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Jueces 4:4 – 5:31

      La mujer ejerce una tremenda influencia sobre el hombre: Esto es un hecho indubitable. En muchos acontecimientos importantes de la historia de la humanidad encontramos, cuando estudiamos desapasionadamente, a la mujer ejerciendo su influencia sobre el hombre. La historia y la experiencia se dan la mano en su testimonio a este respecto.

¿ Podemos decir que la mujer ejerce tal influencia en la humanidad, que en muchos de sus hechos está presente aunque esté ausente. Es decir, podremos no verla a primera vista; pero si estudiamos bien el asunto la encontraremos ejerciendo su influencia en muchos de esos acontecimientos. Lo fue antes y lo es ahora, y en nuestros tiempos su protagonismo supera a los de antaño, en nuestros días muchas se han formado un camino grandioso.

En nuestra Haftará encontramos a una mujer ejerciendo mucha influencia en una batalla militar, dando las instrucciones divinas para que un hombre tomara cartas en el asunto y reuniera a un buen ejército para salir a la guerra y vencer. También veremos a otra mujer dentro del mismo episodio que ajusticia al capitán del ejército enemigo y es así que hay paz dentro de la nación de Israel, esto producto de un acto de una mujer.


      “Débora, profetisa, mujer de Lapidot, juzgaba a Israel en aquel tiempo; y se sentaba debajo de la palmera de Débora entre Ramá y Betel, en la región montañosa de Efraín; y los hijos de Israel subían a ella a pedir juicio.” (Jueces 4:4-5 LBLA)

El shabat en el cual leemos la Parashá Beshalaj es conocido como “shabat shirá”, no solo porque contiene “Shirá laYam” (el canto del mar), el cántico de Moisés y los hijos de Israel después de cruzar el mar, sino probablemente porque también en esta Haftará encontramos el cántico de Débora (Shirá Débora) después de vencer a Sisará comandante del ejército de los cananeos.

Hay un claro paralelo en los detalles de ambas canciones. Son poesías que describen victorias milagrosas sobre un enemigo que intenta exterminar al pueblo de Israel. En la Torá, el enemigo es Faraón y su ejército que caen en el Mar (Shemot 14:28-30), en el texto de la Haftará en el arroyo Cisón (Jueces 4:13). Uno de los rasgos distintivos entre ambas batallas es que, en la del Mar de juncos (mar rojo) el pueblo de Israel estuvo parado y expectante esperando el milagro y la intervención divina.

A pesar que los hijos de Israel salieron armados de la tierra de Egipto (Shemot 13:18), dice el texto: “Adonay peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos.” (Ibíd. 14:14).

En la batalla de los tiempos de Débora y Barac, fueron los hijos de Israel los que lucharon, los que respondieron a la orden divina de enfrentar al enemigo y combatir. Casi sin armas se alistaron. “¿Se veía escudo o lanza entre cuarenta mil en Israel?”(Jueces 5: 8)

Otro paralelo entre la Parashá y la Haftará en este caso es evidente: En ambos textos se relatan situaciones angustiantes para los hijos de Israel, adversarios implacables, fuerzas militares de magnitud y salvación dramática para ellos. Esta salvación se concretiza a través de hombres y mujeres, profetas de Dios y portadores de Su palabra. En la Parashá estos hombres y mujeres fueron Moshé, Aarón y Miriam (María) la profetisa; en la Haftará la personalidad descollante es Débora la profetisa quien inspira, con el mensaje Divino que ella transmite, a Barac hijo de Abinoam.

Débora:

      A interpretar la divina voluntad, ya había llegado a tener una influencia extensa, y gozaba del respeto general; hasta el punto de que vino a ser el espíritu animador del gobierno, y ejercía todos los deberes especiales de juez, y profeta. Se había reservado el derecho de dirigente militar. Deborah se incluye entre las siete mujeres profetisas de Israel enumeradas por los rabinos: Sara, Miriam, Débora, Ana, Abigail, Hulda y Ester (Meguilá 14a)

El canto de Débora:

      “El Cantar de Débora se ha convertido en uno de los elementos fundamentales de la poesía del pueblo judío. Los rabinos lo incluyen en su lista de las diez canciones: la canción de Israel en Egipto, el Cantar en el mar, la canción junto al pozo, el cántico de Moisés, la canción de Josué, el Cantar de Débora, la Canción de David, el Cantar de los Cantares, la canción de Josafat, y una nueva canción para el futuro.” (Mekhilta de Rabí Ishmael, Masekhta de Shirah, Beshalah)

