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¿Has visto como últimamente un término bíblico es frecuentemente malinterpretado? ¿Consideras que hay temas bíblicos a los cuales no se les da la importancia requerida o se simplifican demasiado? Definitivamente uno de los temas más frecuentemente obviados en el postmodernismo es el arrepentimiento. La sola noción de que no hicimos lo correcto es chocante a la cultura moderna. Sin embargo, el arrepentimiento no es una opción para los creyentes en el Elohim (Dios) de Israel, tampoco es un tema marginal que tiene poca importancia escritural.

Si lográramos dividir la biblia en una serie de temas, una división temática y sistemática, sin duda alguna uno de sus grandes temas seria el arrepentimiento (En Hebreo Teshuva)

Desde el principio de las escrituras se nos hace mención a volver, a restaurar lo que nuestros primeros padres rompieron en el Gan Edén (el jardín del edén) cuando el pecado entró y se apoderó del género humano. El virus del pecado dio como resultado la muerte, una muerte física y a la vez una muerte eterna, todo depende de la convicción y condición en la que nos aferrarnos a nuestro pecado.

A través de los labios del profeta Yejezkel, Adonay nos llama al arrepentimiento: “Tu, pues, hijo de hombre, di a la casa de Israel: ustedes han dicho así: nuestra iniquidad y nuestros pecados están sobre nosotros y hemos sido consumidos por ellos; ¿Cómo, pues, podremos vivir? Diles: vivo yo, declara el Señor de señores, que no quiero la muerte del inicuo, sino que el inicuo se arrepienta de su iniquidad y viva. Arrepiéntanse, pues, y apártense de sus malos caminos para que no mueran, oh casa de Israel.” (Yejezkel [Ezequiel] 33:10-11, versión Peshita aramea)

El mensaje del arrepentimiento es tan vital que se considera en el judaísmo un prerrequisito para la redención final. Si echamos un vistazo a Devarim (Deuteronomio) 30:1-6 podremos ver fácilmente que la redención final está supeditada al arrepentimiento de todo Israel. El arrepentimiento es un tema central en la biblia no únicamente para el pecador constante sino incluso para aquel justo que vive rectamente delante del Eterno.

El arrepentimiento es la condición de la Geula Shelema (redención final) y por ello, tanto Yeshua nuestro Mashiaj como Yohanan HaMatbil (Juan el Bautista), enfatizaron en su mensaje el arrepentimiento, tal como está escrito:

“En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.”(Mateo 3:1-2)

“Desde entonces comenzó Yeshua a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.” (Mateo 4:17)

Tan central es el arrepentimiento que debe de ser una constante en la vida de todo discípulo de Yeshua, tanto judío como no judío, y debe de tener una especial relevancia en los días de la teshuva, esto es los días intermedios entre Yom Teruah y Yom Kippur. Es un tradición dentro del judaísmo que el cielo está especialmente atento a las plegarias en estos días pues son los días en donde Hashem esta primordialmente en el trono de la misericordia.

Pero alguno dirá: ¿Qué se entiende por teshuva en la cultura hebrea? La palabra viene de “Shuv” que significa volverse. La definición griega de “cambio de mente” se queda corta ya que la Teshuva no únicamente es un cambio de cosmovisión sino de ACCION.

Se considera que hay varios pasos para que el arrepentimiento, siendo los principales los siguientes:

1. El reconocimiento de la transgresión realizada.
2. El dolor por el mal hecho, que debe ser expresado por el Vidui (confesión oral)
3. El verdadero arrepentimiento se concreta cuando la persona se encuentra en las mismas condiciones y en la misma situación en las cuales transgredió anteriormente, y logra sobreponerse y no repetir su mala acción.

A parte del inmenso dolor por haber transgredido una ley del Eterno, adicional al remordimiento por no haberse comportado a la altura, debe de venir un cambio en su accionar. De no ser así, no se considera que la Teshuva haya sido completa (Teshuva Shelema).

Cuando recapacitamos en el terrible daño que hemos hecho a nuestros hermanos con nuestras acciones, cuando reflexionamos en el dolor que nuestras palabras causaron, cuando vemos a el mundo sin alcanzar su potencial, cuando vemos que no hemos sido la luz de las naciones que Hashem quiere que seamos, cuando meditamos en la necesidad ajena que hemos ignorado y en los mandamientos que no hemos guardado, la importancia de la Teshuva se hace palpable.

Cada uno de nosotros se ha desviado de su camino, como ovejas descarriadas. Gracias a El Eterno, el nos ha dado a su Mesías como propiciación de nuestros pecados y los de todo el mundo. Al saber que nuestro arrepentimiento acelera la redención final y la manifestación del Reino de Elohim en la tierra, sabemos que la teshuva no puede esperar. Nuestra relación con Elohim depende mucho del arrepentimiento. Tanto los sabios del Talmud como Yeshua establecen que el arrepentimiento de pecados cometidos contra otro humano puede bloquear mi relación con Hashem (Mateo 5:23/25, Mishna Yoma 8:9)

Hagamos que este Yom Teruah sea el más espiritual y ferviente de nuestra vida. Al hacerlo estaremos apegándonos a Hashem quien es lleno de misericordia y grande en bondad.

Con bendición
Yitzjak Bonilla Castellanos
Francisco Hidalgo (Gavriel Ben Avraham)

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