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Hoshea(Oseas) 11:7-13:5

“El propósito de Dios es bendecir al mundo, recuperar la raza humana de los efectos de la caída y llenar la tierra con su gloria… la bendición a nivel universal esta asegurada por aquel cuyo propósito no puede ser frustrado, de tal manera que las fuerzas conjuntas del mal, las cuales son permitidas por razones infinitamente sabias para retrasar la bendición, no pueden bajo ningún concepto tener éxito en su intento que así sea.”

“Esta misma certeza se aplica al canal y a la instrumentación para la difusión de esta bendición universal. De ahí la incondicional elección de Abram y de la nación que surgió de sus lomos.” (John Wilkinson, Israel mi Gloria, Pág. 17)

En esta Parashá estudiamos la continuación de la huida de Ya’akov de su hermano Esaú, y vemos como él llega hasta la casa de su suegro Laban; este hace algunas truhanerías y maltrata a su yerno, pero a pasar de todo, Ya’akov se mantiene íntegro y regresa a casa.

En esta Haftará estudiaremos como el antisemitismo se ha infiltrado y alojado en el corazón de muchas personas que quieren evitar que regresen a casa todos los hijos de Ya’akov o peor aún, quieren usurpar su identidad.

Así que en esta ocasión estudiaremos los primeros versos de la Haftará (11:7-10), y analizaremos dos temas de mucho interés en nuestro días: 1) El antisemitismo; y 2) la teoría del reemplazo.


Oseas (Hb. Hoshea: “El Salva”) es el primero de los libros conocimos popularmente como “Los profetas menores” y dentro del judaísmo como “Los doce”. A pesar de ser el primero en el orden canónico, no lo es en el cronológico.

Su ministerio inició cerca del año 784 A.M. (Antes del Mesías). Oseas, el contemporáneo de Isaías, Miqueas y Amós, parece haber entrado en su oficio profético en los últimos años de Jeroboam II, rey de Israel (no confundir con Jeroboam I hijo de Nabat, el primer rey del reino dividido). Su servicio al Eterno parece haber terminado en el principio del reinado de Ezequías, (rey de Judá) aproximadamente en el año 722 A.M, es decir cerca de 60 años en total, desde el año 784 hasta el 722.

El reino de Jeroboam II fue un tiempo de prosperidad, poder y paz. Las fronteras de Israel se extendieron desde Lebo-hamat hasta el mar de Arabá (2 Reyes 14:25). El mar de Arabá es el mismo mar Muerto que marcó la frontera con Judá en el sur. Hamat es un reino situado al norte de Aram (Damasco).

El período de su reinado es conocido por prosperidad, esplendor e idolatría. El trono pasaba sucesivamente a manos de usurpadores y aventureros, y el reinado se encaminaba hacia la desintegración religiosa, social y política.

Las tribus del norte imitaron la inmoralidad y el paganismo de sus vecinos y aliados. Mientras esto pasaba, el peligro se generaba en Mesopotamia, con el surgimiento del imperio de Asiria. En este periodo es donde se desarrolla el ministerio del profeta, cuyas palabras iban dirigidas a la nación del norte (Israel). Uno de los temas predilectos del profeta Oseas es la teshuvá, retorno a Dios, ya que ni las naciones ni la fuerza los salvarían.

La conexión entre la Parasha y la Haftará Vayetsé es la historia de Jacob y sus encuentros con Dios, desde el momento en que huyó de Esaú a Aram. Durante ese tiempo, el Eterno moldea y forma en él un hombre de Dios que conocía su voz y estaba dispuesto a seguirlo. Si los descendientes de Israel (Jacob) hubieran seguido sus pasos y prestado atención a su ejemplo, su historia hubiera sido diferente.

Oseas pretende recordar a Israel, que a pesar de que Jacob no fue perfecto en sus inicios, pero con el ir y venir de su vida y sobre todo por su encuentro con el Eterno, él aprendió a escuchar a Dios. En otras palabras, se trataba de un ejemplo que Oseas estaba poniendo ante su nación. Israel fue llamado a recordar los buenos años y el legado espiritual de su padre Jacob.

Las palabras del profeta no solo fueron para su tiempo y época, sus palabras siguen siendo de mucha bendición a todos aquellos que las leemos hoy en día, y en especial cuando el mundo entero ha enloquecido y dentro de su locura está el antisemitismo o modernamente el anti-Israelismo.

El inicio de la Haftará (según el rito sefardí) provee de una de las razones de este espíritu antisemita que se cierne sobre nuestro mundo y nuestro tiempo:

“Entre tanto, mi pueblo está adherido a la rebelión contra mí; aunque me llaman el Altísimo, ninguno absolutamente me quiere enaltecer.” (Oseas 11:7)

Este y otros textos han llevado a eruditos y estudiosos bíblicos a sacar conclusiones erradas que han abierto las puertas a la teología del reemplazo. Esto ha dado como resultado un antisemitismo aterrador, causando en primer lugar un daño irremisible a muchos creyentes sinceros, y en segundo lugar una persecución desenfrenada al pueblo elegido.

