Vayikra (Levítico) 14:1-15:33
Haftará: 2 Reyes 7:3-20
¿El Mesías Leproso?
La parashá de esta semana tiene por nombre “Metsorá”, comúnmente traducido como “Leproso” o “El que tiene Tsaraat”. En años sin doble Adar (no bisiestos) se lee junto con la parashá pasada, esto es “Tazría”. Su contenido es también únicamente dos capítulos: uno que cubre el tema de la purificación del Metsorá cuando se sana, y el otro que habla sobre cosas que acarrean impureza ritual o ceremonial y la manera de tratarlas.
El tema de las impurezas rituales de Levítico 15, sigue la misma línea de las impurezas que hemos comentado hasta el momento: todas se relacionan con contacto con muerte o salida/perdida/abandono de vida. En el caso de los flujos seminales o de una mujer, el concepto se mantiene al ser derramamientos de sustancias relacionadas con la vida (semen o sangre) que provienen de los aparatos que dan vida (esto es, órganos reproductores).
Mantener pureza ritual era sumamente importante cuando el tabernáculo existía (también más tarde con el templo). El pueblo no debía acceder al lugar donde la presencia manifiesta del Eterno moraba con tanta intensidad para no impurificar el santuario y hacer que la presencia se marchará, o peor aún, que consecuencias nefastas sucedieran (como el caso de Nadab y Avihu).
La torá da un sumario del objetivo de estas leyes al final del capítulo 15 donde leemos:
“Así apartareis de sus impurezas a los hijos de Israel, a fin de que no mueran por sus impurezas por haber contaminado mi tabernáculo que está entre ellos” (Levítico 15:31)
Habiendo dicho esto, quisiera comentar un aspecto bastante interesante de la parashá que tiene relación con el Mesías, tanto en la escritura como en la tradición judía. Quizás este sea el aspecto más curioso, paradójico y confuso de todo lo que se dice del Mesías en la literatura judía. Nos referimos al tema del “Mesías Leproso”.
Un grupo de Rock muy conocido sacó una canción con ese título en inglés (Leper Messiah, Metalica) y habla sobre abusos religiosos en nombre del Mesías. Cuando hablamos de “El Mesías leproso”, esto no tiene ninguna relación con dicha canción. El curioso título de “Jivrá”, esto es “leproso” en arameo, aplicado al Mesías, tiene su base en el capítulo 53 de Isaías y en el talmud.
El titulo aplicado al Mesías se encuentra en el talmud en el tratado Sanedrín; en dicho tratado, cada escuela de pensamiento estaba discutiendo los títulos del Mesías y proveyendo textos bíblicos para respaldarlo. Shiloh, Yinon, Janina, Menajem son los cuatro ejemplos extraídos de diversos pasajes por los diferentes discípulos de escuelas rabínicas. Al final del pasaje se nos dice:
“Los rabinos dijeron: su nombre es el ‘erudito leproso’ como está escrito: Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.” (Sanedrín 98b).
¿El leproso un titulo mesiánico? ¿Qué estaban pensando los rabinos cuando dedujeron semejante titulo? ¿Qué tiene que ver Isaías 53 con esta idea que parece totalmente descabellada? ¿Acaso no es verdad que el judaísmo considera que Isaías 53 no se refiere al Mesías sino a Israel en el exilio?
En primer lugar, es totalmente falsa la noción que indica que Isaías 53 no es un texto mesiánico en el judaísmo. Como hemos mencionado en otros artículos, Rashi fue la primera autoridad en sugerir que el texto hablaba de Israel y su sufrimiento en el exilio y no del Mesías. Dicha posición es entendible cuando consideramos la época de Rashi, y toda la persecución cristiana hacia los judíos e incluso sus conversiones forzadas al catolicismo. Claramente la posición de Rashi fue influenciada por esta realidad y su postura no está libre de esta actitud reactiva ante el cristianismo de su época.
Sin embargo, la inmensa mayoría de fuentes judías de ayer y hoy, han considerado al texto de Isaías como una referencia claramente mesiánica. El talmud, el zohar, el Midrash, Abarbanel, Herz Homberg, Eliyah de Vidas, Moshe Alshej son solo algunos ejemplos de fuentes judías antiguas, que consideraban el pasaje como una profecía mesiánica.
