Amós 9:7-15
“En aquel día levantaré el tabernáculo caído de David, repararé sus brechas, levantaré sus ruinas, y lo reedificaré como en tiempo pasado, para que tomen posesión del remanente de Edom y de todas las naciones donde se invoca mi nombre declara el SEñOR, que hace esto.” (Amos 9:11-12 LBLA)
Esta profecía es muy importante para todo el plan redentor del Eterno y un estudio de escatología. En aquel momento quizás fue menospreciada debido a que Amos estaba profetizando en el reino del Norte (Israel, Efraín, Samaria) que no quería tener nada que ver con la casa de David.
Como todos sabemos, fueron circunstancias permitidas por la divinidad, las que llevaron a la división del reino, como lo hemos estudiado en ocasiones pasadas, esto fue producto del castigo que se vaticinó en contra de Salomón. (1 Reyes 11:11-13)
Ahora había un profeta diciendo que la casa de David seria levantada; esto atentaba contra la soberbia del gobernante del reino del norte, que había ensanchado las fronteras del reino de Israel (el reino del norte) sin tener ninguna conexión con la casa real de Judá.
Sin lugar a dudas, esta profecía no era para su momento histórico, sino para el tiempo del fin, cuando se unieran las dos casas, y cundo la rivalidad entre ambos reinos no existiera, cuando se cumpliera lo dicho por los profetas Ezequiel e Isaías.
“Así dice el Señor DIOS: He aquí, tomaré la vara de José, que está en la mano de Efraín, y las tribus de Israel, sus compañeros; las pondré con aquélla, con la vara de Judá, y las haré una sola vara, y serán una en mi mano. Y las varas en que escribas estarán en tu mano a la vista de ellos, y diles: Así dice el Señor DIOS: He aquí, tomaré a los hijos de Israel de entre las naciones adonde han ido, los recogeré de todas partes y los traeré a su propia tierra. Y haré de ellos una nación en la tierra, en los montes de Israel; un solo rey será rey de todos ellos; nunca más serán dos naciones, y nunca más serán divididos en dos reinos.” (Ezequiel 37:19-22 LBLA)
“Alzará un estandarte ante las naciones, reunirá a los desterrados de Israel, y juntará a los dispersos de Judá de los cuatro confines de la tierra. Entonces se disipará la envidia de Efraín, y los que hostigan a Judá serán exterminados; Efraín no envidiará a Judá, y Judá no hostigará a Efraín.” (Isaías 11:12-13 LBLA)
Los profetas mencionan que ambos sucesos ocurrirán al final de los tiempos, cuando las doce tribus sean recogidas de las naciones a donde el Eterno las había esparcido. Para el momento del profeta Amos las dos casas estaban en su tierra, Israel estaba ocupando el territorio de las diez tribus norteñas y Judá ocupaba la tierra de las dos tribus restantes, esto es Benjamín y Judá, al sur.
El cumplimiento de esta profecía implica que las tribus norteñas y las del sur tenían que ser exiliadas, expulsadas de sus tierras en todas las naciones del mundo; la historia secular y bíblica, dan evidencia que estos dos reinos fueron expulsados de su tierra. El reino del norte fue expatriado por los asirios en el 722 AEC, mientras que Judá sería exiliada en el 586 AEC (en esta fecha fueron destruidos la ciudad y el templo, y para algunos esta fecha marcaría el inicio del exilio, aunque fue en el 606/5 AEC cuando fueron llevados los primeros prisioneros a Babilonia) por los Babilónicos, pero regresarían después que Ciro el grande conquistara a los Babilonios y diera el decreto para que los exiliados de Judá regresaran (Esdras 1:1-4).
Luego de la vuelta de babilonia, el pueblo moró en Judea por siglos, pero después, en el año 70 de nuestra era, volverían a ser exiliados por los romanos. Al momento, este exilio no ha concluido pero experimentó una pequeña luz, un pequeño anticipo de la redención final, con la creación del estado de Israel en 1948.
La restauración de Israel debe de tener por lo menos dos componentes, esto es una restauración política y una restauración religiosa.
En primer lugar debe haber una restauración de la casa de David, esto es: Israel como una nación soberana e independiente, debe de ser gobernada por un rey, de la casa de David. El establecimiento de la monarquía Davídica, esto es el Mesías hijo de David (Mashiaj ben David) gobernando a las doce tribus de Israel y a todas las naciones desde Jerusalén.
Esto implica que las doce tribus deben estar restauradas y reunidas en la tierra prometida, como lo mencionan los profetas y lo explican los sabios. Por ejemplo, Maimónides comenta:
“En el tiempo del futuro, el rey Mesías se levantará y renovará la dinastía del rey David, restaurando su soberanía inicial. él reconstruirá el templo y reunirá el remanente disperso de Israel.” (Mishné Torá, Leyes de los reyes 11:1)
Así será el cumplimiento político de la restauración de la casa de David, un rey descendiente de sus lomos, el cual gobernará al pueblo, a la nación que ha vuelto del cautiverio a su tierra, a la tierra que el Eterno prometió a sus padres y como lo declara el profeta Ezequiel:
“Mi siervo David será rey sobre ellos, y todos ellos tendrán un solo pastor; andarán en mis ordenanzas y guardarán mis estatutos y los cumplirán. Y habitarán en la tierra que di a mi siervo Jacob, en la cual habitaron vuestros padres; en ella habitarán ellos y sus hijos, y los hijos de sus hijos para siempre; y mi siervo David será su príncipe para siempre.” (37:24-25 LBLA)
El alcance de la restauración de Israel tiene una gran importancia para la nación de Israel, pero también de mucha importancia para todos aquellos que hemos creído en el nombre de nuestro rey y salvador Yeshua que no somos físicamente descendientes de Abraham. El oráculo del profeta Amos no solo tiene la importancia de la restauración de Israel, sino también, la apertura de un mensaje de salvación para todas las naciones en el nombre del descendiente de David: Yeshua.