El antisemitismo

“De generación a generación, el mismo espíritu maligno ha asomado su cabeza, con el fin inquebrantable de: humillar, destruir, perseguir, y si fuera posible, exterminar al pueblo Judío. Este intento ha sido siempre el mismo; solo los métodos han cambiado.” (Ulf Ekman, Los Judíos el pueblo del futuro, Pág. 48)

El odio a Israel no es nada nuevo, a lo largo de su historia siempre hemos visto un ataque constante hacia el pueblo judío. Desde los albores de su historia, desde el comienzo mismo de los patriarcas (los patriarcas Abraham, Yitzjak y Ya’akov), pasando por la esclavitud de Egipto, luego la destrucción y expatriación del reino del norte por los ejércitos Asirios (722 A.M), siguiendo por la destrucción de la ciudad, el templo y el exilio Babilónico. Luego fueron los Persas, los griegos, los Romanos, después de estos grandes imperios, fueron perseguidos por la religión estatal “La iglesia católica”, con sus cruzadas, inquisición. En el siglo pasado fue la shóa (el holocausto) de los nazis hasta llegar a nuestros días, donde fanáticos terroristas entran a una sinagoga para asesinar vil y cobardemente a cuatro judíos devotos, los cuales fueron asesinados mientras oraban.

¿Cuál es el odio que el mundo siente por este pueblo que ha sido elegido para ser la luz a las naciones? ¿Por qué los imperios, las religiones y las fuerzas oscuras se aferran a la idea de destruir a Israel? ¿No deberían los cristianos amar y bendecir a Israel, pueblo del cual es originario Yeshua (Jesús) por medio del cual han obtenido la salvación, tal como lo describe el evangelio “la salvación viene de los judíos” (Jn. 4:22)? ¿No es Yeshua el más grande judío, que ha dado al mundo entero la salvación en su nombre?

El odio que se ha materializado con el paso de los años ha sido una treta del maligno para detener los planes divinos. Israel es el proyecto de salvación que el Eterno tiene para todo el mundo, desde la caída hasta los días de Abraham Avinu, Adonay había buscado un hombre de donde saliera una familia, y esta se convirtiera en una nación que tuviera una relación especial con el creador del universo. A través de esta nación, el mundo reconocería al único Dios verdadero.

Este proyecto divino se hizo realidad con Abraham y posteriormente con sus hijos, que al final se convirtieron en pueblo. A este pueblo escogió El Eterno para se convirtiera en una nación de reyes y sacerdotes, en luz para las naciones, y sobre todo, para que pudieran llevar a cabo los designios del creador de los cielos y la tierra.

Ser la nación elegida es un enorme privilegio pero también es una gran responsabilidad. Enemigos iban a surgir, ejércitos con una sola función en la vida: destruir a Israel. Esto pasó de ser una mera conquista territorial a un odio desenfrenado y esquizofrénico, como fueron los casos de Aman el persa, Antíoco IV Epífanes el griego y Adriano el romano.

Después se convirtió en algo religioso y desde los albores del cristianismo, comenzó una teología de reemplazo y un desdén hacia el pueblo judío.

Ignacio de Antioquia (98 EC.) dijo: “No os dejéis seducir por doctrinas extrañas ni por fabulas anticuadas que son sin provecho. Porque si incluso el día de hoy vivimos según la manera del judaísmo, confesamos que no hemos recibido la gracia.” (Magnesianos 8).

La teoría del reemplazo es una doctrina que ha ocasionado muchos daños en creyentes verdaderos que no han logrado alcanzar todo lo que el Eterno tiene para sus vidas por evadir cualquier contacto de Israel en su vida. Esto lo hacen sin darse cuenta que la biblia que tienen en sus manos es de manufactura judía.

Por ejemplo, en el primer concilio ecuménico realizado en Nicea en el año 325 D.M. (Después del Mesías) se estableció: “Nosotros no deseamos tener nada en común con este pueblo, tan aborrecible dado que el redentor ha marcado otro sendero para nosotros”

Este odio siguió creciendo a medida pasaban los siglos y entre los ataques más siniestros estuvieron homilías enteras, llenas de veneno antijudío de uno de los disertadores más grande del cristianismo de los primeros siglos. Tanta es su “elocuencia” que es conocido como “Boca de oro”. él es Juan Crisóstomo, quien dijo las palabras con más odio hacia Israel. El fue famoso por su título de “deicidas” (asesinos de Dios) para referirse al pueblo judío.

