Bereshit (Génesis) 18:1-22:24
Haftara: Melajim Bet (2 Reyes) 4:1-37
Resumen de la parasha:El Eterno aparece a Abraham en el encinar de Mamre para anunciarle sobre el nacimiento de su hijo Isaac, quien nacería el año siguiente, a pesar de la incredulidad momentánea de Sara. Abraham intercede por Sodoma y Gomorra para evitar que sea destruida diciendo que tal vez se encuentren ahí 50 justos, Hashem perdonará a la ciudad si hubiese 50 justos, Abraham sigue intercediendo hasta llegar a 10 justos (en el judaísmo 10 representa la totalidad de algo y es por ello que Abraham para en esa cifra. Un grupo de diez hombres se conoce en el judaísmo como “Minian”). Los malajim (ángeles) llegan a Sedom (Sodoma) y Amorra (Gomorra) para destruirla y son hospedados por Lot, Lot tiene problemas por hospedar a los ángeles y estos tienen que herir a los hombres de Sedom con ceguera total (en hebreo literalmente “cegueras”). Los ángeles destruyen Sedom después de sacar a Lot, a su mujer y a sus dos hijas. La mujer de Lot vuelve atrás y es convertida en un montón de sal, Lot mora en Zoar pero al tener miedo sube a un monte donde habita en una cueva. Sus hijas dan de beber vino a Lot y cometen incesto con él, de esta unión vienen los moabitas y los amonitas. Al morar Abraham en Gerar, Sara es tomada cautiva por Abimelec, El Eterno interviene y Sara es liberada, Isaac nace y es circuncidado al octavo día conforme al mandamiento dado por Hashem; sin embargo al crecer Isaac recibe burlas de parte de Ishmael, este y es expulsado juntamente con su madre, la sierva Hagar. Abraham recibe el mandamiento de sacrificar a su hijo Yitzjak en el monte Moriah, Abraham se levanta temprano a cumplir con la orden de Hashem creyendo firmemente en la resurrección de los muertos y que Hashem cumpliría su promesa de darle descendencia a través de Yitzjak. Antes de sacrificar a Yitzjak, el ángel del Eterno habla a Abraham impidiéndole llevar a cabo la orden y señalándole un carnero en lugar de su hijo. El Eterno jura por sí mismo dar todas las promesas a Abraham después de la prueba de el sacrificio de su hijo amado.
Sara y Hagar en Gálatas 4 ¿Qué significa la alegoría?
Hay algo muy curioso, como podemos ver en la palabra “Yitzjak”, su raíz sirve para describir tres tipos de risa en esta parasha:
- La risa de Sara mostrando incredulidad, tal como está escrito: “Se rió (Vatitzjak), pues, Sara entre sí diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo?” (Bereshit [Génesis] 18:12).
- La risa de Alegría de Sara, tal como se dice: “Elohim me ha hecho reír, y cualquiera que lo oyere, se reirá conmigo (Yitzajak li)” (Bereshit [Génesis] 21:5).
- La risa de Ismael burlándose de Isaac, como está escrito: “Y Sara vio al hijo de la egipcia Hagar, que esta había dado luz a Abraham, se burlaba (Metzajek)” (Bereshit [Génesis] 21:5).
¿No habéis oído la Torah?
“Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre. Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa.” (Gálatas 4:22-23)
Pablo se propone a hacer una alegoría entre los dos hijos de Abraham y sus madres, Abraham tuvo dos hijos; sin embargo uno era el producto de querer agradar al Eterno según el esfuerzo humano desligado de su voluntad perfecta (Ismael); y el otro era el producto de la promesa milagrosa del Eterno (Isaac).
Si leemos la Torah, sabemos que Ismael era hijo de una esclava (Hagar) egipcia y nació producto de tratar de cumplir las promesas de Hashem bajo el esfuerzo humano, ignorando la voluntad de Hashem. Isaac, por otro lado, nació como cumplimiento de una promesa del pacto Abrahamico pues era la “Zera” o “semilla” que Hashem prometió a Abraham.
