(Shabat Shekalim 2 Reyes 12: 1-17)
Este shabat es llamado: “Shabat Shekalim”. Esto es así, cuando el shabat coincide con el rosh jodesh de Adar o cuando el shabat es previo a Adar. Esto implica que estamos cerca de Pesaj. Consecuentemente en este shabat no se estudia la Haftará correspondiente a esta semana, esto es: 1 Reyes 7: 40-50.
La Haftará que se lee en este shabat, es la sección del segundo libro de los reyes en donde se narra la reparación del templo efectuada por el rey Joás y el sacerdote Joiada. Este trabajo fue necesario después que el pueblo entró en una etapa oscura de su historia, cuando los hijos de Atalía pecaron grandemente en contra del Eterno e hicieran averías en el templo de Jerusalén.
Joás fue rescatado de la mano de la malvada Atalía por el sacerdote Joiada, y este lo educó en los caminos del Eterno, lo coronó rey a los seis años de edad, y desde esa temprana edad, Joiada fue el tutor del joven monarca. Esto hizo que Joás sintiera celo por la casa del Eterno que necesitaba una restauración y purificación para poder ofrecer los servicios diarios del templo, después de la profanación hecha por la malvada reina. Y es ese contexto de la Haftará que estudiaremos en este shabat shekalim.
“En el séptimo año de Jehú comenzó a reinar Joás, y reinó cuarenta años en Jerusalén. El nombre de su madre fue Sibia, de Beerseba. Y Joás hizo lo recto ante los ojos del Señor todo el tiempo que le dirigió el sacerdote Joiada. Con todo eso, los lugares altos no se quitaron, porque el pueblo aún sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos.” (2 Reyes 12:1-3 LBLA)
Joás (El Eterno ha dado) Hijo de Ocozías, octavo rey de Judá, reinó aproximadamente, alrededor de 837–800 AEC. Cuando Atalía aniquiló la línea real con la muerte de Ocozías, su tía Josaba lo escondió en el templo durante seis años bajo la protección de su marido, Joiada el sumo sacerdote (2 Reyes 11:1–6; 2 Crónicas 22:10–12). A la edad de 7 años fue proclamado rey por Joiada, y Atalía fue ejecutada (2 Reyes 11:7–20; 2 Crónicas 23.1–15).
El reinado de Joás duró 40 años (2 Reyes 12:1), aunque podrían incluirse en esta cifra los 6 años del reinado de Atalía. Existen otros comentaristas que no están de acuerdo con lo dicho antes, esto es que dentro del periodo del rey Joás se incluyen los seis años del reinado de Atalía: “Aparentemente aunque el autor no consideró el reinado de Atalía de seis años un período legítimo de la monarquía, tampoco los incluyó en el reinado de 40 años de Joás.” (Comentario Bíblico Siglo XXI).
Uno de los datos históricos más sobresalientes de su reinado sería la reparación del templo con la ayuda de Joiada (2 Reyes 12:5–16; 2 Crónicas 24:4–14), pero para tragedia de su persona y del pueblo en general, permitió la continuación de prácticas paganas ya que según el relato del segundo libro de los Reyes, él nunca erradicó este culto.
Esto lo llevaría a su ruina final: Al permitir la adoración falsa en el país, fue reprendido por Zacarías, hijo de Joiada, a quien asesinó, como lo registra la escritura: “Entonces el Espíritu de Dios vino sobre Zacarías, hijo del sacerdote Joiada; y él se puso en pie, en un lugar más alto que el pueblo, y les dijo: Así ha dicho Dios: ¿Por qué quebrantáis los mandamientos del SEñOR y no prosperáis? Por haber abandonado al SEñOR, él también os ha abandonado. Mas ellos conspiraron contra él, y por orden del rey lo mataron a pedradas en el atrio de la casa del SEñOR.” (2 Crónicas 24.20–21 LBLA).