En tiempos modernos, ni más ni menos que Menajem Mendel Schneerson, el sabio más popular del siglo pasado, expuso el significado mesiánico de Isaías 53. Dentro de la literatura de rabinos posteriores a Rashi, incluso encontramos firmes desacuerdos con su postura no de uno sino de varios rabinos. Es por estas razones, y por una exegesis sencilla del pasaje, que la interpretación mesiánica de Isaías 53 tiene mayoría en el judaísmo, a pesar de lo que puedan decir grupos anti misioneros del siglo XXI.
En segundo lugar, la interpretación no es descabellada sino que tiene una firme base en el texto hebreo de Isaías. La palabra que se ha traducido como “azotado”, es la palabra hebrea “Nagúa” que literalmente significa “llagado”. “Nagúa” comparte la misma raíz de “Nega” que significa “llaga” y es utilizada mayoritariamente para referirse a la enfermedad de Tzaraat, como podemos ver en los siguientes versos:
“Habló El Eterno a Moisés y a Aarón, diciendo: Cuando el hombre tuviere en la piel de su cuerpo hinchazón, o erupción, o mancha blanca, y hubiere en la piel de su cuerpo como llaga de lepra (Hb Nega Tsara’at), será traído a Aarón el sacerdote o a uno de sus hijos los sacerdotes.” (Levítico 13:1-2, paréntesis de clarificación añadidos)
“Cuando hubiere llaga de lepra (Nega Tsara’at) en el hombre, será traído al sacerdote” (Levítico 13:9, paréntesis añadidos).
En otras palabras, el profeta Isaías está diciendo que, ¡El Mesías sería considerado como un leproso y rechazado como tal! ¡Vaya palabras mayores para describir el rechazo que el Mesías sufriría y su papel profético!
Es debido a esta similitud lingüística, que los sabios del talmud, acertadamente le dan el título al Mesías de “Jivra”, pues es un titulo que describe proféticamente el rol del Mesías. Si bien es cierto, podríamos decir que no es un titulo glorioso como “Príncipe de paz” o “Admirable consejero” pero es igualmente importante para comprender una faceta de su misión. De más está decir, que el titulo no debe tomarse literalmente.
Cuando consideramos las cosas asociadas con un “Metsorá” (Leproso) podemos ver un cuadro sumamente interesante sobre el Mesías y su misión de siervo sufriente:
- Isaías nos dice que “nosotros le tuvimos por llagado”. Las autoridades del pueblo judío rechazaron al Mesías considerándolo como algo desagradable e impuro como un leproso. Hasta el día de hoy, un gran número de judíos asocian su nombre con impureza.
- Adicional a esto, se pensaría que su sufrimiento se debe a un castigo divino que ha caído sobre él por su pecado, por eso Isaías añade: “por herido de Dios y abatido”. Como hemos mencionado, la enfermedad de Tsara’at era universalmente asociada con un castigo divino por pecados de maledicencia, soberbia, profanación del nombre de Dios y otros.
- El aspecto de un “Metsorá” era el de una carne deteriorándose, símbolo de muerte. Incluso el talmud lo enumera entre los que están vivos pero es como si estuvieran muertos (Nedarim 64a). El aspecto del Mesías en su sufrimiento sería como un llagado, su muerte sería tan violenta que su carne, al igual que la del Metsorá, parecería llena de heridas o llagas.
¿Conoces a alguien que siendo judío, nunca pecó ni hubo engaño en su boca como dice Isaías 53:9? ¿Alguien que sea considerado como alguien impuro aun por la mayoría del pueblo judío? ¿Alguien que sufrió por el pecado de Israel? ¿Alguien que fue considerado un malhechor y que en realidad sufría por nuestros pecados? ¿Alguien que en su muerte haya experimentado un deterioro de su carne? Ciertamente solo hay un nombre para este perfil del Mesías: Yeshua de Nazaret.
A parte de estas consideraciones, también debemos mencionar la fuerte conexión con la muerte y resurrección, que un Metsorá poseía en su rito de purificación, después de curarse. El simbolismo tiene claras alusiones a muerte y resurrección como podremos observar.
