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El día de la expiación, dos machos cabríos, azazel, perdón, expiación, lugar santísimo, cohen Gadol, etc., podemos hablar muchísimas cosas sobre el gran día de Yom Kippur (¡Incluso hay una guerra que lleva su nombre!) al ser una de las festividades más interesantes de la Torah. Este estudio no pretende abordar de manera exhaustiva todos los aspectos de Yom kippur, sino únicamente hacer una introducción a uno de los temas más importantes y a la misma vez difíciles de la escritura, una palabra: Expiación.

La palabra hebrea para expiación es “Kapar” y significa etimológicamente “cubrir” o “cubrir para proteger” incluso. Podemos ver varios ejemplos de esto en la Torah, por ejemplo: Hashem dice a Noaj que cubra (Kapar) “con brea por dentro y fuera” el arca (Génesis 6:14). Obviamente no hay ninguna relación con pecado o algo más en el texto. En ese sentido también se dice que Aarón tenía que: “hacer expiación por el altar” (Exodo 29:37), claramente que el sentido de expiación en estos y otros pasajes es de cubrir para proteger (o para purificar), no tiene nada que ver con perdón de pecados pues ¿qué pecados tiene un altar? Ciertamente la palabra tiene el sentido de perdón de pecados como se dice en otros versos, la palabra sin embargo, retiene el sentido: YHWH perdona pues simbólicamente el pecado está cubierto, es algo que él no castigará porque ha sido purificado y no es algo que encienda su furor.

Una postura popular dentro del cristianismo es que todos los sacrificios de la torah tenían por objetivo cubrir (hacer expiación) el pecado temporalmente hasta que el Mesías viniera a removerlos por completo. Una vez venido el Mesías, no hay ninguna necesidad de dichas ofrendas pues serian redundantes o incluso una blasfemia. De ahí se cree, que la manera de obtener vida eterna y perdón en el mundo antiguo era a través de los sacrificios. En otras palabras, el objetivo primordial de los sacrificios era ser una condición para el perdón eterno de los pecados pues apuntaban a un sacrificio eterno.

¿Es cierta esta postura? ¿Era el objetivo primario la vida eterna en los sacrificios? ¿Todos los sacrificios tenían que ver con perdón de pecados para vida eterna? Es sorprendente para muchos saber, que únicamente dos de cinco sacrificios hechos en el templo tenían que ver con pecados (¡y aún con excepciones!)

Las cinco categorías principales de sacrificios son:

a) Ola (Holocausto).
b) Minja (Ofrenda vegetal).
c) Shelamim (Sacrificios de paz, ya sea voluntarios, de votos o de acción de gracias).
d) Jatat (Ofrenda por el pecado o purificación).
e) Asham (Ofrenda por la culpa).

únicamente los dos últimos tipos de sacrificios tenían que ver con pecados. Los tres primeros no tenían que ver con un pecado directamente sino que eran ofrecidos por diferentes razones: adoración, acción de gracias, alabanza, etc.

Cuando se habla en los sacrificios de expiación, su objetivo principal era cubrir tanto al oferente como al mobiliario del templo para purificación ritual y para protección.

¿Para qué se debía hacer una cobertura de protección o de purificación ritual tanto al altar como a cada humano que entraba al tabernáculo? En esta ocasión me gustaría citar a la eminencia Daniel Lancaster, él nos dice:

“El es vida, nosotros somos mortales. El es puro, nosotros estamos contaminados. El es infinito, nosotros finitos. El es Santo; nosotros somos comunes. El es trascendente, nosotros no. El hombre no puede, por si mismo, entrar en su presencia.” (“What about the sacrifices”, D. Thomas Lancaster, First Fruits of Zion, 800.775.4807, www.ffoz.org.)

En el tabernáculo habitaba la presencia de Hashem con una intensidad incomparable, como en ningún otro lugar en la tierra. Para que el hombre mortal pueda estar delante de tal presencia necesita ser “cubierto para protección”. Es un poco difícil comprender el objetivo de los sacrificios en nuestros días sin un templo donde la presencia de Hashem sea tan grande ¡que pueda matarte!

Los creyentes en los escritos apostólicos podrían apuntar a que el espíritu santo reside en nosotros, lo cual es absolutamente correcto. Ahora la pregunta sería ¿Es la misma intensidad de la presencia del Eterno que estuvo en el tabernáculo la que mora en nosotros? Obviamente no, la intensidad del espíritu de Hashem hacía que ¡ni aun Moisés podía entrar al tabernáculo en cierto momento! (Exodo 40:35). En la escritura, el espíritu santo que moraba en los profetas y que mora en nosotros tiene una intensidad menor a la que habitaba en el templo, de lo contrario correríamos una suerte muy trágica.