En la interpretación cristiana convencional e histórica, la analogía significa algo muy simple: Hagar es la Torah o el judaísmo y produce hijos esclavos, esto es el pueblo judío. Sara, por otro lado, es el evangelio o el cristianismo y produce hijos libres, esto es los cristianos. Esta es la interpretación de virtualmente todo el cristianismo desde los días de los padres de la iglesia. Esto tiende a reforzarse cuando se introduce el factor de los dos pactos. Pablo escribe:
“Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar.” (Gálatas 4:24)
De esto verso, se asume que Hagar representa a la Torah la cual es esclavitud y el antiguo pacto y Sara, el evangelio y el nuevo Pacto. ¿Es cierto esto? ¿Cuál es el punto de la alegoría? ¿Por qué Pablo únicamente identifica el pacto que representa Hagar? ¿Por qué no dice el que representa Sara?
Debemos de clarificar varias cosas para entender lo que Pablo está tratando de enseñar. En primer lugar, debemos de tener muy presente que lo que Pablo introducirá es una alegoría, tomar literal o demasiado literal una alegoría puede ser peligroso; generalmente la alegoría busca ilustrar o fortalecer un punto previamente aceptado. Extraer verdades entendiendo la alegoría literalmente lleva a la distorsión o tergiversación.
En segundo lugar, es bueno considerar el contexto general de la carta de Gálatas y el contexto inmediato de la alegoría del capítulo 4. Como mencionamos en la parasha Lej Leja (ver Parasha Lej Leja aquí) el propósito general de Gálatas en el siguiente mensaje de Pablo: La salvación viene por medio de la justificación en Yeshua y no por ser judío. Algunos creyentes en Yeshua, mayoritariamente prosélitos (es decir ex gentiles que se habían circuncidado adultos haciéndose legalmente en judíos) enseñaban a los gentiles creyentes que debían circuncidarse para poder recibir la justificación. Mismo tema fue el causante del concilio de Hechos 15, tal como se dice: “Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos.”(Hechos 15:1).
Pablo explica en los capítulos 2 y 3 que la justificación no viene por ser judío o por guardar mandamientos como medio de salvación. Por lo tanto, no debemos de leer la carta pensando que Pablo tiene en mente que la Ley esta abolida, o que la Torah no sirve para nada ya, o que Pablo está diciendo que “la iglesia” ha sustituido al pueblo judío. El tema es: ¿Cómo se recibe la justificación? ¿Por fe en Yeshua o por conversión a judío? (recordar que Pablo está escribiendo a no judíos). Es en este contexto que debemos de leer Gálatas 4 y la alegoría entre Sara y Hagar.
En tercer lugar, debemos diferir de aquellos que piensan que los dos pactos que representan Sara y Hagar en la alegoría, sean “El antiguo pacto” en Sinaí y “El nuevo pacto” en Yerushalaim (Jerusalén).
Los dos pactos a los que Pablo hace referencia son precisamente los dos de los cuales viene hablando desde el capítulo 3 de su carta: El pacto Abrahamico y el pacto en Sinaí. Pablo nos dice que pacto representa Hagar en la alegoría; sin embargo nunca dice cual es el pacto que Sara representa. Se asume frecuentemente que es “el nuevo pacto” pero Pablo nunca menciona este pacto en toda la carta de Gálatas, y es el pacto Abrahamico el que el contrasta con Sinaí en el contexto inmediato, únicamente un capitulo después.
Además, hubiese sido contraproducente para Pablo mencionar el “nuevo pacto” anunciado por Jeremías, porque ahí se dice que este pacto sería: “con la casa de Israel y con la casa de Judá.” (Jeremías 31:31). Si Pablo citaba este pacto como prueba de que no se requería ser del pueblo de Israel vía circuncisión para ser salvo, sus instigadores habrían apuntado que los destinatarios de ese pacto son las doce tribus de Israel.
Esto no sucede con el pacto Abrahamico, que tiene una promesa para la gran nación que saldría de Abraham (Génesis 12:2, 18:18) y para toda la humanidad que sería bendecida en Abraham y en su simiente, esto es el Mesías (Génesis 12:13, 18:18, 22:18, Gálatas 3:16). Es debido a esto que los dos pactos de la alegoría son el pacto con Abraham y el pacto en Sinaí.