Posteriormente, a fin de evitar una invasión siria bajo Hazael, Joás sobornó a este con el tesoro del templo (2 R. 12.18–19). Esta no sería la única vez en la cual el rey de turno toma de los tesoros del templo y los ofrece a un rey enemigo. Antes de Joás, el rey Asa (910-872 AEC) tomó de los tesoros del templo y los envió a Ben-Adad príncipe invasor, como lo registra la escritura: “Entonces Asa tomó toda la plata y el oro que había quedado en los tesoros de la casa del SEñOR y en los tesoros de la casa del rey, y los entregó en manos de sus siervos. Y el rey Asa los envió a Ben-adad, hijo de Tabrimón, hijo de Hezión, rey de Aram, que habitaba en Damasco.” (1 Reyes 15:18 LBLA). Para tragedia del rey Asa esto sería el inicio de su final. También el rey Acaz haría lo mismo con el rey de Asiria, esto es entregar de los tesoros del templo: (2 Reyes 16:8).
Finalmente Joás fue muerto en un complot que tramaron sus oficiales para reemplazarlo (2 Reyes 12:20–21; 2 Crónicas 24.25–26).
JOáS REPARA EL TEMPLO.
¿Cómo es posible que una estructura tan perfecta y de una construcción sin igual llego a deteriorarse tan rápido? ¿Cuál fue el daño causado al templo o como se ocasionaron daños a su infraestructura, que era necesario reparar? La escritura nos da todos los pormenores del daño que había sufrido el templo y quien lo había ocasionado, y sobre todo, porque se había dañado. ¿Por qué fue necesario reparar el templo? La escritura dice que los hijos de Atalía habían “arruinado” parte de la casa de Dios al utilizarla para el culto de Baal: “Porque los hijos de la perversa Atalía habían forzado la entrada a la casa de Dios y aun habían usado para los baales las cosas sagradas de la casa del SEñOR.” (2 Crónicas 24:7 LBLA)
La maldad de Atalía y de sus hijos no conocía límite: El templo de Jerusalén, la casa que se había dedicado para el Eterno donde allí “estaría su nombre” había sido usada para la adoración y culto a los baales. Si esto fuera poco, causaron severos daños a la infraestructura del templo, Esto llevó a que tanto el rey Joás como el sacerdote Joiada iniciaran una campaña de reparación del templo. Esta no sería la única ocasión en donde el templo sería profanado por la adoración falsa (Avodá Zará) y no solo profanado, sino también dañado y posteriormente surgirían reyes que lo repararían.
Lo más triste del asunto es que la profanación y el daño ocasionado al templo no fueron por mano extranjera, sino por el mismo pueblo. Por ejemplo el rey Manases: “Edificó además altares en la casa del SEñOR, de la cual el SEñOR había dicho: En Jerusalén pondré mi nombre.” (2 Reyes 21:4 LBLA), posteriormente el rey Josías sería el encargado de reparar los daños ocasionados al templo: (2 Reyes 22:1-7).
El rey Joás dio la orden para que los trabajos de reparación dieran inicio, pero al parecer los recursos eran limitados y durante un buen tiempo los trabajos se detuvieron o por lo menos tuvieron un lapso de tiempo en el cual no se hizo mayor cosa (2 Reyes 12:6). Este retraso se dio por no contar con los recursos necesarios para tal empresa. La tarea para recolectar dinero para un fondo común “pro templo”, provino por lo menos de dos fuentes: 1) el medio shekel que la torá estableció para cada hijo de Israel mayor de 20 años (Shemot 30:11-16); 2) ofrendas voluntarias.
El primero de los puntos mencionados es más evidente en el relato paralelo del libro de las crónicas, en donde el rey hace pregonar en todo el territorio de Jerusalén y Judá, una colaboración. Esto probablemente sea el medio shekel, esto lo deducimos por lo dicho en la escritura: “Entonces el rey, mandó que hicieran un cofre y lo colocaran afuera, junto a la puerta de la casa del SEñOR. Y proclamaron en Judá y en Jerusalén que trajeran al SEñOR la contribución que Moisés, siervo de Dios, impuso sobre Israel en el desierto. Todos los oficiales y todo el pueblo se regocijaron y trajeron sus contribuciones y las echaron en el cofre hasta llenarlo.” (2 Crónicas 24:8-10 LBLA)
Todo el pueblo atendió al llamado y depositaban su colaboración en el cofre que Joiada había puesto cerca del altar y este se llenada con mucha rapidez, y así obtuvieron los fondos necesarios para la reparación de la casa del Eterno. Todo el pueblo estaba contento al poder contribuir para la reparación del templo. “Y todos los días de Joiada ofrecieron holocaustos en la casa del SEñOR continuamente.” (2 Crónicas 24:14)
Bajo las alas de Dios de Israel
Francisco Hidalgo