Consideremos los increíbles paralelos entre la purificación del Metsorá el día de su sanidad, con la purificación de aquellos que habían tenido contacto con un muerto:
Del proceso de purificación del Metsorá se nos dice:
“Después tomará la avecilla viva, el cedro, la grana y el hisopo, y los mojará con la avecilla viva en la sangre de la avecilla muerta sobre las aguas corrientes; y rociará siete veces sobre el que se purifica de la Tzaraat, y le declarará limpio; y soltará la avecilla viva en el campo. Y el que se purifica lavará sus vestidos, y raerá todo su pelo, y se lavará con agua, y será limpio; y después entrará en el campamento, y morará fuera de su tienda siete días.” (Levítico 14:6-8).
Del proceso de purificación de aquel que tenía contacto con muerto, leemos:
“Y Eleazar el sacerdote tomará de la sangre con su dedo, y rociará hacia la parte delantera del tabernáculo de reunión con la sangre de ella siete veces…Y para el inmundo tomarán de la ceniza de la vaca quemada de la expiación, y echarán sobre ella agua corriente en un recipiente…Y el limpio rociará sobre el inmundo al tercero y al séptimo día; y cuando lo haya purificado al día séptimo, él lavará luego sus vestidos, y a sí mismo se lavará con agua, y será limpio a la noche.” (Números 19:4, 17, 19).
Los paralelos entre el Metsorá y la persona que se purificaba ritualmente al haber tenido contacto con un muerto son numerosos. El mensaje es claro: El Metsorá es casi un muerto viviente; la degradación de su carne se consideraba un símbolo de muerte, y los paralelos en los procedimientos de purificación hacen la conexión aun más fuerte.
La diferencia más notable entre los dos procesos, son los animales utilizados para la purificación: En el caso de la purificación ritual por contacto de muerte, una vaca roja y sus cenizas eran combinadas con agua para ser rociada en el impuro; por otro lado, en el caso del Metsorá, la Torah nos dice que eran dos avecillas puras.
La primer avecilla se mataba y la segunda avecilla se dejaba ir en el campo después de rociar al que se sanaba de Tsaraat siete veces con la sangre del avecilla que había sido inmolada. El simbolismo con toda certeza es que el Metsorá había vuelto a la vida, en cierto sentido. El ave muerta representa el estado del Metsorá al estar con su enfermedad, siendo un muerto caminando; la ave libre que se suelta, es para indicar la nueva vida del Metsorá, incorporándose de nuevo a la vida del templo, siendo restaurado. En un sentido, el Metsorá estuvo muerto pero ahora vive.
Esto da un factor adicional sumamente importante al título “Jivra” aplicado al Mashiaj. Las dos avecillas utilizadas en la purificación del Jivra son alusiones de la muerte y resurrección que el Mesías tendría después de poner su vida en expiación por el pecado. Isaías 53:7-10 habla de cómo el Mesías pone su vida en expiación y luego “vive por largos días”. ¡El titulo de Jivra cubre todos estos aspectos y se cumplen de manera asombrosa en Yeshua nuestro Mesías!
Es en Yeshua nuestro Mesías, que tenemos una fuente inagotable de vida, y vida en abundancia. Su rechazo por autoridades del Israel de su época, en ningún sentido son una negación de su veracidad: Todo lo contrario, siguen el patrón descrito por los profetas, tal como está escrito:
“y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Mesías padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día;” (Lucas 24:46)
Por la gracia del Eterno, nosotros hemos reconocido al verdadero Mesías. Judíos y temerosos de Dios de entre las naciones, hemos venido a su señorío y lo hemos aceptado como el Salvador de nuestras vidas. El fue puesto por el pecado de Israel y del mundo y vendrá prontamente para gobernar a todo el mundo, desde Jerusalén. La única diferencia es que ahora, no vendrá a hacer ningún sacrificio por pecados sino a implantar la redención final: la era mesiánica, la era de paz, justicia, tranquilidad que todos esperamos, y a juzgar a vivos y muertos.
“así también El Mesías fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.” (Hebreos 9:28)
“Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.” (Hechos 17:30-31)
שבת שלום
¡Shabbat Shalom!
Isaac Bonilla