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Bereshit (Génesis) 1:1-6:8

Probablemente corrían los años 168 – 167 AEC cuando el tirano Antíoco Epífanes IV llegó a Jerusalén con el propósito de erradicar la fe una vez dada a los santos. Tenía como menester que los hijos de Israel apostataran de fe, abandonaran las buenas leyes que habían guardado durante toda su vida como nación libre; su misión principal era erradicar el Judaísmo desde sus cimientos, e imponer un nuevo sistema filosófico-religioso: el helenismo.

Dentro de las costumbres a erradicar estaban: el Shabat, la circuncisión, la luna nueva, etc. La Torá estaba en riesgo. A pesar de que había grupos que habían aceptado la cultura helénica, también es cierto que había personas piadosas y celosas por la Torá y por el verdadero culto al Dios Israel. Esto daría como resultado el levantamiento de los Macabeos. Un sacerdote judío rural, llamado Matatías, encendió la chispa contra el Imperio seléucida al rechazar la adoración de los dioses griegos. Después de su muerte lo sucedió su hijo Judas “el Macabeo” quien finalmente llevó a Israel a una de las victorias más icónicas de la historia del pueblo judío. Victoria que se conmemora hasta el día de hoy en la fiesta de Janucá.

Pero antes del grito de victoria ocurrieron grandes atropellos en la dignidad y la fe de muchos judíos que se negaban a aceptar la adoración pagana y la erradicación de la fe judía. Pero hay un relato en particular que nos ayudara a entender una de las doctrinas fundamentales de nuestra fe. Nos referimos al relato de los siete hermanos y su madre.

El rey Antíoco IV quería obligar a fuerza de látigo y castigos atroces,  que el pueblo apostatara de su fe y comieran carne de cerdo, pero todos se negaron, mientras esto sucedía la madre dijo a uno de sus hijos menores una verdad fundamental, de las Escrituras, y de la cosmovisión judeo-cristiana, y esto fue lo que ella dijo: “Te ruego, hijo, que mires al cielo y a la tierra, que veas todo lo que hay en ellos y entiendas que de la nada Dios lo hizo todo; y que de la misma manera creó el género humano.” (II Macabeos 7:28)

Esta es una de las doctrinas fundamentales de nuestra fe: Dios creó todo lo que nosotros vemos y lo que nuestros sentidos perciben, e incluso los ámbitos espirituales que no podemos ver; fueron creados por su gran sabiduría e infinito poder. Esta verdad fundamental lo encontramos en el primer versículo de la Torá y es con esta afirmación que damos inicio al estudio de la Torá.


“Bereshit bará Elohim et hashamáyim ve’et ha’árets.”

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Bereshit 1:1)

La Torá comienza declarando que en el principio el Eterno creó los cielos y la tierra de la nada (creatio ex nihilo). Dios crea al mundo a partir de la nada. Esto quiere decir que antes de la creación no había ni materia ni tiempo. Únicamente existía Dios. Al crear el mundo, Dios, crea también el espacio y el tiempo. Las ideas eternas existentes en Dios constituyen los factores que constituyen el mundo y son la materia, el tiempo y la forma. A partir de sus propias ideas, Dios, creó una parte de los seres ya en su forma perfecta e inmutable (esto es que no pueden cambiar la forma como fueron creadas, por ejemplo: los ángeles.). Otra parte de las criaturas está sujeta al cambio como, por ejemplo, sucede con el cuerpo de los seres vivos (los animales y nosotros podemos cambiar dependiendo el lugar en donde vivamos o nos múdenos a otro tipo de clima, ambiente, etc. Lo que se conoce como: adaptación y/o micro evolución).

A la acción de Dios creando todo lo que existe a partir de a nada se le da el nombre de: Creatio ex nihilo es una locución latina que significa: creación de la nada. Esta expresión se usa en oposición a creatio ex materia, que significa: creación a partir de materia preexistente, una expresión de pensamiento que enseñaba que el mundo fue creado por uno o varios dioses a partir de materia preexistente. Y es claro que la Palabra de Dios no enseña esto. Dios no creó el universo a partir de materia preexistente.