En una de sus homilías él dijo: “Su odioso asesinato de Cristo, para este deicidio no existe expiación posible, ni indulgencia, ni perdón, solo vergüenza que no tiene fin.”

En la edad media esto había crecido tanto, que incluso se llegó a creer que los judíos robaban las hostias consagradas para picarlas y así matar a Jesús. Por la doctrina de la transubstanciación, la iglesia católica cree que al consagrar la hostia, esta se convierte literalmente en el cuerpo de Jesús.

Poco después de esta definición dogmática, se comenzó a acusar a los judíos de robar hostias consagradas, con el propósito de profanarlas, para humillar a Cristo. Por difícil que nos resulte hoy imaginarnos a los judíos arriesgando sus vidas para sustraer hostias con el único fin de blasfemar contra Jesucristo, la patraña fue creída hasta el siglo XIX.

“La primera denuncia de profanación de la hostia ocurrió en la ciudad alemana de Belitz, en 1243. Como resultado, varios judíos murieron en la hoguera. Otros casos notables tuvieron lugar en parís (1290), Doggendorf (1337), Bruselas (1370) y Segovia (1415). Un incidente famoso ocurrió en 1510 en Alemania: treinta y ocho judíos fueron ejecutados y muchos fueron expulsados de la ciudad de Knoblauch, por supuestas profanaciones.” (Dr. Fernando D. Saravi, La esperanza de Israel, Pág. 269)

Y así podemos seguir escudriñando la historia hasta llagar a nuestros días y la historia no ha cambiado mucho, aún existe un odio por este pueblo tan amado por el Eterno. La persecución no ha sido el único rubro antisemita, las doctrinas dentro del pueblo protestante también han sido temas de mucha controversia, entre estas se encuentra uno de los temas más funestos: la teoría del reemplazo.

La teología del reemplazo

La historia de esta teoría comenzó en los albores de esta era, fueron precisamente los padres del cristianismo quienes comenzaron esta tesis. Tertuliano, Orígenes, Crisostomo, Agustin, Eusebio y muchos otros comenzaron a creer que el pueblo judío ha sido rechazado por Dios, que no disfruta de ninguna relación de pacto especial, y que las bendiciones prometidas a “Israel” se aplicaran a la iglesia. A esto se le conoce como “Teología del reemplazo” o “Supersesionismo”.

La teología de las dispensaciones.

Las dispensaciones tuvieron su origen en Escocia (1,830 aprox.) en un movimiento escatológico basado en las visiones de Margaret McDonald de la iglesia de los hermanos de Plymouth. Según el “diccionario Bíblico conciso Holman”, Margaret McDonald dividió el regreso del Mesías en dos etapas:

  1. los creyentes serian arrebatados para encontrarse con Cristo en el aire, y esto sucedería antes del tiempo del anticristo.
  2. Habría una revelación final de Cristo en el fin de los tiempos.

J.N. Darby (1,800-1,882) pastor de Margaret, utilizo estos dos puntos para ampliar y desarrollar un estudio sistemático de siete periodos de tiempo, a los cuales llamo: “Dispensaciones.” C.I. Scofield popularizo el sistema de dispensaciones en su biblia de estudio de 1,909.

John Darby es reverenciado en los círculos protestantes como el moderno fundador de la teología de las “Dispensaciones” y del Rapto anterior a la tribulación; a pesar de que tomó la idea prestada de Margaret McDonald y es paralela a los libros (por ej. “La venida del mesías en gloria y majestad”) del jesuita Manuel Lacunza (1,731-1,801), mismo que usaría el pseudónimo de Juan Josafat Ibn Ezra.

Darby se dio cuenta de que durante los siete años de la semana final de Daniel (Daniel 9:27) se tendrán que hacer las ofrendas de la Torah (“La Ley”) en el Templo. Puesto que la Torah es claramente observada durante este periodo de siete años, Darby llegó a la conclusión de que el cumplimiento de la Torah se establecería de nuevo al comienzo de la Gran Tribulación.

Esta manera de pensar, hizo que Darby separara la historia bíblica y profética en épocas o compartimentos de tiempo (Dispensaciones). él explicó que la época de la Ley o Torah había finalizado en la cruz y había comenzado a partir de ese momento, la época de la gracia de la iglesia.

Actualmente hay dos escuelas de dispensacionalismo: las que indican siete dispensaciones y las que añaden una adicional, haciendo un total de ocho, como se muestra en el cuadro.

Las diferentes dispensaciones
1- Inocencia 1- inocencia
2- conciencia 2- conciencia
3- gobierno humano 3- gobierno humano
4- promesa 4- promesa
5- ley 5- ley
6- gracia 6- gracia
7- reino 7- tribulación
8- reino

Uno de los efectos nocivos de esta teología es la completa negación del rol que el pueglo judío tiene en el mundo hasta el día de hoy. Muchos dispensacionalistas conciben a Israel como un pie de pagina en el programa del Eterno, algo secundario y completamente diferente y distante del rol de la iglesia.

