El bautismo de Juan y su mensaje eran sencillos: “La era Mesiánica (El reino de los cielos) está a las puertas, si nos arrepentimos y nos volcamos a cumplir los mandamientos del Eterno, El Mesías se revelará públicamente y hará que la era Mesiánica de inicio. Como símbolo de nuestro compromiso, hagamos Tevilah (inmersión, bautismo) en el rio Jordán como un nuevo inicio. Volvamos hoy y El Eterno hará que el Reino de los cielos sea implantado”.
El bautismo de Juan era un férreo compromiso de renovarse nacionalmente delante de Hashem para que la era Mesiánica fuera implantada. En este contexto, es extraño ver como Yeshua, quien es descrito como “sin pecado”, “sin engaño en su boca”, pueda ir a este tipo de Bautismo, ¿con que objetivo Yeshua va donde el Bautista?
El bautista aparentemente entiende en cierta medida esto. Ahí viene este hombre que transmite una pureza, una santidad, una espiritualidad sin igual. El “olfato profético” del Bautista se activa y ve que este hombre no tiene necesidad de arrepentimiento. Su objeción es curiosa:
“Mas Yohanan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?” (Mateo 3:14).
El bautista se opone a Yeshua diciendo que el necesita un bautismo de parte de Yeshua, y no él de parte del bautista. ¿A qué bautismo se refería Juan? Al bautismo del espíritu santo, el mencionó:
“Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.” (Mateo 3:11)
Entonces lo que quería decir el bautista era: “Como voy a bautizarte en agua, si yo necesito ser sumergido en el espíritu Santo por ti”.
¿En donde en el Tanaj hay una alusión a una purificación por agua y luego una por el espíritu de Hashem? Todo parece indicar que el bautista y su misión de introducir la era Mesiánica en el primer siglo por medio del arrepentimiento nacional, debe entenderse en el contexto de Ezequiel 36. Ahí leemos:
“Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.” (Yejezquel [Ezequiel] 36:25-26).
Si somos acuciosos, la mención de esparcir sobre el pueblo judío “agua limpia” (En hebreo “Mayim Tehorim”) precede a “pondré espíritu nuevo dentro de vosotros”. En este sentido, el bautismo de Juan estaba en línea con la profecía de Ezequiel: Si nacionalmente el pueblo hacía Tevilah y se apartaba de toda inmundicia espiritual, entonces, la era Mesiánica, en donde el espíritu de Dios estará sobre cada judío, se establecería.
Muchas veces se ha cuestionado una discrepancia entre los sinópticos y el evangelio de Juan. En los sinópticos, Yohanan parece tener un conocimiento sobre la identidad mesiánica de Yeshua antes de su Tevilah; sin embargo, en Juan, leemos lo siguiente:
“Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo.” (Juan 1:32)
En el cuarto evangelio, Juan parece indicar que el no supo la identidad mesiánica sino hasta después de su Tevilah. ¿Cómo entendemos esto? Daniel Lancaster contesta esto de manera magistral en su comentario, indicando que Juan supo con absoluta certeza, que Yeshua era el Mesías hasta después de su Tevilah; mientras que antes de está, tenía una fuerte sospecha por su discernimiento profético (Messiah Magazine issue 4, the Baptism of Jesus, Daniel Lancaster, First Fruits of Zion, 800.775.4807, www.ffoz.org.).
En otras palabras, Juan sabía que tarde o temprano, el Mesías, aquel que bautizaba con la Ruaj Hakodesh llegaría a él. Cuando él vio a Yeshua, tuvo una fuerte sospecha cuando vio llegar a aquel hombre lleno de pureza, santidad y verdad. Su espiritualidad fue discernida por Juan quien trató de impedir la Tevilah. Cuando Yeshua insistió y luego recibió la unción del Eterno, Juan estuvo completamente seguro que sus sospechas mesiánicas eran correctas.
Juan trata de disuadir a Yeshua de tomar una Tevilah de arrepentimiento. Yeshua no tenía pecado y no era necesario; sin embargo, Yeshua dice que es necesario “cumplir con toda justicia”. Es decir, Yeshua no está ahí para hacer una Tevilah de arrepentimiento de pecados; está ahí para cumplir con un procedimiento necesario para su iniciación ministerial. Yeshua iba a iniciar su ministerio público y necesitaba de la supervisión de Yohanan para una consagración en el Yarden (Jordán).