La restauración de Israel trae consigo una restauración religiosa, esto dentro de Israel y también para las naciones. Esta deducción la hacemos amparándonos en las palabras de Ya’akov HaTzadik (Jacobo o Jacob el justo) hermano de nuestro Señor Yeshua El Mesías. En el libro de los Hechos, Jacob hace mención del profeta Amos, en donde se dice que “los hombres buscarán del Señor”, como está escrito:
“Cuando terminaron de hablar, Jacobo respondió, diciendo: Escuchadme, hermanos. Simón ha relatado cómo Dios al principio tuvo a bien tomar de entre los gentiles un pueblo para su nombre. Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, tal como está escrito: DESPUES DE ESTO VOLVERé, Y REEDIFICARé EL TABERNACULO DE DAVID QUE HA CAIDO. Y REEDIFICARé SUS RUINAS, Y LO LEVANTARé DE NUEVO, PARA QUE EL RESTO DE LOS HOMBRES BUSQUE AL SEñOR, Y TODOS LOS GENTILES QUE SON LLAMADOS POR MI NOMBRE, DICE EL SEñOR, QUE HACE SABER TODO ESTO DESDE TIEMPOS ANTIGUOS.” (Hechos 15:13-18 LBLA)
El texto citado por Jacobo, posee diferencias con la versión masoreta. Si somos acuciosos notaremos que en el libro del profeta Amos (versión Masoreta) se menciona a Edom: “…que posean el resto de Edom y todas las naciones que son llamadas por mi nombre.” mientras que en el libro de los Hechos no dice: “Edom”, sino que dice: hombres: “… que el resto de los hombres, y todos los gentiles a quien es llamado mi nombre…”
Parece ser que la variante textual radica en lo similar de la palabra “Adam” y “Edom” en hebreo. La LXX puede preservar para nosotros no sólo la traducción más antigua de este versículo, sino también una antigua interpretación que está de acuerdo con las palabras de Jacob en Hechos 15:13-18. En la Septuaginta, no hay nada en el verso sobre la posesión de Edom. Más bien, se habla sobre el resto de los hombres, especialmente los que de entre los gentiles, buscan refugio en el Dios que levanta el tabernáculo de David.
Esos primeros creyentes judíos fueron testigos de cómo Dios fue milagrosamente trabajando entre los gentiles de una manera nunca antes vista. Observaron que Dios estaba trayendo muchos gentiles en medio de ellos y comprendieron que lo que el Eterno estaba haciendo con los gentiles, era un cumplimiento directo de las palabras del profeta Amós.
Por lo tanto, vieron que Amos 9:11-12 en su tiempo y época, se estaba cumpliendo, al menos parcialmente aguardando el cumplimiento total en el futuro. Dios estaba trayendo muchos gentiles en el refugio de la casa de David, es decir, en la familia del Mesías.
Los sabios de Israel también vieron al Mesías en este texto, como vemos en el talmud:
“R. Nahúm dijo a R. Isaac: ‘¿Has oído cuando vendrá Bar Nafle? “¿Quién es Bar Nafle? preguntó, ‘el Mesías’, él respondió: “¿Llamas al Mesías Bar Nafle?” “así es él contestó, “como está escrito: En aquel día yo levantaré el tabernáculo de David que ha caído.” (Sanhedrín 96b)
En el talmud se le da al Mesías un titulo un tanto desconcertante: “Bar Nafle”, el hijo del caído. El talmud continua diciendo como la generación que vea la venida del Mesías será una generación “caída” y parece ser que de ahí la relación. Es interesante ver aquí un cumplimiento en nuestro Maestro: El fue ciertamente “hijo del caído” en su humillación, muerte y vituperio. Sin embargo, ese cuerpo (un tabernáculo caído) fue levantado al tercer día por Hashem. ¡Bendito sea su nombre!
Otra interesante cita de la tradición se encuentra en un Midrash Raba, donde leemos:
“Y, ¿qué del hecho de que Dios restaurará el tabernáculo caído de David, como está escrito,’En aquel día restauraré el tabernáculo caído de David’? Esto significa que todo el mundo será una sola familia (hebreo agudah, ‘organización’ o ‘cuerpo de gente’), como promete Sofonías 3:9: ‘En ese tiempo daré a los pueblos labios puros, para que todos ellos invoquen el nombre del Señor, para que le sirvan de común acuerdo.'” (De los hallazgos del Cairo, Bereshit Rabá 59:11.)
El llegar a ser una sola sociedad en el futuro, no es algo secundario, sino que es de gran relevancia para todos los que creemos en el Dios de Israel. Ramjal, en su libro “Derej Hashem” también declara que al final habrá una sola sociedad:
“Y al finalizar el ciclo aquellos que eligieron el mal serán desplazados y quienes optaron por el bien pasaran a formar una comunidad perfecta, para la cual está destinado el mundo por venir y el bien verdadero que este implica.” (Derej Hashem Sec. 2 Cap. 2:2)
En aquel día cuando toda la humanidad retorne a Dios, cuando nuestro Señor Yeshúa vuelva con las nubes del cielo, cuando la era Mesiánica inicie y todos nos regocijemos la bondad del Eterno, el tabernáculo caído de David será plenamente restaurado.
¡Que sea pronto y en nuestros días!
Bajo las alas de Dios de Israel
Francisco Hidalgo