Nuestros pecados causan impurificación y también tenemos impurificaciones rituales que debían ser purificados con un objetivo: Hacer que Hashem siguiera morando en el tabernáculo/templo y que el hombre pudiera estar en ese lugar.

Como el pecado causa muerte, se necesita una cobertura de vida sobre cada persona y sobre cada utensilio del templo. ¿Qué es lo contrario a la muerte? Exacto, la vida. ¿Donde está la vida? Leemos en la Torah:“Porque la vida de la carne en la sangre está” (Vaikra [Levítico] 17:11)

Debido a eso, la sangre del sacrificio era necesaria para hacer una cobertura de protección por el pueblo. Claro, todo esto es una purificación ritual y simbólica que permitía a la presencia de Hashem seguir morando en medio de su pueblo. La sangre era aplicada al altar del holocausto y simbólicamente el oferente era sustituido por la ofrenda. El debía de verse como representado en la ofrenda y de esa manera su vida subía en olor grato delante de Hashem, tal como está escrito: “Y pondrá su mano sobre la cabeza del holocausto, y será aceptado para expiación suya” (Levítico 1:4).

De esta manera el mortal podía habitar con la presencia del único inmortal al mismo tiempo que entendía que necesitaba una purificación de vida por su impureza. Ese era el objetivo primordial de los sacrificios. (De hecho, Levítico 16, el capitulo que más habla sobre Yom Hakippurim, empieza diciendo que Nadab y abihu murieron por acercarse erróneamente a Hashem).

El escritor de Hebreos dice: “Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos santifican PARA LA PURIFICACION DE LA CARNE¿Cuánto más la sangre del Mesías, el cual mediante el espíritu eterno se ofreció sí mismo sin mancha a Elohim, limpiara vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Elohim vivo? (Hebreos 9:13-14 énfasis añadido).

El escritor de hebreos deja claro que la purificación que los sacrificios de animales buscaban, es la purificación física, del cuerpo, la carne, una purificación ritual para poder estar delante de Hashem y para que Hashem siga habitando en medio de su pueblo. El escritor de Hebreos no está solo, el erudito judío Jacob Milgrom llega a similares conclusiones en su extenso comentario a Levítico.

Es debido a eso, que los primeros discípulos judíos no vieron ninguna contradicción entre los sacrificios de animales y el sacrifico de Yeshua. Ambos pertenecen a materias distintas, los primeros para purificación ritual física y el segundo para dar perdón eterno de los pecados y vida eterna y sobre todo, el poder para vencer el pecado. Es por ello que Pablo dice lo siguiente:

“Pero pasados algunos años, vine a hacer limosnas a mi nación y presentar sacrificios (Gr. prosphora). Estaba en ello cuando unos judíos de Asia me hallaron PURIFICADO en el templo”(Hechos 24:17-18).

Claramente Pablo menciona que él mismo había ofrecido sacrificios para purificarse ritualmente. Esto para él no significo para nada, una negación de su fe en Yeshua pues comprendía que dicho sacrificio pertenecía a una esfera diferente y superior (la purificación de la conciencia, espíritu, vida eterna) sin anular el rito (purificación ritual, levítica, física).

Es por ello, que leemos en Ezequiel 40-44 que en la era mesiánica habrá un templo en donde se ofrecerán sacrificios. El sacrificio de Yeshua no anula esto, su sacrificio es superior y tiene que ver con algo aun más importante. Ese es el punto del escritor de Hebreos, su punto es que los sacrificios de animales son eficaces en la purificación ritual del cuerpo mientras que el sacrificio de Yeshua es mejor pues su sangre fue ofrecida en el tabernáculo celestial para perdón eterno de pecados.

El objetivo primario de los sacrificios era mantener en pureza ritual a Israel, el santuario (mikdash) y todo su mobiliario para que Hashem pudiera estar entre el pueblo y ser una nación única donde la relación de Hashem era tan cercana y sin igual. En síntesis, los sacrificios buscaban mantener la relación entre Israel y la presencia de Hashem, podríamos decir que buscaban mantener la comunión entre Hashem e Israel, mediante purificación ritual. Por ello se dice que el cohen debía en Yom kippur hacer: “expiación por el mikdash hakodesh, y el tabernáculo de reunión; también hará expiación por el altar, por los sacerdotes y por todo el pueblo de la congregación” (Levítico 16:33).

Alguno dirá: ¿Acaso no eran los sacrificios una sombra del sacrificio de Yeshua? La respuesta es si, además de su objetivo primordial, los sacrificios eran sombra del sacrificio eterno; esto en ninguna manera niega su eficacia ritual.