El poder de una mujer

      El Eterno ha capacitado a las mujeres con belleza y encantos, y estos pueden ser armas de doble filo, su belleza puede ser útil para el bien y para el mal; de igual forma, sus encantos pueden usarse para construir o para destruir. Una mujer tiene la capacidad de edificar un hogar o de destruirlo, una mujer tiene la capacidad para que un hombre alcance su máximo potencial o para reducirlo a un bocado de pan. (Proverbios 6:26)

Para ilustrar esto último, estudiaremos a una de las mujeres más impías que la biblia registra, esto es: Jezabel y en segundo lugar analizaremos a una mujer sabía que carece de nombre en el registro bíblico.

I. Jezabel: la reina malvada

Jezabel Hija de Et-baal, rey-sacerdote de Tiro y Sidón (1 Reyes 16:31). Se casó con Acab para ratificar la alianza entre Tiro e Israel, mediante la cual Omri, padre de Acab, trató de equilibrar la hostilidad de Damasco hacia Israel (880 AEC Aprox.). Se arregló que ella continuaría adorando a su Dios nativo Baal en Samaria, su nuevo hogar (1 Reyes 16:31–32).

Ella no solo hizo que el corazón de su esposo se volcara a la adoración de los baales y la diosa Asera, sino también todo el pueblo se volvió a la adoración falsa.

Está adoración la consiguió en base al temor, ya que ella amenazaba a muerte a todo aquel que se negara a seguir su culto a estos dioses falsos. La maldad de esta mujer era tanta que tenía como meta asesinar a todos los profetas del Eterno (1 Reyes 18:4-13), entre los profetas que huyeron por este tipo de amenazas está ni más ni menos que Elías. (1 Reyes 19:2-3)

II. Una mujer sabía

Así como existen hombres y mujeres de renombre dentro de la escritura, así también existen hombres y mujeres de los cuales la biblia nos priva de conocer sus nombres. Encontramos profetas de los cuales solamente se les llama: varón de Dios (1 Samuel 9:6; 1 Reyes 13:1) La fémina que estudiaremos, así como muchos personajes, no tiene un nombre con el cual identificarla. No es su nombre lo que la inmortalizó sino el papel que desarrolló dentro de la historia bíblica.

El drama de esta mujer sabia se desarrolló en Abel betmaaca, una ciudad fronteriza en el norte de Israel, aproximadamente a 7 km al oeste de Dan. A esa ciudad había huido Sebá hijo de Bicri, este era un renegado de la tribu de Benjamín que no reconocía el reinado de David, tal como indica el capítulo en cuestión: No tenemos nosotros parte en David, ni heredad con el hijo de Isaí (2 Samuel 20:1). Sebá huyó de Joab general de los ejércitos de David, recorrió varias ciudades de Israel hasta llegar a Abel betmaaca, Joab al darse cuenta que el renegado se encontraba allí, sitió la ciudad, y al parecer tenía todas las intenciones de destruirla. Fue precisamente allí que sale con mucho temple y segura de sí misma nuestra sabia mujer, y sobre todo valiente. No cualquiera tenía la hidalguía para pedir audiencia con Joab. (2 Samuel 20:16-22)

Desconocemos el nombre de la mujer sabia, pero superó al más importante general de David; halló una solución, convenció a sus vecinos de cómo debían actuar, realizó lo que Joab no había podido hacer y salvó a su ciudad de la muerte. Si no hubiese sido por su intervención probablemente la ciudad hubiera caído a filo de espada por el general Joab, la ciudad estaba sitiada y el general de los ejércitos de David tenía un antecedente muy violento, pero una mujer utilizó uno de sus atributos: sabiduría. Y salvó la ciudad.

Si una mujer sabia tiene la capacidad de salvar a una ciudad, ¿cuánto más puede ser de provecho en una comunidad o en su familia? Ella tiene el poder de edificar o destruir, si es sabia edifica, construye y sostiene. Y si no es sabia: destruye: Como escribió el autor del libro de proverbios: “La mujer sabia edifica su casa; Mas la necia con sus manos la derriba.” (14:1)

Bajo las alas de Dios de Israel
Francisco Hidalgo

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