Uno de los textos más usados para la teología de reemplazo es el siguiente: “Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él.” (Mateo 21:43)

Marvyn Maxwell comenta este texto de la siguiente manera: “la nueva nación como veremos en seguida, estará constituida por la hermandad de los verdaderos cristianos procedentes de todas las razas”.

Y él no está solo en este pensar, Merril F. Unger, tiene una interpretación casi copiada: “Y demostró que el reino de Dios en el sentido amplio de luz espiritual y salvación sería quitado de Israel y dado a los gentiles”. (Nuevo manual bíblico de Unger, Pág. 375)

¿En realidad Yeshua estaba diciendo que Israel había sido desechado o que pronto seria desechado, y sustituido por una religión que albergaría una vasta cantidad de personas de diferentes nacionalidades?

Es mucho más probable pensar, que Yeshua les estaba diciendo que existiría un grupo de judíos, que tendrían autoridad similar a la de juan el bautista y la de él mismo (que no es una autoridad delegada de hombres, sino dada del cielo) y que darían muchos frutos. Este grupo que daría muchos frutos para el avance del Reino de Dios en la tierra, serían sus discípulos; esto es evidenciado por el libro de los Hechos y la historia de los primeros creyentes en su alteza Yeshua.

Podemos concluir diciendo, que extraer de este texto la doctrina del reemplazo, es una vara muy débil que no resiste una sencilla y coherente interpretación. Otros pasajes que aparentemente enseñan esta teología, deben entenderse en su contexto para evitar llegar a conclusiones equivocadas.

“La creencia que la iglesia ha reemplazado a Israel es incorrecta. Es una doctrina que ha causado y legitimado una gran parte del antisemitismo existente, y por eso tiene que ser extirpada de raíz. El pueblo judío es, y será, el pueblo escogido de Dios. Dios nunca ha cambiado de parecer.” (Ulk Ekman, Los Judíos el pueblo del futuro, Pág.61-62)

El profeta escribió: “Así dice Adonay: quien da el sol para luz del día, y el orden fijado a la luna y las estrella para luz de la noche… si se apartaran estas leyes de delante de mi… si pudieran ser medidos los cielos arriba, y pudieran ser explorados los cimientos de la tierra abajo, también yo desecharía a toda la descendencia de Israel” (Jeremías 31: 35:37)

Una pregunta ¿Aun ve la luz del sol, aun ve la luna y las estrellas por la noche? Si su respuesta es sí, entonces Israel, aun es el pueblo escogido por el Eterno, tal como se nos dice: “Israel, yo te hare mi esposa para siempre, mi esposa legitima, conforme a la ley, porque te amo entrañablemente.” (Oseas 2:19, versión Dios habla hoy)

Y estos últimos textos están en concordancia con la Haftará que estamos estudiando, en donde leemos:

¿Cómo podré abandonarte, oh Efraín? ¿Te entregaré yo, Israel? ¿Cómo podré yo hacerte como Adma, o ponerte como a Zeboim? Mi corazón se conmueve dentro de mí, se inflama toda mi compasión. No ejecutaré el ardor de mi ira, ni volveré para destruir a Efraín; porque Dios soy, y no hombre, el Santo en medio de ti; y no entraré en la ciudad. En pos de Adonay caminarán; él rugirá como león; rugirá, y los hijos vendrán temblando desde el occidente. (Oseas 11:8-10)

El Eterno tiene un plan y un propósito con el pueblo de Israel: el hizo un pacto incondicional con el padre del judaísmo (Abraham) y también un pacto en el monte Sinaí con el pueblo.

El pacto de Sinaí es un pacto condicional, pero este descansa en el pacto incondicional que hizo con Abraham Avinu y por estos pactos Israel nunca dejara de ser el pueblo de Dios, aun así ellos hayan sido rebeldes y desleales. HaShem no puede pasar por alto el acuerdo concertado con Abraham.

Por eso vemos en las escrituras las amonestaciones y los castigos para Israel; pero de igual manera siempre encontramos un mensaje de arrepentimiento y de restauración.

Y nosotros nos unimos al clamor del pueblo judío, para que la restauración final sea una realidad en nuestros días y el que tenga que venir que venga y tome el trono de David su padre e imponga su reino de paz y justicia. Yeshua HaMelej HaMashiaj reinando desde Jerusalén e imponiendo la teocracia en la tierra, tal como está escrito:

“Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Adonay como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Adonay, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la Torah, y de Jerusalén la palabra de Adonay.” (Yeshayahu [Isaías] 2:2-3)

Bajo las alas de Dios de Israel
Francisco Hidalgo

 

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