Dentro del judaísmo también se dice que el tabernáculo terrenal era una figura o replica del tabernáculo celestial, por ejemplo el midrash dice: Esto es lo que Dios dijo a Moisés, “Así como has visto aquí arriba, copia el patrón abajo Si haces abajo una réplica de lo que está arriba, dejaré mi asamblea celestial y causaré que mi presencia habite entre ustedes” (Shemot Raba 35:6, compárese con Hebreos 8:5). La purificación ritual nos anuncia y enseña sobre la purificación de nuestra alma.

Los sacrificios son un tema apasionante y extenso, a tal grado es esto, que los niños judíos empiezan a aprender la Torah no en Génesis, con la narración de los patriarcas, no en Exodo, con la historia de la primera redención, sino en Levítico. En el midrash se dice:

“¿Por qué iniciamos a los niños con Levítico y no con Génesis? El Santo Bendito sea, dijo: Dado que los niños son puros y los sacrificios son puros, dejad a los puros venir y ocuparse a sí mismos con cosas que son puras” (Vaikra Raba 7:3).

Tan apasionantes son, que animo al lector a profundizar en los diversos temas de los sacrificios, el comentario de Levítico de Jacob Milgrom es un recurso excepcional junto con el libro de Daniel Lancaster “What about the sacrifices?” que puede ser obtenido en ffoz.com

¿Por qué se necesita Yom Kippur si los sacrificios ofrecidos a diario expiaban por cada israelita y hacían que Hashem pudiera seguir morando en su pueblo? Las siguientes razones son las principales:

  1. Los sacrificios de días normales tenían una connotación más personal que colectiva. Yom kippur era la renovación nacional de la comunión entre Hashem y el pueblo.
  2. Los sacrificios diarios hacían expiación por el altar del holocausto y por la persona para que Hashem morara ahí y para que el oferente pudiera estar en semejante lugar. Yom kippur era el único día donde se hacía expiación por el kadosh kadoshim (Lugar santísimo) y por el altar del incienso. Estos eran tenidos por sumamente santos y se expiaban una vez al año. (Levítico 16:33, Exodo 30:10)
  3. Debido a las muchas impurezas de los hijos de Israel que no eran purificadas diariamente por x o y razón, cada año el sumo sacerdote tenía que hacer una expiación por todo lo que componía el tabernáculo. Está escrito en la Torah: “Y hará la expiación por el mikdash hakodesh, y el tabernáculo de reunión; también hará expiación por el altar, por los sacerdotes y por todo el pueblo de la congregación” (Levítico 16:33).

¿Acaso Yom Kippur no era el día del perdón? Ciertamente había un perdón para el pueblo y una reconciliación por sus impurezas y pecados; sin embargo el énfasis de la torah es sobre la expiación y la purificación ritual. Tan es así que la palabra “perdón” virtualmente está ausente ¡En todo Levítico 16!

¿Cuál es el sentido que tiene para un creyente en Yeshua guardar el ayuno de Yom kippur? Ciertamente hemos recibido vida eterna y el perdón total de nuestros pecados mediante la sangre de Yeshua HaMashiaj; esto no está en discusión ni se debe de celebrar Yom Kippur para obtener liberación ni vida eterna, esto es algo que fue hecho por el sacrificio eterno del cordero de Elohim. El nos liberó del poder y de la condena eterna del pecado. Esto no anula el hecho de que continuamos pecando día a día hasta el día de la resurrección (donde seremos libres de la presencia del pecado), esto hace que necesitamos un arrepentimiento continuo y buscar el rostro de Hashem para recibir su perdón como padre. Yom kippur es el día perfecto para renovar nuestra devoción a Hashem y recibir su perdón como Padre. Este es el día en donde venimos ante nuestro padre, humillados y quebrantados para que nuestra relación se renueve.

Los creyentes en Yeshua hemos recibido el poder de lo alto que nos permite vivir en victoria sobre el pecado, el creyente en Yeshua recibió el espíritu santo de la promesa y podemos ir a Yom kippur con la firme resolución de abandonar ciertas áreas de pecado en nuestra vida. Yom kippur es la oportunidad de reflexionar en nuestro caminar con el Eterno y mediante el espíritu de poder que se nos ha dado, abandonar de una vez por todas nuestros pecados.

Guardemos este Yom kippur, como la oportunidad de renovarnos y reconciliarnos con nuestro padre. La relación no está en peligro por el merito del justo de justos, pero nuestros pecados pueden mermar la armonía de la relación. Nuestro padre nos espera en esta cita, iremos ante él quebrantados de corazón pues eso no es despreciado por él.

Que sea su voluntad que tengamos el mejor Yom kippur de todos y que prontamente su Mashiaj venga.

Con bendición
Isaac Bonilla Castellanos

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