Asi como Aarón fue lavado con agua por Moshe (Exodo 40:12) para poder iniciar su ministerio sacerdotal, Yeshua hizo Tevilah bajo la supervisión de Juan para iniciar su ministerio. En este sentido, la Tevilah de Yeshua no tuvo ni razones de purificación ritual ni tampoco fue por arrepentimiento, sino como purificación simbólica de consagración ministerial.
Ha habido cierta controversia de porque Yeshua nunca recibió ninguna unción literal con aceite para su misión. Leemos en la Torah que Aaron después que fue lavado con agua, también recibió unción con aceite:
“Y harás vestir a Aarón las vestiduras sagradas, y lo ungirás, y lo consagrarás, para que sea mi sacerdote.” (Shemot [Exodo] 40:13)
¿Por qué Yeshua no recibió una unción con aceite? Ciertamente se nos informa que el espíritu de Hashem descendió sobre él y que al final, el aceite representa la unción del espíritu de Hashem sobre su siervo, tal como está escrito:
“Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu del Eterno vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá” (1 Samuel 16:13).
Claramente la narración de Samuel nos muestra que la unción de aceite aludía a la unción y capacitación de David como Rey por el espíritu de Hashem. Como vemos en el Tanaj, la unción espiritual no anula la unción literal y simbólica con aceite.
¿Por qué Yeshua no recibió dicha unción? Esto ha sido objeto de controversia tanto entre creyentes como críticos de la fe en Yeshua. Podríamos dar algunas posibles razones por las cuales dicha unción no tuvo efecto en la primera manifestación de Yeshua:
- Yeshua no recibió una unción con aceite debido a que se quería enfatizar que el espíritu de Hashem reposaría sobre él, por su perfección moral y espiritual y no en virtud de su nombramiento. Si consideramos que su misión sería dar la vida por el pecado del mundo, era importante tener claro que su unción por el espíritu santo se debía a su santidad intrínseca y no a una respuesta divina por causa de su nombramiento.
- La revelación de la era Mesiánica en todo su esplendor estaba condicionada al arrepentimiento nacional de Israel. Una unción pública con aceite habría dado la impresión de que la venida del Mesías y el reino de Dios en esos días, era un asunto incondicional. Una unción más privada era necesaria para evitar que esta falsa impresión se diera.
- La unción literal no se dio debido a la corrupción del sanedrín y las autoridades de aquella época que en su mayoría no gozaban del visto bueno del pueblo judío, iniciando con el sumo sacerdote que era puesto por Roma en la mayoría de ocasiones.
Todo parece indicar que la unción literal con aceite de Yeshua, será realizada en su segunda manifestación a Israel. Asi como David tuvo dos unciones, una privada hecha por Samuel por causa del peligro de Saúl (1 Samuel 16) y una publica cuando todo Israel lo aceptó como rey en Hebrón (2 Samuel 5:1-3), Yeshua de igual manera, tuvo una unción privada supervisada y vista por el Profeta Juan, y la segunda será en su final manifestación a Israel.
Yeshua tendría una unción especial dada del cielo, Juan vería al espíritu de Hashem descender como paloma sobre él y oiría la voz del cielo (Bat Kol) que decía: “Tu eres mi hijo amado en el que tengo complacencia” (Mateo 3:17). No es claro si la visión fue presenciada por todos los presentes o únicamente fue vista por Juan El Bautista; según Juan 1:32 parece ser que únicamente fue presenciada por Juan.
Independientemente de este hecho, ¿Qué significa la frase que Juan oyó? ¿Por qué fue tan importante? La frase alude a la completa satisfacción que El eterno tiene en Yeshua nuestro Maestro. Yeshua es sin pecado y por ello, Hashem tiene una especial satisfacción en él y por eso ha dado el espíritu sin medida sobre él.
Los rabinos explicaban que el espíritu de Hashem descendía momentáneamente y con ciertos grados de intensidad sobre los profetas y reyes de Israel. Por ejemplo, haciendo una interpretación creativa del texto de Job 28:25, leemos lo siguiente en el Midrash:
“El midió peso al viento [Ruaj, ‘espíritu’] (Job 28:25). Rabbi Acha dijo ‘Incluso el espíritu santo que descansó sobre los profetas lo hace únicamente por medida, un profeta hablando un rollo de profecía y otro hablando dos rollos’ ” (Vaikra Raba 15:2).