Habiendo mencionado esto podemos ver cuál es el contraste, a quien se contrasta y cuál es el punto de Pablo.
Uno según la carne y el otro según la promesa.
Ismael era un hijo de una esclava, el fue circuncidado siendo adulto y fue nacido bajo el intento humano de agradar a Elohim (según la carne). Isaac por otro lado, fue nacido producto de un milagro, producto del pacto Abrahamico y la promesa de la descendencia, su manera de reclamar su herencia no era por medio de una circuncisión hecha adulto, sino por simplemente ser el cumplimiento de la promesa (por ello Pablo llama a Isaac el hijo “según la promesa”).
Hagar representa al pacto Sinaí en Arabia pues ella era egipcia y madre de los Ismaelitas. Sara representa al pacto Abrahamico al ser la receptora de la promesa y al dar a luz a ese hijo. Ahora no nos perdamos aquí. No hay nada de malo en el pacto en Sinaí, no hay nada malo en la Torah, lo incorrecto radica en tomar la circuncisión y la conversión al pueblo judío como medio de justificación eterna ante Elohim.
Derek Leman acertadamente apunta: “La Torah no es esclavitud, pero tratar de ser salvo por guardar Torah y conversión es esclavitud” (Derek Leman, “Paul didn’t eat Pork”, pág. 52. Traducción libre).
Daniel Lancaster expone en su excepcional comentario a Gálatas lo siguiente: “Nacidos según la carne son gentiles creyentes en Galacia, que como Ismael, pasaron por la circuncisión siendo adultos” (“The holy epistle to the Galatians”, Daniel Lancaster, pág. 226 First fruit of Zion, 1-800-775-4807, www.ffoz.org. Traducción libre).
Hagar representa el monte Sinaí porque al igual que Hagar era esclava, aquellos que trataban de justificarse por medio de la circuncisión convertían a la Torah en un yugo de esclavitud. La torah no lo es y no es la intención de Pablo decir que el pacto en Sinaí es esclavitud, eran ellos los que lo convertían en esclavitud.
En los días de Pablo una creencia popular en torno a la salvación eterna era: “La salvación viene por ser judío, todo judío debe de permanecer dentro del pacto siendo un creyente promedio y tendrá parte en el mundo venidero”. Ver la torah o la judeidad como medios de justificación es convertir a la Torah en un yugo de esclavitud y perder el propósito (o propósitos) por el que fue dada. Es por ello que Pablo dice:
“Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud.”(Gálatas 4:25).
“Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios;” (Romanos 10:3).
Pablo veía esta visión de convertir la Torah en un sistema acumulativo de créditos para tener parte en el mundo venidero, como un sistema de esclavitud. Es por ello que alegóricamente el monte Sinaí representa a estos prosélitos que trataban de justificarse por medio de la conversión a judíos e inquietaban a los gentiles de Galacia.
Pablo añade: “Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre. Porque está escrito: Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz; Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto; Porque más son los hijos de las desolada, que de la que tiene marido. Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa.” (Gálatas 4:26-28).
Pablo equipara, tal como los rabinos, a la Jerusalén mesiánica con Sara, él cita Isaías 54 como una alusión a Sara de quien se dirá que tiene más hijos. Todos los creyentes gentiles que han sido justificados por la fe en Mashiaj, son hijos espirituales de Abraham y Sara. En ellos se cumple la promesa del pacto Abrahamico que dice: “En tu simiente serán benditas todas las naciones (goim) de la tierra” (Génesis 22:18).
De manera que la alegoría no es acerca de judíos y cristianos o de Torah versus evangelio, o cristianismo contra judaísmo. El punto de Pablo es dos maneras de cómo creyentes de origen gentil buscaban la justificación: Los prosélitos, que se circuncidaron siendo adultos, buscaban la justificación por ser judíos vía circuncisión, como se habían circuncidado siendo adultos, son como Ismael; por otro lado, los gentiles que recibían la justificación por la fe en Yeshua entraban en la promesa del pacto Abrahamico, como Isaac y eran hijos de la promesa.
Es bueno recordar lo que dijimos al principio: es solo una alegoría ¡Cuidado con tomarla literalmente y llevarla a extremos que Pablo nunca buscó!
La persecución de Ismael.
“Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora. Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre. De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.” (Gálatas 4:29-31)
En ningún lugar de la Torah leemos sobre una persecución hecha por Ismael a Isaac, simplemente leemos que se burlaba de él. Sara percibió que Ismael claramente quería heredar con su hijo Yitzjak en esa burla, pero la Torah no nos dice en qué consistía. La tradición judía preserva una opinión conocida en los días de Pablo:
“Ismael dijo a Isaac, ‘yo soy más amado que tu porque fui circuncidado a la edad de trece años’. Isaac replicó, ‘yo soy más amado que tu pues fui circuncidado a los ocho días’. Ismael se burló: ‘Eso es lo que me hace más amado que tu porque fui circuncidado a la edad de trece años, pero tú fuiste circuncidado siendo un bebe y no tuviste opción en el asunto'” (Bereshit Raba 55:4).
“Y fue después de estas cosas que Ishmael y Yitzjak contendieron; e Ishmael dijo: ‘Es justo para mí que sea el heredero de lo que es de mi Padre pues yo soy su hijo primogénito’. Yitzjak le dijo: ‘es justo que sea el heredero de lo que es de mi padre, porque soy el hijo de Sara su esposa, en cambio tu eres el hijo de Agar la sierva de mi madre’. Ishmael respondió y dijo: Yo soy más justo que tu, porque fue circuncidado a los trece años. ” (Targum seudo Jonathan. Bereshit 22)
La persecución era sobre un tema según la tradición: El hecho del porqué uno debía de ser el heredero. Isaac apelaba a su madre Sara, para él, la fuente de su bendición y elección era la promesa del pacto Abrahamico. Ishmael por su parte se jactaba de su circuncisión hecha cuando era adulto.
¿Se nota el obvio paralelismo? Esto era exactamente lo que pasaba en Galacia: Los creyentes gentiles clamaban ser justificados e hijos de Abraham por la promesa del pacto hecho con él y su simiente. Por la sangre de la simiente de Abraham (Yeshua) los gentiles son injertados en la familia de Abraham y reciben perdón de pecados y vida eterna por las riquezas de su gracia. No es lo que los gentiles hicieran, sino cuanto hizo Yeshua por ellos. Su forma de justificación era la promesa del pacto Abrahamico.
Por otra parte, el medio de justificación de los creyentes prosélitos (un gentil que hace conversión legal a judío) era la circuncisión. Al igual que Ismael, habían llegado a creer que su circuncisión de adulto era la clave para la herencia.
¿Cuál fue el resultado dirá Pablo? Así como la sierva y el hijo fueron echados, los creyentes de Galacia debían dejar de escuchar a estos instigadores pues ellos tanto como Pablo eran “hijos de la promesa”.
Nuestra salvación depende de la gracia otorgada por la sangre del justo de justos, es su sangre lo que nos da vida y perdón de pecados, no obras de justicia que podamos hacer (tito 3:5). Es en su bendita sangre que Hashem nos da vida pues el cargó en él, el pecado de todos nosotros (Isaías 53:1-11). Los creyentes en Galacia experimentaban un peligro: basar su justificación en métodos de esfuerzo humano, y no en la gracia de Elohim mostrada en su ungido e hijo unigénito.
El peligro no era la Torah, no era el judaísmo, sino convertir esto en medio de justificación y caer de la gracia al asumir que la sangre de Yeshua no era suficiente. Su sangre es más que suficiente, es su sangre la que nos tiene dónde estamos y por medio de la que tenemos acceso espiritual intimo con Hashem. El es el medio de nuestro perdón y jamás debemos alejarnos de aquel hombre que nos amó y se entregó gustosa y voluntariamente por nosotros. Ante él se doblará toda rodilla en reverencia como Rey de reyes y Señor de Señores.
Conclusión
Todos nosotros fuimos llamados a libertad por el que nos dijo: “Si el hijo os libertare seréis verdaderamente libres” (Juan 8:36).
Que Hashem lo envíe prontamente en nuestros días a establecer su trono en Jerusalén para reverenciarle por su soberanía, la cual la recibió, por causa de su muerte y resurrección por nosotros.
¡MARANATA!
Shabbat Shalom!
Isaac Bonilla