Dios creó todo a partir de la nada. En el principio Dios y sólo Dios creó todo el universo. Como lo encontramos a lo largo y ancho de la revelación de Dios al hombre, esto es: La Biblia.  En donde se declara que por su palabra fue creado todo:

  • “Por la palabra del Eterno fueron hechos los cielos… porque él dijo, y fue hecho; él mandó,  y existió.”(Salmo 33:6,9)
  • “En el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos y también la tierra” (2 Pedro 3:5 RV95)

Todas las Escrituras declaran que el Eterno hizo los cielos y la tierra, pero como dijimos al inicio, la grandeza de nuestro Dios es, que Él hizo todo, creó todo de la nada. Antes de la creación no había materia, no había nada; tan es así, que no había ni tiempo. Solo eternidad. “Al principio solo había Dios, y ninguna otra cosa, ni ángeles, ni esferas, ni las cosas en ellas contenidas. El produjo todo de la nada, tal como ahora es, por su voluntad y deseo. Hasta el tiempo se cuenta entre las cosas creadas” (1)

La palabra que se utiliza la mayoría de las veces para expresar la acción creativa del Eterno es el hebreo “Bara”. La mayoría de las ocasiones se usa para describir la acción de Dios trayendo a existencia una o mas cosas. Es bueno aclarar que la palabra en si misma, no implica necesariamente, creatio ex nihilo (por ejemplo es usada en la creación del hombre, quien fue creado a partir de materia preexistente, esto es, el polvo) sino que puede significar creación a partir de componentes previamente creados por El Eterno. Otras palabras en hebreo son usadas para describir el accionar del Eterno y es el contexto el que nos informa si estamos delante de una creación de la nada, o Dios utiliza componentes previamente creados por Él. La doctrina de la creatio ex nihilo no significa que todo fue creado por El Eterno a partir de la nada, sino que enseña que:

  • El Eterno existía antes de cualquier cosa creada y no había una materia co-existente con Él.
  • El Eterno no creó el mundo tomando una porción de si mismo.
  • El Eterno creó los componentes primordiales de los cielos y la tierra (átomos, materia, espacio, etc) partir de la nada, por medio de su gran poder. Luego, Él creó más cosas a partir de esto.

¿Qué significa que El Eterno creó algo a partir de la nada? ¿Qué queremos decir con esto? Aquí el gran comentarista, Ph.D Norman Geisler lo expresado magistralmente:

“Entonces hubo un tiempo en que el  universo no existía y luego existió, después de que Dios lo creara. Esto es lo que significa la creación “de la nada” (en latín, ex nihilo). No significa que Dios tomara un «puñado de nada» e hiciera algo, como si la «nada» fuera algo a partir de lo que se pudiera hacer el mundo. Lo único que había era Dios y nada más. Dios hizo que existiera algo que hasta ese momento no había existido… El mundo provino de Dios pero no es de Dios. Él fue su causa pero no su sustancia. Dio origen a la existencia del mundo, por él, pero no está hecho con partes de él, no es de él en ese sentido. Sin embargo, si el mundo no fue creado a partir de Dios (ex Deo) ni a partir de ninguna otra cosa (ex materia) co-existente con él, el mundo debió haber sido creado de la nada (ex nihilo). No hay otra alternativa. Dios creó una cosa que antes de que la creara no existía, ni en él ni en ninguna otra parte.”  (2)

Y con esta luz podemos entender mejor la Escritura cunado dice: “Por la fe comprendemos que el universo fue hecho por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.” (Hebreos 11:3 RV95)

En segundo lugar veremos que Dios no solamente creó todo, sino que también sostiene a todo lo creado, por medio de aquel que es el propósito de la creación. Así que, no tan solo el mundo fue creado por la palabra, sino que se sostiene por la palabra.

Todo el universo fue creado por el Eterno, y nada de todo lo que hay en él puede subsistir sin su cuidado y sustento. Esto es como una máquina que alguien crea, sino le da mantenimiento esta se arruina y se vuelve inútil. El Eterno cuida a toda la creación e interviene en ella. Es decir, Él está constantemente involucrado en sostener lo que ha creado.

