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Eequiel 28:25 – 29:1-21

      El reino de los caldeos se había levantado como nación que reclamaba la hegemonía mundial. Después del ocaso asirio, el mundo no tenía a un imperio que les subyugara y en ese panorama ambiguo surgiría uno de los reyes más grandes, la nueva vara de juicio que El Eterno utilizaría para castigar a su pueblo y a las demás naciones enemigas de sus hijos.

Nabucodonosor seria el nuevo monarca que tendría el poder absoluto del mundo de aquel entonces. Judá sabía que este rey los haría tributarios, y para evitar esto, ellos buscaron ayuda en Egipto, una nación que tenía las agallas de enfrentar a cualquier imperio, y sobre todo, una nación con la cual habían existido alianzas estratégicas.

Para tragedia de Judá que aún tenía esperanzas de refugiarse en ese país, Ezequiel vaticinó destrucción sobre él, y aunque parezca inverosímil; Judá, el reino del sur, sería castigado con un exilio de setenta años, y el pueblo en el cual ellos confiaban y buscaban ayuda, sería llevado cautivo por cuarenta años. Quizás no sería un exilio como lo sufrieron los judíos, pero si sería un duro golpe a Faraón, rey de Egipto, el gran monstruo que yace en medio de sus ríos, ya que esto derrocaría su arrogancia y su egolatría.


      “En el décimo año, el décimo mes, a los doce días del mes, vino a mí la palabra del SEñOR, diciendo: Hijo de hombre, pon tu rostro contra Faraón, rey de Egipto, y profetiza contra él y contra todo Egipto. Habla y di: Así dice el Señor DIOS: He aquí, estoy contra ti, Faraón, rey de Egipto, el gran monstruo que yace en medio de sus ríos, que ha dicho: Mío es el Nilo, yo mismo me lo hice.” (Ezequiel 29:1-3 LBLA)

Jeremías En tiempo de Ezequiel, Egipto era una potencia en declinación lenta. A pesar que el imperio Asirio ejerció el dominio durante un periodo de unos dos siglos, Egipto era un país que ofrecía resistencia, a cualquier imperio; no en vano los hijos de Israel siempre buscaban apoyo en ellos.

En la cumbre de su poder su esfera de influencia se había extendido a todo lo largo del Mediterráneo oriental. Cuando los babilonios reemplazaron a los asirios como poder dominante en las políticas militares del Medio Oriente, Egipto quiso frenar el avance de los babilonios. El resultado fue una compleja lucha de poder y los estados más pequeños en la región, tales como Judá, tuvieron que escoger cuidadosamente a sus aliados.

El libro de Ezequiel contiene un total de siete oráculos contra Egipto, más que a ningún otro país. (29:1-16; 30:20-26; 31:1-18; 32:17-32; 585; 32:1-16; 571; 29:17-21; 30:1-19)

El oráculo de Ezequiel en esta Haftará fue dicho en el año décimo, en el mes décimo, a los doce días del mes, esto es: el 12 de Tevet del 588 AEC. Esta fecha es muy importante porque los babilonios iniciaron el sitio contra Jerusalén dos días antes, como lo registra el escritor sagrado: “el día diez del mes décimo, que Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó con todo su ejército contra Jerusalén, la sitió.” (2 Reyes 25:1-2 RV95)

Fue en ese año cuando el babilonio sitió la ciudad como lo menciona la escritura, y también fue en ese tiempo, cuando el ejército egipcio emprendió una campaña militar en contra de babilonia.

Trágicamente para ambos pueblos, Nabucodonosor fue a pelear contra Egipto y lo derrotó y el sitio contra Jerusalén no cesó hasta la destrucción total de la ciudad y el exilio Judío. Este pasaje histórico lo registra Flavio Josefo en su obra, Antigüedades de los Judíos: “Al saber esto el rey de los babilonios marchó en su contra devastó la región y ocupó las plazas fuertes, y llegó a la misma ciudad de Jerusalén con el propósito de sitiarla. El egipcio, cuando supo de las tribulaciones en las que se encontraba su aliado Sedequías, con su gran ejército se dirigió a Judá a fin de obligar a levantar el asedio. En vista de esto el babilonio se retiró de Jerusalén y, en campaña contra los egipcios, peleó con ellos y los expulsó de toda Siria” (Libro X, 7:3)

Este dato es de mucho interés, porque el pueblo Judío había puesto su esperanza en Egipto. Desde el siglo octavo y el séptimo, los hijos de Israel confiaban en el poderío egipcio tal como lo registra el profeta Isaías:

  • “¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda! En los caballos buscan apoyo, y confían en los carros porque son muchos, y en los jinetes porque son muy fuertes, pero no miran al Santo de Israel, ni buscan al SEñOR.” (Isaías 31:1-3 LBLA)
  • “He aquí, tú confías en el báculo de esta caña quebrada, es decir, en Egipto, en el cual, si un hombre se apoya, penetrará en su mano y la traspasará. Así es Faraón, rey de Egipto, para todos los que confían en él.” (Isaías 36:6 LBLA)

      Pero esto no solo fue en los días de Isaías, sino también en los días de Jeremías y Ezequiel, como lo registra la Haftará de esta semana: “Entonces sabrá;n todos los habitantes de Egipto que yo soy el SEñOR, porque han sido sólo vara de caña para la casa de Israel. Cuando te tomaron en la mano, te quebraste, y desgarraste todas sus manos; y cuando se apoyaron en ti.” (Ezequiel 29:6:7 LBLA).

Un gran número de judíos escaparon a Egipto para salvar sus vidas y sobre todo para salvarse del exilio babilónico; la confianza del pueblo estaba en el faraón rey de Egipto, puesto que a pesar de algunas derrotas que este había sufrido frente a Nabucodonosor, era un país que no había sido destruido, como fue la suerte de otras naciones.

Esto nos lleva a la conclusión que muchos judíos se instalaron en Egipto por temor a alguna represalia de parte de los caldeos. Ellos creyeron que en Egipto serian libres del castigo divino, pero fue haya donde Jeremías vaticinó, que el juicio divino los iba a alcanzar y no solo eso, sino que lanzó una profecía contra Egipto y como el babilonio los iba a destruir. (Jeremías 43:9-12). Ezequiel aumenta y clarifica el juicio que caería por la arrogancia del faraón rey de Egipto: “Entonces sabrán que yo soy el SEñOR. Porque dijiste: “El Nilo es mío y yo lo he hecho… Y haré de la tierra de Egipto una desolación en medio de tierras desoladas; y sus ciudades, en medio de ciudades devastadas, estarán desoladas por cuarenta años. Dispersaré a los egipcios entre las naciones y los esparciré por las tierras.” (Ezequiel 29:9-12 LBLA)

Probablemente el cumplimiento del oráculo de Ezequiel se dio en el 568 AEC. “Un trozo de papiro que se exhibe en el museo británico de Londres menciona el hecho de que Nabucodonosor emprendió actos de represalia contra Egipto en el año 37 de su reinado (568-567 a.c.), durante el gobierno del faraón Amasis.” (Comentario de la Biblia NVI. edición de estudio, Pág. 1,240). (Véase Jeremías 43:8-13)

Si somos acuciosos notaremos que la porción de la Haftará existen dos fechas importantes: a) 10 de Tevet del 588 AEC (Ezequiel 29:1); b) 1 de Nissan del 571 AEC (Ezequiel 29:17). Esta segunda fecha es de mucha importancia porque en ese año finalizó un largo sitio en contra de Tiro, y es entonces donde el Eterno dice que dará a Egipto como recompensa a los babilonios, por su ardua labor contra Tiro. (Ezequiel 29:18-20). Existen posturas en las cuales encontramos dos fechas del sitio de Nabucodonosor a Tiro:

  1. La primera dice que el periodo de tiempo fue de 15 años (586-571 AEC)
  2. La segunda dice que fueron 13 años (probablemente desde el 583 cuando emprendió una campaña militar contra Egipto, hasta el 571, esto sería 13 años [583-571 AEC])A pesar del largo periodo del sitio, el babilonio no obtuvo muchos réditos, puesto que los de Tiro sacaron muchas de sus riquezas. Como lo menciona el profeta: “y ni para él ni para su ejército hubo paga de Tiro, por el servicio que prestó contra ella.” (Ezequiel 29:18-20). “Es decir, en proporción con la empresa y el tiempo y energía que él invirtió en el asedio de Tiro. No que realmente fracasa en él… sino que muchos de los recursos tirios habían sido gastados o transportados a sus colonias en naves, de modo que quedaba poco para compensar a Nabucodonosor por los trece años de su sitio.” (Comentario exegético y explicativo de la Biblia tomo 1, Pág. 909-910)

    En conclusión podemos declarar que es muy probable que en 568 AEC se cumpliera lo dicho por Ezequiel con respecto a que Egipto iba a ser llevado cautivo cuarenta años (29:9-11). Egipto fue llevado al exilio como era la costumbre del rey Nabucodonosor. La profecía nos enseña a confiar únicamente en El Eterno y no apartarnos de él.

    Bajo las alas de Dios de Israel
    Francisco Hidalgo

 

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