El espíritu de Hashem descendía con medida sobre los profetas y luego se retiraba, esto explica porque algunos profetas, tenían que esperar días para tener palabra del Eterno sobre ellos. Sin embargo de Yeshua leemos:
“También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él.” (Juan 1:32)
El espíritu de Yeshua permaneció sobre él, la unción del Eterno estuvo sobre él en todo momento como en ningún otro profeta. Es debido a esto que Yeshua pudo siempre tener una plenitud de gracia y verdad sobre él. El espíritu de Hashem descendía con medida sobre los profetas, pero de él está escrito:
“Porque el que Elohim envió, las palabras de Elohim habla; pues Dios no da el Espíritu por medida. El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano.” (Juan 3:34-35).
De Yeshua está escrito que recibió espíritu sin medida, la plenitud de la divinidad (Colosenses 2:9), es decir, los siete espíritus de Hashem (Isaías 11:1-2, Apocalipsis 5:6) reposan y reposaron sobre él.
¿Por qué razón Hashem no dio esta medida de espíritu a los demás profetas como Elías o Jeremías? La frase dicha por el cielo aquel día nos da la respuesta: En virtud de su vida sin pecado, Yeshua pudo tener esa intensidad del espíritu de Hashem sobre él. Ningún profeta era sin pecado, es por ello que una medida de la gloria del Eterno era dada a ellos. Pero El Santo y ungido del Eterno, en quien tiene complacencia, posee la perfección moral y espiritual para soportar la intensidad máxima de gloria. ¡Bendito sea su nombre por su Mesías y su espíritu!
La frase oída por el bautista alude a tres pasajes del Tanaj. En primer lugar al decir: “mi hijo, el amado”, encontramos una alusión al pasaje de la Akeda, esto es, el pasaje de Abraham dispuesto a sacrificar a Isaac. A pesar de que Abraham tenía dos hijos, Hashem le dice:
“Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas” (Bereshit 22:2).
¿Por qué Hashem dice que Isaac es el único hijo de Abraham? ¿Acaso no tenía más hijos? Ciertamente que sí, pero Abraham tenía un amor especial por Isaac, al venir del vientre de su esposa Sara, y al haber sido milagrosamente concebido y anunciado por una promesa divina. De igual manera, Hashem tiene muchos hijos; sin embargo, Yeshua es el hijo único en su clase por causa de su perfección moral y su ofrecimiento voluntario por la humanidad.
También encontramos una alusión al cantico del siervo sufriente donde se nos dice: “He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones.” (Isaías 42:1).
El alma del Eterno tiene un especial agrado en el Mesías, por ello ha puesto sobre él su espíritu como nunca antes. Finalmente, el Salmo 2 nos dice:
“Yo publicaré el decreto; El Eterno me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy.” (Salmo 2:7).
Este salmo es particularmente importante. Fue citado muchísimo en los escritos apostólicos junto con el salmo 16 y el 110. Hashem describe su similitud con el Mesías con la analogía de engendrarlo. Ciertamente Hashem no tiene capacidad de engendrar en el sentido literal o sexual de la palabra, pero lo que se busca es enfatizar la perfección moral del Mesías. El Mesías es espiritualmente similar al Eterno como ningún otro hombre, su perfección y pureza son intachables.
En virtud de eso, el espíritu del Eterno descendió sobre él y permaneció ahí. De igual manera, por causa de su muerte y resurrección, hemos recibido su espíritu quien permanece con nosotros. El espíritu de Hashem que estuvo sobre él, ha sido derramado en el cuerpo del Mesías a cada creyente. únicamente por su merito insuperable es que ahora disfrutamos un anticipo de la era Mesiánica: El espíritu de Hashem reposando en nosotros. En la era Mesiánica reposará sobre todo Israel y la tierra será llena de la gloria del Eterno como las aguas cubren la mar
¡Que su reino venga prontamente y sea implantado con poder en la tierra!
Con Bendición !
Yitzjak