Nuestra visión como Teístas Bíblicos (esto es creemos en un Dios, uno y único, el Dios de la Biblia)  discrepa con la cosmovisión Deísta. A pesar que ellos también creen en Dios, su manera de ver a Dios es diferente. El deísmo es una corriente de la filosofía que admite, mediante el raciocinio y la experiencia, la existencia de Dios como creador del universo. La doctrina, sin embargo, no acepta otros elementos característicos de las religiones en su relación con la divinidad.

Para los deístas, no existen los milagros. El deísmo reconoce que Dios ha creado el universo aunque no cree en su intervención posterior para orquestar su destino. En general el deísmo acepta que hay un Dios creador, pero que abandono a su creación; ya que no interviene en ella. La creó y la abandonó.

Nosotros como Teístas Bíblicos creemos que el Eterno creó el universo, interviene en su creación (a través de milagros y otras manifestaciones espirituales) y que sostiene todo lo creado. Nada en el universo existe independientemente de Dios. Él creó todo lo que fue creado y lo sostiene para que el universo se mantenga y sostenga en un equilibrio perfecto y armonioso. Como lo comenta Ramjal:

    “Es sabido y evidente, que todo lo que existe, tanto lo superior como lo inferior, fue creado pues la Divina Inteligencia lo consideró necesario y útil para el propósito de la creación. Asimismo, las leyes naturales como las propiedades que rigen todo lo creado fueron instituidas de acuerdo a lo que la Divina Sabiduría decretó, en función de lo apropiado para cada elemento de la creación. Y la misma razón que impulsó su creación determina que continúen existiendo en tanto produzcan un beneficio a la existencia en general, como lo citamos. Por ello, Dios Todopoderoso, Creador de todo lo existente, continúa supervisando a sus criaturas y manteniéndolas en el estado deseado por El.” (3)

Este mismo pensamiento encontramos en varios lugares de los Escritos Apostólicos, en donde encontramos dos verdades fundamentales, a saber. 1) Todo fue creado por Dios por causa del Mesías; y 2) todo es sostenido por él. Estos conceptos lo encontramos en los escritos de un Rabino del primer siglo, quien dice del Mesías:

“Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación, porque en Él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, visibles e invisibles: tronos, dominios, principados, potestades; todo fue creado por Él y para Él, y Él es antes de todas las cosas, y todo subsiste en Él” (Colosenses 1:15-18 BTX )

Esta manera de pensar es parte de la cosmovisión de los sabios de Israel. En sus escritos podemos ver como ellos afirman que el mundo fue creado para el Mesías, tal como lo encontramos en el Talmud: “Rabí Yojanán dijo: El mundo fue creado por causa del Mesías, ¿cuál es el nombre de este Mesías? La escuela de Rabí Shila dijo, “su nombre es Shiloh, porque está escrito, hasta que venga Siloh. (Génesis 49:10)” (4)

Hablar, escribir y predicar de la creación, de los inicios de todo es algo apasionante y que nos puede llevar a descubrir cientos de comentarios, explicaciones y conclusiones de los orígenes del universo, del creador de los cielos y la tierra. Y a la vez nos puede llevar a la conclusión que delante de su sabiduría y poder es poco lo que conocemos de Él. Es necesario pedir humildad para que nuestras mentes no se envanezcan y pretendiendo ser sabios nos hagamos necios (Romanos 1:22) y también sabiduría para comprender todos sus misterios y propósitos como lo está escrito en el libro de Sabiduría:

“Dios de mis antepasados, Señor misericordioso, que por tu palabra has hecho todas las cosas, que con tu sabiduría has formado al hombre para que domine sobre toda tu creación, para que gobierne el mundo con santidad y rectitud y administre justicia con recto corazón: dame la sabiduría, que reina junto a ti, y no me excluyas del número de tus hijos, porque soy tu siervo, hijo de tu sierva, hombre débil, de breve existencia, incapaz de entender la justicia y las leyes.” (Sabiduría 9:1-5 DHH)

Notas:
    1.Maimónides, Guia de los descarriados, Libro 2, capitulo XIII   
    2.Ravi Zacharias, Norman Geisler, ¿Quién creo a Dios?, Pág. 28-29
    3.Rabí Moshé Jaim Luzzatto, Derej Hashem, sección 2, capitulo 1
    4.Sanedrín 98b

Bajo las alas del Dios de Israel

Francisco Hidalgo

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