era leído en tiempos talmúdicos junto a los neviim en la haftarah. Su comentario provee del pensamiento judío de los primeros siglos concerniente a los profetas.

Aparte de estos también existe el “tárgum Yerushalmi” que es una paráfrasis de la torah que también se le conoce como “tárgum seudo Yonatan”.

Los targumin son valiosos porque nos proveen del pensamiento judío de los primeros siglos en torno a la torah y los neviim.

La Mishna

Es el conjunto de las tradiciones de los rabinos de los primeros tres siglos de nuestra era. La palabra “Mishna” viene del hebreo repetir y consta de las leyes judías recopiladas por Yehudah HaNasi. Hubo Mishnaot previas como la “Mishna Rishona” pero se conoce hoy en día como “Mishna” al trabajo de Yehuda HaNasi. La Mishna se divide en seis seder que están agrupados temáticamente, estos son:

A. Zeraim(semillas)
B. Moed(Fiestas)
C. Nashim(mujeres)
D. Nezikim(Daños)
E. Kodashim(Santidades)
F. Teharot(Purificación)

La Mishna es fuente máxima de halaja y una de las más tempranas pues fue compuesta en el año 220 por Yehuda HaNasi. El escribió las traducciones orales por medio miedo a que se olvidaran y agrupó todo lo dicho por los Tanaim, quienes son los rabinos mencionados en la Mishna.

El Talmud

Talmud es la palabra hebrea que significa “estudio”. El talmud está formado por la Mishna y la discusión de la Mishna de rabinos posteriores. A dicha discusión de la Mishna se le conoce como “Guemara” (del hebreo finalizar o completar) o el arameo “aprender”), es decir el talmud es la suma de la Mishna y Guemara.

Mishna + Guemara = Talmud

Al haber rabinos en Israel y en Babilonia que discutían la Mishna, se produjeron dos talmud, el talmud de Babilonia y el talmud de Jerusalén. Cuan un rabino cita únicamente el talmud, sin especificar a cual se refiere, se entiende que es el talmud de Babilonia, pues es el que alcanzó mayor popularidad.

El Talmud de Jerusalén fue finalizado por rabi Yohanan en el año 400 D.M, mientras que el Talmud Babli fue llevado a cabo por rabino y rav Ashi a final del siglo VI.

El talmud es la obra máxima judía, es el libro judío que más ha influenciado al judaísmo. Muchísimos paralelos entre Yeshua y los jajamim pueden ser encontrados, siendo quizás el más conocido el de “La regla de oro” (Mateo 7:12, Shabbat 31).

Yeshua dijo: “Así que todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también hacedles vosotros; porque esta es la torah y los profetas” (Mateo 7:12).

Hillel dijo: “Lo que sea despreciable para ti; no lo hagas a tu prójimo, esta es la torah y lo demás es comentario, ve y estudialo” (Shabbat 31a).

El Midrash

Midrash viene de la palabra hebrea “darash” que significa “buscar”. El midash es una exposición homilética de la escritura, producto del escudriñamiento de los rabinos. Los rabinos enseñan que un verso tiene un significado literal (peshat) pero también puede poseer un significado profundo (drash).

Por medio de recursos homiléicos, alusiones, parábolas los rabinos expusieron dicho significado. Obviamente, el significado literal no puede ser eliminado ni ignorado ya que el talmud dirá: “un verso nunca puede apartarse de su peshat” (Shabbat 63a). Toda analogía, alusión o alegoría es dependiente de no contradecir el sentido literal de la escritura.

Habiendo dicho esto podemos decir que los midrashim son comentarios o explicaciones rabínicas que buscan explicar profundamente el texto. Podríamos decir que son producto del escudriñamiento de los sabios y buscan explicar el texto bíblico.

Hay dos tipos de midrash: El midrash halaja y el midrash agadah. Los midrashim halajot tienen que ver con cómo aplicar un mandamiento, mientras que los agadot son narraciones, cuentos o relatos hechos para ense&ntlde;ar una lección moral o espiritual.

Las principales obras del midrash son:

1. Los midrash raba(torah, kohelet, shir hashirim, Rut, Ester) (Siglo V-VIII)
2. Pesikta Rabbati (845 DM)
3. Yalkut Shemoni (siglo XI-XIII)
4. Midrah Tanjuma

La utilidad de los midrashim es increíble. A la hora de conocer el pensamiento judío y nos muestra el entender de algunos jajamim sobre el texto bíblico.

El Zohar

Algunos lo atribuyen a Shimon Bar Yohai, el sabio talmúdico que vivió en el siglo II. Sin embargo, toda la erudición moderna lo adjudica a Moshe de León. Quien dijo haber encontrado el manuscrito antiguo al cual llamo “El Zohar”, el lo publicó y se lo atribuyó a Shimon Bar Yojai. El libro se disemino en siglo XIV y hoy en dia se le llama “El Zohar HaKodesh”.

El Zohar es un libro de ideas místicas dividido en parashot y es una de las obras principales para los kabalistas y es casi universalmente aceptado.

Sin embargo, muchos rabinos critican al Zohar y la noción que había sido escrito por Shimon Bar Yojai. El libro hace alusiones a Rashi quien vivió en el siglo XI por lo que es imposible que haya sido escrito por Shimon Bar Yojai, presenta idiomas que no existían en el siglo II.

Rav Yaakov Endem dijo de él:”No tengo duda en cuanto al zohar, no es autentico”, el escribió un libro sobre esto llamado “Mishpajat Soferim”, él decía que esta obra no era de Shimon Bar Yojai.

El Rav. Moshe Sofer(Hatan Sofer) dijo en los años 1,800: “Tenemos este libro Mishpajat Soferim de rabi Yaakov Endem, lo que dice es verdad y por lo tanto si pudiéramos filtrar el libro y mantener solo las palabras e ideas de Shimon Bar Yojai que aparecen en él, sería un libro muy delgado de sólo unas pocas páginas”.

Quizás la crítica más fuerte del hacia el Zohar vino de Eliezer Fleckels quien dijo: “Lo juro por la torah de Hashem, el sefer Zohar es una completa falsficación y las fuentes que le han agregado nunca provinieron de Shimon bar Yojai. Alguien que tenga un poco de discernimiento sabe que esto no viene de Shimon Bar Yojai. Las personas registradas ahí vivieron tiempo después de Shimon Bar Yojai”.

Finalmente la esposa de Moshe de León dijo que él había escrito es Zohar.

Hay fragmentos del Zohar ya que explican exelentemente la escritura pero hay otros en donde la explicación no es correcta y se pierde en puntos místicos y llega al extremo de introducir ideas ajenas al judaísmo antiguo.

Shuljan Aruj

Fue escrito en al año 1557 por Yosef Karo. Significa “mesa servida” pues es un manual de halaja mas resumido sin las largas discusiones del Talmud, se divide en cuatro partes:

  • Oraj Jaim: Leyes sobre oraciones, tzitzit, tefilim, Shabbat, berajot, etc.
  • Yore Dea: Leyes relativas a la shejita, el salado de la carne, kashrut.
  • Eben Ha Ezer: Leyes sobre el matrimonio y sobre las relaciones entre el hombre y la mujer.
  • Joshen Mishpat: trata de todas las cuestiones civiles y penales como contratos sucesiones, etc.

Estas son las obras principales de la tradición judía. Para el judío es normativo y obligante conocerlas por la halaja contenida en ellas. Para los creyentes no judíos pueden encontrar herramientas para recuperar el contexto judío de la biblia y “Trazar rectamente la palabra de verdad” (2a Timoteo 2:15).

Con bendición
Isaac Bonilla Castellanos

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